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OraciónPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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El “Oidor de la oración”. Todo el registro bíblico muestra que las oraciones deben dirigirse a Jehová (Sl 5:1, 2; Mt 6:9), el “Oidor de la oración” (Sl 65:2; 66:19), que tiene poder para actuar a favor de los que le piden. (Mr 11:24; Ef 3:20.) Orar a dioses falsos y a sus imágenes idolátricas queda expuesto como una estupidez, puesto que los ídolos no tienen la capacidad de oír ni la de actuar, y los dioses a los que representan no merecen ser comparados con el Dios verdadero. (Jue 10:11-16; Sl 115:4, 6; Isa 45:20; 46:1, 2, 6, 7.) La prueba de divinidad que tuvo lugar en el monte Carmelo entre Jehová y Baal demostró la necedad de orar a deidades falsas. (1Re 18:21-39; compárese con Jue 6:28-32.)
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OraciónPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Aquellos a quienes Dios oye. Gente “de toda carne” puede acercarse al “Oidor de la oración”, Jehová Dios. (Sl 65:2; Hch 15:17.) Incluso durante el período en que Israel era “propiedad particular” de Dios, su pueblo en relación de pacto con Él, los extranjeros podían acercarse a Jehová en oración reconociendo a Israel como el instrumento de Dios y al templo de Jerusalén como su lugar escogido para presentar los sacrificios. (Dt 9:29; 2Cr 6:32, 33; compárese con Isa 19:22.) Con la muerte de Cristo desapareció para siempre toda distinción entre judío y gentil. (Ef 2:11-16.) En el hogar del italiano Cornelio, Pedro reconoció que “Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto”. (Hch 10:34, 35.) De modo que el factor determinante es lo que hay en el corazón de la persona y lo que este le impulsa a hacer. (Sl 119:145; Lam 3:41.) Los que observan los mandamientos de Dios y hacen “las cosas que son gratas a sus ojos” tienen la seguridad de que sus “oídos” también están abiertos hacia ellos. (1Jn 3:22; Sl 10:17; Pr 15:8; 1Pe 3:12.)
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