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  • El don singular de los niños
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
w87 1/8 pág. 7

El don singular de los niños

MUCHAS veces sucede que las expresiones sinceras de los niños hacen que los adultos reflexionen. En cierta ocasión, unos muchachos que habían visto a Jesús ejecutar milagros clamaron: “¡Salva, rogamos, al Hijo de David!”. Los líderes religiosos objetaron a esto. Cegados por la envidia, no podían discernir que Jesús era el descendiente mesiánico del rey David. Pero Jesús les respondió así: “¿Nunca leyeron esto: ‘De la boca de los pequeñuelos y de los lactantes [Dios ha] proporcionado alabanza’?”. (Mateo 21:15, 16.) Hoy, Dios todavía usa “la boca de los pequeñuelos” para ayudar a personas cuya mente está cegada por enseñanzas falsas. (2 Corintios 4:4.)

◻ Daleen, de 12 años, demostró que podía llevar responsabilidades en la escuela. Cierto día la maestra le asignó mantener ocupada a la clase mientras ella efectuaba otro trabajo. ¿Qué haría Daleen? “Decidí explicar a mis compañeros de clase que la gente justa vivirá para siempre en la Tierra y que no todo el mundo irá al cielo”, dijo Daleen. Con el permiso de la maestra, Daleen presentó su información a la clase en la forma de una conversación con una compañera de clases que se prestó para ello. Leyó varios textos bíblicos, entre ellos Salmo 37:29: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”. ¿En qué resultó esto? “La maestra dejó el trabajo que estaba haciendo y escuchó tan atentamente como los niños —dice Daleen—. Después me dio las gracias, y algunos de los niños me hicieron preguntas.”

◻ Lillian, de 5 años de edad, vivía con sus padres a 19 kilómetros (12 millas) de un pueblecito sudafricano adonde iban frecuentemente para sus reuniones y para predicar de casa en casa. Cierto domingo, porque el automóvil les presentó problemas, sus padres decidieron quedarse en casa. “¿Por qué no vamos a predicar?”, preguntó Lillian. La razón que le dieron no la satisfizo, de modo que dijo: “No voy a dejar que eso me detenga”. Más tarde la madre notó que Lillian y su bolso de testificación habían desaparecido. La niñita estaba ocupada visitando los hogares cercanos, dando a otras personas —liberalmente— literatura bíblica... ¡hasta la Biblia personal de su madre! Cierta señora de edad avanzada quedó tan impresionada con la explicación que Lillian le dio acerca del Paraíso venidero que después aceptó un estudio bíblico con la madre de Lillian. Con el tiempo esta señora llegó a ser adoradora dedicada de Jehová.

Sí, Dios todavía usa “la boca de los pequeñuelos” para suministrar alabanza. La sinceridad de ellos puede llegar hasta lo más profundo del corazón adulto. Por eso, apropiadamente se incluye tanto a niños como a adultos en la magnífica invitación: “Alaben a Jehová desde la tierra, [...] ustedes los jóvenes y también ustedes las vírgenes, viejos junto con muchachos. Alaben ellos el nombre de Jehová, porque solo su nombre es inalcanzablemente alto”. (Salmo 148:7, 12, 13.)

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