Tito: Excelente consejo para ‘mantenernos saludables en la fe’
TODOS los cristianos verdaderamente dedicados saben que para agradar a su Creador Jehová Dios tienen que ser sanos, equilibrados, fuertes, “saludables en la fe.” Por lo tanto, se interesan en que la enseñanza que reciban de sus superintendentes sea “enseñanza sana.” Aptamente, en su carta a Tito el apóstol Pablo expresa interés en que Tito y otros superintendentes enseñen lo que es saludable y que aquellos a quienes ellos sirvan sean “saludables en la fe.”—Tito 1:9, 13; 2:1, 2, 6.
¿Cuándo le escribió el apóstol Pablo esta carta a Tito? Muy probablemente Pablo la escribió entre la primera y la segunda vez que estuvo encarcelado, a saber, entre 61 y 64 E.C. Como sus cartas a Timoteo, la carta de Pablo a Tito se relaciona con actividad que no se menciona en el libro de Hechos. La segunda carta de Pablo a Timoteo, escrita mientras Pablo estaba en prisión o bajo arresto en una casa, indica que Pablo había sido puesto en libertad por un tiempo de una encarcelación anterior y que éste era su segundo encarcelamiento. De modo que debe haber sido durante este tiempo de libertad que Tito lo acompañó para predicar a los cretenses. Cuando a Pablo le pareció necesario salir de Creta, comisionó a Tito para que se encargara del ‘negocio no terminado’ que quedó, no siendo lo menor entre lo cual el refutar a los judaizantes que había entre los que se asociaban con las congregaciones cretenses.
El hecho de que Pablo le diera esta comisión a Tito indica que tenía gran confianza en él, como se puede ver también por lo que dice en sus cartas a otros. Así, Pablo les escribió a los corintios que, si “hay alguna pregunta respecto a Tito, es partícipe conmigo y colaborador para bien de ustedes.” Sí, Tito tenía la misma disposición altruista de Pablo.—2 Cor. 7:6; 8:6, 16, 17, 23.
La carta de Pablo a Tito tiene mucho en común con la primera carta a Timoteo. Entre otras cosas, en ambas cartas Pablo da instrucciones explícitas en cuanto a los requisitos para los superintendentes y cómo deben comportarse las cristianas. Sin embargo, parece que Tito no le era tan íntimo a Pablo como lo era Timoteo, pues la carta a Tito tiene un mínimo de referencias personales, mientras que las cartas de Pablo a Timoteo rebosan de referencias personales tanto a sí mismo como a Timoteo.
También detectamos un tono levemente diferente en la carta de Pablo a Tito en comparación con el de sus cartas a Timoteo. Esto sin duda se debe a la clase de personas con las que Tito tenía que trabajar. Pablo cita a un profeta cretense que acusa a su propio pueblo de ser gente mentirosa, perezosa, perjudicial y glotona. De hecho, en algunos lugares en aquel tiempo el llamar cretense a alguien era llamarlo mentiroso. Estaba claro que a los cristianos que salían de aquel ambiente se les haría más difícil que a otros rehacer su personalidad. Así, vemos que aunque los requisitos que Pablo alista para los superintendentes son muy semejantes en cada carta, a Tito se le dice además que los superintendentes tienen que tener gobierno de sí mismos y poder “censurar a los que contradicen.” Más adelante, a Tito se le exhorta a ‘censurarlos con severidad,’ y a seguir “exhortando y censurando con plena autoridad.” En cuanto al hombre que “promueve una secta,” es decir, que causa divisiones, Tito habría de ‘rechazarlo después de la primera y la segunda admonición.’—Tito 1:9, 13; 2:15; 3:10.
Al comparar las relaciones de Pablo con Timoteo y con Tito, algunos se han preguntado por qué Pablo manejó el asunto de la circuncisión de modo tan diferente en los dos casos. Hechos 16:3 dice que Pablo hizo que Timoteo fuera circuncidado. Pero en Gálatas 2:3 Pablo declara: “Ni siquiera Tito, que estaba conmigo, fue obligado a circuncidarse, aunque era griego.” ¿Qué explicación hay para esto?
Puesto que se sabía que Timoteo tenía madre judía, la gente esperaría que hubiese sido circuncidado. La circuncisión sería de gran valor en cuanto a hacerlo aceptable a los judíos. Pero tocante a Tito era más un asunto de principios. Él era griego; sin duda ninguno de sus padres era judío. Además, Pablo recalca que ni siquiera Tito fue “obligado” a circuncidarse. Esto sugiere que los cristianos judaizantes habían ejercido presión para que Tito fuese circuncidado. Sin duda para recalcar su punto tan vigorosamente como fuera posible, Pablo llevó al incircunciso Tito a la reunión que se celebró en Jerusalén, donde, después de mucho disputar, los apóstoles y otros ancianos dieron la decisión de que los cristianos gentiles no tenían que circuncidarse ni guardar todos los requisitos de la Ley.
Velando por la salud espiritual de todos los de la congregación, Pablo considera la conducta de varios grupos dentro de ella. En particular desea que los hombres de edad avanzada sean “saludables en fe, en amor, en perseverancia.” También tienen que ser “moderados en los hábitos, serios, de juicio sano.” Esto ciertamente es consejo sabio; algunos hombres de edad avanzada tienden a tomar a la ligera asuntos que se deben tomar en serio. Los hombres de menos edad también deben ser de “juicio sano.”—Tito 2:2, 6.
Por supuesto, las cristianas de edad avanzada así como las de menos edad también deben ser “saludables en la fe.” Con ese fin, ¿qué se requiere de ellas? “Que las mujeres de edad avanzada sean reverentes en su comportamiento, no calumniadoras, ni esclavizadas a mucho vino, maestras de lo que es bueno; para que hagan volver a su sentido a las mujeres jóvenes para que amen a sus esposos, amen a sus hijos, sean de juicio sano, castas, trabajadoras en casa, buenas, sujetándose a sus propios esposos, para que no se hable injuriosamente de la palabra de Dios.” ¡Qué oportuno es ese consejo para nuestro día, cuando el fuerte énfasis en ‘liberación’ para la mujer está produciendo tan malos frutos como un muy veloz aumento en la cantidad de madres que abandonan a su familia y un gran aumento en el delito entre las mujeres!—Tito 2:3-5.
Entonces Pablo le aconseja a Tito que exhorte a los esclavos a cooperar a grado cabal con sus amos y a ser honrados, para que su conducta no desprestigie a su religión cristiana sino que, al contrario, la recomiende. Ese es consejo que muy aptamente aplica a todos los empleados hoy día.
Todos los que quieren ser “saludables en la fe” ciertamente tienen que prestar atención a la admonición adicional que da Pablo de “repudiar la impiedad y los deseos mundanos y . . . vivir con buen juicio y justicia y devoción piadosa.” También se requiere de nosotros que estemos en sujeción a los gobiernos mundanos, ‘que estemos listos para toda buena obra, que no hablemos perjudicialmente de nadie.’ ¡Qué apropiado es este último consejo! Pues la naturaleza humana caída está muy propensa a hablar perjudicialmente o mal de otros, especialmente si nos han ofendido. Lejos de ser belicosos, queremos ser razonables y desplegar apacibilidad para con todos, aunque las personas que nos rodeen sean sumamente egoístas. Pero el espíritu santo de Dios y su amor a la humanidad, según se ven por el don de su Hijo, nos han librado de los caminos del mundo y nos han dado la esperanza de vida eterna.—Tito 2:12; 3:1, 2, 4-8.
Ciertamente hay mucho consejo excelente en la carta de Pablo a Tito para toda persona de la congregación cristiana; consejo para todos los ancianos a fin de que presenten “enseñanza sana” y para todos los creyentes a fin de que sean “saludables en la fe.”