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  • Lo que significa la expulsión
    La Atalaya 1963 | 1 de octubre
    • actitud de uno hacia la persona que está cortada de la congregación muestra su actitud hacia los justos principios de Jehová. Cuando uno pasa por alto la acción de expulsión y continúa su asociación con la persona expulsada, entonces eso muestra una actitud mala hacia las leyes de Jehová. Está, en efecto, manifestando que apoya al ofensor y cree que las leyes justas de Jehová no son de ningún valor. La gravedad del no acatar el procedimiento de expulsión puede verse en el hecho de que se le llama “participe” en las obras inicuas del que está expulsado. En realidad, la persona que deliberadamente no se sujeta a la decisión de la congregación se pone en línea para ser expulsada por seguir asociándose con el tal. Puesto que se le considera en la misma clase que el expulsado, “partícipe,” entonces es razonable que se tome la misma acción contra esta persona disidente. Ella también puede ser cortada del favor de Jehová y de su organización visible.

      ¿Qué hay si una persona expulsada y un miembro de la congregación trabajan en el mismo lugar de empleo seglar? ¿Podrían tener asociación entonces, puesto que su trabajo puede requerir que se comuniquen el uno con el otro? Aquí de nuevo, es asunto de reconocer el estado cambiado del que está expulsado. Mientras que es permisible conversar hasta el grado que fuese necesario para llevar a cabo las funciones del trabajo, no sería correcto asociarse en el sentido de comunicarse libremente, sin consideración a su estado. Solo los negocios necesarios se tratarían, nunca asuntos espirituales ni otro asunto alguno que no viniera bajo la categoría de negocios necesarios relacionados con el empleo seglar. Si el contacto que se requiere fuere demasiado frecuente e íntimo, el cristiano podría dar consideración a un cambio de empleo para no violar su conciencia.

      Sin embargo, ¿cuál es la posición de los que están relacionados por vínculos sanguíneos al que está expulsado? ¿Qué principios están implicados respecto a jefatura y la instrucción de niños en el hogar? ¿Cómo es posible el restablecimiento con el tiempo? Además, ya que están implicadas consecuencias tan graves, ¿debería ser tentado uno a no confesar su maldad si de otro modo nadie lo supiera? Y, finalmente, ¿cómo puede uno guardarse de un proceder que conduzca a la expulsión? Para información acerca de estos asuntos vitales, quedamos en espera de números subsiguientes de la revista La Atalaya.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1963 | 1 de octubre
    • Preguntas de los lectores

      ● ¿Cuál es el significado de Lucas 23:34, y por qué aparece en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras? ¿No es espuria una parte de ese texto?—J. W., EE.UU.

      La parte de Lucas 23:34 que ha sido puesta en tela de juicio dice: “Pero Jesús decía: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.’” La razón por la cual estas palabras aparecen en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santos Escrituras es que se encuentran en los Manuscritos Sinaítico y Alejandrino, en el Códice Ephraemi rescriptus, en la Vulgata latina y en las Versiones Curetoniana y Peshitta siríaca. Este es un conjunto formidable de autoridad en favor de estas palabras.

      Las palabras en cuestión, sin embargo, aparecen en paréntesis rectangular en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. Esto se debe a que el texto griego de Westcott y Hort, en el cual se basa la Traducción del Nuevo Mundo, tiene estas palabras en doble paréntesis rectangular. Mediante el doble paréntesis rectangular estos doctos del griego desean indicar que el testimonio en favor de estas palabras no es inequívoco. Hay unos cuantos manuscritos muy excelentes que no las incluyen, entre los cuales están el famoso Manuscrito Vaticano núm. 1209, el Códice Bezae y el códice sinaítico de la traducción siríaca. Considerando un conjunto de autoridades contra el otro, el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo decidió a favor de los que tienen estas palabras cuando revisó su traducción—especialmente dado que no había provisión para notas al pie de las páginas en esta edición, y por lo tanto, era un caso de dejarlas en el texto o no incluirlas del todo.

      En tiempos pasados estas palabras se consideraron espurias en gran medida por el hecho de que no aparecen en el famoso Manuscrito Vaticano núm. 1209. Sin embargo, no parece que este hecho solo debería contar tan excesivamente en contra de ellas, en vista de que se hallan en tantos otros manuscritos de gran autoridad. Este parece ser el acuerdo general de la erudición moderna, ya que estas palabras aparecen en el texto de la Versión Normal Revisada, Una Nueva Traducción de la Biblia por Jaime Moffatt, La Nueva Biblia Inglesa y El Nuevo Testamento en Inglés Moderno por J. B. Phillips.

      En conexión con esto pudiera observarse que en lo que toca a autenticidad pudiera decirse que hay tres clases de textos. Primero, hay aquellos tocante a los cuales el testimonio es tan enfático y claro que no hay duda en cuanto a que pertenecen al texto; éstos comprenden más del 99 por ciento según Westcott y Hort. El segundo grupo consta de aquellos textos concerniente a los cuales no hay duda en cuanto a que no pertenecen en la Biblia, tales como la porción más grande de 1 Juan 5:7. Luego hay unos cuantos textos concerniente a los cuales el testimonio no es enteramente inequívoco o claro de una manera u otra y que necesitan el que se considere y se juzgue la evidencia a favor y en contra. Entre ellos se encuentra Lucas 23:34.

      En cuanto a aquellos a quienes Jesús aludió cuando dijo las palabras en cuestión, el versículo anterior dice: “Y cuando llegaron al lugar llamado Cráneo, allí los fijaron en maderos a él y a los malhechores, uno a su derecha y uno a su izquierda.” Luego vienen las palabras de Jesús, después de las cuales el registro sigue diciendo: “Además, para repartir sus prendas de vestir, echaron suertes.” Obviamente Jesús no estaba pidiendo a Dios que perdonara a los malhechores que fueron fijados en el madero con él, porque los dos no le estaban haciendo nada a Jesús. Ni pudo Jesús haber tenido presentes a los principales sacerdotes que eran responsables de su muerte, porque ellos si sabían lo que estaban haciendo, habiendo entregado a Jesús con malicia a causa de envidia.—Mar. 15:10.

      Las palabras de Jesús, por lo tanto, solo pudieran aludir a los soldados romanos a quienes se les había encomendado la tarea desagradable de fijar en el madero a Jesús después de despojarlo de sus prendas de vestir; eran ellos los que estaban haciéndole algo a Jesús en esa ocasión y que no sabían ni comprendían lo que estaban haciendo. No sabían que estaban fijando en el madero al Hijo de Dios. Solo estaban obedeciendo las órdenes del gobernador romano Poncio Pilato, que había cedido a la insistencia de la chusma judía por medio de entregar a Jesús a sus fuerzas de ejecución para que fuera fijado en el madero. En consecuencia, deben haber sido estos soldados ejecutores romanos los que necesitaban ser perdonados y para quienes Jesús pidió perdón de parte de su Padre celestial.

      ● En Hechos 11:8 leemos donde Pedro dijo: “De ninguna manera, Señor, porque ninguna cosa contaminada o inmunda ha entrado jamás en mi boca.” ¿Hemos de entender por esto que Pedro en ese tiempo todavía se adhería a la ley mosaica en este asunto?—R. M., EE.UU.

      El hecho de que la ley de Moisés, la cual designaba a ciertos animales limpios o inmundos, fue hecha inválida mediante la muerte de Jesucristo lo muestran claramente las Escrituras: “[Jehová] bondadosamente nos perdonó todas nuestras ofensas y borró el documento manuscrito contra nosotros, que consistía en decretos y que estaba en oposición a nosotros; y Él lo ha quitado del camino clavándolo al madero de tormento.”—Col. 2:13, 14.

      Puesto que el suprimir la Ley efectuaría cambios tremendos en las vidas de los seguidores de Cristo, no sorprende el que les tomara algún tiempo el apreciar este hecho; por eso, aunque habían pasado más de tres años desde que Cristo había muerto, aparentemente Pedro no había comido ningún alimento ceremonialmente inmundo. El vivir en una comunidad judía sin duda tuvo relación con esto, y si él hubiera tratado abiertamente con desprecio las restricciones de la Ley en estos asuntos es muy probable que hubiera causado un alboroto, así como estalló un alboroto cuando ciertos judíos pensaron que Pablo había violado la santidad del templo por medio de introducir allí a una persona incircuncisa.—Hech. 21:27-32.

      Sin embargo, con la lección que Jehová le dio a Pedro en aquel tiempo concerniente a que los gentiles estaban siendo aceptados para un lugar en el cuerpo espiritual de Cristo, sin duda Pedro también dedujo que ya no había tampoco

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