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Beneficiándose de la historia¡Despertad! 1974 | 22 de julio
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descriptivo y evidencia circunstancial pueden ser correctos y muy valiosos.
En vez de echar toda la historia a un lado como inútil, uno tiene que desarrollar esa importante cualidad... discernimiento.
Discerniendo historia provechosa
Por necesidad, la mayor parte de los lectores modernos tienen que apoyarse en lo que otros han aprendido de la lectura de antiguas fuentes históricas. La persona corriente no tiene tiempo para desenterrar todas las fuentes y compararlas una contra la otra, para determinar la verdad del asunto. Aún así, ella se quiere beneficiar de la historia. Por lo tanto, al leer obras históricas, el individuo discernidor tendrá en mente preguntas como éstas:
¿Cómo usa el escritor los hechos (los cuales pueden ser correctos)? ¿Tiene él algún ‘fin interesado’? ¿Se le pide que crea algo que uno sabe por su propio sentido de justicia que es incorrecto? O, ¿se le dice que acepte como veraces asuntos que uno sabe por experiencia propia que van contra la naturaleza humana? ¿Usa el escritor el pasado de algún modo para glorificar un sistema religioso o político o algún modo de vivir que ya se ha demostrado completamente incapaz de hacer frente a los problemas a los que se enfrenta la humanidad? ¿Hay un esfuerzo de glorificar a una nación o raza indebidamente o rebajar a otra? Si es así, el que tiene discernimiento sabe que definidamente se necesita precaución al leer esas historias.
Sin embargo, hay una fuente de historia antigua a la cual uno se puede dirigir con plena confianza.
La Biblia como historia
Esa historia honrada se halla en la Biblia. Cuanto más intensamente una persona temerosa de Dios estudia la historia más aprecia el valor de las narraciones históricas de la Biblia. Es la historia coherente más antigua a la que el hombre tiene acceso. El historiador H. E. Barnes reconoce: “El honor de haber sido los primeros en producir una verdadera narración histórica de extensión considerable . . . debe asignarse a los hebreos de la antigua Palestina,” los cuales fueron usados para compilar la Biblia.
Pero, algunos preguntan, ¿cómo puede decirse que la historia bíblica es tan sobresaliente? ¿No glorifica a una nación, Israel? ¿No nos pide que creamos lo increíble, aun lo milagroso?
Es cierto que mucho de la Biblia está relacionado con la historia de Israel. Pero, ¿quién puede negar que la presentación que la Biblia da de Israel es honrada? Se reconocen francamente las características malas de Israel, no solo las buenas. Se usa a la nación y a su pueblo para ilustrar las penalidades que sobrevienen a cualquiera que rehúsa vivir según las normas elevadas de Dios. La historia de la Biblia muestra como Dios castigó severamente a Israel, y que con el tiempo desechó completamente a la nación como su pueblo del pacto especial.
No, la historia bíblica no glorifica a ninguna nación o raza terrestre. Más bien, declara llanamente: “En toda nación el que le teme [a Dios] y obra justicia le es acepto.”—Hech. 10:35.
Es verdad, también, que en su historia hay elementos milagrosos. Pero antes de desecharla por esa razón, tenemos que recordar que los marcos en los cuales se hallan estos milagros son definitivamente históricos y creíbles. ¿De qué modo? En que se declara el tiempo y lugar.
Esto se puede ilustrar con el relato histórico de la Biblia acerca de cuando se abrió el mar Rojo para permitir que la nación de Israel saliera de Egipto. Algunas personas hallan este relato, escrito por un testigo presencial, Moisés, difícil de aceptar. Frecuentemente las personas que lo rechazan en realidad nunca han leído el relato atentamente por sí mismas.
Pero el que considera cuidadosamente este material (que se halla en Éxodo capítulos 12-15 hasta el 15) observa que se registran los nombres de las personas y los lugares.—Compare con Números 33:1-8.
El tiempo cuando la permanencia de Israel en Egipto estaba llegando a su fin también se declara: “La morada de los hijos de Israel, que habían morado en Egipto, fue de cuatrocientos treinta años. Y aconteció al cabo de los cuatrocientos treinta años, sí, aconteció en este mismo día que todos los ejércitos de Jehová salieron de la tierra de Egipto.”—Éxo. 12:40, 41; compare con 1 Reyes 6:1.
Así es que, en la historia de la Biblia se incluye un marco plausible de tiempo y lugar para el incidente del mar Rojo. ¿Qué más podía cualquier historiador, prescindiendo del tiempo y lugar en que viva, posiblemente proveer en su relato para probar que él había escrito lo que realmente vio? Nada. ¿Hay base alguna, entonces, para descartar este relato bíblico como no histórico? ¡Por supuesto que no!
Los relatos históricos de la Biblia son confiables. Como ninguna otra historia, enfatizan correctamente la seguridad de la Palabra profética de Dios, la superioridad de sus leyes morales y su continuo interés en la creación. Los hombres que se familiarizan con los tratos del Dios de historia, que se halla en la Biblia, reciben los más grandes beneficios.—Rom. 15:4.
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La Palabra de Dios puede enriquecer vidas¡Despertad! 1974 | 22 de julio
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La Palabra de Dios puede enriquecer vidas
SEA que lo reconozcan o no, los humanos tienen necesidades espirituales. “No de pan solamente debe vivir el hombre,” dijo Jesucristo al rechazar la tentación del Diablo, “sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová.” (Mat. 4:4) Es por eso que hasta la gente que tiene considerablemente más que los artículos de primera necesidad pueden sentir intensamente cierto vacío cuando no se satisfacen sus necesidades espirituales. Aunque se dan cuenta de que definitivamente falta algo, frecuentemente no saben exactamente qué es, y la agitación que existe en el mundo se añade a su sentimiento de insatisfacción.
Esta fue la experiencia de un hombre en California. Él relata acerca de sus circunstancias y sentimientos:
“Mi esposa y yo teníamos un buen matrimonio, dos buenos hijos, un hogar, automóviles, un velero, todas las amenidades de la vida y dos empleos con buenos sueldos para encargarse de todo ello. Pero nos sentíamos insatisfechos con el modo en que estaba el mundo... la continua lucha por ganar y retener las cosas materiales. Teníamos un sentimiento presagioso acerca del futuro del mundo.
“Sentíamos que necesitábamos escapar. A los dos nos gustaba el océano, así es que pensamos en construir un barco y navegar a una isla donde nuestros hijos estarían a salvo en virtual aislación. Por supuesto, también estábamos pensando en nosotros mismos. Siempre leíamos libros acerca de otros que habían zarpado, y estábamos constantemente soñando con lugares alejados, donde podríamos estar libres de la niebla tóxica y del mundo cotidiano. Comenzamos a construir un velero grande para 1969, tratando de olvidarnos de las dificultades que nos rodeaban.
“Muchas veces los testigos de Jehová visitaron nuestro hogar. Por lo general mi esposa contestaba, porque yo estaba trabajando en los dos empleos para tratar de pagar todo. Sin embargo, un sábado un Testigo vino a la puerta y yo contesté. Comenzamos a considerar la Biblia, y él me hizo algunas preguntas que no pude responder.”
Esta conversación avivó el interés del hombre. Poco tiempo después él y su esposa comenzaron a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. ¿Enriqueció ese estudio de la Palabra de Dios su vida familiar? ¿Proveyó lo que les
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