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  • Enfrentándose a la creciente marea de vandalismo
    ¡Despertad! 1974 | 8 de diciembre
    • ha ayudado, pero de ninguna manera ha resuelto el problema. Se requiere más.

      Un funcionario para jóvenes indicó esto diciendo: “El pago de dinero no terminará con el vandalismo... solo empapela esta enfermedad con billetes de dólares. Cuando los padres dediquen suficiente tiempo y atención a sus hijos debido a que lo quieran hacer —no porque teman las cuentas o multas futuras— el problema del vandalismo comenzará a disminuir.”

      En realidad los niños requieren más que sencillamente el tiempo y la atención de sus padres. Necesitan que los padres los instruyan en cuanto a por qué es correcto mostrar obediencia a la ley y respetar la propiedad ajena. Pero, ¿quién puede decir lo que es correcto? No son sencillamente algunos humanos. Es nuestro Creador, el Dios Todopoderoso, y él dice lo que es correcto en su Palabra, la Biblia.

      Los padres que crían a sus hijos con amor y respeto a su Creador y sus requisitos justos hallan que entre su prole se puede contener eficazmente la creciente marea de vandalismo.

  • Fíjese metas que tengan propósito
    ¡Despertad! 1974 | 8 de diciembre
    • Fíjese metas que tengan propósito

      SI QUEREMOS progresar, si queremos tener una vida plena, útil y significativa, debemos fijarnos metas para el futuro. En vez de seguir las líneas del menor esfuerzo, “tomándolo con calma,” como reza el dicho, dejándonos llevar por la corriente, debemos nadar contra la corriente, y para hacer eso debemos tener metas que nos impulsen.

      La primera pareja humana, Adán y Eva, tuvieron metas muy significativas. Su Creador, Jehová Dios, fue quien se las estableció. Él les mandó: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción . . . toda criatura viviente.” Ese mandamiento le dio verdadero significado a su vida. Desafortunadamente no apreciaron los privilegios y las oportunidades que representaban esas metas y perdieron la vida y todas sus bendiciones.—Gén. 1:28; 3:1-19.

      Por supuesto, la mayor parte de nosotros tenemos nuestra rutina diaria. Nos levantamos, nos bañamos, nos vestimos y salimos a trabajar si somos el que gana el sustento. O, si somos amas de casa, nos encargamos de los quehaceres domésticos, o, si somos estudiantes, vamos a la escuela. Pero, ¿realizamos esas tareas diarias como si fuera en contra de nuestra voluntad, empujados por la necesidad en vez de hacerlo con anhelo para poder alcanzar una meta valedera? ¿Y qué hacemos con nuestro tiempo libre?

      Sencillamente no hay tiempo para hacer todo lo que podríamos o lo que quisiéramos hacer. De modo que a menos que nos fijemos metas, podríamos descubrir que las cosas de menor importancia han desalojado las cosas de mayor importancia. Tal como dice un viejo refrán: “Nunca es esto Y aquello, sino esto O aquello.” Este es el principio detrás del consejo: “Nunca demasiado ocupado para orar.”

      Recientemente un ministro cristiano se sorprendió al enterarse de que uno de sus amigos estaba asociado con una congregación de habla hispana y otro con una congregación de habla francesa. No tenía ninguna idea de que ellos hablaran esos idiomas, pues son anglosajones. ¿Cómo habían aprendido esos idiomas? Se fijaron las metas de aprender a hablar estos idiomas para que pudieran ser más útiles. En su ciudad hay una apremiante necesidad de

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