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  • La Biblia cubierta de polvo no es cosa de risa
    La Atalaya 1957 | 1 de enero
    • La Biblia cubierta de polvo no es cosa de risa

      LO DE Biblias cubiertas de polvo en hogares cristianos tiene algo de absurdo que raya en lo jocoso. Los supuestos cristianos que no leen su libro de texto básico son una broma para algunos. Son más o menos tan graciosos como el ingeniero que nunca estudió sus libros de ingeniería, pero no es ninguna broma cruzar uno de los puentes de éste. Son más o menos tan graciosos como el cirujano que nunca leyó sus libros acerca de anatomía, pero usted dejaría de reírse si él entrara en la sala de operaciones y comenzara a sondar a tientas en su cuerpo con un cuchillo en busca de su apéndice.

      ¿Cómo puede el cristiano seguir en las pisadas de Cristo si no conoce el derrotero que Cristo tomó? ¿Cómo podría usted hacer como Cristo hizo y hablar como él habló sin aprender usted lo que él hizo y dijo? Es en la Biblia que aprende las palabras y acciones de él. Después de su famoso sermón del monte Jesús dijo: “Todo el que oye estos dichos míos y los hace será comparado a un hombre discreto, que edificó su casa sobre la masa de roca. Y la lluvia cayó y llegaron las inundaciones y los vientos soplaron y azotaron contra esa casa, pero no cedió, porque había sido fundada sobre la masa de roca.” ¿Cómo se puede edificar un modo de vivir cristiano sobre un cimiento de roca seguro sin conocer y obrar de acuerdo con los dichos de Cristo?—Mat. 7:24, 25, NM.

      Cuando las Biblias recogen polvo en lugar de lectores son como montañas de oro que nunca se explotan. Si no las leen los que las poseen, ¿cómo pueden llegar a conocerse los dichos de Jesús? Y ¿cómo pueden obedecerse sus dichos si nunca se conocen? Para muchos la Biblia es un libro cerrado porque nunca la abren. Para muchos que sí la abren está todavía cerrada a su entendimiento. Estaba cerrada al sincero oficial etíope que venía leyendo el libro de Isaías, porque cuando Felipe le preguntó si entendía lo que leía, él respondió: “¿Verdaderamente cómo podría saberlo, a menos que alguien me guiara?” De manera que Felipe lo guió y él entendió y fué bautizado.—Hech. 8:31, NM.

      La guía necesaria puede estar en la forma de predicación oral, como en el caso del etíope. O puede estar en forma impresa, como en el caso de las ayudas bíblicas publicadas por la Sociedad Watch Tówer. Esta revista es una de esas ayudas bíblicas. Es el periódico oficial de los testigos de Jehová. Dirige nuestra atención a los dichos de Jesús y a lo urgente que es que obedezcamos esos dichos. Si abrimos La Atalaya y la leemos, ella abrirá la Biblia a nuestro entendimiento cuando la leamos.

      Los testigos de Jehová no deben permitir que sus Atalayas recojan polvo, como hacen algunas personas con sus Biblias. Los testigos de Jehová no reciben la revista La Atalaya sólo para que se vea en la casa, como algunos cristianos supuestos que tienen Biblias en sus hogares solamente para salvar las apariencias. Los testigos leen y estudian toda La Atalaya, no sólo partes de ella, como hacen algunos cristianos profesos que limitan su lectura de la Biblia a la última cuarta parte de la Biblia y echan a un lado como anticuadas las primeras tres cuartas partes de ella.

      Para que se saque el provecho de una ayuda bíblica es menester que se abra y se lea. Para que se saque el provecho del indispensable libro de texto básico del cristiano, la Biblia, es menester que se abra y se lea. El dejar de hacerlo no es ninguna broma. No es broma cruzar un puente débil. No es razón para risa el ser operado por un cirujano incompetente. Con más razón no es cosa de risa el arriesgar nuestra oportunidad de vida eterna dejando que nuestras Biblias recojan polvo.

  • ¿Basta con la regla áurea?
    La Atalaya 1957 | 1 de enero
    • ¿Basta con la regla áurea?

      Muchas personas llevan lo que ellas llaman “una vida buena”. Quieren decir con esto que no hacen ningún daño a otros y a menudo les hacen bien de un modo material. ¿Conducirá esto a la vida eterna? ¿O se requiere más?

      CRISTO Jesús formuló la llamada regla áurea: “Todas las cosas, por lo tanto, que quieren que los hombres les hagan, también de igual manera deben hacérselas a ellos.” (Mat. 7:12, NM) Hay que seguir esta regla de amor al prójimo para ganar la vida eterna en el nuevo mundo de Dios. Algunos creen, sin embargo, que todo lo que Dios requiere es que se cumpla la “regla áurea.” Pero realmente, ¿hemos desempeñado nuestro deber para con Dios al sólo hacerles bien a otros? ¿Muestran las Escrituras que basta con la “regla áurea”?

      En realidad, cuando nos dirigimos a la Palabra de Dios, descubrimos que uno puede perder la vida eterna aunque esté ocupado en un programa de buenas obras constructivas. Este es un punto principal que Cristo Jesús mismo hizo claro. Uno de los escritores de la Biblia, Lucas, nos relata una ocasión en que Jesús fué invitado a un hogar:

      “Cierta mujer llamada Marta lo recibió en la casa como invitado. Esta mujer también tenía una hermana llamada María, quien, sin embargo, se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra. Marta, por otra parte, estaba distraída atendiendo a muchos deberes. Así que se acercó y dijo: ‘Señor, ¿no

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