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¿Deben adorar las reliquias los cristianos?La Atalaya 1951 | 1 de abril
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tocó el vestido de Jesús sanó. Sin duda ella, como los demás que fueron sanados milagrosamente por Jesús, dió alabanza al Dios Todopoderoso, no al vestido o al que lo usaba. (Mat. 9:8; Hech. 3:8, 9) No hay nada en el registro al contrario.—Mar. 5:25-34; Luc. 8:43-48.
Los israelitas guardaban ciertas cosas, como el vaso del maná, la vara que floreció de Aarón, las tablas de piedra de la Ley, pero éstas fueron guardadas como registro de tribunal, como atestación o testimonio ante la gente, y en ningún caso fueron sacadas fuera, adoradas y usadas para sanar enfermedades de la gente. (Heb. 9:4; Éxo. 25:10, 16; Núm. 17:10; Deu. 31:26, 27) Después hubo la poderosa espada de Goliat, envuelta y guardada en la casa del Señor como testimonio de lo que Jehová hizo a ese fanfarrón orgulloso y arrogante. Pero nadie de Israel adoró o veneró esa reliquia manchada de sangre.—1 Sam. 21:9.
Que tales “recuerdos” no deberían ser venerados se demuestra por lo que le pasó a la serpiente de bronce que levantó Moisés. Se guardó por muchos años como símbolo del poder salvador de Jehová, pero cuando la nación se apartó de Dios y empezó a mostrar devoción y homenaje a esa reliquia, el rey bueno Ezequías, con la plena aprobación de Dios la destruyó. Este es un caso que trata directamente sobre el asunto de la adoración de reliquias, y positiva, irrefutable e indiscutiblemente condena tal forma de idolatría.—Núm. 21:8, 9; 2 Rey. 18:4-6.
Además, la ley de Dios en Números 19:11-13 define claramente los cuerpos muertos como inmundos, no “santos”. Los huesos de Jacob y José, con el debido respeto a sus deseos en el asunto, fueron sepultados en la tierra de promesa más bien que en Egipto. Nótese que tales huesos no fueron colgados en el tabernáculo o usados para decorar el templo de Salomón o guardados como reliquia en algún nicho con la esperanza de que curaran los males de los que hicieran peregrinaciones para verlos. No, sus huesos fueron sepultados en la tierra. (Gén. 50:5-13, 25, 26; Éxo. 13:19; Jos. 24:32; Hech. 7:15, 16) ¡Cómo le hubiera gustado al Diablo apoderarse de los huesos de Moisés! Pero el Señor Dios cuidó de ese asunto y los enterró en un lugar que nadie supo, para que Su pueblo no tropezara y cayera en la práctica pagana de adorar los restos de Moisés. (Deu. 34:5, 6; Judas 9) Igualmente, en el caso del cuerpo humano de Jesús, el Señor dispuso de él de tal manera que los coleccionistas de reliquias nunca pudieron apoderarse de él.—Mat. 28:5, 6; Mar. 16:6; Luc. 24:1-3.
No existe una partícula de evidencia de que el cuerpo del primer mártir cristiano, Esteban, o los huesos del mártir Santiago, se distribuyeron por todos lados o se enviaron en un recorrido como reliquias por los cristianos primitivos. Al contrario, la escritura declara definidamente que Esteban fué sepultado en la tierra. (Hech. 8:2) Estos hechos bíblicos, por lo tanto, no dan satisfacción o apoyo a los que enseñan que los huesos de los “santos” y mártires deben ser reverenciados y adorados, y por esto la Jerarquía recurre a la tradición y costumbres paganas por apoyo.
ORIGEN PAGANO DE LA ADORACIÓN DE RELIQUIAS
Además de lo que la Biblia dice sobre el asunto hay otras razones muy buenas por las cuales los cristianos verdaderos no deben venerar o adorar reliquias religiosas. La práctica y costumbre no originaron con Cristo o sus apóstoles o Israel, la nación escogida de Dios. Claramente son de origen pagano y por lo tanto del Diablo, puro y simple, y la Enciclopedia Católica lo admite. Dice que la veneración de reliquias es “un instinto primitivo” y está asociado con muchos otros sistemas religiosos además del catolicismo. Sigue diciendo cómo los griegos antiguos supersticiosamente adoraban los huesos y las cenizas de sus héroes, cómo los persas “trataban con la veneración más honda” los restos de Zoroastro; y cómo la “adoración de reliquias entre los budistas de toda secta es un hecho indisputable”.
Otras autoridades han mostrado que los antiguos egipcios, asirios y babilonios también veneraban las reliquias de sus señores y príncipes. “En los dominios del paganismo había florecido la misma adoración por siglos antes de que los santos o mártires cristianos hubieran aparecido en el mundo. . . . Desde los períodos más primitivos, el sistema del budismo ha sido mantenido por reliquias, que han efectuado milagros por lo menos tan bien atestiguados como los efectuados por las reliquias de San Esteban, o por los ‘Veinte Mártires’ [mencionados por Agustín].” (Las Dos Babilonias de Alejandro Híslop, páginas 177, 178) En Kandy, Ceilán, un templo de hace 400 años contiene lo que se dice ser el diente de Buda, “venerado por muchos millones de personas.” (El Daily News de Ceilán, 1 de abril de 1950) Ante la presencia de esta reliquia el secretario de relaciones exteriores británico, Ernesto Bevin, fué llevado el 1 de enero de 1950, con la esperanza de que curara milagrosamente sus dolencias.—El Times de Nueva York, 16 de enero de 1950.
La idea pagana de atribuir poderes mágicos a los huesos, cráneos, dientes y pieles es tanto más vieja que la cristiandad, que la autoridad católica anterior decide llamarla “un instinto primitivo”. En verdad no es más que fetichismo, concerniente a lo cual la Enciclopedia Americana (edi. de 1942, vol. 11, pág. 158) dice: “Es la más baja de las inmetódicas formas de adoración halladas entre las tribus incivilizadas, y existe especialmente entre los negros de África, pero también entre los nativos de ambas Américas, los polinesios, australianos, y siberianos.” Al navegar los marineros portugueses católicos por la costa occidental del África pudieron ver poca diferencia entre la adoración de huesos, cráneos y amuletos “sagrados” por los nativos, y su propia adoración de reliquias y amuletos religiosos que ellos llamaban feitiços, y de lo cual obtenemos el nombre fetiche.
La Enciclopedia de M’Clintock y Strong (vol. 8, pág. 1028) resume bien todo el asunto cuando dice: “No hay duda de que la adoración de reliquias es un disparate, sin la garantía de la Escritura, directamente contraria a la práctica de la Iglesia primitiva, e irreconciliable con el sentido común.”
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Fraudulentas reliquias religiosasLa Atalaya 1951 | 1 de abril
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Fraudulentas reliquias religiosas
COMO persona honrada, recta y sincera usted ama la verdad y la justicia. Usted ama a los que hablan la verdad, que son honrados y en quienes puede confiarse. Naturalmente odia usted a todos los mentirosos, ladrones y timadores. Usted desprecia a los farsantes de toda clase, y especialmente cuando los descubre estar entre sus amigos más íntimos en los cuales ha puesto usted su confianza implícita en tiempos pasados. Y si hay tales engañadores disfrazados moviéndose entre su esfera de compañeros usted está feliz y contento si sus verdaderos amigos se los señalan, a fin de que usted a su vez pueda prevenir a otras personas honradas como usted. Es por lo tanto como verdaderos amigos de los de corazón honrado que llamamos la atención a los estafadores de reliquias que operan en nombre de la religión, y que hace siglos hurtan y despojan a la gente crédula con su mercancía de farsa. Aquí están los hechos.
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