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  • La lucha por libertad para predicar por todo el mundo
    La Atalaya 1955 | 15 de mayo
    • el derecho que tenemos para hacer nuestra obra. ¿No hemos apelado repetidamente a autoridades de algunos países para que éstas levanten proscripciones? ¡Recuerde la montaña de cablegramas enviados a Adolfo Hitler! ¡Considere las peticiones que pedían el levantamiento de la proscripción y estaban a favor de una Declaración de Derechos en el Canadá! Piense en las grandes peticiones dirigidas al Congreso contra el boycoteo católico romano impuesto a estaciones de radio en los Estados Unidos que transmitían programas de los testigos de Jehová. Hemos pedido a las autoridades que den órdenes permitiendo la importación de literatura. En muchos países hemos apelado a los funcionarios pidiendo que dejen entrar en sus países a misioneros enviados de la oficina principal de la Sociedad para predicar allí. Jamás hemos descuidado alguna oportunidad de luchar legalmente por el derecho mundial para predicar.

  • Nunca luchando ilegalmente o cesado de predicar por todo el mundo
    La Atalaya 1955 | 15 de mayo
    • Nunca luchando ilegalmente o cesado de predicar por todo el mundo

      1. ¿Qué haremos y qué no haremos en nuestra lucha por libertad para predicar?

      LOS testigos de Jehová nunca recurren a algún medio ilegal o ilícito en la lucha por libertad para predicar por todo el mundo. ¿Tomamos nosotros, Sus testigos, la ley en nuestras propias manos? ¡No! Nosotros no obramos de concierto contra los funcionarios gubernamentales. ¡No entramos por fuerza a través de la Cortina de Hierro! No perjudicamos a funcionarios, y no nos armamos para oponernos a ellos. No abogamos por derrocamientos de gobiernos mediante la fuerza o violencia ya sea por hombres o grupos de hombres. Esto es cierto aun cuando ese gobierno oprima nuestra obra dada por Dios de predicar las buenas nuevas del Reino. Sólo usamos los instrumentos de combate que se pueden usar conforme a la ley de determinado país. Supongamos que la ley de un país no tenga ningún procedimiento judicial con el cual podamos pelear legalmente. Entonces no procuramos rehacer al gobierno o cambiarlo o rebelarnos contra él.

      2. ¿Qué manera de proceder puede adoptarse en ciertos países, por qué, y quién decide tal plan de acción?

      2 En algunos países los gobiernos son tan inestables, o la oposición a la verdad es tan grande, que es imprudente predicar pública o abiertamente. En dichos países no se puede recurrir a los tribunales y los funcionarios no protegerán nuestros derechos. Sabemos que si hay conmoción o dificultad allí puede resultar en una proscripción veloz. La razón es que existe dominio católico o gobierno totalitario. En algunos países sólo es por el favor de los funcionarios que se permite hacer la obra de casa en casa. La predicación en las calles se prohibe. En dicha situación no se insiste en el derecho de predicar en las calles. La Sociedad decide esto. Este plan de acción nunca se establece por los hermanos locales. El demandar el derecho de hacer la obra en las calles en dichos lugares resultaría inevitablemente en la imposición veloz de una proscripción. Puede hacer que los funcionarios paren la predicación de puerta en puerta de las buenas nuevas. En tales países oramos “respecto a reyes y a todos los que están en puestos encumbrados, para que podamos continuar llevando una vida tranquila y sosegada con plena devoción piadosa y seriedad.”—1 Tim. 2:1, 2, NM.

      3, 4. (a) En los lugares donde no es legal ir de casa en casa, ¿cómo se lleva a cabo la obra de predicar? (b) ¿Qué razones y apoyo bíblico tenemos para proceder de tal manera?

      3 En algunos países no es legal trabajar abiertamente de casa en casa con la literatura. A fin de evitar contienda con las autoridades y proscripción total, puede que la Sociedad dirija que la testificación se limite a la predicación oral con la Biblia. Así se hace posible identificar o marcar a las personas de buena voluntad. Después se vuelve a visitar a estas personas y se les da la oportunidad de recibir las publicaciones en que se revela la Palabra de Dios. Esto se hace a un tiempo conveniente. Esto se hace en la soledad de sus hogares y fuera de la vista del enemigo. ¿No es mucho más prudente evitar la distribución pública de literatura en algunos países, especialmente cuando el insistir en la distribución abierta significa un fin veloz de la libertad para hacer la obra? ¡El hacer la pregunta manifiesta una respuesta afirmativa a ella!

      4 Hay sanas razones bíblicas para modificar los métodos de trabajo en diferentes países. No somos enviados al mundo para ir a la cárcel. No optamos por ser mártires muertos. Nuestro propósito es lograr la predicación del evangelio. Para que se haga tenemos que estar libres y vivos. (Ecl. 9:10) Para que el evangelio se predique en todo el mundo, por lo tanto, debemos recordar que Jesús dijo que éramos “ovejas en medio de lobos.” Es evidente que no podemos predicar en España o Argentina como ahora predicamos en los Estados Unidos. Por lo tanto, tenemos que ejercer extremado tino teocrático, mostrando que somos “cautos como serpientes y sin embargo inocentes como palomas.” (Mat. 10:16, NM) El espíritu de una mente sana dicta que el hacer otra cosa sería insensatez. El proverbio dice: “El cauto ve el mal y se esconde, los simples pasan adelante y sufren las consecuencias.” (Pro. 27:12, BC) Una expresión común es apropiada: “Los tontos entran precipitadamente adonde los ángeles temen pisar.” ¿De qué serviría pelear una batalla inútil en algunos países para poder predicar abiertamente? Supongamos que, como resultado de la pelea, no se permitiera absolutamente ninguna obra de testificación. Que todo fuera proscrito. Entonces ¿qué? Eso no mantendría activa a la obra. ¿No podemos lograr más obrando un poco menos visiblemente en la predicación del evangelio en dichas naciones? (2 Tim. 1:7) Dicho proceder mantendrá la obra activa en esos países. Eso es lo que queremos, mantener la obra abierta para que a nuestros hermanos y las personas de buena voluntad se les pueda proveer el alimento espiritual procedente de la oficina principal de la Sociedad y se les alimente con éste.

      5. ¿Qué manera de proceder adoptan los testigos de Jehová cuando una nación proscribe su obra por completo?

      5 ¿Qué sucede cuando una nación proscribe nuestra obra por completo? ¡El conducto directo de abastecimiento de alimento espiritual procedente de la oficina principal terrestre queda roto! Pero—los testigos de Jehová todavía están en el país. No pueden cesar de predicar. (Jer. 26:14, 15) La proscripción sólo impide su predicación pública o abierta. No pueden llevar a cabo su obra abiertamente con legalidad. En consecuencia por decretos opresivos se hallan obligados a ocultarse para hacer su predicación. Siguen el mismo proceder que adoptaron los cristianos en Roma. Allí ellos y su predicación fueron forzados a las catacumbas.

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