Nota
c Era la costumbre que un sirviente derramara agua sobre las manos de su amo para que este se lavara, en particular después de las comidas. Esta práctica se asemejaba a la de lavar los pies, que constituía un acto de hospitalidad, respeto y, en algunas relaciones, humildad. (Génesis 24:31, 32; Juan 13:5.)