Presentando las buenas nuevas... por medio de ser buen oyente
1 El estar dispuesto a escuchar es una evidencia de interés sincero. La gente responde a eso. Por lo tanto, es bueno ser “presto en cuanto a oír.” (Sant. 1:19) El escuchar cuidadosamente nos ayuda a saber qué decir y cómo decirlo. Nuestro interés en lo que se dice puede animar al amo de casa a decir más, y darnos la oportunidad adicional para testificar más eficazmente.
2 Escuchar significa más que solo oír con nuestros oídos. Significa prestar atención con interés genuino en el bienestar del que habla. Requiere un despliegue de altruismo, bondad, paciencia y gobierno de uno mismo. (Gál. 5:22, 23) Además de las palabras, note el tono de la voz. ¿Está el que habla feliz o deprimido, complacido o airado, es orgulloso o humilde?
3 Muchos amos de casa son algo reservados o escépticos cuando tratamos de conversar con ellos en la puerta. El uso de preguntas amigables con tacto es uno de los mejores medios para animarlos a expresarse. Cuando hacen comentarios, siempre busque puntos en que estén de acuerdo y trate de edificar sobre eso más bien que criticar un punto de vista incorrecto.
4 A veces estamos inclinados a hablar demasiado y a “predicar” a la gente. Aun si hacemos preguntas, la tendencia es no escuchar la respuesta cuando tenemos en mente una presentación preparada. Subconscientemente pudiéramos temer que si pausamos, el amo de casa perderá interés y se irá. ¿Se ha sentido usted así alguna vez? Es bueno recordar que una conversación afectuosa es mucho más llamativa que un “sermón” preparado de antemano.—Ecl. 3:7.
5 El ser buen oyente es una ayuda al hacer revisitas y conducir estudios bíblicos. A la gente le gusta que se le trate con respeto y se le dé atención personal. Cuando hacen comentarios podemos preguntarnos: ¿Entiende realmente? ¿Está usando buen razonamiento? ¿Capta lo que la Biblia dice y lo cree? Lo que usted puede aprender como oyente cuidadoso puede determinar su buen éxito como maestro.
6 Debido al aumento de las presiones en esta generación, a menudo las personas interesadas están preocupadas con muchos problemas. Se deprimen y necesitan estímulo. A veces el que alguien esté dispuesto a escuchar tiene un efecto maravilloso sobre el espíritu de otro. Aunque debemos tener cuidado de no meternos en los asuntos personales de ellos, o tomar decisiones por ellos, podemos demostrar que somos un amigo verdadero que quiere ayudar.—Pro. 18:24.
7 Así que, para ser buen maestro, uno debe ser buen oyente. Podemos apreciar por qué Jesús aconsejó a sus discípulos a que prestaran “atención a cómo escuchan.” (Luc. 8:18) Si escuchamos, otros quizás nos escuchen y salven su vida.—1 Tim. 4:16.