¿Qué nos motiva a predicar?
1. ¿Qué relación existe entre el amor y la predicación?
1 Predicar las buenas nuevas del Reino de Dios es lo mejor que podemos hacer hoy, pues así obedecemos los dos mandamientos más importantes: amar a Jehová y amar al prójimo (Mar. 12:29-31). El amor es una poderosa motivación para predicar con empeño (1 Juan 5:3).
2. ¿En qué sentido es la predicación una muestra de amor a Jehová?
2 Amor a Jehová. El amor que sentimos por nuestro más querido Amigo, Jehová, nos impulsa a defender su reputación, que Satanás ha estado manchando por unos 6.000 años (2 Cor. 4:3, 4). Por culpa del Diablo, la gente cree que Dios atormenta a los pecadores en el infierno, que es una trinidad misteriosa o que no le importan los seres humanos. Muchas personas han llegado a la conclusión de que ni siquiera existe. ¿No nos encantaría que todo el mundo supiera la verdad sobre nuestro Padre celestial? Cuando nos esforzamos por ser buenos testigos suyos, alegramos su corazón y frustramos los planes del Diablo (Prov. 27:11; Heb. 13:15, 16).
3. ¿Por qué es la predicación una manera de mostrar amor al prójimo?
3 Amor al prójimo. Cada vez que predicamos a alguien, le demostramos nuestro amor. Sabemos que la humanidad necesita urgentemente escuchar las buenas nuevas en estos tiempos tan difíciles. Muchos son como los ninivitas de los días de Jonás, quienes no sabían “la diferencia entre su mano derecha y su izquierda” (Jon. 4:11). Pero mediante la predicación podemos enseñarles a llevar una vida plena y feliz (Is. 48:17-19). También les brindamos esperanza (Rom. 15:4). Y si escuchan y ponen en práctica lo que aprenden, obtendrán la salvación (Rom. 10:13, 14).
4. ¿Qué es lo que Jehová nunca olvidará?
4 Un buen hijo procura demostrar amor por sus padres en todo momento, no solo en ciertas ocasiones. Igualmente, nuestro gran amor por Dios y por el prójimo nos mueve a predicar en toda oportunidad, no solo cuando salimos al ministerio. Por eso, prediquemos sin cesar (Hech. 5:42). Si lo hacemos, demostraremos un amor que Jehová nunca olvidará (Heb. 6:10).