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Jehová ha hecho cosas grandes por nosotrosLa Atalaya 1985 | 15 de octubre
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contradicción de sus íntimas creencias”. El juez Barletta reconoció “la inexistencia de hechos que impliquen menosprecio, irrespetuosidad ni pública manifestación por parte del alumno D’Aversa”. Más tarde la Corte Suprema confirmó esta decisión.
La proscripción de nuestra obra en 1976 causó al parecer la disminución en la cantidad de alabadores de Jehová de 33.503, ese año, a 31.846, en 1977. Pero una vez que los hermanos llegaron a acostumbrarse a las nuevas condiciones, la obra de predicar el Reino volvió a cobrar ímpetu.
Con el tiempo hasta empezamos a celebrar pequeñas asambleas, primero sólo con los ancianos y sus esposas, y más tarde con todos los miembros de las congregaciones. Estas asambleas se celebraban en los lugares más inverosímiles... en zonas rurales aisladas, en cobertizos donde se esquilan ovejas, y hasta en gallineros. ¡Qué días felices pasamos juntos disfrutando de instrucción espiritual!
Más importante aún, nunca nos faltó un número de La Atalaya para nuestro estudio semanal. Estas revistas se imprimían en pequeñas prensas offset en distintos lugares. Todo esto requería mucho trabajo, y muchas veces ponía a nuestros hermanos en peligro de perder su libertad. En aquel tiempo los periódicos publicaban listas de miles de personas que habían desaparecido, pero ni un solo testigo de Jehová desapareció. A pesar de todos los obstáculos que afrontaron, de 1977 a 1984 el pueblo de Dios alcanzó un aumento de 57 por 100, a medida que se fueron uniendo a sus filas más de 18.000 nuevos publicadores del Reino.
Se concede plena libertad
En realidad, nuestra libertad llegó en dos etapas. Primero, el 12 de diciembre de 1980, el régimen militar de facto quitó la proscripción. En esa etapa, nuestra obra ya no estaba prohibida, aunque todavía carecía de reconocimiento legal. Finalmente, el gobierno actual reconoció la Asociación de los Testigos de Jehová. Ese paso lo dio el 9 de marzo de 1984 la doctora María T. de Morini, a cargo de la Subsecretaría de Cultos.
Detrás de nosotros quedaban los largos años de lucha por obtener reconocimiento legal. Por primera vez se podían identificar con letreros nuestros Salones del Reino. ¡El anuncio de nuestra inscripción legal nos hizo sentir como ‘los que estaban soñando, y nuestra lengua se entregó a un clamor gozoso’! En verdad, ‘Jehová había hecho una cosa grande por nosotros’. (Compárese con Salmo 126:1, 2.)
Nos regocija el aumento del Reino
Junto con el reconocimiento legal se ha producido un gran aumento del Reino. Debido a esto, se hicieron planes para la construcción de nuestro primer Salón de Asambleas. Se construiría cerca de Moreno, a unos 40 kilómetros (25 millas) de Buenos Aires. Este salón tendrá capacidad para unas 2.200 personas. En la misma propiedad hay también una granja que provee una gran parte de los alimentos que consumen los 78 miembros de la familia Betel.
El año de servicio de 1985 comenzó con un nuevo máximo de publicadores del Reino, cuando se alcanzó la cifra de 51.962 en el pasado mes de diciembre. La cantidad de congregaciones aumentó a 730. ¡Qué alegres nos sentimos cuando 135.379 personas se reunieron en 1985 para la Conmemoración de la muerte de Cristo! Y en enero de 1985 terminamos nuestra serie de nueve Asambleas de Distrito “Aumento del Reino”, a las que asistieron un total de 97.167 personas... 17.000 personas más que el año anterior.
Debido a este aumento las instalaciones de la sucursal resultaban inadecuadas para atender bien las necesidades espirituales del país. Pudimos comprar un complejo de edificios para establecer la fábrica y varias oficinas. En un terreno cercano planeamos construir un edificio de diez pisos para alojar a la familia Betel.
Esperamos que los nuevos edificios nos permitan atender debidamente en Argentina a los intereses del Reino. Y miramos al futuro con optimismo, verdaderamente agradecidos por las grandes cosas que Jehová está haciendo por aquellos que lo aman.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1985 | 15 de octubre
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Preguntas de los lectores
◼ ¿Son parte de la organización celestial semejante a esposa, “la Jerusalén de arriba”, los del resto de los ungidos del Señor que están en la Tierra?
Se puede decir que los ungidos que están en la Tierra son la parte visible de la organización de Dios, su familia universal de criaturas inteligentes.
Como personas que han ‘nacido otra vez’, llegan a ser hijos espirituales de Jehová. (Juan 3:3, 5; Romanos 8:15-17.) Jehová es el Padre de ellos. Pero tienen también una “madre”, pues el apóstol Pablo escribió que “la Jerusalén de arriba [...] es nuestra madre”. Esta tiene que ser una referencia a la organización celestial de espíritus leales a quienes Jehová considera como su “esposa” figurativa. (Gálatas 4:26.) Cuando los cristianos ungidos reciben su recompensa celestial, en realidad toman su lugar en esa organización celestial. (Revelación 4:4; 14:1-5.)
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