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Ciro, hombre de papel proféticoLa Atalaya 1977 | 15 de marzo
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los ha dado Jehová el Dios de los cielos, y él mismo me ha comisionado para que le edifique una casa en Jerusalén, que está en Judá. Cualquiera que haya entre ustedes de todo su pueblo, esté Jehová su Dios con él. Así, pues, que suba.’”—2 Cró. 36:23.
El hecho de que tal decreto habría estado en armonía con las normas de este gobernante lo confirma la inscripción que se halló en el Cilindro de Ciro. Allí él dice, según se le cita: “Devolví a las ciudades sagradas [ciertas ciudades ya mencionadas por él] al otro lado del Tigris, los santuarios de las cuales han sido ruinas por mucho tiempo, las imágenes (que solían) vivir allí y establecí para ellas santuarios permanentes. Reuní (también) a todos sus (antiguos) habitantes y (les) devolví sus lugares de habitación.”—Ancient Near Eastern Texts por James B. Pritchard, 1955, pág. 316.
El historiador judío Josefo, del primer siglo, acredita a Ciro haber expedido el decreto porque se le llamó a su atención la profecía de Isaías. Escribe:
“En el primer año del reinado de Ciro —éste fue el año septuagésimo desde cuando nuestro pueblo fue destinado a emigrar de su propia tierra a Babilonia— Dios se apiadó de la condición de cautiverio y la desdicha de aquellos infelices y, como Él les había predicho por medio del profeta Jeremías antes de que su ciudad fuera demolida, que, después que hubieran servido a Nabucodonosor y sus descendientes y aguantado esta esclavitud por setenta años, Él nuevamente los restauraría a la tierra de sus padres y ellos habían de edificar el templo y disfrutar de su antigua prosperidad, así Él se lo concedió. Pues agitó el espíritu de Ciro e hizo que escribiera a toda Asia: ‘Así dice el rey Ciro. Puesto que el Dios Altísimo me ha nombrado rey del mundo habitable, estoy persuadido de que Él es el dios a quien la nación israelita adora, pues Él predijo mi nombre por medio de los profetas y que yo edificara Su templo en Jerusalén en la tierra de Judea.’
“Estas cosas las supo Ciro porque leyó el libro de profecía que Isaías había dejado doscientos diez años antes. Pues este profeta había dicho que Dios le había dicho en secreto: ‘Es mi voluntad que Ciro, a quien nombraré rey de muchas naciones grandes, envíe mi pueblo a su propia tierra y edifique mi templo.’ Isaías profetizó estas cosas ciento cuarenta años antes de que el templo fuera demolido. Y por eso, cuando Ciro las leyó, se maravilló del poder divino y un fuerte deseo y ambición de hacer lo que se había escrito se apoderó de él; y, convocando a los más distinguidos de los judíos que estaban en Babilonia, les dijo que les daba permiso para viajar a su tierra natal y reedificar tanto la ciudad de Jerusalén como el templo de Dios, pues Dios, dijo él, sería el aliado de ellos y él mismo escribiría a sus propios gobernadores y sátrapas que estaban en el vecindario del país de ellos para que les dieran contribuciones de oro y plata para la construcción del templo y, además, animales para los sacrificios.”—Antiquities of the Jews, Libro XI, cap. 1, párrs. 1, 2, traducido por Ralph Marcus.
Comentando sobre esta declaración de Josefo, The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible (tomo uno, pág. 1055) dice: “Hay toda razón para aceptar el testimonio de Josefo en este punto.” Sin embargo, hay muchos críticos que no están de acuerdo con eso. Simplemente no pueden aceptar que la profecía acerca de Ciro pudiera haberse escrito antes de la caída de Babilonia en 539 a. de la E.C. Sostienen que los Isa. capítulos 40 a 66 de Isaías fueron escritos por otra persona que vivió después que estas cosas habían sucedido. Lo que ellos alegan es una negación de que Jehová Dios pueda revelar asuntos a sus siervos mucho antes de que acontezcan y de que él pueda hacer que su palabra se cumpla.
LA PROFECÍA DE ISAÍAS AUTÉNTICA
El punto de vista de que estas cosas no pudieron haber sido escritas por Isaías es contrario a toda la evidencia que ha existido desde el primer siglo, si es que no desde el segundo siglo, a. de la E.C. en adelante. El Rollo del Mar Muerto de Isaías, del cual se cree que data del primer siglo a. de la E.C. o del segundo siglo a. de la E.C., no muestra que la profecía esté dividida. Lo que hoy se llama el Isa. capítulo 40 cuarenta de Isaías comienza en la última línea de la columna en la cual termina el Isa. capítulo 39 en ese rollo. Escritores bíblicos inspirados del primer siglo E.C. atribuyeron a Isaías material de esta última parte, así como de la primera parte, del libro que lleva su nombre. (Isa. 42:1-4; 53:1; Mat. 12:17-21; Rom. 10:16) De ese modo atribuyeron toda la profecía a un solo escritor, Isaías.
Prescindiendo de las fechas que los críticos traten de asignar a partes de Isaías, no pueden negar que contiene profecías que se cumplieron mucho después de haber sido puestas por escrito. Por ejemplo, hay la profecía que declara que Babilonia llegaría a estar tan desolada como Sodoma y Gomorra, un lugar que jamás sería habitado y donde ni siquiera los pastores llevarían a pacer sus rebaños. (Isa. 13:19, 20) Cuando el Rollo del Mar Muerto estaba siendo copiado de un manuscrito anterior, Babilonia todavía existía, y aparte de la profecía bíblica, no había indicación alguna de que la ciudad llegaría a ser un yermo desolado. Pero hoy las ruinas en desmoronamiento de la Babilonia antigua dan testimonio de que la profecía se ha cumplido con exactitud.
Por lo tanto, queda demostrado que las teorías de los hombres que quisieran negar que Ciro haya cumplido o desempeñado un papel profético son infundadas. En realidad se puede confiar en la Palabra de profecía de Dios. Esto debería movernos a querer investigar esa Palabra, y asegurarnos de que tanto conozcamos lo que dice como estemos viviendo en armonía con ello.
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El libro de Santiago... exhortación al cristianismo prácticoLa Atalaya 1977 | 15 de marzo
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El libro de Santiago... exhortación al cristianismo práctico
EL CRISTIANISMO verdadero es práctico. No se trata simplemente de creer o alegar que se es cristiano. Se trata de HACER la voluntad de Dios en imitación de Jesucristo. Cristo enfatizó este hecho tanto por ilustración como por sus palabras claras: “¿Por qué, pues, me llaman ‘¡Señor! ¡Señor!’ pero no hacen las cosas que digo?” Se pudiera decir que el hacer realmente la voluntad de Dios es el tema del libro de Santiago, pues en él se recalca la importancia de las obras y la conducta cristianas.—Luc. 6:46-49.
¿Quién fue este Santiago? Ciertamente no fue el apóstol Santiago, hijo de Zebedeo, pues ese Santiago fue martirizado bastante pronto. (Hech. 12:2) Las circunstancias que describe Santiago sugieren una fecha muy posterior.
Jesús tuvo un medio hermano llamado Santiago que, junto con sus hermanos, se hizo creyente después de la muerte y resurrección de Jesús. (Hech. 1:14) Después de Su resurrección, Jesús se le apareció especialmente a este medio hermano Santiago. (1 Cor. 15:7) No hay duda de que éste también es el Santiago que era una de las “columnas” preeminentes en la congregación cristiana primitiva. (Hech. 12:17; 15:13; 21:18; Gál. 1:19; 2:9, 12) Pero si este Santiago era medio hermano de Jesús, ¿por qué no lo dice en su carta? Sin duda por modestia. ¿No
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