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  • ¿Por qué hay tantos suicidios?

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  • ¿Por qué hay tantos suicidios?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
w83 15/12 págs. 3-6

¿Por qué hay tantos suicidios?

EL PADRE de Bruce había sido un hombre de negocios que había tenido éxito toda su vida. Hacía algún tiempo se había divorciado de la madre de Bruce y se había casado con una mujer más joven. Pero aún mostraba interés en sus hijos, y en una ocasión había tratado de empezar un negocio con ellos. Entonces, a la edad de cincuenta y tantos años, su vida cambió drásticamente. Una de sus empresas fracasó, y de repente se vio extremadamente endeudado. Pidió ser hospitalizado por unos cuantos días, pero no quiso decir a nadie por qué. Entonces su esposa joven lo abandonó. Y él se suicidó.

Bruce hace el siguiente comentario: “Realmente quisiera haber podido hacer más para ayudarle. El tener que recuperarse y empezar de nuevo en sentido financiero, a fines de mediana edad, simplemente ha debido parecerle demasiado. Y la idea de estar envejeciendo, estar solo y empezar a vivir con el dolor... sencillamente no pudo ver razón alguna para soportarlo”.

Es triste decirlo, pero dicha tragedia no es poco común hoy día. Tan solo en los Estados Unidos, las estadísticas revelan que en un solo año 27.294 hombres, mujeres y niños deliberadamente se quitaron la vida. Además, hay quienes dicen que por cada persona que logra suicidarse, hay por lo menos diez personas que atentan contra su vida y fracasan.

No obstante por todo el mundo, bajo las condiciones más angustiosas, hay personas que luchan tenazmente contra la muerte. Personas que sufren de enfermedades dolorosas, prisioneros sentenciados a muchos años de cárcel, personas que viven en extrema pobreza... la mayoría de estas personas luchan por mantenerse vivas. Entonces, ¿por qué es que algunas personas, quienes tal vez no estén en una situación tan mala en sentido físico, tratan de acabar con su vida?

Se hace más difícil contestar esta pregunta en el caso de países donde la gente afirma ser cristiana. La Biblia enseña que la vida es sagrada, un don precioso de Dios (Salmo 36:9). La muerte es un enemigo, y Jehová Dios, con gran esfuerzo y sacrificio, nos ha dado la oportunidad de ganar la vida eterna (Juan 3:16). No obstante, en países llamados cristianos hay cada vez más personas que se quitan la vida, o tratan de hacerlo. ¿Por qué? ¿Qué clase de presiones pueden hacer que la posesión más preciosa que tiene una persona —su vida— llegue a serle una carga tan pesada que quiera deshacerse de ella?

Emociones mortíferas

“La desesperación [...] la falta de esperanza [...] el dolor [...] todo me abrumaba.” Una mujer que impulsivamente tomó una dosis excesiva de drogas describe así lo que la llevó a atentar contra su vida. Un médico que ha tratado a pacientes suicidas agrega: “A menudo se sienten despreciables, inútiles o desesperados. Y tal vez abriguen intenso sentimiento de culpabilidad”.

Por eso, en muchos casos, las personas se sienten impulsadas a cometer suicidio debido a que sus emociones se descontrolan y llegan a ser negativas y mórbidas. En muchos casos el problema básico es la desesperación. La persona que contempla el suicidio simplemente no puede ver solución alguna. Le parece que no hay razón para seguir viviendo.

¿A qué se debe dicha desesperación? Sin duda muchas personas se sienten abrumadas por las circunstancias en que se hallan, como en el caso del padre de Bruce. Un grupo que parece ser especialmente vulnerable en este sentido es el que se compone de personas ancianas. El Dr. Nathan S. Kline, especialista en estudios sobre la depresión, declara: “La vejez presenta un tipo de soledad especial, y el índice de suicidios aumenta progresivamente con la edad” (From Sad to Glad, por Nathan S. Kline). Pero puede haber otras causas.

Desesperación, sentimiento de culpabilidad y depresión

Por ejemplo, puede hacerse muy difícil vivir con el sentimiento de culpabilidad. Cuando alguien ha hecho algo sumamente malo, la conciencia puede atormentarle, especialmente si su pecado ha causado daño a otra persona. El rey David, de la antigua nación de Israel, describió cómo le afectó el sentimiento de culpabilidad: “No hay paz en mis huesos debido a mi pecado. Porque mis propios errores han pasado sobre mi cabeza; como una carga pesada son demasiado pesados para mí”. (Salmo 38:3, 4.)

El sentimiento de culpabilidad provocado por una mala conciencia ha hecho que algunas personas crean que no tienen futuro, y, por lo tanto, han decidido quitarse la vida. Esto fue lo que ocurrió en el caso de cierto joven que cometió fornicación y luego se pegó un tiro. En una nota escrita antes de suicidarse, él explicó que no quería causar más oprobio a los demás.

Otras personas se sienten desesperadas porque han quedado heridas en sentido emocional. Tal vez queden permanentemente afectadas por una mala experiencia que nunca logran olvidar por completo. Este fue el caso de una joven cuyo padre tuvo relaciones incestuosas con ella cuando era niña. Aunque ahora era adulta, el sentimiento de culpabilidad y vileza que resultó de aquella experiencia era tan intenso que ella atentó contra su vida.

Puede que otras personas sientan desesperación debido a que sufren de depresión grave y no creen que podrán hallar alivio. Los que nunca han experimentado depresión severa difícilmente pueden comprender lo devastadora que es. No se trata simplemente de un ‘período de decaimiento’. De vez en cuando todos pasamos por estos períodos. Más bien, se trata de una angustia emocional profunda que atormenta constantemente a la persona, prescindiendo de lo que ésta haga y de donde esté. No parece haber escape.

No es raro que las personas que sufren de dicha depresión contemplen el suicidio. Cierta mujer que experimentó tal depresión devastadora dijo que, para aquel entonces, tenía que tener muchísimo cuidado. Mientras se bañaba, solía pensar: “Sería tan fácil meter la cabeza debajo del agua y así terminar con todo”. O, al caminar por la calle, veía un automóvil acercándose y pensaba: “¡Oh, sería tan fácil!”.

Las personas que sufren de depresión quizás padezcan también de un profundo sentimiento de culpabilidad. ¿Por qué? Cierta cristiana que sufrió de depresión grave se sentía culpable por no poder atender a su familia como lo hacía antes, y le parecía que estaba privándolos de hacer las cosas que querían hacer. También creía que Dios había quitado Su espíritu de ella, pues ya no sentía tranquilidad de ánimo ni gozo (Filipenses 4:7; Gálatas 5:22). Era solo después de hacer un esfuerzo óptimo que podía hablar acerca de Jehová Dios. Muchos pasan por esta misma experiencia, y algunos hasta creen que han cometido el pecado imperdonable.

Quizás no sea difícil comprender por qué algunas personas que experimentan tales sentimientos negativos terminan por preguntarse si vale la pena seguir viviendo. Pero éstos no son los únicos factores que impulsan a personas a intentar quitarse la vida.

Otras razones para el suicidio

Ciertos sicólogos opinan que algunas personas que atentan contra su vida quieren que se les preste atención. El que intenta suicidarse está clamando por ayuda, por decirlo así. Quizás hasta esté tratando de castigar a otra persona... piensan de la misma manera que los niños cuando dicen: “¡Te vas a arrepentir cuando yo muera!”.

También se opina que la persona con tendencias suicidas trata de ejercer influencia sobre los que la rodean. Por ejemplo, una muchacha cuyo novio la abandone quizás intente a medias suicidarse, con la esperanza de que tal acción lo obligue a regresar a ella. O una madre anciana quizás trate de quitarse la vida para obligar a sus hijos crecidos a que le den más atención y dediquen más tiempo a estar con ella.

Dichos ejemplos dan una idea de las clases de presiones que pueden estar implicadas en el suicidio. La situación se hace más difícil debido a que en muchos casos el que tiene tendencias suicidas guarda sus problemas para sí. Puede que presente una apariencia de tranquilidad a los de afuera, pero por dentro está ardiendo de tensión. Bajo tal presión solo se necesita un incidente pequeño para que la persona se sienta impulsada a atentar contra su vida.

Por eso, puede suceder que un hombre intente quitarse la vida cuando pierde su empleo. O un adolescente quizás intente hacerlo al recibir una nota mala en un examen, o por la muerte de algún animal doméstico favorito, la pérdida del novio o la novia, o al enterarse de que se marcha un maestro favorito. Incidentes como éstos no son realmente la causa de la tentativa de suicidio. Simplemente son “el colmo”, la afrenta final en una larga serie de presiones.

Una madre cuya hija adolescente atentó contra su vida quedó absolutamente escandalizada cuando esto sucedió. Pero luego se enteró de las presiones secretas que pueden afectar a los adolescentes. Ella dice: “Ahora comprendo cuánta confusión puede experimentar una joven. Ella simplemente no podía encararse a los problemas y yo estaba demasiado ocupada con otros asuntos para ayudarla. Ahora estoy tratando de conocerla mejor, de hablar más con ella y allegarme más a ella. Y esto está dando resultados. Mi hija ahora ríe y bromea conmigo tal como solía hacerlo antes de que todo esto sucediera”.

Una salida

No hay justificación para el suicidio. Pero a los que sufren en sentido emocional puede parecerles muy atrayente, una manera rápida de poner fin a la agonía. No obstante, Jehová, cuya Palabra nos dice que la vida es sagrada, ofrece ayuda a los que se hallan bajo tal presión. La Biblia promete: “No dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar”. Este texto bíblico habla del atractivo de las “cosas perjudiciales”, como la idolatría y la inmoralidad (1 Corintios 10:6, 13). Pero no hay nada que sea más perjudicial que el suicidio. Por eso, también hay una salida para los que se sienten tentados al respecto. Jehová ha proporcionado ayuda tanto por medio de su Palabra, la Biblia, como por medio de la congregación cristiana.

[Recuadro en la página 5]

¿Ha cometido suicidio alguien?

Si tal es el caso, los sobrevivientes necesitan mucha ayuda. Sin duda se sentirán perturbados, culpables, y se preguntarán lo que ellos deberían haber hecho para impedir dicha tragedia. Se les tiene que ayudar a reconocer que probablemente no había nada que pudiera hacerse si la víctima en realidad estaba resuelta a tomar medidas para quitarse la vida.

También es inútil especular acerca del futuro de una persona que haya cometido suicidio. Solo Jehová y su Juez designado, Jesucristo, saben lo que había en el corazón de alguien que se haya quitado la vida. Lo importante es dejar dicha tragedia en el pasado y encomendar al difunto a Jehová, el “Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo”. (2 Corintios 1:3.)

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