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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1973
w73 1/11 págs. 671-672

Preguntas de los lectores

● ¿Muestra Gálatas 4:15 cómo deben considerar los cristianos el trasplante de órganos del cuerpo?—EE. UU.

Gálatas 4:15 dice: “Si hubiese sido posible, se hubieran sacado los ojos y me los hubieran dado.” Aquí el apóstol Pablo simplemente estaba usando una metáfora. Tan grande era el aprecio y afecto que los gálatas le tenían a Pablo que habrían estado dispuestos a sacrificar cualquier cosa que les era útil a ellos mismos, sí, hasta algo tan precioso e indispensable como los ojos con los que veían, para ayudarle a ver. De modo similar Jesucristo se refirió al ojo como representando algo dotado de vista cuando dijo: “Ahora bien, si ese ojo derecho tuyo te está haciendo tropezar, arráncalo y échalo de ti.” (Mat. 5:29) El uso de la vista para ver algo que hace que uno tropiece y reciba una caída espiritual habría de ser amortiguado. Ni Jesús ni Pablo estaban considerando el tema de trasplantar órganos del cuerpo.

● ¿Es mostrar falta de confianza el que un cristiano dedicado haga un contrato escrito respecto a un trato comercial con otro cristiano?—EE. UU.

No, porque el poner los asuntos comerciales por escrito puede ser una bondad y una protección para todos los que estén envueltos. Puede impedir que más tarde surjan conceptos falsos y desavenencias.

Un contrato escrito puede impedir descuidos inadvertidos debido a la falta de claridad en los acuerdos verbales. Como en el caso de otras personas, el cristiano dedicado tiene que cuidar de muchos detalles de día en día. Además, surgen problemas que exigen su atención. Es obvio que no puede recordar todo. Si confiara completamente en su memoria, es probable que, a pesar de las mejores intenciones, olvidaría algunas obligaciones o tendría dudas en cuanto a si las cumplió o no. Un acuerdo verbal suministra poca oportunidad para comprobar los asuntos. Y, si es indefinido, es posible que los que hacen el acuerdo verbal honradamente sustenten puntos de vista diferentes en cuanto a lo que se requiere.

Un contrato escrito también puede ayudarnos a prestar atención a la exhortación de la Biblia: “No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse los unos a los otros.” (Rom. 13:8) Manifiestamente, si una persona se olvidara inadvertidamente de cierta obligación, no estaría consciente de la necesidad de cumplirla. Y su falla inadvertida podría resultar en resentimiento, especialmente si la otra persona se pusiera a pensar que su hermano cristiano era egoísta y no confiable.

Otro factor que hace aconsejable tener contratos escritos es la incertidumbre de la vida humana. Como observó el sabio escritor de Eclesiastés: “El tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos.” (Ecl. 9:11) Realmente es prudente tener un acuerdo escrito para que, si es necesario, una persona pueda probar que tiene derecho a pago o servicios más bien que tener que sufrir pérdida seria debido a no tener testigos vivos que puedan verificar su reclamación.

Las Escrituras definitivamente aprueban el hacer contratos escritos. Por ejemplo, el profeta de Jehová, Jeremías, por dirección divina, compró un campo del hijo de su tío paternal. El dinero por la compra se pesó en presencia de testigos. Cuando se pagó el dinero, se redactaron dos escrituras, probablemente idénticas, de acuerdo con las disposiciones reglamentarias legales entonces existentes. Se dejó abierta una escritura, evidentemente para que pudieran consultarla fácilmente las personas interesadas. La otra escritura fue sellada después de firmarla los testigos. Por consiguiente, si alguna vez se pusiera en tela de juicio la autenticidad de la escritura no sellada, se podría abrir la escritura sellada y compararla con la que no estaba sellada. La entera transacción era pública, efectuada “ante los ojos de todos los judíos que estaban sentados en el Patio de la Guardia.” Ambas escrituras se colocaban después en un recipiente para custodia. (Jer. 32:6-14) Así, años más tarde, habría estado disponible prueba de que todo se había manejado apropiadamente.

Por eso, en vez de dar evidencia de falta de confianza, el hacer acuerdos por escrito puede ser una indicación del sincero deseo de uno de cumplir con sus obligaciones.

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