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¿Qué le sucedió al nombre de Dios?La Atalaya 1978 | 15 de septiembre
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Por ejemplo, en 1961 se descubrió una antigua cueva para entierros a 32 kilómetros al sudoeste de Jerusalén. Parece que la cueva es del tiempo del rey Ezequías (745-716 a. de la E.C.) En sus paredes había inscripciones hebreas en las cuales se usaba el Tetragrámaton, como “Jehová es el Dios de toda la tierra.” Y, en 1966, se publicó un informe acerca de tiestos o fragmentos de vasijas de barro con escritura que se encontraron en Arad, en la parte sur de Israel. Uno de ellos, que usted puede ver aquí, era una carta privada, en hebreo, de un subordinado a Eliasib. La carta empieza así: “A mi señor Eliasib, pregunte Yavé por tu paz. Y ahora . . .”—Israel Exploration Journal (Publicación sobre exploraciones en Israel), vol. 13, núm. 2, págs. 74-92; vol. 16, núm. 1, págs. 1-7.
En vista del hecho de que muchos hebreos antiguos hasta usaban el nombre divino en medio de actividades que no eran exclusivamente religiosas, uno se pudiera preguntar cuándo empezó a evitarse supersticiosamente el nombre divino. En realidad, nadie puede estar seguro de eso. Hay quienes han dicho, fundándose en escritos rabínicos judíos, que el nombre no se usaba en el primer siglo, cuando Jesús estuvo en la Tierra. Pero si en aquel tiempo se esparcía la costumbre supersticiosa de evitar el nombre, eso no quiere decir que el nombre personal de Dios nunca se usaba. A este respecto, el Dr. M. Reisel escribió: “El sumo sacerdote debe haber pronunciado el Tetragrámaton hasta la destrucción del Segundo Templo en 70 E.C.”
Pero usted quizás se pregunte en cuanto a Jesús y sus apóstoles. ¿Hubieran usado ellos el nombre de Dios al escribir, hablar o al leer las Escrituras? Por ejemplo, ¿qué hay de la ocasión en la cual Jesús se puso de pie en la sinagoga de Nazaret y leyó Isaías 61:1? El Tetragrámaton aparece en el texto hebreo, que empieza así: “El espíritu del Señor Yahvéh está sobre mí, . . .” (Biblia de Jerusalén) ¿Cree usted que, hasta si algunos judíos supersticiosos optaban por no pronunciar el nombre divino, Jesús lo evitaría intencionalmente? Recuerde que él dijo: “He puesto tu nombre de manifiesto a los hombres que me diste del mundo.”—Juan 17:6.
El relato de lo que Jesús dijo cuando leyó Isaías 61:1 se encuentra en Lucas 4:18, 19. Si usted busca estos versículos en cualquier versión española de extensa distribución, aparte de la Traducción del Nuevo Mundo, no verá en ellos el nombre personal de Dios. En vez de eso, hallará que se presenta a Jesús dando esta lectura: “El Espíritu del Señor está sobre mí . . .”—Versión Moderna.
¿Se imagina usted que eso fue lo que Jesús dijo? ¿A qué se debe que la mayoría de las Biblias digan “el Señor” aquí en vez de usar el nombre personal de Dios? La respuesta se relaciona con una investigación reciente que encierra todo el interés y la emoción de una novela policial. Lo invitamos a seguir la pista y notar algunas de las sorprendentes claves que se han descubierto.
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¡Evidencia nueva y sorprendente sale a la luz!La Atalaya 1978 | 15 de septiembre
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¡Evidencia nueva y sorprendente sale a la luz!
LITERALMENTE estaban arriesgándose la vida mientras descendían por los empinados acantilados hacia lo que ahora conocemos como la Caverna de los Horrores. Poco pudieran haber sospechado que hallarían entre unos esqueletos una clave importante que se relaciona con su Biblia.
Para que capte el cuadro, imagínese en el desierto árido que se muestra en la página 9, las montañas al oeste del mar Muerto.
Al sur está Masada, la aislada ciudadela donde, en 73 E.C., los romanos conquistaron el último baluarte que les quedaba a los judíos en rebelión. Al norte están las ruinas de Qumrán. Este era el centro de una comunidad judía del primer siglo que escondió el famoso Rollo del Mar Muerto de Isaías y otros escritos en cavernas cercanas.
A principios de 1961, un equipo de peritos salió a explorar cavernas en el prohibitivo Nahal Hever. Llevaban detectores de minas, máscaras contra el polvo, sogas y aparejos de paracaidista. Era una bajada peligrosa de 80 metros la que llevaba a la boca de la caverna número 8, a la cual se le dio el nuevo nombre de Caverna de los Horrores. Un paso en falso pudiera significar una caída de centenares de metros hasta las rocas abajo.
El horripilante nombre de Caverna de los Horrores vino de lo que los investigadores hallaron dentro... los esqueletos de unos 40 hombres, mujeres y niños. Habían sido seguidores del combatiente judío Bar Kokba, quien condujo una guerra contra Roma en 132 E.C. Se sugiere que posiblemente fueron atrapados allí por los romanos acampados en la parte superior del acantilado y que murieron de sed o hambre.
Pero usted quizás se pregunte qué tiene que ver todo esto con el asunto de si Jesús y los apóstoles usaron el nombre personal de Dios y, por extensión, si ese nombre debería estar en su Biblia o en sus labios. El eslabón que conecta estas cosas se halla en nueve pequeños fragmentos de pergamino, con escritura griega, que fueron desenterrados en la Caverna de los Horrores.
Cuando unos doctos estudiaron estos fragmentos, reconocieron que venían de un antiguo rollo de piel de los Doce Profetas (Oseas hasta Malaquías inclusive). Era un texto griego de entre 50 a. de la E.C. y 50 E.C. Ahora se conocía la fuente del rollo, la Caverna de los Horrores en el desierto de Judea. Aunque al principio usted quizás no vea la importancia de esto, es una clave de gran importancia en cuanto a si el nombre divino debería aparecer en su Biblia.
Para que esta clave tenga verdadero significado para usted, tenemos que considerar qué rollos les estaban disponibles a Jesús y sus apóstoles en el primer siglo E.C.
LA PALABRA DE DIOS EN GRIEGO
Los libros bíblicos desde Génesis hasta Malaquías inclusive se escribieron originalmente en hebreo, con porciones pequeñas en arameo. Sin embargo, cuando los judíos fueron dispersados por todo el mundo antiguo empezaron a usar el idioma internacional, el griego. Por eso, para aproximadamente 280 a. de la E.C., se empezó la traducción de las Escrituras Hebreas al griego, y se produjo lo que se conoce como la Versión de los Setenta (LXX) griega, también conocida como la Septuaginta.
Cuando Jesús empezó su ministerio, los judíos de habla griega daban uso extenso a esta versión. De la fraseología de los escritos de los apóstoles podemos percibir que estaban familiarizados con la Versión de los Setenta, y de seguro Jesús también lo estaba.
Pero ¿contenía aquella traducción griega el nombre de Dios? Los manuscritos más completos de la Versión de los Setenta que han sobrevivido, que son del siglo cuarto E.C., revelan una situación sorprendente. En cada caso en que la Biblia hebrea tenía el Tetragrámaton, la Versión de los Setenta griega puso las palabras “Dios” (Theos) y “Señor” (Kyrios). Por eso, el punto de vista del mundo de los doctos ha sido que Jesús y sus apóstoles no usaron el nombre personal de Dios. Se ha alegado que, cuando ellos leían o citaban de las Escrituras en hebreo, seguían la costumbre de pronunciar en vez del nombre de Dios las palabras para “Señor” o “Dios.” Y en cuanto al ejemplar de la Versión de los Setenta que usaron, ni siquiera contenía el Nombre.
Muchos teólogos se han apegado con confianza a este punto de vista. Pero ¿qué hay de la clave que vino de la Caverna de los Horrores?
LA CLAVE DE JUDEA
Recuerde que la Caverna de los Horrores, en el desierto de Judea, había contenido algunos fragmentos en piel de la colección de los Doce Profetas de un rollo que había sido escrito para aproximadamente el tiempo del nacimiento de Jesús. Este rollo estaba en griego, en la forma de la Versión de los Setenta. Pero ¿qué hay del nombre de Dios? Note la reproducción que se muestra aquí.
¡Estos fragmentos provenientes del desierto de Judea contenían el nombre divino en un estilo antiguo de hebreo! Aunque el texto principal estaba en griego, se retuvo el nombre de Dios en letras hebreas. El título griego Kyrios no había sido puesto en el lugar del Tetragrámaton, como se hizo en manuscritos de la Versión de los Setenta en siglos posteriores.
Entonces, más recientemente aún, otra clave importante ha recibido atención. Esta, también, tiene mucho que ver con el hecho de si el nombre de Dios debe estar en su Biblia o no, y, por eso, con el hecho de si usted debe estar usando ese nombre o no. Esta clave salió a la luz en el Cairo.
LA CLAVE EGIPCIA
La clave consiste en muchos fragmentos de un antiguo rollo de papiro de Deuteronomio, que está alistado para reconocimiento en museos como el Número 266 de los Papiros Fuad. Aunque estos fragmentos se habían encontrado en los años cuarenta de este siglo, no estaban accesibles a la comunidad de los doctos para estudio.
En 1950 la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas publicó por primera vez, en su versión en inglés, fotografías de algunos de estos raros fragmentos. Todavía, durante los años cincuenta y sesenta la mayoría de los peritos no tuvieron acceso efectivo a los fragmentos, y ninguna otra publicación docta había reproducido fotografías o hecho un análisis de todos ellos. Finalmente, el volumen de 1971 de Études de Papyrologie hizo eso. Pero ¿qué había de extraordinario con relación a esos fragmentos? ¿Y qué tienen que ver con el uso del nombre de Dios?
Los papiros Fuad 266 fueron preparados en el segundo o primer siglo a. de la E.C. No están en hebreo, sino en griego. Examine los escritos que hay en las muestras de Fuad 266 que se reproducen abajo. ¿Ve usted que, aunque el texto principal está en griego, se usa el Tetragrámaton en letras hebreas cuadradas? De modo que tampoco el copista de este rollo de papiro puso las palabras griegas para “Señor” (Kyrios) o “Dios” en el lugar donde iba el nombre. Más bien, ¡más de 30 veces puso —en medio de lo escrito en griego— el Tetragrámaton en letras hebreas!
El Dr. Paul E. Kahle, de Oxford, explicó que estos fragmentos contienen “quizás el más perfecto texto de Deuteronomio según la Versión de los Setenta que nos ha llegado.” En Studia Patristica, añadió: “Tenemos aquí en un rollo de papiro un texto griego que representa el texto de la Versión de los Setenta en forma más confiable que el Códice del Vaticano, y uno que fue escrito más de 400 años antes.” Y el texto retenía el nombre personal de Dios, como lo retenían los fragmentos griegos de los Doce Profetas que se encontraron en el desierto de Judea. Unos fragmentos concuerdan con los otros.
En el Journal of Biblical Literature (vol. 79, págs. 111-118), el Dr. Kahle examinó la evidencia que se acumula con referencia al uso del nombre divino entre los judíos y llegó a esta conclusión:
“Todas las traducciones griegas de la Biblia hechas por judíos para judíos en los tiempos precristianos tienen que haber usado, como el nombre de Dios, el Tetragrámaton en caracteres hebreos y no [Kyrios], o abreviaturas de ello, como hallamos en las [copias] cristianas” de la Versión de los Setenta.
Este singularizar del nombre divino para conservarlo cuidadosamente se manifestó hasta en textos en hebreo de alrededor del primer siglo. En algunos de los rollos hebreos de las cuevas cercanas al mar Muerto, el Tetragrámaton estaba escrito en tinta roja o en un tipo de hebreo más antiguo que se podía distinguir con facilidad. J. P. Siegel hace el siguiente comentario sobre esto:
“Uno de los rasgos más sorprendentes que se notaron en los manuscritos de Qumrán al descubrírseles originalmente hace más de veinte años fue la ocurrencia, en un grupo limitado de textos, del Tetragrámaton escrito en caracteres paleohebreos. . . . Es casi un truismo el que esta práctica significa profunda reverencia al Nombre (o Nombres) Divino(s).”—Hebrew Union College Annual, 1971.
Además, se ha informado que en la Jerusalén del primer siglo había un rollo hebreo de los cinco libros de Moisés con el Tetragrámaton en letras de oro.—Israel Exploration Journal, vol. 22, 1972, págs. 39-43.
¿No le indica vigorosamente esta nueva evidencia que Jesús tendría que haber estado muy familiarizado con el nombre divino y lo habría usado, fuera que leyera las Escrituras en griego o en hebreo?
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