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  • ¿Qué ha pasado con el aprecio?
    La Atalaya 1982 | 1 de noviembre
    • ¿Qué ha pasado con el aprecio?

      EL NIÑO, de doce años de edad, secaba los platos algo en contra de su voluntad. De repente se le resbaló de los dedos un plato grande y se rompió en el piso de la cocina. El silencio momentáneo que siguió parecía interminable. Entonces su madre le dijo: “¿Sabes una cosa, Roberto? De todas las veces que me has ayudado a secar platos, ésta es la primera vez que dejas caer uno. Creo que has establecido una marca de algún tipo.”

      La mirada de preocupación desapareció del rostro del niño y éste se sonrió cariñosamente con su madre. Las breves palabras de aprecio que ella dijo al momento apropiado salvaron la situación tanto para ella como para su hijo. ¡Qué ciertas son las palabras del sabio Salomón! “Como manzanas de oro en entalladuras de plata es una palabra hablada al tiempo apropiado para ello.”—Proverbios 25:1, 11.

      “Sumamente ingratos”

      Es verdaderamente conmovedor recibir varias palabras de encomio o de agradecimiento. Pero, ¿qué ha pasado con el aprecio? Pues, ¡en el mundo materialista de hoy están desapareciendo las expresiones sinceras de aprecio! La gratitud está siendo reemplazada por la actitud de “yo primero.” En el vocabulario de muchas personas falta la frase sencilla: “¡Muchísimas gracias!” Esta situación existe en cumplimiento de las palabras del apóstol Pablo: “Pero has de comprender que los tiempos serán muy peligrosos en los últimos días. Los hombres serán sumamente egocéntricos ... Serán sumamente ingratos.”—2 Timoteo 3:1-5, Phillips, en inglés.

      Al mismo tiempo, el aprecio a menudo es reemplazado por la adulación. Las expresiones de aprecio se hacen desde el corazón, sin pensar en ganancia personal. Sin embargo, la adulación, la cual generalmente es insincera y extravagante, brota de la segunda intención de adelantar u obtener ciertas ventajas personales. (Judas 16) ¿Quién desea recibir adulación insincera? Pero aprecio genuino... bueno, ¡eso es diferente!

      El escritor Mark Twain dijo en cierta ocasión: “Puedo vivir dos meses de un buen halago.” La mayoría de nosotros nos sentimos bien cuando alguien nos halaga sinceramente. De hecho, el recibir encomio o palabras de verdadero aprecio pueden animarnos a que sigamos haciendo nuestro mejor esfuerzo y a que encomiemos o demos gracias a otras personas cuando tengamos la oportunidad de hacerlo.

      El hecho de que la gratitud sincera es una virtud piadosa se ve claramente en muchas declaraciones bíblicas. Por ejemplo, muchos salmos contienen expresiones de agradecimiento. Para ilustrar esto: El salmista David oró por que pudiera morar toda su vida en la casa de adoración de Jehová Dios y mirar al templo de Dios “con aprecio.” (Salmo 27:4) Asaf, otro salmista, dijo: “Te damos gracias, oh Dios; te damos gracias.” (Salmo 75:1) De modo que es apropiado que reflexionemos sobre el asunto de demostrar aprecio.

      No obstante, ¿cómo podemos demostrar nuestro aprecio a otras personas? ¿Y qué hay en cuanto a mostrar gratitud a Aquel que hizo todas las cosas?

  • ‘¿Dónde están los otros nueve?’
    La Atalaya 1982 | 1 de noviembre
    • ‘¿Dónde están los otros nueve?’

      EL CONTRASTE que existe entre las personas que demuestran su aprecio y las que no lo hacen se ilustró bien en el relato bíblico de los diez leprosos que Jesucristo curó. Los leprosos, a quienes la Ley prohibía que se acercaran a persona alguna, llamaron a Jesús cuando él entraba en cierta aldea. Le suplicaron que tuviera misericordia de ellos. Jesús vio que eran leprosos y les dijo: “Vayan y muéstrense a los sacerdotes.” ¿Y qué sucedió? El registro inspirado pasa a decir:

      “Entonces, mientras se iban, se efectuó su limpieza. Uno de ellos, cuando vio que había sido sanado, volvió atrás, glorificando a Dios en alta voz. Y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias; además, era samaritano. En respuesta Jesús dijo: ‘Los diez fueron limpiados, ¿no es verdad? ¿Dónde, pues, están los otros nueve? ¿No se halló ninguno que volviese atrás a dar gloria a Dios, sino este hombre de otra nación?’”—Lucas 17:11-19.

      ‘¡Qué lástima!’ quizás exclame usted. ‘Los diez fueron curados, pero solo uno expresó su aprecio.’ Sin duda, todos debemos tomar a pecho la lección tras el comentario de Jesús y su pregunta: ‘¿Dónde están los otros nueve?’ Sí, y aquel incidente debe movernos a desplegar aprecio.

      Demostrando nuestro aprecio a miembros de la familia

      Hay muchas oportunidades para expresar aprecio a otras personas, incluso a los amigos y a familiares de uno. Esto es cierto aun en cosas insignificantes: por un regalo inesperado, por la visita de un amigo, por una comida deliciosa, o por lavar y planchar nuestra ropa.

      Hijos, ustedes pueden demostrar aprecio a sus padres. ¿Cómo? Por medio de efectuar sus tareas con prontitud y sin refunfuñar, conservar limpia la habitación de ustedes y mantener bien arreglada su ropa. Pueden desplegar gratitud por la educación que están recibiendo mediante aplicarse bien, tanto cuando están en clase como cuando hacen las tareas escolares. Se estima que en cierto país cuesta tanto como $54.000 (E.U.A.) criar a un hijo hasta que éste cumpla dieciocho años de edad. ¿Cuándo fue la última vez que ustedes dieron gracias a sus padres por todo lo que ellos han hecho por ustedes?

      Padres, ¿demuestran ustedes aprecio por las cosas que sus hijos hacen? Es cierto que quizás ellos no hayan hecho cierta cosa tan bien como usted lo hubiera hecho. Pero unas palabras de aprecio por el esfuerzo que ellos hayan hecho los hará sentirse felices. Y esto hasta animará a sus hijos a esforzarse a mayor grado en el futuro.

      Esposos, ¿recuerdan ustedes el dicho: ‘el trabajo de una mujer nunca termina’? Pues, entonces, ¿encomia cada uno de ustedes a su esposa de modo que ella no llegue a ver los quehaceres domésticos como una carga pesada? La Biblia dice sobre la “esposa capaz”: “Sus hijos se han levantado y han procedido a pronunciarla feliz; su dueño se levanta, y la alaba. Hay muchas hijas que han demostrado capacidad, pero tú... tú has ascendido por encima de todas ellas.” (Proverbios 31:10, 28, 29) El esposo puede demostrar aprecio a su esposa de muchas maneras, como por medio de salir juntos alguna noche o por una muestra de cariño.

      Las esposas también tienen muchas oportunidades de demostrar su aprecio. Para proveer las cosas que se necesitan en la vida, el esposo generalmente tiene que trabajar con personas de diversos temperamentos y costumbres, y esto puede ser muy deprimente. De modo que, al regresar al hogar, ¡qué conmovedor es para él recibir de su esposa una bienvenida amorosa o escuchar de ella algunas palabras de aprecio por lo que él hace por la familia! Sí, ¡y qué agradecido puede estar un hombre por tener una esposa capaz y agradecida! La Biblia dice: “Su valor es mucho más que el de los corales. En ella el corazón de su dueño ha cifrado confianza, y no falta ninguna ganancia. Ella le ha recompensado con bien, y no mal, todos los días de su vida.”—Proverbios 31:10-12.

      Los padres de edad avanzada también entran en el cuadro. Durante muchos años éstos han hecho mucho por nosotros. Los hijos son una “herencia de parte de Jehová,” pero el criarlos es una responsabilidad grande. (Salmo 127:3) De hecho, el hacer esto pudiera llamarse un programa de entrenamiento que dura veinte años. Sin embargo, muchas personas no demuestran agradecimiento a sus padres por todos esos años de servicio y abnegación. Demasiado a menudo, los padres de edad avanzada son echados a un lado e internados en un asilo de ancianos. Por supuesto, en algunos casos tal vez sea necesario darles atención profesional en lugares como éstos. Pero prescindiendo de lo entrenados que estén los extraños, el cuido que ellos por sí solos suministran a las personas de edad avanzada nunca es igual al que provee la propia familia de éstas. De modo que, cuando sea necesario y posible, ¡qué manera más excelente de desplegar aprecio por nuestros padres de edad avanzada cuando los invitamos a vivir con nosotros! El apóstol Pablo lo expresó de esta manera: “Recuerden que si una viuda tiene hijos o nietos, éstos tienen principalmente el deber de demostrar en sus propias casas que su religión es genuina mediante pagar de vuelta a sus padres por lo que éstos han hecho por sus hijos, y Dios acepta con gusto dicho servicio.” (1 Timoteo 5:3, 4, Phillips, en inglés) Por supuesto, los padres y los abuelos de edad avanzada deben cooperar y demostrar aprecio por lo que se hace por ellos.

      Fuera del círculo familiar

      Cuando los miembros de la familia nos demuestran su agradecimiento por algo que hemos dicho o hecho, ¡cómo conmueve eso nuestro corazón! De manera similar, los que no son de nuestra familia se sienten conmovidos cuando les expresamos nuestro aprecio por lo que dicen y hacen. Las oportunidades de hacer esto son tan numerosas que, en realidad, no hay manera de citarlas todas.

      Quizás usted haya comenzado recientemente a aumentar su entendimiento de la Biblia mediante estudio personal y asociación con los testigos de Jehová. ¿No es cierto que es espiritualmente remunerador adquirir conocimiento de la Palabra de Dios? Seguramente usted reconoce eso. ¿Y qué hay en cuanto a los compañeros cristianos que usted tiene ahora? Las Sagradas Escrituras dicen que Jehová Dios habría de ‘mecer todas las naciones’ y que las “cosas deseables” de todas las naciones entrarían en Su casa de adoración. Evidentemente estas “cosas deseables” son las personas que están afluyendo a “la montaña de la casa de Jehová,” y que ahora lo adoran “con espíritu y con verdad.” (Isaías 2:2-4; Ageo 2:7; Juan 4:23, 24) Estas personas son amorosas, honradas, rectas, y están totalmente dedicadas a Dios y a Sus justos principios. ¡Piense en ello por un momento! En un mundo que se caracteriza por la falta de amor, la falta de honradez y la ingratitud, usted cuenta con el privilegio de tener compañeros devotos y excelentes. (2 Timoteo 3:1-5) ¿No es la asociación con ellos algo por lo cual estar profundamente agradecido? Ciertamente lo es.

      Por otro lado, quizás hayamos disfrutado por años del modo de vivir cristiano. Si así es, piense en los que han sido nuestros fieles compañeros cristianos desde hace algún tiempo. Ciertamente sería apropiado agradecerles las muchas bondades que ellos han desplegado de palabra y obra. ¿Nos hemos quedado en su hogar? O, ¿hemos disfrutado de una comida con ellos? Entonces, aparte de expresiones verbales de gratitud, ¿no sería apropiado escribirles una nota o enviarles una tarjeta que exprese nuestro aprecio?

      No hay duda de que cada uno de nosotros puede hallar muchas maneras de aumentar nuestra felicidad y la de otras personas mediante demostrar nuestro aprecio sincero. Por eso, seamos como el leproso curado que tenía verdadero espíritu de aprecio. Que no seamos ingratos, como los demás leprosos curados sobre quienes Jesús preguntó: ‘¿Dónde están los otros nueve?’

      Está claro que debemos demostrar aprecio a nuestro semejante. Pero, ¿qué hay de Aquel que hizo todas las cosas? (Revelación 4:11) ¿Qué razones tenemos para estar agradecidos a él? ¿Y cómo podemos demostrar nuestro aprecio a Jehová Dios?

  • Nuestra demostración de aprecio a Dios
    La Atalaya 1982 | 1 de noviembre
    • Nuestra demostración de aprecio a Dios

      A diario te damos las gracias, Jehová,

      Por la luz preciosa que tú nos das.

      Te damos las gracias por poder orar;

      Las cargas alivias y nos das paz.

      Que tu Hijo nos dieras es de agradecer.

      Al Hades y muerte pudo vencer.

      Por la dirección que en ayuda nos das

      Con gracias cumplimos tu voluntad.

      Por compañerismo sincero, leal,

      Hermanos y amigos, ¡gracias, Jehová!

      Para que guardemos tu senda, nos das

      Espíritu santo. ¡Gracias, Jehová!

      Por el honor que de predicar nos das,

      Proclamar tu nombre y tu verdad,

      Anunciar que toda maldad pasará,

      Que tu Reino dura, ¡gracias, Jehová!

      ESA es la letra del cántico “¡Gracias, Jehová!” Aparece en la publicación “Cantando y acompañándose con música en su corazón,” el cancionero que utilizan los testigos de Jehová. Dicho cántico pone de manifiesto el deseo que ellos tienen de expresar aprecio a Dios, y esto está en armonía con el estímulo que da la Biblia a ‘cantar con música en nuestro corazón a Jehová,’ y así ‘dar gracias siempre por todas las cosas a nuestro Dios y Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.’ (Efesios 5:18-20) Pero, ¿qué razones hay para dar gracias, para demostrar aprecio, a Jehová Dios?

      ¿Por qué demostrar nuestro aprecio a Dios?

      La vida misma es un don de Dios por el cual debemos estar agradecidos. De hecho, Jehová suministra todas las cosas buenas y provechosas. (Hechos 17:24, 25) Entre esas cosas buenas, el cántico susodicho menciona las siguientes: la luz espiritual preciosa (Salmo 43:3; Juan 17:3); el privilegio de la oración (Proverbios 15:8); el sacrificio expiatorio del Hijo de Dios, Jesucristo (Romanos 6:23; 1 Juan 2:1, 2); la dirección o guía bíblica para hacer la voluntad divina (Salmo 40:8; 119:9-16, 105); la amorosa hermandad cristiana (1 Pedro 2:17); la guía del espíritu santo, o fuerza activa, de Dios (Salmo 143:10); y las bendiciones eternas del reino que reemplazarán a toda maldad. (Mateo 6:9, 10; Revelación 11:15-18; 12:9-12) Estas son algunas de las cosas por las cuales los testigos de Jehová dan gracias a Dios cuando cantan en sus reuniones de congregación.

      Hay tantas razones por las cuales demostrar nuestro aprecio a Dios. Pues, ¡piense en las ocasiones en que despierta durante una hermosa mañana! La luz del Sol resplandece brillantemente, usted oye a los pájaros cantar, y huele la fragancia de las flores, o el olor del heno recién cortado. Emocionado, usted dice: “¡Qué bueno es estar vivo!” No obstante, ¡qué apropiado es expresar su aprecio a Aquel que hizo posible todo esto!

      Dios, en efecto, ha provisto muchas cosas para el provecho y el placer de la humanidad. Considere el Sol, la Luna y las estrellas que nos alumbran. Hay aire para respirar y plantas que lo purifican. Jehová ha suministrado alimento y agua en abundancia. Y piense en todas las aves y los animales que hacen que un viaje por el campo sea tan agradable. (Job 37:5-16; Salmo 8:3-9; Hechos 14:15-17) Además, Dios nos ha dado los sentidos de la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato, los cuales permiten que disfrutemos a cabalidad de las provisiones susodichas. ¡Qué agradecidos debemos estar!

      Las provisiones espirituales de Jehová son de mucha más importancia para los cristianos dedicados. Varias de ellas se mencionan en el cántico citado al principio. Ciertamente es apropiado estar agradecidos a Dios por esas bendiciones espirituales.

      También es bueno meditar con regularidad en todas las provisiones abundantes que Jehová Dios suministra, tanto espirituales como materiales. Sin duda, ese período de meditación nos moverá a actuar. Es muy probable que nos impulse a desplegar nuestro aprecio a Dios en palabra y por acción.—Salmo 1:1-3; 77:11, 12.

      Palabras y acciones que demuestran aprecio

      La oración sincera es obviamente un medio de expresar nuestro aprecio al Dador de “toda dádiva buena y todo don perfecto.” (Santiago 1:17) De modo que, ¿damos gracias a Dios en oración con regularidad? Bien pudiera ser que nos sintiéramos movidos a hacerlo como lo hizo el salmista David, quien declaró: “Muchas cosas has hecho tú mismo, oh Jehová Dios mío, aun tus maravillosas obras y tus pensamientos para con nosotros; no hay nadie que pueda ser comparado a ti. Si me inclinara a informar y hablar de ellos, han llegado a ser más numerosos de lo que yo pueda relatar.”—Salmo 40:5.

      David también estaba resuelto a demostrar su aprecio a Dios mediante lo que decía a otras personas. Por consiguiente, dijo: “Ciertamente te elogiaré, oh Jehová, con todo mi corazón; de veras declararé todas tus maravillosas obras.” (Salmo 9:1) De manera similar, el cántico “¡Gracias, Jehová!” dice: “Por el honor que de predicar nos das, proclamar tu nombre y tu verdad. ... ¡gracias, Jehová!” En efecto, el hablar a otros acerca de Dios, expresándonos verbalmente por medio de compartir con ellos la verdad procedente de Su Palabra, es probablemente el mejor modo de demostrarle nuestra gratitud.

      ¿Recuerda usted el leproso que regresó para expresar su gratitud por haber sido curado? ¿Cómo lo hizo? Se nos dice lo siguiente: “Uno de ellos, cuando vio que había sido sanado, volvió atrás, glorificando a Dios en alta voz. Y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias.” (Lucas 17:15, 16) El hombre no solo dio gracias a Jesús por curarlo, sino que también glorificó a Dios, la Fuente de la vida y de verdadera curación. Y el hombre sanado hizo esto “en alta voz.” ¡Probablemente debe haber alabado a Jehová y hablado acerca del asunto por semanas, ¡quizás meses! Esto ilustra bien cómo podemos expresar nuestra gratitud por medio de hablar acerca de lo que hemos visto, oído y aprendido acerca de Dios.

      Esencialmente ésa es la razón por la que los testigos de Jehová van de casa en casa. Su gratitud a Dios los mueve a participar en obras buenas, en hechos piadosos. (Santiago 2:26) Entre estas obras está la proclamación de las buenas nuevas del reino de Dios. Los Testigos están deseosos de hablar con otras personas acerca de lo que ellos han aprendido de la Palabra de Dios, la Biblia, y explicar cómo este conocimiento les ha dado esperanza respecto al futuro. Como el leproso agradecido, ellos, también, quieren glorificar a Dios.

      ¿Se siente usted también movido a hablar acerca de las cosas que ha aprendido de las Sagradas Escrituras? No resista el impulso de hacerlo. Puede comenzar por medio de hablar con familiares, vecinos, compañeros de trabajo y amigos. A medida que lo haga, descubrirá que su propio aprecio por las cosas espirituales aumentará, su entendimiento se profundizará, y su deseo de aprender más se intensificará. Un proverbio bíblico declara: “Da a un sabio y se hará aún más sabio. Imparte conocimiento a alguien justo y aumentará en saber.” (Proverbios 9:9) Millones de personas se sienten impelidas a expresar así su aprecio a Dios, y lo están haciendo como testigos de Jehová.

      Entonces, es patente que podemos y debemos demostrar aprecio a Dios y a nuestro semejante. Podemos expresar nuestra gratitud a Dios por medio de orarle y ensalzarlo con cánticos de alabanza. Sobre todo, podemos demostrar aprecio a Jehová Dios al hablar con otras personas acerca de Sus maravillosas obras.

      Si desea ayuda para aprender y hacer la voluntad de Aquel que hizo todas las cosas, los testigos de Jehová están listos para ayudarle. Entre ellos, usted puede conocer el gozo que resulta de demostrar su aprecio sincero a Dios.

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