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  • Sea presto para oir, lento en cuanto a hablar
    La Atalaya 1960 | 1 de agosto
    • uno es cierto: “En la abundancia de palabras no falta la transgresión, pero el que está refrenando sus labios está obrando discretamente.” Para mostrar cuán fácil es pecar con la lengua cuando uno está airado se cita el ejemplo de Moisés. Los israelitas murmurantes “causaron provocación en las aguas de Meriba, de modo que le fue mal a Moisés por causa de ellos. Pues amargaron su espíritu y él empezó a hablar imprudentemente con los labios.” Cuando los israelitas necesitaron agua, Jehová mandó a Moisés que tomara su vara e hiciera salir agua de un risco. Moisés lo hizo, pero debido a su ira ocasionada por los israelitas quejosos fue presto para hablar: “¡Oigan, ahora, rebeldes! ¿Es de este risco que les sacaremos agua a ustedes?” Más tarde Jehová le dijo a Moisés: “Porque no mostraron fe en mí para santificarme delante de los ojos de los hijos de Israel, por lo tanto ustedes no introducirán a esta congregación en la tierra que yo ciertamente les daré a ellos.” Fue un precio grande que pagar por el habla imprudente.—Pro. 10:19; Sal. 106:32, 33; Núm. 20:10, 12.

      22. ¿Por qué no fueron causadas por un corazón rebelde u orgulloso las palabras imprudentes de Moisés, y por eso qué lección aprendemos nosotros?

      22 Esto no quiere decir que Moisés era rebelde en su corazón. Más bien, en un momento de ira, fue presto en cuanto a hablar. Lo que salió no fue para gloria de Dios. Las palabras de Moisés dejaron la impresión de que él y Aarón eran los proveedores del pueblo, mientras que era Jehová quien había provisto para ellos durante todos esos años en el desierto. Tampoco se trató de que Moisés fuera orgulloso ni arrogante. “El hombre Moisés era por mucho el más manso de todos los hombres que estaban sobre la superficie del suelo.” Sin embargo pecó con la lengua. Aun para el más humilde siervo de Dios existe la necesidad de guardar su boca: “El que guarda su boca está guardando su alma. El que abre de par en par los labios—él tendrá ruina.”—Núm. 12:3; Pro. 13:3.

      23. ¿Cómo nos ayudará el consejo de Santiago?

      23 Por eso tome a pecho el consejo de Santiago: ‘Sea presto en cuanto a oir, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira.’ Le ayudará a usted a producir fruto aceptable a Dios. Le ayudará a usted a usar su lengua para gloria del Creador. Le ayudará a hacer la voluntad divina según se expresa en Romanos 14:19: “Sigamos tras las cosas que contribuyen a la paz y las cosas que sirven para edificarnos unos a otros.”

  • Siendo lentos en cuanto a ira
    La Atalaya 1960 | 1 de agosto
    • Siendo lentos en cuanto a ira

      “La ira del hombre no produce la justicia de Dios.”—Sant. 1:20.

      1. ¿Por qué no se produce injusticia por la ira de Dios, y cómo pone el ejemplo Jehová?

      LA IRA en sí misma no es maldad. La ira de Jehová es la reacción justificable del Dios enteramente justo contra el pecado, la iniquidad y toda forma de injusticia. “Debido a las cosas susodichas la ira de Dios viene sobre los hijos de la desobediencia.” La ira de Dios está completamente bajo el gobierno de sus atributos de justicia, sabiduría, amor y poder. “Jehová es lento en iras”—esto lo afirman los profetas Nahúm, Joel y Jonás. El salmista dice: “Jehová es benigno y misericordioso, lento para airarse.” Y Jehová mismo da esta descripción en Éxodo 34:6: “Jehová fue pasando delante de su rostro [el de Moisés] y declarando: ‘Jehová, Jehová, un Dios misericordioso y benigno, lento para airarse y abundante en bondad amorosa.’” Así Jehová pone el ejemplo respecto a ser lentos en cuanto a ira.—Efe. 5:6; Nah. 1:3; Joel 2:13; Jon. 4:2, Mod; Sal. 145:8.

      2. ¿Por qué es importante para los humanos imperfectos el ser lentos en cuanto a ira?

      2 Cuán apropiado, entonces, que Dios requiera que nosotros seamos lentos en cuanto a ira. Explicando por qué la lentitud en cuanto a ira es especialmente importante para los humanos imperfectos, el escritor inspirado Santiago dijo: “Porque la ira del hombre no produce la justicia de Dios.” Esto es cierto por muchas razones. La ira del hombre a menudo se excita sin causa suficiente; a menudo trasciende la causa, si alguna causa existe realmente. La ira del hombre tiende a operar sin considerar debidamente las consecuencias; por consiguiente inclina la persona hacia toda clase de injuria. La ira humana a menudo resulta en la pérdida del gobierno de uno mismo—en cóleras turbulentas y violentos “arrebatos de ira,” y esto está clasificado entre las cosas injustas de las cuales dice la Biblia: “Los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” No, la ira del hombre no resulta en que viva uno en consonancia con las normas justas establecidas por Dios.—Sant. 1:20; Gál. 5:20, 21.

      3. ¿Cuál es el resultado de ser prestos para airarse?

      3 El testigo cristiano de Jehová por lo tanto está interesado profundamente en ser lento en cuanto a ira, para que gane la aprobación del justo Dios. “Jehová es justo en todos sus caminos,” y la expresión de su ira es por lo tanto justa. Pero cuando el hombre obra con ira, generalmente no logra justicia divina; en verdad, generalmente hace algo que él mismo lamenta después. La regla divina es cierta: “El estúpido está enfureciéndose y haciéndose confiado en sí mismo. El que es presto para airarse cometerá insensatez.” No se nos ha pasado inadvertido el hecho de que cuando los hombres y las mujeres son prestos para airarse generalmente actúan de manera ridícula. Este hecho debería hacer una impresión honda en nosotros. No sólo el que es presto para airarse tiende a hacerse parecer insensato, sino que el resultado de sus hechos no será más que insensatez. Los que son prestos para airarse generalmente perjudican a otros, ya sea con golpes verbales o físicos. Por lo tanto la ira humana tiende a ser egoísta y perjudicial.—Sal. 145:17; Pro. 14:16, 17.

      4. (a) ¿Qué es indignación, y quién ejemplificó el uso correcto de ella? (b) ¿Por qué es prudente el no ser presto en expresar aun indignación?

      4 La ira altruísta, justa, se llama indignación. Cuando la conciencia de uno ha sido entrenada según las leyes justas de Dios, reacciona espontáneamente contra lo que es incorrecto o malo a la vista de Dios. La indignación de Jesús resultaba en habla y hechos firmes que lograban la justicia de Dios. (Mar. 3:5; Juan 2:14-17) La ira justa de Cristo Jesús siempre estuvo bajo su gobierno, siempre basada en la razón de la verdad y la justicia. Sin embargo, la indignación de los humanos imperfectos podía llevar a la injusticia, si era impulsada por equivocación y razonamiento falso. Mientras Jesús estuvo en Betania una mujer le derramó aceite perfumado sobre la cabeza. “Al ver esto hubo algunos que expresaron indignación entre sí: ‘¿Por qué ha acontecido este desperdicio del aceite perfumado? ¡Pues este aceite perfumado pudiera haberse vendido por más de trescientos denarios y haberse dado a los pobres!’ Y estaban sintiendo gran desagrado para con ella. Pero Jesús dijo: ‘Déjenla. ¿Por qué tratan de causarle molestia? Ella hizo un bello acto para mí.’” Jesús entonces explicó por qué la indignación a que ellos habían sido provocados no tenía base correcta. Por eso aun cuando se trate de lo que los hombres llaman indignación, es obrar con sabiduría el ser lentos en expresarla,

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