Nota
c El historiador eclesiástico Joseph Bingham escribe lo siguiente respecto a los primeros siglos: “La disciplina de la iglesia consistía en el poder que tenía para despojar a los hombres de todos los beneficios y privilegios del bautismo, por medio de echarlos de la sociedad y la comunión de la Iglesia, . . . y todos los evitaban en la conversación común, en parte para establecer las censuras y acciones de la iglesia contra ellos, y en parte para avergonzarlos, y en parte para asegurarse en contra del peligro del contagio.” “. . . nadie habría de recibir en sus casas a las personas excomulgadas, ni comer en la misma mesa con ellas; no habrían de conversar con ellas de modo familiar, mientras vivieran; ni ejecutar las exequias funerales para ellas, cuando murieran, . . . Se redactaron estas instrucciones en conformidad con el modelo de las reglas de los apóstoles, que prohibían que los cristianos apoyaran de modo alguno a los ofensores notorios.”—The Antiquities of the Christian Church, págs. 880, 891.