Nota
b La Biblia enseña que los muertos están, por decirlo así, sumidos en un profundo sueño, a la espera de ser resucitados (Eclesiastés 9:5; Juan 11:11-14; Hechos 24:15). Pero si el alma fuera inmortal, es decir, si no pudiera morir, la resurrección sería innecesaria.