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El libro de mayor venta del mundo... su lucha por vivir¡Despertad! 1980 | 22 de abril
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El libro de mayor venta del mundo... su lucha por vivir
DE CADA mil libros que se publican, solo unos cincuenta continúan en uso popular por lo menos por siete años. Debido a que la gente pronto pierde el interés, un libro “vive” una muy corta existencia.
¿Qué pensaría usted, entonces, de un libro que se ha continuado usando popularmente por más de 3.000 años? Añada a esto el hecho de que ha sobrevivido a la más fiera oposición que haya afrontado libro alguno en la historia del mundo. Tiranos, reyes, príncipes, sí, hasta imperios completos, se han esforzado por destruirlo. Sin embargo, ¡hoy día ha llegado a ser el libro de mayor venta del mundo!
A veces a los opositores les pareció que la destrucción de la Biblia era segura. Gobernantes poderosos emitieron decretos y prohibiciones que la condenaron al fuego, pero en vano anunciaron su fin. El libro sobrevivió. Su preservación a través de ola tras ola de ataque a través de los siglos ha sido llamada “un milagro de la historia.”
¡Imagínese! ¿No es un hecho muy extraño el que un libro tan antiguo como la Biblia, y al que se ha sometido a tal oposición, haya llegado a ser el mejor éxito de librería, el libro de mayor venta, de todos los tiempos? En ciertos respectos, los libros son como los seres humanos. Tienen un principio, quizás un aumento en popularidad, y generalmente envejecen y mueren. A menudo las bibliotecas son cementerios de millones de libros muertos.
Sin embargo, la Biblia, cuyos orígenes como escritura se remontan a 35 siglos, está muy viva y se puede leer en un 97 por ciento de los idiomas de la población terrestre. Tan asombrosa es su distribución que hasta antes de que se creara el término “libro de mayor venta” la Biblia era el libro más solicitado del mundo.
Se necesita más que la supervivencia del libro mismo
La Biblia alega que contiene las palabras de Dios, en el sentido de que sus escritos fueron inspirados directamente por el espíritu de Dios. (2 Tim. 3:16; 2 Ped. 1:20, 21) Dios dijo respecto a su palabra: “La hierba se seca, la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios permanece por siempre.” (Isa. 40:8, Biblia de Jerusalén) Pero su ‘permanecer por siempre’ significaría más que el que la palabra de Dios simplemente hubiera de existir en un libro por largo tiempo.
En realidad hoy existen “libros” que en forma escrita parecen ser más antiguos que la Biblia. Por ejemplo, existen tablas o tabletas de arcilla y otras obras de literatura de los antiguos babilonios y egipcios de las cuales se cree que fueron escritas siglos antes de que Moisés comenzara a compilar la Biblia en el año 1513 a. de la E.C. Pero estos documentos antiguos están escritos en lenguas muertas y consideran asuntos que son de poco interés a las masas de la gente de hoy día. En lo referente a valor práctico, esos “libros” están muertos.
Por el contrario, la Biblia dice que la Palabra de Dios continuaría “obrando en . . . los creyentes.” (1 Tes. 2:13) El poder de su mensaje influiría en la vida de los que la usaran. Al verter ese mismo versículo, la Santa Biblia (Ediciones Paulinas) dice de “la palabra de Dios” [o “el mensaje de Dios,” según la Versión Popular]: “Permanece vitalmente activa en vosotros, los creyentes.”
Un reto colosal
¿Podría Dios preservar “vitalmente activa” su palabra para siempre? Si así fuera, ello significaría vencer enormes obstáculos. Además de los impedimentos naturales, habría un ataque que finalmente casi destruiría a la Biblia como fuerza viva entre los creyentes.
Es absorbente considerar la manera en que la Biblia se sobrepuso a toda esta oposición. Por siglos los hombres han tratado de quemarla y enterrarla. Reyes y emperadores poderosos han levantado contra ella el poder de imperios enteros. Y sin embargo la Biblia permanece indestructible hasta este día.
Uno quizás se pregunte: ‘¿Por qué, precisamente, se ha hecho tal esfuerzo por conservarla y preservarla? ¿Será sencillamente para que la Biblia tenga buen efecto en mi vida? ¿Pudiera haber una razón mucho más poderosa y profunda?’ Sí, ¿por qué se hicieron intensos esfuerzos en el pasado, y todavía se siguen haciendo, para que toda persona pudiera tener la Biblia y leerla?
La información que sigue le suministrará una respuesta muy alegradora. También realzará genuinamente su propio aprecio del hecho de que la Biblia haya sido preservada hasta nuestro día.
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La Biblia sobrevive a obstáculos naturales¡Despertad! 1980 | 22 de abril
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La Biblia sobrevive a obstáculos naturales
LA IMPONENTE biblioteca de Alejandría, Egipto, era sin duda la más grande colección de libros que el mundo había visto hasta entonces. Hubo un tiempo en que en sus antiguos anaqueles hubo más de medio millón de documentos.
Casi 350 años después de haber sido construida aquella biblioteca en el tercer siglo a. de la E.C., el fuego devastó algunos de sus libros. Pronto lo que quedó de sus valiosos documentos fue saqueado y destruido. Estas “composiciones del genio antiguo,” según declaró el historiador Edward Gibbon, “perecieron irremediablemente.”
Sí, aquella enorme colección de libros, escritos en su mayoría en papiro (un material parecido al papel que se hacía de las fibras de la abundante planta egipcia del papiro), fue destruida por un obstáculo natural a la supervivencia de un libro... el fuego, junto con los robos cometidos por el hombre. Si los libros hubiesen sido tablas de piedra o arcilla, más bien que papiro perecedero, quizás habría sido mejor para ellos.
Sin embargo, es probable que partes de las Escrituras Griegas Cristianas se hayan escrito en este mismo material perecedero, el papiro, durante el primer siglo de la era común. El material que principalmente se usó al escribir la Biblia fue el pergamino o vitela (un material para escribir que se hacía de pieles de animales [2 Tim. 4:13]). Este también puede quemarse, y, con el tiempo, se pudre. ¡Cuán fácilmente pudieran haber perecido los ejemplares manuscritos originales de la Biblia sin que hubiese un duplicado que repusiera su mensaje de incalculable valor! Sin embargo, se hicieron y pusieron en circulación muchas copias, de modo que el mensaje no se perdió, a pesar de haber sido escrito sobre materiales perecederos.
Se confía a pequeñas minorías
Otro obstáculo natural a su supervivencia fue el hecho de que originalmente las Escrituras se confiaron a minorías a quienes se les tenía antipatía. El apóstol Pablo reconoció lo siguiente: “Dios confió su mensaje a los judíos.” (Rom. 3:2, Versión Popular) Dios usó a cierta cantidad de judíos durante un período de más de un milenio para registrar sus palabras, y la nación se esforzó vigorosamente por salvaguardar estos escritos sagrados.
Pero, ¡note esto! Cuando se comenzó a escribir la Biblia, a aquella nación se le describió como “el más pequeño de todos los pueblos.” Su pequeñez estaba en contraste con el poderío mayor de las naciones vecinas, como los hititas, amorreos y otros pueblos. Sin embargo, ¿qué le ha sucedido a la literatura de aquellos vecinos más fuertes? Está muerta. Los restos de ella están enterrados o desmoronándose en museos.—Deu. 7:1, 7.
Los escritores y protectores de las Escrituras Griegas Cristianas (“Nuevo Testamento”) también constituían un grupo pequeño e indefenso al que se odiaba intensamente. Personas de aquel tiempo dijeron acerca de aquella colectividad: “En todas partes se habla en contra de ella.”—Hech. 28:22.
Actualmente, miles de años después, los escritos de estas odiadas minorías han inundado todo el mundo. ¡Muy contrario a lo que hubieran de sugerir las circunstancias naturales! ¿No parecería indicar esto que una fuerza de orden mucho más elevado ha actuado como factor de protección?
Escrita en idiomas que la mayoría ha olvidado
¿Puede usted leer hebreo? Son pocas las personas que pueden. Sin embargo, la Biblia al principio se escribió en ese idioma. ¡Obviamente, si estuviera escrita hoy solamente en ese idioma, sería un libro muerto!
No obstante, durante el tiempo en que se usó aquella escritura, todos los que utilizaban la Biblia, al igual que muchas personas que vivían en los países circundantes, podían leer aquel estilo de escritura y entenderlo. Los adoradores del Dios verdadero entendieron la escritura hebrea antigua por siglos.
Entonces, en el crítico séptimo siglo antes de nuestra era común, cuando la capital judía de Jerusalén fue destruida, empezó una dispersión de los judíos a naciones de idiomas extraños. El griego llegó a ser el lenguaje internacional. Aunque un grupo pequeño de judíos que se establecieron de nuevo en Jerusalén lograron mantener el hebreo como lengua viva, pronto se les hizo imposible a muchos de los judíos que estaban “dispersados entre los griegos” leer la Biblia en hebreo.—Juan 7:35.
¿Cesaría de estar ‘vitalmente activo’ el mensaje de la Biblia en la vida de ellos? Además, ¿qué sucedería en cuanto a los millones de individuos de habla griega que no eran judíos? ¿Continuaría oculto a estas personas el conocimiento de la Palabra de Dios?
La primera traducción
Unos 300 años antes de la era común, aproximadamente un millón de judíos de habla griega vivían en Alejandría, Egipto, un centro cultural del mundo helénico. Por medio de sus esfuerzos y tal vez la cooperación del rey Tolomeo Filadelfo, por fin se hizo una traducción de la Biblia del hebreo al griego.
¡Qué bendición fue esto! Ahora los beneficios de la lectura de las Escrituras Hebreas no estaban limitados a unas cuantas personas, sino, como dijo Filón un filósofo judío del primer siglo: ‘La entera raza humana pudiera beneficiarse de tener acceso a nuestras sabias y excelentes leyes santas.’
Debido a que Alejandría tenía una larga historia de “producción de libros,” no pasó mucho tiempo antes de que se hicieran copias de las primeras copias de esta traducción, conocida como la “Versión de los Setenta,” y se enviaran a los judíos de habla griega de todo el mundo. Aquélla era realmente “la Biblia del pueblo.” Esto se debía a que estaba en la lengua del público en general y, como resultado de las técnicas de publicación de Alejandría, costaba poco, por lo cual muchos adoradores podían tener su propio ejemplar personal.
Los cristianos primitivos hacen que la Biblia viva
Se puede ver cómo se usaban las Escrituras Hebreas por lo que hizo el apóstol Pablo. “Razonó con ellos [los judíos de la sinagoga de Tesalónica] sacando sus argumentos de las Escrituras, explicando y probando por referencias que era necesario que el Cristo sufriese y se levantase de entre los muertos.” (Hech. 17:2-4) Para ‘probar por referencias,’ él señaló a diversos pasajes de las Escrituras Hebreas para establecer el fundamento verdadero del cristianismo.
El que los cristianos primitivos usaran la Biblia, incluso las entonces recientemente escritas Escrituras Griegas Cristianas, condujo a un desenvolvimiento que revolucionó completamente la industria del libro. Hasta aquel tiempo los libros se hacían en forma de rollos. Esto era excelente para la lectura sin prisa. Pero los cristianos estaban usando la Biblia en esfuerzos misionales, para ‘probar por referencias’ la base que tenía su religión. ¡Puede imaginarse usted lo raro que hubiese sido buscar una referencia tras otra en rollos que podían haber medido hasta 11 metros de largo!
Casi un siglo antes, los romanos habían experimentado con una nueva forma de libro de páginas gruesas de piel. Aquel voluminoso artificio nunca adquirió popularidad. Sin embargo, alguien usó esta idea, pero hizo las páginas de hojas delgadas de papiro. Este códice era ideal para buscar referencias con rapidez. Fue el precursor del diseño que siguen los libros de hoy. ¿Quién hizo este monumental descubrimiento? La publicación de autoridad reconocida Cambridge History of the Bible (Historia de la Biblia, según Cambridge), dice:
“Alguien concibió la idea de hacer un códice, no de pergamino, sino de papiro. No sabemos dónde ni quién ensayó esta idea por primera vez; pero sí sabemos que la nueva forma está enlazada directamente con los días más primitivos del cristianismo, y el inventor bien puede haber sido un cristiano.”
Así que, hoy, cuando usted abra un libro en vez de usar un rollo, puede pensar en la celosa actividad de predicar de los cristianos que adoptaron el códice como la forma para sus libros. De modo que para los primeros siglos de nuestra era común el mensaje que la Biblia contiene estaba muy vivo y ciertamente estaba “obrando” en el corazón de muchos adoradores. Pero aquel cuadro sereno no duraría por mucho tiempo, como veremos.
[Ilustración en la página 5]
La Biblia se escribió en material perecedero; aquí se ve el manuscrito bíblico de mayor antigüedad que exhibe el Museo Británico
[Ilustración en la página 6]
La traducción del hebreo al griego mantuvo viva a la Biblia para el hombre común
[Ilustración en la página 6]
El poner la Biblia en forma de códice facilitó a los cristianos celosos su tarea de instruir a otros
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La Biblia... víctima de ataque salvaje¡Despertad! 1980 | 22 de abril
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La Biblia... víctima de ataque salvaje
¿CÓMO se puede destruir un libro? De varias maneras. Para ilustrarlo, considere cómo se podría arruinar un vaso de agua pura. Uno podría (1) tomar una piedra y hacer añicos el vaso o (2) sencillamente añadir alguna suciedad u otra inmundicia al agua, y de ese modo cambiar el contenido del agua.
Un violento ataque por dos flancos, de naturaleza semejante al que se explica arriba, amenazó con dar un golpe mortal a la Biblia. No solo hubo ataques feroces contra el libro, sino que también se hicieron esfuerzos por alterar el contenido del libro, a fin de cambiar su mensaje. Si uno de esos dos esfuerzos hubiera tenido éxito, hubiera inutilizado el libro y probado que Dios no puede preservar su propia Palabra.
Pero, ¿por qué?
Quizás a usted le parezca muy extraño que haya habido una oposición tan intensa en contra de la Biblia. Puesto que ésta enseña una moralidad elevada y amor, ¿por qué debería alguien querer destruirla? Además, a menudo las personas que lanzaron los ataques más feroces contra la Biblia afirmaban que la apreciaban mucho. Es casi como si algún poder, más alto que la humanidad, hubiera estado manipulando los asuntos.
Eso es precisamente lo que la Biblia muestra. La Biblia identifica a una criatura inicua de la región de los espíritus como aquel que no repara en nada en su esfuerzo por impedir que la Palabra de Dios llegue a los corazones que muestran aprecio por esa Palabra. Sin duda este opositor de Dios, a saber, Satanás el Diablo, fue la mente que dirigió el entero proyecto de suprimir la Biblia.—2 Cor. 4:4.
Por supuesto, es posible que algunos lectores pongan reparos a tal conclusión. Pero, ¿qué otra cosa podría explicar la lucha en que se persistió por siglos para impedir que el hombre común usara la Biblia e hiciera de ella una fuerza viva en su vida, o para desanimarlo en cuanto a hacer estas cosas? Ningún otro libro de la historia ha sido sujeto a ataques tan prolongados y violentos.
Ataque brutal en el Imperio Romano
Aunque Roma había perseguido a los cristianos durante muchos años, la primera acometida contra los escritos sagrados de los cristianos vino en el año 303 E.C. En ese entonces el emperador Diocleciano decretó que se entregaran todos los libros cristianos para ser quemados. ¡Negarse a obedecer resultaría en muerte! Es un hecho lamentable que montones de preciados manuscritos bíblicos hayan sido quemados en las calles. Sin embargo, algunas personas, como Félix de Thiabara (África), rehusaron entregar las Escrituras. Él dijo: ‘Prefiero que me quemen a mí a que quemen las divinas Escrituras.’ Pagó con la vida.
Por casi más de una década se dio rienda suelta a este ataque violento contra la Biblia. Sin embargo, a pesar de haber usado todo su poderío en el empeño, el Imperio Romano no pudo destruir este libro. Se guardaron copias cuidadosamente hasta que la persecución cesó. Pero esto sencillamente fue una vista por anticipado de lo que habría de venir.
Un libro vivo entre los primeros cristianos
Los primeros cristianos mantuvieron la Biblia viva por medio de usarla extensamente en sus reuniones religiosas y en sus hogares. A ciertos judíos que más tarde llegaron a ser cristianos se les encomió por ‘examinar con cuidado las Escrituras diariamente.’ Hasta en el siglo segundo, Ireneo recomendó a todos los cristianos que ‘leyeran diligentemente las Escrituras.’ Y Clemente de Alejandría aconsejó a todos los cristianos que tuvieran “lecturas de las Escrituras antes de las comidas.”—Hech. 17:11; 1 Tim. 4:13; 2 Tim. 3:15.
Se exhortaba a todos a obtener sus propios ejemplares. Los cristianos más acaudalados hasta regalaban las Escrituras a otras personas, como hizo cierto Pánfilo, del cual Eusebio relata lo siguiente:
“Además, siempre estaba listo para distribuir a otras personas ejemplares de las Sagradas Escrituras no solo para que los leyeran, sino hasta para que se quedaran con ellos. No solo a hombres, sino hasta a las mujeres en las que hallaba interés en leerlas. Así, preparó muchos ejemplares a fin de poderlos obsequiar.”
No obstante, con el tiempo hubo un desenvolvimiento que afectó adversamente la influencia que la Biblia ejercía en la vida de las personas que afirmaban tener fe en ella.
La apostasía religiosa casi destruye la Biblia
El apóstol Pablo predijo un alejarse del cristianismo verdadero, una “apostasía,” y la formación de un “hombre de desafuero,” un grupo religioso que se exaltaría a sí mismo en gran manera. (2 Tes. 2:3, 4) Mostró que ese “hombre de desafuero” se desarrollaría de entre algunos ancianos o superintendentes (“obispos,” Valera) que ‘se levantarían y hablarían cosas torcidas para arrastrar a los discípulos tras sí.’—Hech. 20:28-30.
Conforme a la profecía, después de la muerte de los apóstoles fieles de Jesús se puso de manifiesto “la mala hierba,” los cristianos falsos, de imitación. (Mat. 13:24-30, 36-43) Algunos formaron grupos que se separaron, y torcieron el significado de las Escrituras. (2 Ped. 3:16) Esto llevó a lo que algunas personas pudieran considerar como una maniobra sin importancia, pero fue una que tuvo efectos desastrosos.
“Las Santas Escrituras por sí mismas, que nos inspiran la fe, que es precursora del conocimiento, de nada le sirven a uno a menos que las entienda correctamente,” dijo Agustín, un líder eclesiástico del siglo cuarto. Orígenes, en su obra De Principiis, dijo lo siguiente:
“Puesto que aún se conserva la enseñanza de la Iglesia, que ha sido transmitida en sucesión ordenada desde los apóstoles y permanece en las iglesias hasta el día actual, como verdad solo se debe aceptar aquello, que en ningún aspecto difiere de la tradición eclesiástica y apostólica.”
A fin de evitar las herejías o la enseñanza de supuesto error religioso, se colocó la “enseñanza de la Iglesia” y la “tradición eclesiástica y apostólica” en un mismo nivel con las Escrituras.
Al mismo tiempo, se dio énfasis a las ceremonias y los ritos de la iglesia. Se creyó que los miembros de ésta se beneficiarían más de éstos que de examinar las “cosas profundas de las Santas Escrituras,” lo cual los confundiría. A los magníficos edificios eclesiásticos, en cuyas paredes había escenas bíblicas esculpidas y en los cuales había imágenes de personajes bíblicos, se les consideraba los ‘libros de los ignorantes.’
Algunos líderes religiosos, como Crisóstomo del siglo cuarto, todavía continuaban abogando por lectura bíblica personal por parte de todos. ¡Pero ya no había remedio! La gente misma, en su mayor parte, ya no veía la importancia de leer y estudiar personalmente la Biblia. Algunos individuos arguyeron con Crisóstomo, y dijeron:
“No somos monjes. Tengo que prestar atención a asuntos públicos; tengo un oficio; debo cuidar de mi esposa e hijos y siervos; en pocas palabras, soy un hombre del mundo; no es asunto mío leer la Biblia; eso es asunto de la gente que ha renunciado al mundo y se ha dedicado a una vida solitaria en las cimas de las montañas.”
Así, gradualmente llegó a prevalecer la creencia de que la lectura y el estudio de la Biblia eran solo para el clero y para intelectuales de alta educación.
¿Una reliquia sagrada?
Con el transcurso del tiempo la Biblia se tradujo al latín, la lengua del hombre común. Las autoridades religiosas decidieron que se considerara el latín como lengua sagrada. La Biblia permanecería en latín. Pero más tarde fue ocurriendo gradualmente un cambio, y llegó el tiempo en que pocas personas sabían leer latín. A muchas personas, porque ya no estaban dispuestas a hacer el esfuerzo por entender la Biblia, se les hizo más fácil sencillamente reverenciar sus páginas. La Biblia llegó a usarse como amuleto mágico. Si alguien estaba a punto de participar en alguna empresa arriesgada importante, abría la Biblia e interpretaba el primer pasaje que saltaba a la vista como si éste fuera un mensaje divino para él. Se hicieron ejemplares de la Biblia magníficamente encuadernados, escritos en papel de pergamino muy lucido, con letras de plata y oro. Pero, lamentablemente, aquellos libros se convirtieron en obras para exhibición solamente, y apenas se leían. Sí, poco a poco la Biblia estaba convirtiéndose en una “reliquia sagrada” más bien que un libro vivo, lleno de significado.
Sin duda usted puede ver que la Biblia corría peligro. Hasta algunos de los sacerdotes o ministros ya no podían leer la Biblia en latín. Lo que sucedió a algunos escritos “sagrados” de la Roma antigua ilustra lo que podía suceder en el caso de la Biblia. The New Catholic Encyclopedia explica lo siguiente:
“Por siglos en la Roma pagana se preservaron ciertos textos sagrados antiguos, hasta cuando el sacerdote ya no los entendía.” (Las bastardillas son nuestras.)
Sí, nadie podía leerlos. Se les consideraba sagrados y se les tenía en alta estima... ¡pero estaban muertos! ¿Podría pasarle lo mismo a la Biblia?
Traducciones en las lenguas del hombre común
Aunque por muchos siglos la Iglesia Católica Romana hizo traducciones en las lenguas locales, éstas no se hacían para las masas. En cuanto a la actitud de las autoridades eclesiásticas durante la Edad Media, el libro The Lollard Bible (La Biblia de los lolardos) dice lo siguiente:
“Si aquella traducción era para algún rey o para algún personaje eminente, o si la hacía algún estudiante solitario, y permanecía como volumen reverenciado pero casi sin uso en alguna biblioteca real o monástica, no se objetaba a dicha traducción; pero si la traducción se usaba para popularizar el conocimiento del texto bíblico entre el pueblo lego [común], inmediatamente venía la prohibición de ésta.”
No se hizo una traducción de esta última índole sino hasta el siglo 12. Y cuando eso sucedió, ¡se armó la gran contienda!
Los valdenses de Francia
En los hermosos valles del sur de Francia vivía un grupo religioso al que se dio el nombre de valdenses. Se informa que poco antes de 1180 un miembro sobresaliente de ese grupo, Pedro Valdo, pagó a dos sacerdotes para que tradujeran porciones de la Biblia a la lengua vernácula. Los que leyeron aquellas porciones hicieron cambios verdaderos en su vida. Hasta uno de los enemigos más feroces del grupo reconoció que había un contraste sorprendente entre la conducta de ellos y la conducta de la gente en general. Dijo:
‘A los herejes [valdenses] se les conoce por sus modales y palabras; pues son ordenados y modestos en sus modales y comportamiento. En ellos no hay falsedad ni engaño. Son castos, ecuánimes, sobrios, y se abstienen de la ira.’
Imbuidos de celo a causa de su lectura personal de las Escrituras, iban de un lado a otro por la campiña francesa, en parejas, leyendo y enseñando a otras personas las Escrituras. Tan celosos eran, que se informa que uno “cruzó a nado un río por la noche y en invierno, a fin de llegar hasta [cierta persona] e impartirle enseñanza.” ¡Lo que se hallaba en la Biblia se había convertido en algo ‘vitalmente activo’ en ellos!
Llenos de entusiasmo, fueron a Roma, Italia, para conseguir la aprobación oficial del papa Alejandro III a fin de usar la Biblia para enseñar a otras personas. ¡El permiso les fue negado! Uno de los dignatarios religiosos presentes en este Tercer Concilio de Letrán, Walter Map, exclamó:
“Pues, ¿no sería el dar la Palabra a los indoctos como perlas ante cerdos?”
¡Imagínese! ¡Se consideraba que el hacer posible que la persona común leyera la Biblia en una lengua que pudiera entender era como ‘arrojar perlas a los puercos’!
El papa Inocencio III organizó una cruzada para “exterminar” a los herejes. Los informes de los que dirigieron aquella cruzada indican que centenares de hombres, mujeres y niños fueron cruelmente asesinados y que ejemplares de sus Biblias fueron quemados porque, como explicó entonces un juez religioso o inquisidor:
“Han traducido el Viejo Testamento y el Nuevo Testamento a la lengua vulgar [común], y de ese modo lo enseñan y aprenden. He oído y visto a cierto campesino ignorante que recitaba a Job, palabra por palabra; y a muchos que conocían perfectamente el entero Nuevo Testamento.”
Se propaga la Biblia en la lengua común
A sangre y fuego se obligó a los valdenses a huir a otros países. Al poco tiempo aparecieron traducciones de la Biblia que el hombre común podía leer en España, Italia, Alemania y otros países. Dondequiera que éstas aparecían, por lo general venían proscripciones y cruel persecución. En la página anterior se muestran varias prohibiciones oficiales de la Biblia. ¡A menudo el violar esas leyes religiosas y seglares significaba muerte en la hoguera!
En Inglaterra, para 1382, Juan Wiclef y sus asociados terminaron la primera Biblia completa en inglés. Pero muchas de las personas comunes no sabían leer. De modo que él organizó un grupo de hombres llamados lolardos, o lollardos, para que fueran a leer la Biblia a la gente.
Espantosa persecución
Aquellos “hombres de la Biblia,” como a veces se les llamaba, crearon una gran conmoción. Las autoridades religiosas de Inglaterra respondieron con una persecución increíble. En 1401 el Parlamento Inglés declaró que cualquier persona que poseyera la Biblia en la lengua común debería ser “quemada en un lugar alto ante la gente, para que tal castigo infunda temor en la mente de otros.”
¡Y ciertamente aquel método infundió ese temor! El propietario de una Biblia en inglés, por temor de que esto lo incriminara, declaró que “preferiría quemar sus libros a que sus libros lo quemaran a él.” Sin embargo, muchos no se desanimaron tan fácilmente de leer la Palabra de Dios. Centenares de aquellas personas fueron quemadas vivas por la única razón, como muestran los registros del tribunal, de “tener cierto librito de textos en inglés.” A menudo a aquellas personas se les quemó “con los libros de su enseñanza [las Escrituras] colgando de ellas.”
Aquella persecución rabió furiosamente de un país a otro. En algunos países se mató en masa a los residentes de aldeas enteras en las que las personas persistían en leer la Biblia en la lengua vernácula. Ningún hombre estaba a salvo de sus vecinos, sus empleados o hasta sus propios hijos, pues todos, bajo el temor de represalias severas, se sentían apremiados a informar acerca de cualquier persona a quien se viera leyendo la Biblia en su propia lengua. Huelga decir que, a fin de que no se les descubriera, muchas personas leían la Biblia a medianoche.
¿Qué habría hecho usted en tales circunstancias? ¿Habría atesorado el mensaje de la Biblia hasta el grado de arriesgar su vida para leerla?
Aun así, las Biblias en los idiomas locales eran destruidas más rápidamente de lo que se podían hacer, puesto que había que copiarlas a mano. Aquella ardua tarea también hacía que la Biblia fuera extremadamente costosa, y que de seguro estuviera más allá del alcance de toda persona excepto los acaudalados. Se informa que una Biblia alemana completa costaba 70 florines de oro. En aquel tiempo, por uno o dos florines se podía comprar una res cebada. ¡De modo que una Biblia costaba lo que una manada de reses! Según el historiador John Fox, algunas personas pobres hasta ‘daban un cargamento de heno por unos cuantos capítulos de Santiago o Pablo en inglés.’
Parecía que la Biblia moriría lentamente como fuerza viva entre la gente en general. Pero una invención cambió el cuadro.
Imprenta con caracteres móviles
Con la imprenta se pudo reproducir la Biblia a una velocidad mayor que la velocidad con la que las copias de ésta estaban siendo destruidas. Se informa que el primer libro que se imprimió fue la Biblia en latín. Pero pronto se comenzó a imprimir en la lengua común.
Debido a que entonces se pudo comenzar a producir la Biblia en grandes cantidades, el precio de un ejemplar se hizo tan barato que el hombre medio podía poseer su propio ejemplar. Martín Lutero y William Tyndale, que basaron sus traducciones en las lenguas originales, no simplemente en el latín, facilitaron la lectura de la Biblia. Tyndale usó palabras que hasta ‘el muchacho que conduce el arado’ podía entender. En vez de “caridad” usó “amor”; en vez de “iglesia,” “congregación”; en vez de “penitencia,” “arrepentimiento.” Esto contribuyó a que la Biblia cobrara vida para el ‘hombre de la calle.’
Sin embargo, la lucha en contra de aquellas Biblias estaba lejos de haber terminado. Por décadas después que la primera Biblia comenzó a producirse en la imprenta allá en 1456, se efectuó una verdadera guerra para destruir los ejemplares producidos en las lenguas vernáculas. El obispo de Londres quemaba las Biblias de Tyndale tan rápidamente como podía incautarse de ellas. ¡Tan empeñado estaba aquel clérigo en destruir todas las Biblias de Tyndale que se informa que pagaba para obtener ejemplares a fin de poderlos quemar! En una ocasión, por medio de un amigo, Tyndale le vendió algunos ejemplares defectuosos y usó el dinero para terminar su revisión. ¡Aquello resultó en que muchos más ejemplares de su versión entraran en Inglaterra!
Por años Tyndale fue perseguido como si fuera un animal. Por fin, fue traicionado y lo capturaron. Sus esfuerzos le costaron la vida, pues fue estrangulado y quemado en la hoguera.
Por qué se oponían a las traducciones
¿Se le hace difícil entender por qué muchos funcionarios religiosos se oponían a la traducción de la Biblia en la lengua del hombre común? No era que todos aquellos hombres se opusieran directamente a la Biblia. Algunos la tenían en gran estima. Equivocadamente, éstos temían que personas no autorizadas hicieran traducciones erróneas y que, por lo tanto, abusaran de la Palabra de Dios. El mantenerla en latín, una lengua estable y digna, era el modo en que protegían la Biblia de ser “profanada” por traducciones inexactas a las lenguas locales que estaban desarrollándose.
¿Por qué, pues, no produjeron una traducción “autorizada”? Con el tiempo lo hicieron. Se publicó una versión alemana por Emser alrededor de 1527, y el Nuevo Testamento de Rheims, en inglés, se publicó en 1582. La razón que se dio para la lentitud con la que se efectuó la obra la expresó el funcionario católico romano Geiler de Kaysersberg (Alemania), quien, para 1500, dijo lo siguiente:
“Es peligroso poner cuchillos en las manos de niños, para que ellos corten el pan por sí mismos, pues pudieran cortarse. Así también, la santa escritura, que contiene el pan de Dios, la deben leer y explicar solamente las personas que ya estén lo suficientemente adelantadas en conocimiento y experiencia, las cuales pueden presentar el significado indudable. Los inexpertos pueden causarse daño fácilmente por su lectura de la Biblia. . . . Por lo tanto, si usted desea leer la Biblia, tenga cuidado de no caer en el error.”
Pero, ¿era el temor de que el lector indocto ‘cayera en el error’ la única razón que había para no animar a la gente a leer la Biblia? No, pues Erasmo, un famoso docto católico, cándidamente ofreció otras razones, en las siguientes palabras:
“La mujer que se ocupa en leer los volúmenes sagrados desatiende sus deberes domésticos, . . . ¡y tal vez el soldado no esté tan dispuesto a ir a la batalla! ¡y eso sería un gran peligro! . . . En muchos pasajes de los libros sagrados se censuran los vicios de pastores y príncipes, y si la gente los leyera, murmuraría contra los que han sido colocados sobre ellos.”
Fuera cual fuera la razón, el efecto fue que la Biblia fue casi destruida como fuerza viva en la vida del hombre común. Si aquellas actitudes hubieran prevalecido, prescindiendo de lo bien intencionadas que hayan sido, la Biblia ciertamente hubiera llegado a ser una “reliquia sagrada.”
¡Qué agradecidos podemos estar de que por medio de los esfuerzos de algunos hombres sumamente devotos, así como por el uso de la imprenta, la Biblia se publicara en una lengua viva y estuviera disponible para el uso del hombre común! Y a un precio que la mayoría podía pagar. Sí, la Biblia resistió un ataque verdaderamente salvaje.
Pero, ¿qué hay en cuanto al segundo método de ataque... el de alterar su contenido? El añadir suciedad a un vaso de agua pura puede arruinar el agua. ¿Cómo le fue a la Biblia en contra de ese ataque sutil?
[Comentario en la página 8]
¿Qué explicación pudiera tener la lucha en que se persistió por siglos para impedir que la gente común tuviera la Biblia?
[Comentario en la página 13]
¿Qué habría hecho usted si, por leer la Biblia, se hubiera visto en peligro de perder la vida?
[Comentario en la página 13]
‘Los inexpertos pueden causarse daño fácilmente por su lectura de la Biblia,’ explicó un funcionario eclesiástico. Pero el docto Erasmo declaró cándidamente: “En muchos pasajes de los libros sagrados se censuran los vicios de pastores y príncipes, y si la gente los leyera, murmuraría contra los que han sido colocados sobre ellos.”
[Ilustración en la página 8]
El emperador romano decretó la incautación y quema de Biblias
[Ilustración en la página 9]
Se producían Biblias magníficas, costosas, pero se les trataba como si fuera “reliquias sagradas”
[Ilustración en la página 9]
Se llegó a pensar que la lectura de la Biblia era solo para el clero
[Ilustración en la página 12]
Hubo funcionarios que decretaron la quema de todo el que poseyera una Biblia en la lengua común
[Recuadro en la página 10]
SE PROHÍBE LA BIBLIA
‘Nadie poseerá libros del Antiguo o Nuevo Testamento en romance [la lengua común].’ . . . JAIME I, REY DE ARAGÓN (ESPAÑA), 1223 A.C.
“Los legos [la gente común] no tendrán libros de escritura, . . . además prohibimos que se permita a los legos tener libros del Antiguo o Nuevo Testamento.” . . . SÍNODO RELIGIOSO DE TOLOSA (FRANCIA), 1229 A.C.
‘Por lo cual, a todo arzobispo obispo y todo clérigo, y a todo duque, príncipe, etc., damos estricto mandato de ayudar a dichos inquisidores e incautarse de tales libros escritos en la lengua vulgar, que se hallen en manos de cualquier hombre. Y todos éstos han de ser quitados a toda persona, seglar y principalmente a los legos [la gente común] (y más especialmente, puesto que no es legal, según la ley canónica el que legos de cualquier sexo lean libro alguno de las Sagradas Escrituras escrito en la lengua vulgar).’ . . . EL REY CARLOS IV, EMPERADOR DE ALEMANIA, 1369 A.C.
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Amenazada la pureza del texto bíblico¡Despertad! 1980 | 22 de abril
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Amenazada la pureza del texto bíblico
“HE ESCRITO cartas a petición de los hermanos. Pero los apóstoles del Diablo las han llenado de cizaña, quitando muchas cosas y agregando otras. Para ellos está reservada la calamidad. Puesto que ciertas personas se han atrevido a alterar hasta los escritos sagrados del Señor, el que se hayan dirigido ataques a escritos menos importantes no debe causar sorpresa.” Así se lamentó Dionisio de Corinto, supuestamente un superintendente cristiano del segundo siglo, respecto a lo que se había hecho con sus propios escritos.
Sus palabras muestran que en su día algunos se habían “atrevido a alterar hasta los escritos sagrados,” las Sagradas Escrituras. De hecho, Tertuliano dice acerca de Marción, que vivió en aquel mismo período, que éste “francamente usó el cuchillo, no la pluma, puesto que extirpó de las Escrituras cuanto le parecía conveniente para su propio tema.” “Ha borrado todo lo que fuera contrario a su propia opinión.”
Tal vez al lector le sorprenda saber que se hayan hecho esfuerzos por meter la mano oficiosamente en el texto de la Biblia y manipularlo. ¿Podemos estar seguros de que con el tiempo tal entrometimiento no haya dado resultados y cambiado el significado del mensaje de la Biblia? Además, por siglos fue necesario copiar la Biblia a mano. ¿Podrían los errores de los copistas haber arruinado su pureza? La respuesta a estas preguntas nos ayudará a ver lo fácil que hubiese sido corromper irrevocablemente el mensaje vivo de la Biblia. No obstante, su pureza fue conservada, gracias a ciertas circunstancias sumamente excepcionales.
Ningún libro se ha copiado con tal cuidado
Siglos antes de nuestra era común, escribas devotos se ocupaban en copiar meticulosamente las Escrituras Hebreas. A éstos se les llamaba soferim, vocablo que evidentemente se deriva del verbo hebreo “contar.” ¿Por qué? ‘A estos doctos primitivos se les llamaba sofrim,’ según el Talmud, ‘porque contaban todas las letras de la Ley.’
Se contaban cuidadosamente las letras de cada nuevo manuscrito, y el número de éstas tenía que ser idéntico al número del original. ¡Qué cuidado! Considere el afán implicado en contar cada letra. Se informa que contaban 815.140 letras hebreas en las Escrituras. Se tomaba toda precaución para evitar la corrupción del texto.
Sin embargo, el que no ocurriera error alguno en la tarea de copiar hubiese requerido que Dios ejecutara un milagro cada vez que un escriba procediera a copiar. Eso simplemente no ocurrió. Se cometieron errores. ¿Fueron éstos de suficiente gravedad como para arruinar el significado de la Biblia? ¿O hay evidencia que muestre que, a pesar de miles de años de copiar y volver a copiar, el texto hebreo permanece casi igual? Por muchos años esas preguntas quedaron sin contestarse, porque los manuscritos hebreos de mayor antigüedad solo databan de alrededor de 900 E.C.
“¡Un hallazgo absolutamente increíble!”
Aproximadamente a principios de 1947, en una cueva pequeña que da al mar Muerto en Palestina, un muchacho de 15 años de edad se halló de pie en la semioscuridad de aquel lugar observando perplejo un montón de cuero envuelto en tela de lino. El bulto, que ciertamente no era agradable a la vista, estaba depositado en una vasija de barro de 60 centímetros de alto. ¡Qué desilusionante! El joven había esperado hallar tesoros escondidos en la jarra.
Sin embargo, este muchacho tenía en las manos lo que desde entonces se ha llamado “el mayor descubrimiento de manuscritos de tiempos modernos... ¡un hallazgo absolutamente increíble!” En los bultos había partes de la Biblia que se remontaban al segundo siglo a. de la E.C., una fecha 1.000 años anterior a la de las copias de mayor antigüedad disponibles hasta ese tiempo. ¿Qué revelaría una comparación con las copias más recientes? Millar Burrows, que trabajó por años con los rollos y analizó su contenido cuidadosamente, declaró lo siguiente:
“Muchas de las diferencias entre el rollo de Isaías de San Marcos y el texto masorético [los manuscritos de la Biblia del siglo noveno] pueden explicarse como errores cometidos al copiar. Aparte de éstos, el acuerdo con el texto que se halla en los manuscritos medievales es, en general, extraordinario. El que exista tal acuerdo en un manuscrito de tanta más antigüedad da testimonio tranquilizador en cuanto a la exactitud general del texto tradicional.
“Da motivo para maravillarse el hecho de que a través de unos mil años el texto haya sufrido tan poca alteración.”—The Dead Sea Scrolls [Los rollos del mar Muerto], págs. 109, 303, 304.
Un rollo contenía casi todo el libro de Isaías. De los 1.292 versículos de Isaías de la Biblia en inglés, los traductores de la Revised Standard Version solo ajustaron 13 debido al texto de este rollo. Esto no quiso decir que no había más variaciones, sino que la gran mayoría de las demás variaciones solo fueron cambios en deletreo y gramática. Recuerde que transcurrieron 1.000 años entre la escritura de estos rollos hebreos.
¿Qué hay de las Escrituras Griegas Cristianas?
La exactitud de la transmisión relacionada con las Escrituras Griegas Cristianas es especialmente una cuestión candente. Pues, como se mencionó en lo antedicho, hubo esfuerzos por alterarlas. Por muchos siglos las dudas en cuanto a la pureza del texto pendían sobre éste como una nube oscura, porque hasta el mismo siglo 17 las copias autoritativas más antiguas del “Nuevo Testamento” en su idioma original, el griego, solo se remontaban al siglo 10... más de 900 años después de haberse escrito los originales. Nadie podía probar que las alteraciones o la pluma de escribas descuidados no hubiera destruido el mensaje cristiano.
Una “perla” escondida en un monasterio aislado
En 1844 Konstantin von Tischendorf entró en la biblioteca de un monasterio al pie del monte Sinaí, en Palestina meridional, en busca de copias antiguas de la Biblia. Un cesto lleno de folios atrajo su vista. ¡Una mirada más de cerca lo dejó pasmado!
Eran páginas de una copia de la Biblia en griego, de mucha más antigüedad que cualquiera que él hubiera visto hasta entonces. Apenas pudiendo contenerse, preguntó acerca de las páginas. Se quedó pasmado de asombro. ¡Se usaban para prender fuegos! ¡Ya se habían quemado dos montones de ellas! Los monjes le dieron 43 páginas, pero rehusaron toda otra cooperación.
Von Tischendorf hizo un segundo viaje al monasterio... no logró nada. Un tercer viaje... de nuevo todo pareció en vano. Hizo arreglos para partir, considerando que su búsqueda había sido inútil. Tres días antes de su partida, estaba hablando con el mayordomo, o celador, del monasterio, quien lo invitó a su pequeña habitación. El mayordomo mencionó que había leído una copia vieja de la Biblia, y abruptamente bajó de donde lo guardaba un montón de hojas sueltas envueltas en un paño rojo.
Se puso a abrir el bulto y, ¡ah! saltó a la vista la “perla” que Tischendorf había estado buscando por 15 años. Aquel manuscrito de la Biblia, al que ahora se llama Códice Sinaítico, contenía todo el “Nuevo Testamento.” Se cree que este manuscrito se escribió alrededor de 350 E.C., lo cual lo hacía más de seis siglos más antiguo que los manuscritos de reconocida autoridad de entonces. ¿Reveló este manuscrito que el texto se hubiera alterado de algún modo?
Alteraciones descubiertas y corregidas
Desde el principio se hizo patente que el texto del hallazgo de Tischendorf era básicamente idéntico al que fue fundamento para las Biblias de hoy día. No obstante, reveló evidencia de que había habido alteraciones.
Un ejemplo de esto es el familiar relato de Juan 8:1-11 (Versión Valera) acerca de una mujer adúltera a quien sus acusadores estaban a punto de apedrear, y que informa que Jesús dijo: ‘El que esté sin pecado arroje la primera piedra.’ Ese relato no estaba en aquel manuscrito antiguo. Por eso, en muchas ediciones posteriores de la Biblia se ha eliminado ese relato o se ha puesto en corchetes con una nota al pie de la página en un esfuerzo por refinar el texto bíblico. También se descubrieron y suprimieron otras añadiduras.—Mat. 17:21; 18:11; Hech. 8:37.
Hubo unos casos más serios en los que se había alterado el texto para apoyar alguna enseñanza falsa, como, por ejemplo, 1 Timoteo 3:16. La Versión Valera declara: “Dios ha sido manifestado en carne,” en contraste con: “Aquel que fué manifestado en la carne.” (Versión Moderna) ¡Qué diferencia! ¿Cuál de estas dos lecturas es la correcta? Si la primera lo es, parecería que Jesús es Dios, contrario a los pasajes que dicen que es el Hijo de Dios.—Mar. 13:32.
En los manuscritos de más antigüedad las palabras para “Dios” y “aquel” se parecían (letras griegas—aquel) (letras griegas—Dios). Por lo general, los manuscritos de fecha reciente tenían letras griegas o su equivalente. Pero en el manuscrito que Tischendorf halló dice letras griegas, o “aquel,” refiriéndose a Jesús, no a Dios. Un escriba había cambiado el vocablo para que leyera “Dios.” El manuscrito alejandrino del siglo quinto hace que nos preguntemos si habrá sido un error inocente. A primera vista parecía que decía letras griegas, pero cuando se hizo un examen con un microscopio se descubrió que originalmente decía letras griegas, y que ‘una mano de tiempo muy posterior’ agregó las líneas para alterarlo. Versiones de fecha más reciente han refinado el texto para que diga correctamente: “Aquel que [o: el cual] fue manifestado en la carne.” (Vea la lectura interlineal palabra por palabra, Interlinear Greek English New Testament, Nestle; también Emphatic Diaglott.)
También se halló un ejemplo manifiesto de alteración en 1 Juan 5:7, versículo al cual se agregó la frase: “en el cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y estos tres son uno.” (Versión Valera) Esas palabras no solo no aparecían en el Sinaítico, sino que tampoco podían hallarse en ningún manuscrito griego de origen anterior al siglo 16. ¡La evidencia indica que para 1520 un manuscrito, que actualmente está en el Colegio de la Trinidad, Dublín, fue escrito a propósito para introducir ese versículo espurio! Básicamente, en todas las versiones modernas se ha omitido esa alteración patente.
Una multitud de testigos
Manuscritos de aún más antigüedad que aquellos a los que se había puesto la fecha del siglo cuarto se hallarían después. En Egipto se descubrieron copias de la Biblia escritas en papiro, ¡algunas hasta envueltas alrededor de momias! Estas copias fueron restauradas con sumo cuidado, y databan del tercer siglo E.C. ¡Un pequeño fragmento del libro de Juan se remontaba hasta 125 E.C.! ¿Qué se descubrió al comparar estos hallazgos con los manuscritos del siglo cuarto, y, por lo tanto, con nuestras Biblias de hoy? No hay exactitud de letra por letra, pero el mensaje es el mismo. Cualquier alteración se descubre fácilmente. El mensaje resuena con claridad.
Puesto que hay más de 5.000 manuscritos griegos, esto suministra amplia oportunidad para virtualmente reconstruir el texto original. Frederic Kenyon, que ha pasado casi la vida entera estudiando estos antiguos manuscritos, llegó a esta conclusión:
“Ciertamente es una prueba impresionante de la solidez esencial de la tradición de que en el caso de todos estos miles de copias, que han tenido su origen en tantos diferentes lugares de la Tierra y en medio de condiciones de tanta diversidad, las variaciones del texto sean tan enteramente cuestiones de detalles, no de sustancia esencial.
“Y es tranquilizador descubrir al fin que el resultado general de todos estos hallazgos y de todo este estudio ha sido el de fortalecer la prueba de la autenticidad de las Escrituras, y nuestra convicción de que tenemos en las manos, en integridad sustancial, la verdadera Palabra de Dios.”—The Story of the Bible, págs. 136, 144.
¡La Biblia triunfa en dos sentidos! Sobrevive como libro y con un texto puro. No obstante, ¿parece razonable que su supervivencia con un texto refinado haya acontecido simplemente por accidente? ¿Acaso se debe a mera casualidad el que un libro cuya escritura se completó hace casi dos milenios, y que sufrió intensos asaltos, todavía exista junto con miles de copias antiguas, algunas de las cuales posiblemente se remonten hasta dentro de 25 años de los originales? ¿No es esto evidencia abundante del poder que tiene Aquel de quien se dice: “La palabra de nuestro Dios permanece por siempre”?—Isa. 40:8, Nueva Biblia Española.
Pero en nuestro relato acerca de la lucha de la Biblia por vivir, queda un capítulo final. ¿Cómo fue posible que este libro, que “nació” en el Oriente, se distribuyera en lenguas vivas hasta las partes más lejanas de la Tierra? Además, ¿por qué razón de suma importancia se ha encargado Dios de que su Palabra esté al alcance de la gente de todas partes?
[Ilustración en la página 15]
Rollos muy antiguos del mar Muerto han confirmado la exactitud básica de textos que se usan para traducir la Biblia
[Ilustración en la página 16]
En los casos en que los copistas habían alterado el texto, esto quedó expuesto por descubrimientos hechos por hombres como Tischendorf, quien halló el manuscrito Sinaítico en el monasterio de Santa Catalina
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Un libro vivo llega a los extremos de la Tierra¡Despertad! 1980 | 22 de abril
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Un libro vivo llega a los extremos de la Tierra
HABÍA conquistado a Europa y no temía a nadie. No había fuerzas opositoras que le parecieran invencibles. Sin embargo, después de considerar la historia de la Biblia, Napoleón reconoció lo siguiente: “La Biblia no es un simple libro, sino una Criatura Viva, que tiene un poder que vence a todos los que se le oponen.”
De hecho, ¡es un libro que ha resultado indestructible! Y su vigorosa influencia no se limita al país de su origen. Aunque nació en el Oriente Medio, la Biblia ha avanzado de un país a otro. Ha “aprendido a hablar” en cientos de idiomas y ha llegado al mismísimo corazón de la humanidad. Sin embargo, no fue sin enfrentarse a serios problemas que se efectuó este avanzar a países cuyos idiomas no eran muy familiares.
Se publica en los idiomas del mundo
En el intervalo entre el final del siglo 15 y el 19 la cantidad de idiomas que la Biblia “hablaba” aumentó de 30 a más de 450. No fue una tarea sencilla lograr aquello, pues con frecuencia los traductores tuvieron que vérselas con idiomas que no estaban en forma escrita o con algunos cuya estructura era completamente extraña, como explica Adoniram Judson, el traductor de la Biblia birmana:
‘Cuando hallamos que toda letra y palabra carece por completo de semejanza alguna con cuanto idioma hemos conocido antes, y que esas palabras no están separadas claramente, sino que se siguen unas a otras formando una línea ininterrumpida, y una oración o párrafo luce como una sola palabra larga; cuando no tenemos diccionario ni intérprete para explicarnos una sola palabra y necesitamos captar algo del idioma antes de que podamos valernos de la ayuda de un maestro nativo... ¡eso es trabajar!’
Sin embargo hubo otros obstáculos más graves.
La Biblia en chino
En 1807, cuando Robert Morrison comenzó a traducir en secreto la Biblia en Cantón, China, tuvo que habérselas con una ley china que decía: ‘De ahora en adelante se ejecutará a los europeos que impriman libros en secreto y propaguen su religión.’
En un almacén abandonado, y en constante temor de que lo descubrieran, Morrison terminó el libro de Hechos. Imprimió ejemplares de éste que distribuyó libremente, con cubiertas falsas, a los vendedores de libros. Para ocultar los clisés de madera hechos a mano, los enterró, ¡y más tarde halló que las termitas los habían destruido por completo! Pero esto no lo llevó a desistir de su meta, y con el tiempo completó la traducción de toda la Biblia.
Sin embargo, Morrison hizo su traducción en el lenguaje literario, y aquélla no era la lengua de la mayoría de los chinos, así que Isaac Schereschewsky comenzó a preparar una versión en el dialecto común. Apenas había comenzado cuando quedó totalmente inválido debido a una enfermedad de la médula espinal. ¡Tan solo podía usar un dedo! Sin embargo, continuó con la traducción. Con su único dedo bueno mecanografiaba mientras sus ayudantes pasaban las palabras a caracteres chinos. Durante siete años, según el libro Chinese Versions of the Bible (Versiones chinas de la Biblia), ‘literalmente tuvo un solo objetivo... hacer que la Palabra de Dios fuera comprensible a los chinos. Se afanó día tras día, sin reposo o interrupción.’ ¡Finalmente “la Biblia de Un Solo Dedo,” como se le llamó, puso la Palabra de Dios en la lengua hablada por el mayor número de personas en el mundo!
Hoy día, gracias a los esfuerzos y determinación de traductores de esa índole, diferentes partes de la Biblia están disponibles en 1.660 idiomas. Actualmente hay una sociedad bíblica que distribuye por sí sola más de 200 millones de ejemplares cada año.
¿Está menguando su poder?
Pero, ¿asegura su gran distribución que la Biblia sea una influencia viva? A una jovencita se le preguntó si sabía de algo que estuviera en la Biblia. Su trágica respuesta fue: “¡Sí, hay una cola de ardilla aplastada, una rosa de la tumba de tía Molly, un mechón de pelo de mi abuelo, un recibo del seguro y el emblema masónico de papá!” Muchas personas están en la misma situación que esa joven.
Puede ser que usted posea una Biblia. Pero, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que usted leyó algunas de sus páginas? ¿Cuán familiarizado está con su contenido? Un ministro bautista comentó: “Mucha gente conoce la Biblia del modo en que sabemos de Jorge Washington, Sócrates, Napoleón, y otros... desde un punto de vista histórico. Estos están muertos en lo que respecta a que los conozcamos personalmente. Igualmente muerta está la Biblia en el pensamiento de muchas personas hoy día.”
La creciente influencia de la televisión y la radio, junto con una vida cada vez más llena de ocupaciones, ha hecho que la gente esté cada vez menos inclinada a leer libros. Además, muchos dudan de que el contenido de un libro de varios milenios de antigüedad pueda ayudarles a hacer frente a las tensiones emocionales y las presiones de hoy día. Sin embargo, no toda la gente piensa de ese modo.
La Biblia... una fuerza viva para millones de personas
Tenemos el caso de una brasileña que anteriormente era ramera y dirigía su propio burdel; un hombre que había sido un asesino endurecido y se hallaba en una prisión en Guatemala; un exmiembro de una pandilla de rateros de tiendas de Irlanda que diariamente “ganaba” £100 (alrededor de 200 dólares); un ama de casa norteamericana que debido a problemas matrimoniales había intentado suicidarse dos veces y había sufrido un colapso nervioso; y un exborracho de Guyana que era jugador inveterado y “se deleitaba en golpear a las mujeres.” ¿Qué tienen en común todas estas personas?
Todas ellas cambiaron de conducta para armonizar su modo de proceder con los principios de moralidad y honradez que se encuentran en la Biblia. La lista de ejemplos podría ampliarse mucho más, pues cada año, con la ayuda de la Biblia, miles de personas —tanto mayores como jóvenes— han hallado la fortaleza que se necesita para hacer frente a las presiones del mundo de hoy día. Sus vidas han llegado a niveles de dignidad personal, felicidad y satisfacción que jamás se habrían imaginado antes.
¿Cómo lo lograron? ¿Sucedió que sencillamente tomaron una Biblia, comenzaron a leerla, e hicieron transformaciones de esa índole? ¡Difícilmente! Como dijo uno de ellos: “¡Siempre he deseado entender la Biblia, pero es difícil!” En todos los casos recibieron ayuda personal, de modo muy parecido a como sucedió en el caso del oficial de la corte etíope mencionado en el capítulo 8 de Hechos. Mientras éste leía las Escrituras, se le acercó Felipe, uno de los primeros cristianos, y le preguntó: “¿Entiendes lo que estás leyendo?” Su humilde respuesta fue: “¿Cómo voy a entenderlo si nadie me lo explica?” Felipe le ayudó gratuitamente.—Hech. 8:30, 31, Nueva Biblia Española.
El estar presentes en reuniones que se habían preparado con el fin de facilitar el estudio de la Biblia en grupo también ayudó a estas personas a moldear su vida. Estas reuniones son semejantes a las de los cristianos del primer siglo. En ellas se efectúa abundante lectura de la Biblia. Además, hay maestros capacitados que sirven como lo hicieron los ‘profetas y maestros’ del primer siglo. (Efe. 4:11-14) Acerca de éstos, The Interpreter’s Dictionary of the Bible dice: “Los profetas y maestros dan explicaciones a los creyentes, y aplican a la vida y las circunstancias de éstos el mensaje de salvación que les habían llevado los apóstoles.”
¿Han notado otras personas los efectos de esa clase de estudio bíblico? En los casos antes mencionados, todos se hicieron testigos de Jehová. Respecto a los Testigos, The New Catholic Encyclopedia menciona que tienen la “reputación actual de ser uno de los grupos de mejor comportamiento del mundo,” que tienen “celo incansable” al predicar, y que su “moralidad conyugal [matrimonial] y sexual es bastante rígida.”
El siguiente informe viene de África:
“Según los informes generales, las zonas donde más testigos de Jehová hay entre los africanos están ahora más libres de disturbios que las zonas comunes. Ciertamente han estado activos contra los agitadores, la hechicería, la borrachera y la violencia de toda clase. Se recomienda el estudio cuidadoso de la Biblia.”—The Northern News (Zimbabwe Rhodesia).
Naturalmente, la conducta de ellos no es perfecta, pero en sentido general ciertamente es sorprendente. ¡El que exista una hermandad internacional tan grande como la de ellos, pues consta de más de dos millones de personas que aplican el consejo bíblico, demuestra claramente que hoy, como nunca antes, el mensaje de la Biblia está ‘vitalmente activo,’ funcionando en los creyentes!—Isa. 2:2-4.
¿Es la Biblia una fuerza viva en su propia vida?
Sin duda usted quiere disfrutar de una vida feliz y tener éxito. ¿Qué persona en sus cabales no desea eso? Note esta recomendación:
“Este libro de la ley no debe apartarse de tu boca, y día y noche tienes que leer en él en tono bajo, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él; pues entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente.”—Jos. 1:8.
Sí, la clave de una vida de éxito no radica sencillamente en poseer la Biblia, sino en leerla y observar cuidadosamente sus instrucciones. Aunque la mayor parte de la Biblia se entiende claramente, algunas partes son “difíciles de entender.” (2 Ped. 3:16) Esas porciones difíciles ayudan a revelar los motivos de uno. (Heb. 4:12) Si en lo profundo de su interior uno es indiferente en cuanto a aprender la voluntad de Dios y efectuarla, puede referirse a los pasajes difíciles como una “razón” para no leer gran parte de la Biblia.—Compare con Mateo 13:10-16.
Tenemos que enfrentarnos al hecho de que el hacer que la Biblia llegue a ser una fuerza viva en nuestra vida requiere verdadero esfuerzo. Proverbios 2:1-5 muestra que para hallar el “conocimiento de Dios” tenemos que ‘clamar por el entendimiento y buscarlo como a la plata y como a tesoros escondidos.’ Los “tesoros escondidos” no están al descubierto de modo que se puedan tomar fácilmente. Hay que cavar. Mientras han estado cavando en busca del tesoro, algunos han sacrificado el alimento y el sueño. ¡Ah, pero cuando se halla el tesoro, los sacrificios han valido la pena!
Por lo tanto, para obtener beneficios de la lectura de la Biblia también se necesita tiempo, concentración y meditación. Con frecuencia una traducción que esté en lenguaje moderno puede ser útil. Muchas personas se han puesto como meta leer toda la Biblia cada año. Eso se puede lograr al leer tres capítulos cada día.
Nunca olvide lo que algunas personas hicieron en el pasado sencillamente para tener una Biblia que pudieran leer con entendimiento. A fin de lograrlo estuvieron dispuestas a enfrentarse a la muerte en la hoguera. Recuerde que algunos hombres, a riesgo de su vida, tradujeron la Biblia para que el hombre común pudiera leerla. Esos ejemplos ciertamente deben impulsarnos a mostrar nuestro aprecio por ese precioso libro por medio de leerlo cuidadosamente.
Un libro que ofrece esperanza de vida eterna
Vayamos ahora a esa pregunta que todavía está sin contestar: ¿Por qué se ha encargado Dios de que la Biblia se preservara y se hiciera disponible de modo que se pueda entender en todas partes de la Tierra? Porque ésta nos permite llegar a conocer a nuestro Creador y contiene Su promesa de vida eterna. Él desea que toda persona obtenga esas bendiciones. En Tito 1:2 la Biblia hace referencia a “una esperanza de la vida eterna que Dios, que no puede mentir, prometió antes de tiempos de larga duración.”
¿En medio de qué condiciones habrá vida eterna? La Biblia habla de ‘nuevos cielos y una nueva tierra donde la justicia habrá de morar.’ Cuando la justicia reine, las palabras de Dios estarán funcionando en el corazón de toda persona y las personas tratarán amorosamente unas con otras. Dios bendecirá a las personas con salud perfecta y se encargará de que no carezcan de nada. ¡Qué mundo será ése! ¿No nos sentimos profundamente agradecidos de que Dios se haya encargado de que su promesa se preservara por medio de su Palabra hasta nuestro día?—Sal. 37:10, 11; 85:10-12; 2 Ped. 3:13; Rev. 21:3-5.
Dios desea que usted aprenda acerca de esta esperanza y disfrute de ella. Esta se ofrece a todos los que están dispuestos a hacer de la Biblia una fuerza viva en su vida ahora mismo. ¿Por qué no permitir que ésta llegue a ser precisamente eso en la vida de usted? Los testigos de Jehová se complacerán en ayudarle.
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