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  • El cuidado de la familia... ¿a cuántos abarca?

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  • El cuidado de la familia... ¿a cuántos abarca?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
w87 15/6 págs. 24-27

El cuidado de la familia... ¿a cuántos abarca?

“LA CULTURA africana me dice que soy el guardián de mi hermano —dice el escritor nigeriano S. A. Jegede—. La cultura africana pide respeto y atención para los progenitores.” Sí, en África y en otras partes del mundo el ayudar uno a los miembros de su familia es parte del estilo de vida.

Sin embargo, con frecuencia se cree que en el término “familia” se incluye a tías, tíos, primos, sobrinos... ¡hasta a personas que simplemente son de la misma aldea! Pero a medida que las familias africanas abandonan las zonas rurales en busca de trabajo en la ciudad, los miembros de esa familia extendida se han convertido en posible fuente de problemas. Familias que se han mudado del campo a la ciudad suelen verse acosadas por parientes que solicitan dinero o alojamiento. Sin embargo, las demandas singulares de la vida urbana dificultan muchas veces el ayudar a parientes lejanos o a personas procedentes de la misma aldea de uno, si es que no lo hacen imposible.

La Biblia declara: “Ciertamente si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe”. (1 Timoteo 5:8.) No obstante, ¿hasta dónde se extiende el principio de dar atención a la familia? ¿Está el cristiano obligado a suministrar lo necesario en todas las circunstancias a miembros de la familia extendida? ¿O es como asegura el escritor nigeriano de quien citamos al principio: “No se encuentra lugar para el abuso del sistema de la familia extendida ni en la cultura africana ni en la Biblia”?

Padres e hijos

El sistema de la familia extendida existía en tiempos bíblicos. Sin embargo, la Biblia, al obligar al cristiano a ‘proveer para los que son suyos’ en ningún lugar indica que esto necesariamente incluye a todos los parientes y a otras personas del sistema de la familia extendida.

La Biblia da énfasis particularmente a la obligación de los padres con relación a los hijos. En cuanto a la ayuda que una congregación le suministró, el apóstol Pablo escribió: “Porque los hijos no deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos”. (2 Corintios 12:14.) H. B. Clark, una famosa autoridad sobre leyes, comentó: “El padre tiene la obligación natural y moral de mantener a su hijo”. Como cabeza de la unidad de la familia por designación divina, el padre es quien lleva la responsabilidad principal de suministrar el sustento. A menudo la esposa ayuda por medio de atender eficazmente el hogar, gastar el dinero prudentemente y hasta trabajar fuera del hogar cuando las circunstancias lo exigen. (Compárese con Proverbios 31:10-31.)

Nótese, sin embargo, que a los padres se les estimula a hacer más que solamente ganar dinero. Se les insta a “ahorrar” alguna ganancia para beneficio de sus hijos. Frecuentemente los padres que siguen este sabio consejo pueden ayudar a sus hijos hasta después que han crecido y se han ido del hogar. Esto es particularmente apropiado cuando los hijos emprenden el ministerio cristiano de tiempo completo y a veces necesitan ayuda financiera para permanecer en ese servicio. No se menciona que los padres tengan que “ahorrar” para una cantidad innumerable de miembros de una familia extendida.

“Debida compensación”

Esta atención amorosa por parte de los padres no quedará sin recompensa. El apóstol Pablo dice en 1 Timoteo 5:4: “Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, que éstos aprendan primero a practicar devoción piadosa en su propia casa y a seguir pagando la debida compensación a sus padres y abuelos, porque esto es acepto a vista de Dios”. Este sustento a padres envejecidos o abuelos ciertamente armonizaría con el mandato bíblico de honrar a los padres. (Efesios 6:2; Éxodo 20:12.)

De nuevo, note que está claro que Pablo no impuso sobre parientes lejanos la obligación de atender a tales viudas. En aquel tiempo, en los casos en que no había parientes cercanos para atender a una viuda cristiana que tuviera una historia de servicio fiel, la congregación había de llevar la carga de suministrarle sustento. (1 Timoteo 5:3, 9, 10.)

Por eso, definitivamente la obligación cristiana de suministrar “para los que son suyos” incluye al cónyuge y los hijos y los padres y abuelos de la persona. Existe una responsabilidad de esta clase hasta cuando estas personas que dependen de uno no son creyentes o de alguna manera están incapacitadas físicamente. Esta responsabilidad continúa mientras esas personas vivan. Y si uno es casado, quizás hasta incluya el ayudar al cónyuge de uno a honrar a sus padres. El que este principio se haya pasado por alto o descartado ha llevado a veces a graves problemas maritales.

Proveer ¿qué?, ¿cuándo?

Con todo, los padres no deben llegar a la conclusión de que pueden malgastar sus recursos pensando en que en cualquier momento pueden exigir sustento material de parte de sus hijos. Tampoco significa que deben hacerse irrazonables en cuanto a la atención que exigen de su prole, quienes a menudo tienen sus propias familias que son su obligación primaria. Este punto de vista armoniza con las palabras de Pablo: “Los hijos no deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos”. (2 Corintios 12:14.)

Normalmente los padres quizás puedan adquirir su propio hogar, propiedades y fuente de ingresos (incluso el que alguna compañía o el gobierno les paguen fondos de retiro) que los sustenten en su edad avanzada. “El dinero es para una protección”, y muchas veces los padres pueden evitar que sobre sus hijos caiga una gran carga financiera o emocional en años posteriores si ‘ahorran’ para sí prudentemente. (Eclesiastés 7:12.)

No obstante, las palabras de Salomón en Eclesiastés 9:11 nos recuerdan que hasta los mejores planes que se hayan trazado están sujetos al “tiempo y el suceso imprevisto”. Por eso, ¿qué hay si, a pesar de unos planes cuidadosos, un matrimonio se encuentra sin medios de sustento, o necesita complementarlos? Naturalmente sus hijos temerosos de Dios se sentirían impelidos a suministrarles ayuda razonable. Esto pudiera significar darles ayuda financiera, o invitar a los padres a vivir con ellos o cerca de ellos, o, cuando fuera necesario, hacerles disponible atención en una institución para el cuidado de personas mayores. Por supuesto, también estos padres envejecidos o abuelos deberían ser razonables, y no esperar que sus hijos o nietos les proveyeran una vida lujosa, porque el consejo de la Biblia es: “Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas”. (1 Timoteo 6:8.)

En muchos casos hay programas gubernamentales de seguridad social, pensiones, beneficios para personas de edad avanzada y ahorros personales que pueden suministrar sustento adecuado, aunque modesto, para los padres envejecidos o abuelos. Es prudente averiguar de qué provisiones se pueden valer los que califican para ello. (Romanos 13:6.)

Evite el razonamiento farisaico

Jesús censuró a los escribas y los fariseos porque ellos decían a sus padres necesitados: “Todo lo que tengo por lo cual pudieras sacar provecho de mí es una dádiva dedicada a Dios”. (Mateo 15:5.) En los días de Jesús, los judíos piadosos podían apartar dinero o propiedad para —con el tiempo— donarlos al templo. Los fariseos fomentaban el punto de vista de que, una vez dedicados, aquellos bienes no podían, en ninguna circunstancia, usarse para ningún otro propósito... incluso atender a padres envejecidos.

Cristo condenó esta manera de pensar farisaica como incompatible con el espíritu de la Ley de Dios. Desde su punto de vista el honrar a los padres tenía prioridad sobre una regla de hechura humana. Hoy, de manera similar, algunos cristianos han dedicado su vida al ministerio, y quizás sirven como misioneros, precursores o superintendentes viajantes. Al enterarse de que sus padres se hallaban en necesidad, buscaron afanosamente maneras de atenderlos mientras todavía continuaban desempeñando su ministerio como lo hacían. Pero cuando de ninguna manera pudieron resolver así la situación, no razonaron que sus privilegios del ministerio eran más importantes que honrar a sus padres. Estas personas merecen mucho encomio por los ajustes que hacen en la vida —frecuentemente a costa de gran sacrificio personal— para cumplir con sus obligaciones para con su familia.

Obrando lo que es bueno para con todos

Aunque la Biblia obliga a los cristianos a atender a los miembros necesitados de su familia inmediata, esto no significa que no se puede mostrar amor a grado razonable a otros miembros de la familia extendida. ¡A veces ciertas tías o primos o sobrinos parecen estar tan íntimamente relacionados con uno como los miembros inmediatos de la familia! La Biblia nos anima a ‘obrar lo que es bueno para con todos’. (Gálatas 6:10.) Si un cristiano tiene los medios para ayudar a una de estas personas, ciertamente no tendría que ‘cerrar la puerta de sus tiernas compasiones’. Sí; puede que se sienta moralmente obligado a suministrar ayuda. (1 Juan 3:17.)

No obstante, la obligación principal del cristiano es para con su familia inmediata: el cónyuge, los hijos, los padres y abuelos. Por eso, él consideraría cuidadosamente lo que hace antes de aceptar una responsabilidad que pudiera causarles daño... financiera, emocional o espiritualmente.

Como vemos, el consejo de la Biblia sobre la atención que se ha de dar a la familia es bondadoso y razonable. Poner en práctica este consejo puede librar al cristiano de experimentar mucha ansiedad innecesaria, y puede ayudarle a poner en debido orden sus obligaciones. Todo esto resulta en alabanza a Jehová, “el Padre, a quien toda familia en el cielo y en la tierra debe su nombre”. (Efesios 3:14, 15.)

[Fotografía en la página 25]

Principalmente los padres cristianos tienen una obligación para con sus propios hijos

[Fotografía en la página 26]

Las responsabilidades del cristiano pueden extenderse a sus padres envejecidos así como a sus hijos

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