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  • Destrucción nuclear... ¿cuán real es la amenaza?
    ¡Despertad! 1984 | 22 de marzo
    • Destrucción nuclear... ¿cuán real es la amenaza?

      Déjenme crecer, no me hagan arder

      ÉSAS son palabras conmovedoras que estimulan la reflexión; un autor desconocido las escribió de prisa y sin cuidado en una pared del centro de la ciudad de Francfort, Alemania. ¿Cree usted que tal joven tiene la culpa de sentirse así?

      Es probable que no, particularmente si usted está entre los millones de personas por todo el mundo cuyo temor va más allá del temor a una guerra atómica limitada... por más terrible que fuera hasta una así. La amenaza, como ellas la ven, consiste en el estallido de una guerra nuclear incondicional, que aniquilaría a toda la humanidad. Una guerra como ésa dejaría inhabitable la Tierra.

      Una palabra que se utiliza con frecuencia para describir una destrucción nuclear de esa índole, particularmente en los países de habla inglesa, se ha tomado de la Biblia. Es “Armagedón”. Por ejemplo, en 1961 el ex presidente (de los Estados Unidos) Eisenhower dijo que la creciente amenaza nuclear puso a Chicago a “solo treinta minutos del Armagedón”. Y de los primeros años de la década de los setenta, Henry Kissinger, ex secretario de Estado de los Estados Unidos, escribió: “No ha habido ninguna generación anterior de hombres de Estado que haya tenido que dirigir los asuntos públicos en un ambiente tan desconocido y al borde del Armagedón”.

      Mientras tanto, hemos llegado a los años ochenta. Han transcurrido varios años caracterizados por discusiones y gestiones políticas que aún no han conseguido volver inactiva la bomba nuclear sobre la que el mundo parece haber estado sentado por casi cuatro décadas. A pesar del aumento en la presión que ejercen los ciudadanos para que haya un desarme nuclear, las superpotencias siguen acumulando armas nucleares.

      La amenaza continúa en aumento

      Al dar aún otra causa de la creciente amenaza de una destrucción nuclear, el científico Joseph Weizenbaum, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, dijo: “El peligro se ha hecho mayor, porque muchos más países tienen ahora armas atómicas”. Puesto que no cabe duda de que ese grupo de países seguirá creciendo, las perspectivas para el futuro no son prometedoras. “Con gran probabilidad, no sobreviviremos los siguientes 20 años”, advierte Weizenbaum. “Nos movemos mucho más rápido que nunca hacia el abismo. Y temo que no haya nadie que nos detenga. Quizás ya estemos irremediablemente perdidos.”

      Mientras tanto, la tecnología moderna sigue perfeccionando los sistemas de dirección de los mísiles. Los mísiles de largo alcance ya pueden viajar miles de kilómetros y caer a menos de 180 metros (197 yd) del objetivo. Eso es como lanzar una pelota a un blanco que esté a un kilómetro y medio de distancia —si hubiera alguien capaz de lanzarla tan lejos— ¡y no dar en el centro del blanco por menos de 2,5 centímetros (1 pulgada)!

      ¿Cómo reacciona usted?

      Tal vez usted esté tratando de evitar que haya una destrucción nuclear. Es cierto que probablemente no sea un político ni un negociador en asuntos de desarme. Pero al participar en movimientos pacifistas o manifestaciones antinucleares de una u otra clase, puede que a usted le parezca que está cumpliendo con su deber. Hay centenares de miles de simples ciudadanos que comparten ese punto de vista.

      Por otro lado, tal vez usted disponga de poca motivación para envolverse en el asunto. Puede que simplemente trate de hacer caso omiso de la amenaza al borrarla de la mente por medio de mantenerse ocupado en otros asuntos de interés. En el subconsciente usted espera que suceda lo mejor.

      ¿O cree usted que una guerra nuclear es inevitable? Si así es, quizás esté buscando los medios para asegurar su supervivencia. Puede que ya haya hecho ciertos planes para sobrevivir. Es posible que hasta se haya unido a un “grupo de supervivencia”... un sinnúmero de los cuales han surgido recientemente por todas partes del mundo.

      Sea que una persona cuadre con una de estas tres categorías o no, ninguno de nosotros puede pasar por alto el hecho de que la amenaza de que estalle una guerra nuclear es real. Sea que nos guste o no, tenemos que encararnos a cuestiones que tienen consecuencias trascendentales. ¿Se hará realidad lo que más teme la humanidad? ¿Es inevitable que haya una guerra nuclear de tipo “Armagedón”? ¿Están condenados nuestros jóvenes a arder antes de crecer?

  • ¡No habrá un Armagedón nuclear!
    ¡Despertad! 1984 | 22 de marzo
    • ¡No habrá un Armagedón nuclear!

      PUESTO que la amenaza de que estalle una guerra nuclear es real, es simplemente lógico que la humanidad ore para que tal amenaza nunca se realice. Es interesante notar que a principios de los años sesenta el cardenal Francis Spellman pidió que se hicieran “oraciones para librar al mundo del ‘Armagedón termonuclear’”.

      La palabra “Armagedón” aparece solo una vez en la Biblia, aunque muchos otros textos bíblicos utilizan otros términos al hablar de ello. ¿Muestran esos textos bíblicos que posiblemente el Armagedón sea una destrucción nuclear, respecto a la cual hay esperanzas de que pueda evitarse? ¿Es el Armagedón una guerra a la que el hombre pueda dar comienzo?

      EL ARMAGEDÓN ES LA GUERRA DE DIOS

      La Biblia dice: “Expresiones inspiradas por demonios [...] salen a los reyes de toda la tierra habitada, para reunirlos a la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso [...] en el lugar que en hebreo se llama Har-Magedón [o Armagedón]”. (Revelación 16:14, 16.)

      Sin embargo: ¿Cómo se pudiera denominar legítimamente como guerra de Dios una destrucción nuclear que gobiernos humanos provocaran para el adelantamiento de objetivos políticos? ¿No sería más bien una guerra del hombre una destrucción como ésa?

      EL ARMAGEDÓN HA DE SER UNA GUERRA JUSTA

      La Biblia dice: “Y vi el cielo abierto, y, ¡miren! un caballo blanco. Y el que iba sentado sobre él se llama Fiel y Verdadero, y juzga y lleva a cabo guerra en justicia”. (Revelación 19:11.)

      “Con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde, y con rectitud tiene que administrar censura a favor de los mansos de la tierra. [...] Con el espíritu de sus labios dará muerte al inicuo. Y la justicia tiene que resultar ser el cinto de sus caderas, y la fidelidad el cinto de sus lomos.” (Isaías 11:4, 5.)

      No obstante: ¿Qué habría de justo o moral en una guerra nuclear que matara indistintamente tanto a buenos como a malos? De hecho, un comité de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos de los Estados Unidos dijo recientemente que ellos “juzgaban como inmoral hasta la amenaza de utilizar tales armas [nucleares]”. Ahora bien, si hasta la amenaza de que estalle una guerra nuclear se considera inmoral, ¿qué argumento lógico pudiéramos usar para considerar como guerra justa la guerra nuclear misma?

      EN ARMAGEDÓN, TODAS LAS NACIONES SERÁN ALIADAS

      La Biblia dice: “Vi a la bestia salvaje y a los reyes de la tierra [“con todos los reyes de la tierra”, “The Jerusalem Bible”] y a sus ejércitos reunidos para hacer la guerra contra el que iba sentado en el caballo y contra su ejército”. (Revelación 19:19.)

      Sin embargo: ¿No sería una destrucción nuclear la consecuencia de un conflicto entre naciones enemigas, más bien que de naciones que estuvieran unidas y del mismo lado?

      EN ARMAGEDÓN, SOLO LOS INICUOS SERÁN DESTRUIDOS

      La Biblia dice: “Hay una controversia que Jehová tiene con las naciones. Él personalmente tiene que ponerse en juicio con toda carne. En cuanto a los inicuos, él tiene que darlos a la espada”. (Jeremías 25:31.)

      “Porque los rectos son los que residirán en la tierra [...] En cuanto a los inicuos, ellos serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, ellos serán arrancados de ella.” (Proverbios 2:21, 22.)

      No obstante: ¿Perecerían solo los culpables, “los inicuos”, en una destrucción nuclear? ¿Qué ocurrió durante la destrucción nuclear de Hiroshima y Nagasaki, Japón, en 1945? Entre las decenas de miles de hombres, mujeres y niños que perecieron hubo una gran cantidad de monjas católicas, muchos extranjeros que habían ido a Japón a estudiar y que se habían visto atrapados allí por la guerra, miles de coreanos a quienes se había llevado a Japón para servir de trabajadores obligatorios, y hasta un puñado de prisioneros de guerra estadounidenses. ¿Eran todos éstos los culpables, “los inicuos”?

      SE ASEGURA QUE ALGUNOS SOBREVIVIRÁN AL ARMAGEDÓN

      La Biblia dice: En el “día de Jehová, grande e inspirador de temor [...] tiene que ocurrir que todo el que invoque el nombre de Jehová escapará salvo; porque en el monte Sión y en Jerusalén resultarán estar los escapados, tal como ha dicho Jehová, y entre los sobrevivientes, a quienes Jehová llama”. (Joel 2:31, 32.)

      Sin embargo: Desde un punto de vista humano, ¿sobreviviría alguien a una guerra nuclear provocada por el hombre? Es probable que no. Solo un pequeño porcentaje de la gente tendría acceso a refugios subterráneos a prueba de radiación. Y hasta la posibilidad de que tales personas sobrevivieran sería leve. La Real Academia Sueca de Ciencia pidió a 13 expertos internacionales que predijeran lo que ocurriría si 15.000 bombas nucleares hicieran explosión en el hemisferio norte durante un período de varios días. Ellos contestaron: “Nadie sobreviviría al infierno”.

      EL ARMAGEDÓN NO ARRUINARÁ LA TIERRA

      La Biblia dice: “Las naciones se airaron, y vino tu propia ira [la de Dios] y el tiempo señalado [...] para causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. (Revelación 11:18.)

      No obstante: Desde un punto de vista humano, hay pocas dudas de que una destrucción nuclear pudiera causar el fin de toda vida humana. Jonathan Schell, en su campeón de venta, The Fate of the Earth, advierte: “No sería simplemente el fin de la humanidad, sino del planeta... la muerte de la Tierra”.

      ¿Qué aprendemos de lo que dicen los textos bíblicos supracitados? Aprendemos que la guerra de Dios en Armagedón será muy diferente de lo que sería una destrucción nuclear provocada por el hombre. El Armagedón no tiene como finalidad destruir la Tierra. La finalidad del Armagedón es destruir a los que amenazan con arruinar la Tierra. El hablar de una posible destrucción nuclear y denominarla Armagedón es, por lo tanto, una mala aplicación del término. Pero, prescindiendo de cómo la llamemos, aún queremos saber: ¿Habrá una destrucción nuclear, o no? Una vez más podemos recurrir a la Biblia, seguros de que nos dará una respuesta confiable.

      En Isaías 45:18 leemos: “Porque esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada”. Puesto que el “Formador de la tierra” no la ha creado “sencillamente para nada”, nunca permitirá que una destrucción nuclear la convierta en un yermo radiactivo, que ni hombre ni bestia pueda habitar. Eso sería contrario a Su propósito, según se expresa en Salmo 37:29: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”.

      ‘Pero ¿no aluden a una destrucción nuclear al menos las palabras de 2 Pedro 3:7, 10?’, tal vez pregunte alguien. Ahí leemos, según la Versión Moderna: “Pero los cielos de ahora y la tierra, por la misma palabra están guardados para el fuego, siendo reservados para el día del juicio y de la destrucción de los hombres inicuos. Vendrá empero el día del Señor como ladrón; día en que los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos serán disueltos con ardiente calor; la tierra también y las obras que hay en ella serán abrasadas”.

      Sin embargo, es obvio que ahí se utiliza lenguaje simbólico y que no se hace referencia a una destrucción nuclear literal, que, aunque destruyera la Tierra y al hombre de sobre ella, no podría hacer que los cielos literales ‘pasaran con grande estruendo’. En realidad, este sistema de cosas inicuo, la sociedad humana ‘inicua’ y sus “cielos” gubernamentales, es lo que experimentará destrucción total, como por fuego. Los factores mundanos, en todas sus partes elementales, serán disueltos en el calor de la cólera de Dios, junto con las “obras” materialistas de esta sociedad humana, la “tierra” simbólica. Esto preparará el terreno para los “nuevos cielos y una nueva tierra” de los cuales Pedro habla después... una nueva sociedad terrestre, compuesta de la humanidad redimida, bajo los nuevos “cielos” gubernamentales del Reino Mesiánico de Cristo, en los cuales la justicia morará (2 Pedro 3:13). Habrá desaparecido la influencia satánica que ha apartado de Dios a los hombres. Una destrucción nuclear no libraría del Diablo y sus demonios al hombre. El Armagedón abrirá el camino para que Cristo Jesús, por dirección de su Padre, haga eso. (Vea Revelación 20:1-3.)

      Los acontecimientos mundiales indican que la expresión del juicio de Dios está a las puertas. Por eso, la siguiente profecía también tiene que cumplirse dentro de poco: “Cuando sea que ellos estén diciendo: ‘¡Paz y seguridad!’, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente” (1 Tesalonicenses 5:3). Aunque no descarta que haya guerras clásicas o hasta una posible guerra atómica limitada, ese texto bíblico sí descarta una destrucción nuclear. ¿Por qué se dice eso? Pues bien, pregúntese: Después de una destrucción nuclear, ¿a quién se dejaría con vida para que clamara “paz”? Y si hubiera sobrevivientes, ¿qué razón tendrían precisamente para clamar “seguridad”, al vivir, como sería el caso, en una Tierra radiactiva y contaminada?

      Ahora bien, tal vez usted se pregunte de qué provecho sería que fuera liberado del temor a una destrucción nuclear sólo para encararse al nuevo temor de una “destrucción repentina” en Armagedón. Permítanos explicarle en el siguiente artículo.

      [Recuadro en la página 7]

      EL ARMAGEDÓN SERÁ:

      —la guerra de Dios;

      —una guerra justa;

      —una guerra para destruir solo a los inicuos.

      [Recuadro en la página 7]

      UNA DESTRUCCIÓN NUCLEAR SERÍA:

      —una guerra humana;

      —una guerra injusta;

      —una guerra que destruiría tanto a buenos como a malos.

  • ¡El Armagedón despeja el camino para un nuevo comienzo!
    ¡Despertad! 1984 | 22 de marzo
    • ¡El Armagedón despeja el camino para un nuevo comienzo!

      AUNQUE no cabe duda que una destrucción nuclear sería causa suficiente para sentir temor, la guerra del Armagedón no tiene que serlo. El que usted responda de manera favorable al mensaje que la Biblia da al respecto puede resultar en un comienzo completamente nuevo en la vida para usted.

      Tal como la gente reacciona de diversas maneras ante la amenaza de una destrucción nuclear, así mismo reacciona respecto al Armagedón. Algunas personas tratan de impedir que suceda, otras no hacen caso, y una minoría, al creer que es inevitable, busca la manera de salir con vida. ¿Cómo reaccionará usted?

      El Armagedón es inevitable

      Puesto que la palabra Armagedón significa “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”, nadie puede impedir que suceda (Revelación 16:14). Pero hay quienes tontamente lo intentan. ¿Cómo? No creen que esto pueda ocurrir y se oponen a los que dan advertencia al respecto. Por eso, se ponen de parte de los que persiguieron a los cristianos del primer siglo, quienes se burlaban de la advertencia relacionada con la inminente destrucción de Jerusalén. Pero cuando la ciudad fue destruida en 70 E.C., tal vez algunos de aquellos burlones hayan recordado la advertencia que anteriormente les había dado el sabio Gamaliel: “Déjenlos [a los cristianos]; [...] de otro modo, quizás sean ustedes hallados luchadores realmente contra Dios”. (Hechos 5:34-39.)

      Entre “los luchadores realmente contra Dios” de hoy día está el clero religioso, que niega el verdadero mensaje bíblico tocante al Armagedón. Hace que la gente crea que el Armagedón será una destrucción nuclear causada por el hombre, la cual se puede evitar mediante negociaciones políticas y movimientos a favor de la paz.

      Jonathan Schell señala esto en su libro The Fate of the Earth, al escribir: “Una perversión religiosa que está estrechamente relacionada con el asunto, y que es más seria, es la sugerencia que algunos cristianos fundamentalistas han hecho de que la destrucción nuclear que amenazamos desatar es el Armagedón bíblico que Dios amenaza traer”. Entonces pasa a indicar correctamente que la “extinción por medio de armas nucleares no sería el Día del Juicio, en el que Dios destruye al mundo [...], [sino] que sería la totalmente absurda e injusta destrucción de la humanidad a manos del hombre”.

      El clero que así confunde ambos sucesos está pasando por alto el peligro mucho mayor del Armagedón. Al participar en los movimientos para evitar un “Armagedón termonuclear”, como equivocadamente lo llaman, están de hecho luchando por conservar un sistema inicuo de cosas que Dios, con toda razón, se ha propuesto destruir. Tal intento para evitar el Armagedón es poco atinado y fútil.

      Hace poco el arzobispo de York dijo algo parecido. Al hablar acerca de la posición apropiada que la Iglesia de Inglaterra debería adoptar respecto a las armas nucleares, dijo: “Este debate es sobre el fin del mundo y acerca de cuál sería la mejor manera de posponerlo”. Pero ¿por qué deberían querer los cristianos posponer el “fin del mundo” del que se habla en la Biblia? ¿Por qué deberían querer pedir en oración

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