El reto de ir de casa en casa
ERA un testigo de Jehová de aproximadamente 75 años de edad. Cojeaba bastante mientras caminaba de una casa a la otra; y con razón, pues se movía por todas partes con dos piernas artificiales. Al tocar a una puerta, salió una señora. Apuntándole con el dedo, ella le preguntó con tono de voz airado: ‘¿Es usted testigo de Jehová?’
Él pausó por un momento y entonces, mirando a la señora fijamente a los ojos, dijo: ‘Déjeme decirle, señora, que yo trato de serlo. No es fácil. Estoy esforzándome por ello. Es una asignación difícil. ¿Se imagina usted lo que significa ser un testigo del Altísimo, Jehová, el Soberano del universo? Esa es una asignación seria. Le digo, señora: me estoy esforzando por serlo.’
¿Cuál fue la respuesta de la señora? No dijo una sola palabra. ¿Qué podía decir?
No se puede negar. El ir de casa en casa con las buenas nuevas del reino de Jehová Dios presenta un verdadero reto, un desafío. Indudablemente ésa es la razón por la cual esta clase de evangelismo es singular de los Testigos. Ningún otro grupo religioso da énfasis a esta clase de actividad o espera que todos sus miembros participen en ella. De hecho, es interesante que aquellos que critican severamente las enseñanzas de los testigos de Jehová no los acusan de llevar a cabo una obra para la cual no haya ningún precedente bíblico. Lejos de acusar a los Testigos de no tener base bíblica para su actividad, reiteradamente estos críticos han reconocido en sus publicaciones que esta clase de evangelismo está en armonía con las Escrituras. Algunos hasta se lamentan de que su propia secta religiosa no requiera que sus miembros participen en esta obra.
Aun si en la Palabra de Dios no se encontraran mandatos directos o explícitos y precedentes para esta obra, los Testigos tendrían razones para ir de puerta en puerta. El amor a Dios y al prójimo los mueve a dar testimonio a todo el que puedan, declarando a otros las buenas nuevas del reino de Dios y advirtiéndoles de la inminente “grande tribulación”... y, al hacerlo; utilizan todo medio eficaz. En la época de los apóstoles el apóstol Pablo y otros discípulos visitaban las sinagogas y predicaban las “buenas nuevas” a los que se hallaban reunidos allí. (Mat. 24:14, 21; Hech. 13:14-16; 14:1; 17:1, 2, 10, 17; 18:4, 19, 26; 19:8) Por supuesto, en raras ocasiones los Testigos hoy día tienen la oportunidad de hablar a personas reunidas en sinagogas u otros edificios religiosos. Pero el hecho de que los Testigos de la actualidad no puedan imitar esta clase de actividad no significa que no deberían imitar otras clases de evangelismo apostólico que les están disponibles.
Sí, ¡el mismísimo hecho de que el evangelizar de casa en casa se encuentre con tanta oposición es un testimonio a favor de su eficacia! Cuando un gobierno se hace totalitario, una de las primeras cosas que invariablemente hace es proscribir la obra de predicar de casa en casa de los Testigos. Particularmente en el pasado muchos líderes religiosos han ejercido influencia hasta en autoridades de gobiernos democráticos para que éstas interfieran con esta clase de evangelismo, sea por medio de aplicar ciertas leyes indebidamente a los Testigos o mediante la aprobación de leyes con el propósito expreso de detener la obra de predicar de casa en casa. Para establecer su derecho legal de predicar de casa en casa los Testigos repetidamente han llevado batallas jurídicas hasta los tribunales más altos, incluso el Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Casi siempre ese tribunal ha fallado a favor de los Testigos, y estas decisiones dan testimonio no solo del derecho legal que tienen los Testigos a efectuar esta obra, sino también de la eficacia de ella. El siguiente veredicto es un ejemplo típico de lo que se acaba de decir:
“La distribución manual de tratados religiosos es una forma muy antigua de evangelismo misional... tan vieja como la historia de las imprentas. Esta ha sido una fuerza poderosa en varios movimientos religiosos a través de los años. Esta forma de evangelismo la utilizan hoy día, en gran escala, varias sectas religiosas cuyos repartidores llevan el Evangelio a miles y miles de hogares y por medio de visitas personales procuran ganar adherentes a su fe. . . . Bajo la Primera Enmienda esta clase de actividad religiosa ocupa la misma posición elevada que ocupa la adoración en las iglesias y la predicación desde los púlpitos.”
UN DESAFÍO
Encarémonos a la realidad: para empezar, el empezar a ir de casa en casa con el mensaje de la Biblia es una de las cosas más difíciles para la persona modesta de término medio, sea hombre o mujer, joven o viejo. De hecho, a veces Testigos que han dedicado décadas a la obra de predicar de tiempo completo han confesado que, después de todos esos años, esto va tan en contra de sus inclinaciones naturales que requiere verdadero esfuerzo el comenzar esta obra cada mañana. Siempre hay la inseguridad en cuanto a la clase de acogida que uno pudiera recibir al estar a la puerta. Sin lugar a dudas, no pocas personas se ofenden cuando alguien llega a su puerta con un mensaje bíblico, y nadie disfruta de ofender a otras personas. ‘Yo nunca podría ir de casa en casa,’ ha sido la respuesta inicial de muchos que aman la verdad y que están estudiando la Biblia con un Testigo. De la experiencia de un bombero de la ciudad de Nueva York se puede ver cuán difícil pudiera parecer esta obra. Mientras acompañaba de casa en casa por primera vez al que lo instruía en la Biblia, él exclamó: “¡Vaya! ¡Esto es peor que entrar en un edificio en llamas!” Pero no mucho tiempo después él, también, estaba disfrutando de la predicación de casa en casa.
De hecho, hay poco que pueda mover al feligrés de término medio de las iglesias a ir de casa en casa. ¿Qué pudiera él decir a los amos de casa? Probablemente no tiene buen conocimiento de las enseñanzas de su propia iglesia; posee simplemente un cúmulo de generalidades basadas en los credos de su iglesia. Más todavía, por regla general a la religión se le representa como un asunto que es primordialmente egoísta. La preocupación principal de ella es la salvación del alma del individuo; los servicios religiosos no están preparados para entrenar y mover a los oyentes a hacerse evangelizadores activos. Por eso, no sorprende el que muy pocos aparte de los testigos de Jehová acepten el reto que les presenta la actividad de predicar de casa en casa.
Desafiante como es, la actividad de casa en casa no es algo que esté más allá de las capacidades de hasta el más humilde de los cristianos. Por ejemplo, una vez un Testigo mejicano del área rural, vestido con su modesta ropa de campesino, tocó a la puerta de una mansión palaciega. Un hombre en bata de seda respondió a la llamada y le preguntó qué deseaba. El Testigo dijo: “Si a su puerta llegara una mula cargada con dos bolsas de oro, ¿las aceptaría usted?” Molesto, el amo de casa respondió: “No entiendo lo que me está diciendo. Soy un ingeniero de fama.” El Testigo entonces le preguntó: “¿Qué sabe usted de las profecías?” El hombre admitió que no sabía nada acerca de ellas. Entonces el Testigo dijo: “De eso es que le quiero hablar. . . . Yo soy la mula que llega a su puerta, y las dos bolsas de oro son estas revistas, La Atalaya y ¡Despertad!” El hombre quedó impresionado por la presentación de este humilde Testigo y tomó las dos revistas. Todo esto nos trae a la mente el incidente que se registra en Hechos 4:8-13.
EL DESAFÍO DE PERSEVERAR
Vez tras vez los siervos de Jehová han tenido que enfrentarse a desafíos con perseverancia y aguante. Jeremías es un ejemplo notable de esto, ya que, por más de 40 años, continuó proclamando el mensaje de Jehová Dios bajo las circunstancias más desfavorables. ¡Con razón en una ocasión estuvo a punto de renunciar! Pero no pudo quedarse callado; simplemente tuvo que hablar, que dar testimonio de Jehová Dios y en contra de los judíos rebeldes de su época.—Jer. 20:9.
Hoy día, también, es menester que los siervos de Jehová perseveren, sí, hasta que persistan, en llevar a cabo la asignación que Dios les ha dado. Y hay muchas razones para que lo hagan. Cada vez que hablan a un amo de casa se esfuerzan por dejar algunas semillas de la verdad, como si dijéramos algunas gotas de agua espiritual, sea oralmente o por medio de la página impresa. Muchas veces esto ha tenido un efecto acumulativo, y con el tiempo ha producido fruto, tal como señaló el apóstol Pablo cuando dijo: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer.”—1 Cor. 3:6.
Y hay más razones por las cuales los testigos de Jehová deben perseverar, persistir en su ministerio de casa en casa. Como tan bien lo expresó La Atalaya en cierta ocasión:
“Hay vidas en juego. (2 Tim. 4:5) Eso significa hacer visitas repetidas. Por una parte, las circunstancias siguen cambiando. Hoy un hombre tal vez no esté en casa, la próxima vez quizás esté. Hoy puede que esté demasiado ocupado para escuchar, pero la próxima vez tal vez no lo esté. Hoy un miembro de la familia contesta la puerta, la próxima vez otro miembro lo hace; . . . A menudo las familias están divididas en cuanto a religión, . . . Además, la gente se muda continuamente. . .
“No solo cambian las circunstancias, sino que la gente misma cambia. . . . Por alguna trivialidad cualquiera un hombre quizás haya estado de mal humor y no dispuesto de ninguna manera a considerar ni la religión ni otra cosa alguna prescindiendo de quien viniese a su puerta, pero de ninguna manera quiere eso decir que estará con esa actitud mental en otra ocasión. O, el solo hecho de que un hombre no haya tenido interés alguno en discutir la religión el mes pasado no significa que no lo tenga este mes. Desde la última vez que pasó un Testigo este hombre quizás haya tenido una experiencia intensamente desgarradora o de alguna otra manera aprendido algo que le haya hecho humilde en vez de orgulloso, que le haya hecho tener hambre de lo que necesita espiritualmente y estar consciente de ello en vez de estar satisfecho de sí mismo.”
Verdaderamente, existen muchas razones para que se visite a las personas vez tras vez, perseverando, buscando a los que son semejantes a ovejas.—Mat. 25:31-33.
BENEFICIOS PERSONALES
Lo principal entre los logros de los Testigos por ir de casa en casa es que se está dando a conocer el nombre de Jehová. El hecho de que ellos están haciendo que la gente sepa de este nombre que distingue al Creador se hace patente por la caricatura que en cierta ocasión fue publicada en una revista popular de la ciudad de Nueva York. Ésta mostraba a un hombre orando al lado de su cama y al dios germánico Wotan de pie al otro lado de la cama. Según la caricatura, el hombre oraba de esta manera, según se le citó: “Siento haberte molestado, Wotan. Resulta que, como es natural, yo pensé que al decir Dios me comunicaría con, bueno, tú sabes, con Jehová.”
Además, como se puede ver por lo ya dicho, la predicación de casa en casa permite a los testigos de Jehová ayudar a las personas que aman la verdad y la justicia a ponerse en el camino que conduce a la vida. Además, por proclamar el día de la venganza de Jehová los Testigos amorosamente prestan un servicio de dar advertencia a los que no aman la verdad y la justicia, sino que son amadores de los placeres. (2 Tim. 3:1-5) Y ciertamente son muchos los beneficios que los Testigos mismos también obtienen, ya que es cierto el proverbio bíblico que dice: “La persona benéfica prosperará, y el que largamente da, largamente recibirá.”—Pro. 11:25, Nieto.
Por eso, un anciano de una congregación de los testigos de Jehová que pasó nueve años en un campo de concentración alemán en una ocasión declaró que no había nada como el método de evangelizar de casa en casa para ayudar a uno a cultivar los frutos del espíritu santo de Dios. No hay duda de ello. Al perseverar en esta actividad uno aprende a ejercer amor altruista, a estar gozoso, a ser una persona inclinada a la paz, paciente y sufrida, a poner a trabajar la fe de uno y a manifestar apacibilidad, bondad, benignidad y gobierno de uno mismo.—Gál. 5:22, 23.
El ir de casa en casa con las buenas nuevas del Reino también ayuda a uno a cultivar la virtud de la humildad. La persona orgullosa es irritable, actúa independientemente, no se interesa en agradar a otros. Pero para que un Testigo sea eficaz, es preciso que se haga, al igual que el apóstol Pablo, “toda cosa a gente de toda clase” para ganarse a algunos.—1 Cor. 9:19-23.
Una bendición más que reciben los que siguen respondiendo al desafío de predicar de casa en casa es que esto los lleva a ser más compasivos, a mostrar más empatía. Por un lado, uno aprende a dolerse de las personas que han sido cegadas espiritualmente por los pastores falsos, y, por otro lado, uno aprende a compadecerse de la gente cuando ella cuenta sus problemas: pobreza, desempleo, enfermedades, desavenencias domésticas, delincuencia juvenil, etc. Así como fue cierto en los días de Jesús, hoy día las personas están “desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor.” Necesitan el reino de Jehová. Las palabras de Jesús a sus discípulos en el primer siglo, a saber: “La mies es mucha, mas los obreros son pocos,” tienen mayor significado todavía en estos “últimos días.” Mientras oramos para que se envíe más obreros a la mies, ¿estamos nosotros participando celosamente en la obra del Reino, enfrentándonos con éxito al reto que nos presenta la obra de casa en casa?—Mat. 9:36-38.
UNA PROTECCIÓN
La actividad de casa en casa también sirve de protección contra el mundo. Con relación a esto el apóstol Juan nos advierte: “No estén amando ni al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre, sino que se origina del mundo.” Estas cosas mundanas pueden tentar a los testigos cristianos de Jehová, pero el mantenerse activos en la predicación minimiza esta tentación.—1 Juan 2:15, 16.
Hay una antigua leyenda o parábola judía que enfatiza este punto. Habla acerca de cierto hombre justo que vino a la inicua ciudad de Sodoma y se mantuvo predicando a pesar de que nadie le prestaba atención. Cierto día, una persona de la ciudad, al notar lo que sucedía, le preguntó por qué continuaba predicando cuando nadie le prestaba atención. ¿Cuál fue su respuesta? ‘Para que la gente de Sodoma no me cambie a mí.’ Bien se ha dicho que ‘la mejor defensa es una ofensa.’ Así, mientras los Testigos continúen tratando diligentemente de cambiar a las personas de este mundo, el mundo no podrá cambiarlos a ellos.
Eso no es todo. Por obedecer los mandatos de Dios de dar testimonio sobre su nombre y su reino, ellos están haciendo bien a otras personas y de hecho están acumulando tesoros en el cielo, en armonía con la amonestación que dio Jesús en su Sermón del Monte. (Mat. 6:19-21) Sí, por medio de usar su tiempo, sus energías y sus recursos de manera tan altruista, se están ganando la amistad de Jehová Dios y Jesucristo. Así como Noé y su familia sobrevivieron al Diluvio y entraron en un nuevo sistema de cosas, ellos pueden esperar sobrevivir y entrar en el nuevo sistema de cosas de después del Armagedón cuando este inicuo sistema de cosas sea destruido.—Luc. 16:9.
No hay duda de ello. El representar al Dios Altísimo Jehová es un gran honor y presenta un reto, un verdadero desafío. Esta obra tiene un sólido precedente bíblico y está dentro de las capacidades de casi todo cristiano dedicado prescindiendo de su educación seglar. Los que se enfrentan con éxito al desafío de testificar de casa en casa hacen mucho bien a su semejante y, por hacerlo, reciben bendiciones de parte de Jehová Dios.