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  • Los apócrifos—¿de Dios o de los hombres?
    La Atalaya 1960 | 15 de octubre
    • a algunas palabras, que hemos trabajado para interpretar. Porque las mismas cosas pronunciadas en hebreo y traducidas a otra lengua no tienen en ellas la misma fuerza.” (VA) Realmente una justificación de sí mismo por medio de disculparse.

      Lo obvio de que este libro es de los hombres más bien que de Dios puede verse adicionalmente por su sabiduría mundana y, en particular, por la baja opinión que tiene el autor respecto a las mujeres. En contraste con la Palabra de Dios, que de frente culpa al hombre Adán por nuestros ayes, él dice: “De la mujer proviene el principio del pecado y por su causa morimos todos.” “¡Cualquier maldad, mas no la de la mujer!” (Pero, ¿por qué desear iniquidad alguna?) “Pocas maldades hay comparables con la maldad de la mujer.” Y hay quienes quisieran colocar estos dos libros en el mismo nivel con los libros de “sabiduría” de la Biblia.—Eclesiástico 25:23, 13, 18, BC.

      TOBÍAS, JUDIT Y LOS AGREGADOS

      En Tobías se nos pide que creamos que un viejo judío piadoso fue cegado por excremento de ave que le cayó en los dos ojos; que un ángel personificando a un humano se hizo compañero de viaje de su hijo, a quien el anciano mandó a cobrar una deuda; que en el camino el hijo consiguió el corazón, hígado y bilis de un pescado; que por medio de quemar el corazón y el hígado causó un hedor que alejó a cierto demonio, quien, por celos, había dado muerte a siete maridos de cierta mujer; que esta viuda entonces se casó con el hijo, quien, después de cumplir su misión, regresó a casa y restauró la vista a su padre por medio de colocar en sus ojos la bilis del pescado. ¿Podría cosa alguna ser menos digna de crédito a la luz de las Escrituras? ¿Podría ser de Dios este libro?

      También da prueba de que es de origen humano, pero por motivos diferentes, el Libro de Judit. Este relata acerca de una mujer hermosa que decapita al principal general de los enemigos de los judíos, resultando en la liberación de éstos. Aunque la historia misma no deja de ser plausible, los detalles son tan antihistóricos que se hace imposible ubicarla en el transcurso del tiempo. Por una parte pretende relatar acerca de condiciones posteriores al regreso de los judíos del cautiverio, sin embargo menciona a Nínive, los ejércitos asirios y al rey Nabucodonosor, todos los cuales perecieron mucho antes de que los judíos regresaran a Palestina, y hasta hace que Nabucodonosor sea rey de los asirios. Autoridades declaran que “las inexactitudes geográficas son igualmente embarazosas,” y la censura de ellas de que los libros apócrifos “demuestran que toda verdadera conciencia histórica estaba desertando a la gente” aplica con mas vigor al libro de Judit. En vista de todo esto, ¿qué duda puede haber respecto a cuál es su origen?

      ¿Qué hay del suplemento a Ester, 10:4 hasta 16:24, que se halla en los apócrifos? De ninguna manera le va mejor a la luz de la crítica objetiva. Nos pide que creamos que Mardoqueo era “personaje notable, que ministraba en la corte del rey” (BC) en el segundo año de Artajerjes, 150 años después de haber sido tomado cautivo la primera vez que Nabucodonosor atacó a Jerusalén. Y al pretender que Mardoqueo ocupara esta posición tan temprano en el reinado del rey no sólo contradice la parte canónica de Ester sino también su propia referencia más tarde acerca de ser él ascendido. Profuso con referencias a Dios y a acciones de piedad, obviamente se agregó para dar un tono religioso a Ester. Pero referencias a Dios por sí mismas no son prueba de origen divino, así como la falta de ellas no son prueba de origen humano.

      El Cántico de los tres mancebos parece indicar que uno de ellos primero ofreció una oración, al estilo de las de Esdras y de Nehemías, y entonces el ángel del Señor “sacudió la llama de fuego del horno.” (BC) Después de esto sigue el cántico, el cual es muy parecido al Salmo 148. El cántico, sin embargo, hace referencia al templo de Jehová, a sacerdotes y querubines, lo cual no cuadra de ninguna manera con la condición desolada de Jerusalén en aquel tiempo. Consta de sesenta y ocho versículos que fueron interpolados entre los versículos 23 y 24 de Daniel 3.

      Susana y los ancianos, capítulo 13 de Daniel, relata cómo dos ancianos formaron un complot contra una mujer virtuosa porque ella se negaba a tener relaciones con ellos, haciendo que se le sentenciara a morir. El joven Daniel expone la duplicidad de ellos por medio de interrogarles separadamente. Los ancianos mueren, Susana se salva y Daniel llega a ser famoso. Si esto verdaderamente le sucedió al joven Daniel, ¿por qué aparece como apéndice y porque se escribió primero en griego, igual que los otros dos agregados a Daniel, cuando el libro mismo se escribió en hebreo y arameo?

      El escrito apócrifo restante que hay que considerar es la Destrucción de Bel y el dragón. En la primera mitad Daniel expone un engaño practicado por los sacerdotes de Bel de comer alimento puesto delante de Bel y supuestamente consumido por el ídolo. Al mandársele que adore a un dragón vivo, él hace que éste estalle por medio de darle de comer una mezcolanza compuesta de betún, cebo y pelo. Por esto sus devotos hacen que Daniel sea arrojado al foso de los leones. Mientras está allí un ángel toma del pelo al profeta Habacuc, quien por casualidad se halla lejos, y lo lleva hasta el foso para darle a Daniel un plato de potaje. Después de siete días Daniel es librado y sus enemigos son echados a los leones. ¿Se recomienda semejante cuento a nuestro juicio como la Palabra de Dios?

      Una autoridad resumió el caso contra los escritos apócrifos diciendo: “No han tenido la sanción de la Iglesia judía ni de la cristiana primitiva; . . . carecen por completo del espíritu profético . . . ; no sólo no pretenden tener inspiración sino que lamentan la falta de ella; se caracterizan en muchos pasajes por un aire de romance y de mitología ajenos a la grandeza sencilla de la Biblia; se contradicen a sí mismos y a algunos hechos bien conocidos de la historia seglar; enseñan doctrinas no contenidas en la Biblia. . .; y aparentemente nunca fueron citados como autoridad por el Señor ni por sus apóstoles.”—Dictionary of Religious Knowledge, Abbott, págs. 50, 51.

      Verdaderamente los apócrifos no son de Dios sino de los hombres. ¡Qué falta de entendimiento y de aprecio se muestra al colocar sus escritos en el mismo nivel que los de la Palabra de Dios, la Biblia! Bien puede aplicarse a los apócrifos la advertencia de Pablo de no prestar atención a fábulas judías.—Tito 1:14.

  • “La iglesia depende de que el Estado la vaya llevando”
    La Atalaya 1960 | 15 de octubre
    • “La iglesia depende de que el Estado la vaya llevando”

      Bajo el encabezamiento supracitado el escritor Bo Stromstedt, en el Expressen de Estocolmo del 6 de enero de 1959, concluyó un artículo que trataba de si debieran o no separarse el Estado y la Iglesia, como sigue: “No puede evitarse; ciertamente le daría un aspecto más limpio, y al mismo tiempo sería la única cosa correcta desde el punto de vista de la ley acerca de libertad religiosa, si la Iglesia abandonara de una vez por todas la idea de conseguir que se le lleve en el viejo caballo del Estado y al contrario se atreviera a embarcarse ‘sola en un barco frágil’, como tienen que hacerlo todas las otras denominaciones. Pagando ella sola todo el pasaje.”

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