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  • Los anabaptistas y “el modelo de palabras saludables”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
w87 15/11 págs. 21-23

Los anabaptistas y “el modelo de palabras saludables”

EL APÓSTOL Pablo advirtió que después de su muerte se introducirían en el rebaño de Dios cristianos apóstatas que, como “lobos opresivos”, procurarían “arrastrar a los discípulos tras de sí”. ¿Cómo harían esto? Introduciendo tradiciones y enseñanzas falsas para deformar la verdad de las Escrituras. (Hechos 20:29, 30; 1 Timoteo 4:1.)

Por esta razón, Pablo exhortó al joven Timoteo: “Sigue reteniendo el modelo de palabras saludables que oíste de mí con la fe y el amor que hay en relación con Cristo Jesús. Este excelente depósito a tu cuidado, guárdalo mediante el espíritu santo que mora en nosotros”. ¿Qué era este “modelo de palabras saludables”? (2 Timoteo 1:13, 14.)

Se establece “el modelo”

Todos los libros de las Escrituras Griegas Cristianas fueron escritos en el primer siglo de nuestra era común. Aunque fueron escritos por diferentes personas, el espíritu santo o fuerza activa de Dios garantizó que armonizaran, no solo unos con otros, sino también con las Escrituras Hebreas, que los antecedieron. De esta manera se formó un “modelo” de sana enseñanza bíblica al que tienen que adherirse los cristianos, tal como Jesucristo había llegado a ser un “dechado” que ellos habían de seguir. (1 Pedro 2:21; Juan 16:12, 13.)

Durante los siglos de oscuridad espiritual tras la muerte de los apóstoles, ¿qué le sucedió al “modelo de palabras saludables”? Muchas personas sinceras trataron de descubrirlo de nuevo, aunque una restauración plena tendría que esperar hasta “el tiempo del fin”. (Daniel 12:4.) A veces era una voz solitaria la que se oía, y en otras ocasiones un grupito de personas buscaba “el modelo”.

Parece que los valdenses fueron uno de esos grupitosa. Vivieron en Francia, Italia y otras zonas de Europa durante los siglos XII al XIV. De aquel movimiento surgieron después los anabaptistas. ¿Quiénes eran estos, y qué creían?

Enseñanzas fundamentales

Originalmente los anabaptistas adquirieron prominencia para el año 1525, en Zurich, Suiza. Desde aquella ciudad sus creencias se esparcieron rápidamente a muchas partes de Europa. La Reforma de principios del siglo XVI había efectuado algunos cambios, pero para los anabaptistas no fueron suficientes.

En su deseo de regresar a las enseñanzas cristianas del primer siglo, rechazaron más del dogma católico romano que Martín Lutero y otros reformadores. Por ejemplo, los anabaptistas sostuvieron que solo podía haber una dedicación de adultos a Cristo. Por su práctica del bautismo de adultos —hasta para la persona que hubiera sido bautizada como infante— se les dio el nombre de “anabaptistas”, que significa “rebautizadores”. (Mateo 28:19; Hechos 2:41; 8:12; 10:44-48.)

“Para los anabaptistas la verdadera Iglesia era una asociación de personas que creían”, escribe el Dr. R. J. Smithson en su libro The Anabaptists—Their Contribution to Our Protestant Heritage. Como tal, se consideraban una sociedad de creyentes dentro de la comunidad en general, y al principio no tenían un ministerio especialmente adiestrado, ni pagado. Como los discípulos de Jesús, eran predicadores ambulantes que visitaban los pueblos y las aldeas y hablaban a la gente en los mercados, talleres y hogares. (Mateo 9:35; 10:5-7, 11-13; Lucas 10:1-3.)

A cada anabaptista se le consideraba responsable personalmente ante Dios, y se le veía como persona que disfrutaba de libre albedrío y mostraba su fe por sus obras, aunque reconocía que la salvación no venía mediante obras solamente. Si alguien cometía una transgresión contra la fe, podía ser expulsado de la congregación. Solo se le restablecía en ella al presentar prueba del debido arrepentimiento. (1 Corintios 5:11-13; compárese con 2 Corintios 12:21.)

Cómo veían al mundo

Los anabaptistas se daban cuenta de que no podían reformar al mundo. Aunque la Iglesia se había aliado con el Estado desde el tiempo del emperador romano Constantino en el siglo IV E.C., para ellos eso no significaba que el Estado se hubiera hecho cristiano. Por lo que Jesús había dicho, sabían que el cristiano ‘no era parte del mundo’, aunque esto resultara en persecución. (Juan 17:15, 16; 18:36.)

Donde no había conflicto entre la conciencia cristiana y los intereses seglares, los anabaptistas reconocían que era apropiado respetar y obedecer al Estado. Pero el anabaptista no se envolvía en la política, ni ocupaba un puesto civil, ni se hacía magistrado ni juraba. Rechazaba toda forma de violencia y fuerza, y por eso no participaba en la guerra ni en el servicio militar. (Marcos 12:17; Hechos 5:29; Romanos 13:1-7; 2 Corintios 10:3, 4.)

Los anabaptistas mantenían una elevada norma moral en una vida de sobria simplicidad, fundamentalmente libre de los bienes y deseos materialistas. Por su amor mutuo, frecuentemente establecían poblados, aunque la mayoría de ellos rechazaba la vida comunal como estilo de vida. Sin embargo, sobre la base de que todo pertenece a Dios, siempre estaban dispuestos a utilizar sus posesiones materiales para el bien de los pobres. (Hechos 2:42-45.)

Por el estudio cuidadoso de la Biblia, especialmente las Escrituras Griegas Cristianas, algunos anabaptistas rehusaron aceptar la doctrina trinitaria de tres personas en un solo Dios, como de ello testifican algunos de sus escritos. Usualmente su modo de adorar era muy sencillo, y en él se destacaba especialmente la celebración de la Cena del Señor. Los anabaptistas, que rechazaban los puntos de vista tradicionales de los católicos romanos, luteranos y calvinistas, veían este acto de rememoración como una conmemoración de la muerte de Jesús. “Para ellos —escribe R. J. Smithson— era el acto más solemne en que puede participar el cristiano, y envuelve la renovación del pacto del creyente de dedicar su vida sin reservas al servicio de Cristo.”

La persecución... y después

Como sucedió en el caso de los cristianos primitivos, los anabaptistas fueron objeto de malos entendimientos. Se les vio, al igual que a aquellos cristianos, como personas que perturbaban el orden establecido de la sociedad, ‘que trastornaban la tierra habitada’. (Hechos 17:6.) En Zurich, Suiza, las autoridades, vinculadas con el reformador Ulrico Zuinglio, objetaron especialmente a que los anabaptistas rehusaran bautizar a infantes. En 1527, en despliegue de crueldad, ahogaron a Félix Manz, uno de los líderes anabaptistas, y persiguieron tan enconadamente a los anabaptistas suizos que casi acabaron con ellos.

En Alemania los anabaptistas fueron enconadamente perseguidos por los católicos y los protestantes. Un mandato imperial aprobado en el año 1528 impuso la pena de muerte a cualquier persona que se hiciera anabaptista... y sin juicio alguno. La persecución que se desató en Austria hizo que la mayoría de los anabaptistas de aquel lugar buscaran refugio en Moravia, Bohemia y Polonia, y posteriormente en Hungría y Rusia.

Era inevitable que tras la muerte de muchos de los líderes originales surgieran extremistas. Estos trajeron consigo un desequilibrio que produjo mucha confusión y una subsiguiente apostasía de las normas que habían caracterizado a los primeros días. Eso se hizo trágicamente patente en el año 1534, cuando extremistas de ese tipo se apoderaron a la fuerza del gobierno municipal de Münster, en Westfalia. El año siguiente la ciudad fue recapturada en medio de mucho derramamiento de sangre y tortura. Este episodio estuvo fuera de armonía con la verdadera enseñanza anabaptista y resultó en mucho descrédito para ellos. Algunos seguidores procuraron librarse del nombre anabaptistas, y favorecieron el título “baptistas” o “bautistas”. Pero sin importar el nombre que escogieron, todavía experimentaron oposición, particularmente de la Inquisición católica.

Con el tiempo, grupos de anabaptistas emigraron en busca de mayor libertad y paz. Hoy los hallamos en América del Norte y América del Sur, así como en Europa. Muchas confesiones religiosas han recibido la influencia de las primeras enseñanzas de los anabaptistas, entre ellas los cuáqueros, los bautistas de hoy día y los hermanos de Plymouth. En los cuáqueros se halla el odio a la guerra y la idea de ser guiados por una ‘luz interna’ que caracterizaban a los anabaptistas.

La supervivencia de los anabaptistas se ve muy claramente hoy día en dos grupos particulares. El primero es el de los hermanos hutteritas, conocidos así por su líder del siglo XVI, Jacob Hutter. Estos se establecieron en comunidades en Inglaterra, el Canadá occidental, Paraguay y Dakota del Sur, Estados Unidos. Los menonitas o mennonitas son el otro grupo. Toman su nombre de Menno Simons, quien contribuyó mucho a borrar la mala fama que quedó en los Países Bajos después de lo acontecido en Münster. Simons murió en 1561. Hoy día hay menonitas en Europa y América del Norte, entre ellos los menonitas amish.

“El modelo” hoy

Aunque puede ser que los anabaptistas hayan buscado “el modelo de palabras saludables”, no lograron descubrirlo. Además, K. S. Latourette, en su libro A History of Christianity, declara: “Aunque originalmente se inclinaban vigorosamente al esfuerzo misional, la persecución llevó a la mayoría de ellos a volverse hacia sí mismos y perpetuarse por nacimiento más bien que por conversión”. Y lo mismo es cierto aun en este tiempo respecto a los grupitos cuyo origen se puede discernir en el movimiento anabaptista. Su deseo de distinguirse del mundo y de sus caminos los ha llevado a mantener modos de vestir distintivos, estimulados por la vida de comunidad separada que frecuentemente observan.

Entonces, ¿puede realmente hallarse hoy “el modelo de palabras saludables”? Sí, pero realmente requiere tiempo y amor a la verdad el hallarlo. ¿Por qué no investiga para ver si lo que usted cree armoniza con el “modelo” revelado divinamente? No es difícil determinar qué es tradición de hechura humana y qué es hecho bíblico. Los testigos de Jehová de su localidad gustosamente le ayudarán, porque ellos mismos aprecian la ayuda que han recibido para entender “el modelo de palabras saludables”.

[Nota a pie de página]

a Véase La Atalaya del 15 de diciembre de 1981, páginas 12 al 15.

[Fotografía en la página 23]

Los testigos de Jehová ayudan a muchos a entender “el modelo de palabras saludables”

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