-
Respeto a la santidad de la sangreLa Atalaya 1962 | 15 de marzo
-
-
Respeto a la santidad de la sangre
“Carne con su alma—su sangre—no deben comer.”—Gén. 9:4.
1. (a) ¿Qué actitud de parte del mundo requiere que los cristianos demuestren fe en Dios y en su ley? (b) ¿Cuál ha sido el registro del mundo en lo que toca a la sangre?
VIVIENDO en un mundo que se hace sordo ante la Palabra de Dios, los cristianos se enfrentan diariamente a situaciones que prueban su fe en Dios y en lo justo de su ley. Dios requiere respeto a la santidad de la sangre. Pero el mundo se ha desviado tanto de sus sendas que muchos no están conscientes de que hay una ley divina que gobierna asuntos como el uso de la sangre, y los que conocen la ley a menudo la violan sin ningún sentimiento de haber hecho mal. Con la bendición del clero religioso han derramado la sangre vital de un sinnúmero de personas en el campo de batalla, y a medida que lo hacen, oran que Dios esté con ellos. Cuando escuchan que en muchas partes del mundo la sangre de animales se consume regularmente como alimento, o cuando ven que productos sanguíneos se venden en las tiendas donde compran, no ven nada malo en ello. Y cuando oyen informes del aumento tremendo en el número de transfusiones de sangre—ahora más de cinco millones al año—lo consideran cual señal de progreso médico.
2. (a) ¿Qué han dicho la prensa pública y los clérigos acerca de los que muestran respeto a la santidad de la sangre? (b) ¿Qué actitud para con la ley de Dios de parte de las personas no informadas ha resultado de esta presentación en falsos colores, pero cómo deberíamos considerar el asunto?
2 En contraste agudo con la indiferencia del mundo se halla el registro de casi un millón de personas en todas partes del mundo que obedecen, sí, la ley de Dios sobre la santidad de la sangre. Se han enfrentado a la prueba de su fe y han permanecido firmes. Pero la prensa pública se ha aprovechado de la ignorancia de la gente para presentarlos en falsos colores como fanáticos religiosos, en particular en lo que toca a su rechazamiento de las transfusiones de sangre. Y los clérigos religiosos de la cristiandad y la judería han añadido su voz, declarando que la ley de Dios no aplica en estos casos en que está envuelta la vida del individuo. El resultado es que muchas personas mal informadas han sido predispuestas en contra de Dios y de su Palabra de modo que piensan que son irrazonables y desamorosos. Pero, ¿cómo puede ser irrazonable la Fuente de toda la sabiduría? ¿Cómo puede ser desamoroso Dios, quien es amor y que dotó al hombre con la capacidad para amar? ¡No puede serlo y no lo es! Su camino es el correcto, y una consideración cuidadosa de su Palabra nos ayuda a poner las cosas en claro. Como el Dador de la vida él nos dice lo que tenemos que hacer para continuar viviendo. Mediante sus leyes él amorosamente nos protege para que no hagamos cosas en ignorancia, las cuales pudieran resultar en daño a nosotros mismos, aun en la pérdida de la vida. Los hechos muestran que esto es cierto en lo que toca a su ley sobre el asunto de la sangre.—Pro. 2:6; 1 Juan 4:16; Sal. 25:4.
LEGISLACIÓN DIVINA SOBRE LA SANGRE
3. ¿Cuándo fue declarada por primera vez la ley de Dios sobre la sangre, y qué requiere de la humanidad?
3 El punto en cuestión no es nuevo; no es algo peculiar de este siglo veinte con su investigación en el uso médico de la sangre. Fue hace más de 4,300 años, cuando Noé y su familia, los únicos sobrevivientes del diluvio global, salieron del arca, que Dios les declaró su ley sobre la sangre. Antes de esto, el hombre únicamente había comido la vegetación y los frutos sin alma, pero ahora, por primera vez, Dios le concedió permiso al hombre de agregar carne a su régimen alimenticio, diciendo: “Todo animal que se mueve que está vivo puede servir de alimento para ustedes. Como en el caso de la vegetación verde, les doy todo ello. Solo carne con su alma—su sangre—no deben comer.” (Gén. 9:3, 4) La ley es clara. La carne puede comerse, pero no con la sangre todavía en ella, porque la sangre representa el alma o vida de la criatura. El hombre debe mostrar respeto a la santidad de la sangre y, al proceder así, mostrar su respeto al Dador de vida, Jehová Dios.
4. ¿Cómo fue recalcada la decisión sobre la sangre a los israelitas, y qué razón por la prohibición se les dio a ellos?
4 Unos ocho siglos después, cuando los israelitas, los cuales recientemente habían sido librados de ser aniquilados en Egipto, estaban congregados al pie del monte Sinaí, Jehová otra vez recalcó la restricción sobre la sangre. “Es estatuto hasta tiempo indefinido para sus generaciones, en todos sus lugares de habitación: No deben comer grasa alguna ni sangre alguna.” (Lev. 3:17) No se hizo distinción en cuanto a la fuente de la sangre; fuese animal o humana, no había de ser introducida en el cuerpo como alimento. Ni siquiera había de almacenarse, como se muestra cuando Dios prosiguió para decir: “En cuanto a cualquier hombre de los hijos de Israel o algún residente extranjero que esté residiendo como extranjero en medio de ustedes que al cazar coja una fiera o un ave que pueda comerse, en ese caso debe derramar su sangre y cubrirla con polvo. Porque el alma de toda clase de carne es su sangre por el alma en ella.” (Lev. 17:13, 14) La razón se manifestó claramente. El alma o la vida de la carne está en la sangre, y la obediencia a la ley de Dios sobre la sangre mostraría consideración apropiada a la santidad de la vida y a la Fuente de la vida.
5. ¿Justifica una emergencia que envuelva una vida humana el poner a un lado la ley divina sobre el uso de la sangre, y por qué?
5 Aun en tiempo de emergencia se reconocía que no había justificación para echar a un lado la ley divina concerniente a la santidad de la sangre. Esto se mostró mediante un incidente cuando el ejército de Israel bajo el rey Saúl peleaba contra los filisteos. Había sido una dura batalla y los hombres estaban a punto de agotarse completamente. “Y el pueblo empezó a lanzarse vorazmente al despojo y a tomar ovejas y ganado y becerros y a degollarlos en la tierra, y el pueblo se puso a comer junto con la sangre.” Esto no fue cosa insignificante, que pudiera disculparse debido a la condición física de los hombres. Se le informó a Saúl: “¡Mire! El pueblo está pecando contra Jehová al comer junto con la sangre.” (1 Sam. 14:32, 33) No consideraron el asunto como ciertos rabinos modernos que teorizan que cualquiera de los requisitos de la Ley puede ser echado a un lado cuando está envuelto el salvar una vida específica. Lo que los hombres estaban haciendo era un pecado contra Dios, e inmediatamente se dieron pasos para ponerle fin.
OBLIGACIÓN CRISTIANA
6. ¿Por qué la ley sobre la sangre aplica a los cristianos, que no están bajo el pacto de la ley?
6 Por supuesto, los cristianos no están bajo el pacto de la ley hecho con Moisés como medianero. Ese pacto de la ley dejó de existir, habiendo cumplido su propósito, cuando se hizo el nuevo pacto sobre la sangre de Jesucristo. ¿Significa esto que han pasado también las restricciones acerca del uso de la sangre? ¡De ninguna manera! Porque lo que el pacto de la ley dijo acerca de abstenerse de comer la sangre solo recalcó el requisito que se manifiesta en la ley que Dios dio a Noé, y ése es obligatorio sobre todo el género humano. Para poner en claro este asunto en la mente de todos los cristianos, tanto judíos como gentiles, ninguno de los cuales estaba ya bajo la Ley, el cuerpo gobernante cristiano en Jerusalén dirigió la atención de ellos a las obligaciones que recaían sobre ellos en este asunto, diciendo: “Al espíritu santo y a nosotros nos pareció bien no agregarles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias, que se mantengan libres de cosas sacrificadas a los ídolos y de la sangre y de cosas estranguladas y de la fornicación. Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán.”—Hech. 15:28, 29.
7, 8. ¿Qué argumentos exponen los comentadores teológicos en un esfuerzo por limitar el efecto de la decisión apostólica sobre la sangre, y qué muestra que estos argumentos no son sólidos?
7 Sin embargo, varios comentaristas teológicos dicen sobre este texto que esto no es algo que nos interese. ‘Solo fue una cosa temporaria,’ dicen ellos, ‘hecha con el propósito de evitar el ofender a los conversos judíos. Y habiendo pasado la necesidad de tal prohibición, se sobreentiende la derogación aunque no se declara.’ Pero preguntamos: ¿Qué necesidad ha pasado? Todavía hay judíos naturales asociados con la congregación cristiana, por eso no puede decirse que la ausencia de ellos ha quitado la necesidad. Las Escrituras aclaran que el hombre había de abstenerse de la sangre debido a que la vida está en la sangre. ¿Es menos cierto ahora de lo que fue entonces que la vida está en la sangre? Y si se presenta el argumento de que ya no es obligatorio el respeto al uso sacrificatorio de la sangre porque a los cristianos no se les pide que ofrezcan sacrificios animales, entonces nótese que tal uso de sacrificios animales entre los seguidores de Cristo había terminado dieciséis años antes de haberse expedido el decreto apostólico. Además, los que afirman que la enseñanza de Jesús, de que ‘no lo que entra en la boca corrompe al hombre, sino lo que procede de su boca,’ ha hecho anticuada la decisión sobre el abstenerse de la sangre están, en realidad, arguyendo que la decisión de que los cristianos se abstengan de la sangre, el cual decreto fue entregado bajo dirección del espíritu santo de Dios, se derogó antes de haberse dado; porque Jesús hizo su declaración mencionada aquí diecisiete años antes de que la decisión sobre la sangre fuese enviada por el concilio en Jerusalén.—Mat. 15:11.
8 El cuerpo gobernante que envió la decisión sobre la sangre no tuvo en mientes que solo era conveniente en vista de la situación entonces y que más tarde podría ser descartada. Si la prohibición de la sangre fue temporaria, entonces el resto de la decisión tiene que estar dentro de la misma categoría, lo cual significaría que el abstenerse de la idolatría y de la fornicación también era cosa temporaria y hecha para evitar el lastimar los sentimientos de los nuevos conversos. Pero, ¿ha pasado la necesidad de estas prohibiciones, de modo que ahora se les permitan a los cristianos la fornicación y la idolatría? ¡Definitivamente no! La terminología del decreto no indica limitación de tiempo; las restricciones son “cosas necesarias” ahora así como lo fueron entonces. Como observa bien el Clarke’s Commentary, al discutir Génesis 9:4: “El hecho de que la prohibición ha sido renovada bajo la administración cristiana puede admitir poca duda por cualquier hombre que lea desapasionadamente Hechos xv. 20, 29; xxi. 25, donde aun a los conversos gentiles se les impone que se abstengan de ello por la autoridad, no solo de los apóstoles, sino del Espíritu Santo,. . .no por temor de hacer tropezar a los judíos conversos, lo cual es el comentario de los teólogos, sino debido a que era uno. . .de los puntos necesarios, de la carga. . .de la obediencia a los cuales no podrían ser eximidos.”
9, 10. (a) ¿Qué hechos de la historia muestran que los cristianos primitivos reconocían que el abstenerse de la sangre es un asunto serio? (b) ¿Qué dijeron acerca de ello los escritores cristianos en el siglo tercero? (c) Tan tarde como en el año 692 ¿cuál se muestra que era la actitud de la iglesia oriental sobre el asunto de la sangre?
9 Los hechos de la historia confirman este entendimiento del asunto. Los cristianos primitivos no consideraban la prohibición sobre la sangre como de importancia solo para evitar el ofender a los conversos judíos. No creían que podría ser echada a un lado si ponía en peligro la vida de ellos al insistir en ella. Era bien conocido, aun entre sus perseguidores, que los cristianos se negaban a comer sangre, y ellos probaban a una persona para ver si verdaderamente era cristiana, no solo instándola a ofrecer incienso a los dioses paganos de Roma, sino en ciertas ocasiones instándola a comer morcilla. Tan crítico era el asunto que el comer sangre se consideraba como el renunciar a la fe cristiana. Tertuliano, quien vivió al comienzo del tercer siglo, se refirió a esto cuando dirigió su escrito al mundo romano. Él dijo: “Sonrójese vuestro error ante los cristianos, porque nosotros no incluimos siquiera la sangre de animales en nuestra dieta natural. Nos abstenemos a causa de eso de cosas estranguladas o que mueren de sí mismas, para que de ninguna manera seamos corrompidos por sangre, aun si está enterrada en la carne. Finalmente, cuando ustedes prueban a los cristianos, les ofrecen salchichas llenas de sangre; bien saben ustedes, por supuesto, que entre ellos está prohibido; pero ustedes quieren que ellos cometan transgresión.”a Orígenes, también, otro escritor cristiano, en su defensa de las enseñanzas cristianas, declaró: “En cuanto a las cosas estranguladas, las Escrituras nos prohíben el participar de ellas, porque la sangre todavía está en ellas.”b
10 Aun tan tarde como en el año 692, un concilio religioso en Constantinopla (el Sínodo de Troullos), en su canon 67, declaró: “Apropiadamente reprendemos a los que de alguna manera preparan una comida usando la sangre de algún animal y así la comen para satisfacer el vientre glotón. Por lo tanto, si alguien de ahora en adelante intenta comer sangre de cualquier animal no importa de qué manera, será, si es sacerdote, depuesto y si es laico excomulgado.”c La creencia en la importancia del decreto apostólico sobre la sangre todavía continúa en la Iglesia Ortodoxa Oriental.
11. ¿Qué acontecimientos mostraron falta de respeto creciente a las restricciones en cuanto a la sangre en la iglesia de Roma?
11 En Occidente, sin embargo, el hacer caso omiso de la ley divina sobre la sangre aumentó más notablemente desde el cuarto siglo en adelante. Agustín, por medio de quien la enseñanza de Platón de la inmortalidad inherente del alma se popularizó también, presentó el argumento de que el decreto había perdido su importancia puesto que su propósito se había logrado.d Finalmente, en el siglo quince la iglesia de Roma se había alejado tanto del punto de vista de los cristianos primitivos que se apropió de la sangre, no de animales, sino de tres muchachos en un esfuerzo sin éxito por restablecer al enfermizo papa de Roma, Inocencio VIII, y eso a costa de la vida de los tres donantes de sangre. Por eso es evidente que la indiferencia de la cristiandad del día moderno para con la santidad de la sangre no es un reflejo de la fe cristiana, sino que es el resultado de una apostasía de la fe.—1 Tim. 4:1.
ABUSO DE LA SANGRE COMO ALIMENTO
12. ¿Cuáles son algunas de las prácticas del día moderno que violan la santidad de la vida y que los cristianos evitan?
12 Esto hace vital el que los cristianos verdaderos en este tiempo del fin estén alerta si van a mostrar el respeto apropiado a la santidad de la sangre. Tienen que evitar el abuso de la sangre que comete el mundo. Por ejemplo, en África hay algunos nativos que complementan su dieta bebiendo sangre de la vena yugular de su ganado. En muchos lugares hombres se ponen en fila en los rastros para beber la sangre de ganado recién muerto, con la creencia de que es un remedio para ciertos padecimientos. En el Lejano Oriente hay muchos países donde la sangre se usa como ingrediente básico de ciertas sopas y salsas. En la América del Sur un platillo que es bastante común consta de sangre de cerdo mezclada con arroz o papas y condimentos, y la sangre hasta se vende y se come como dulces. La morcilla, bajo varios nombres, está disponible casi en todas partes. Todas estas prácticas muestran completa falta de consideración a la santidad de la vida porque violan la ley del Dador de la vida sobre el asunto de la sangre.
13. ¿Por qué tiene que ejercerse cuidado en matar apropiadamente a los animales que se usan para comer, por eso qué pudiera requerirse que hiciera un cristiano?
13 La ley sobre la sangre también excluye el comer cualquier animal que haya muerto de estrangulación, debido a que la sangre no se habría escurrido. Por eso cualquier animal hallado sofocado o muerto en una trampa y animales a los que se les ha disparado pero que no han sido desangrados inmediatamente no son adecuados para alimento. La práctica que existe en muchos países de matar pollos por estrangulación, quebrándoles el cuello pero no cortándolo, también los descalifica de ser consumidos por los cristianos. Algunos carniceros, sin considerar la ley divina sobre estos asuntos, no dejan sangrar debidamente a los animales que preparan para alimento; en realidad, quizás ellos deliberadamente menoscaben el desangramiento para agregar peso a la carne. Si un cristiano llega a saber que su carnicero no da atención al desangramiento, entonces buscará otro lugar donde comprar o aun se abstendrá de comer carne si no hay nada más disponible. Igualmente, una persona que vela por su conciencia no comerá carne en un restaurante si sabe que la costumbre local es el no dar atención al dejar sangrar los animales debidamente. En tales circunstancias, el cristiano que quiere comer carne tal vez tenga que comprar un animal o ave vivo y arreglar matarlo él mismo.
14. ¿De qué otra manera se abusa de la sangre en los productos alimenticios, y por eso qué cuidado deberían ejercer los cristianos?
14 La falta de respeto a la ley de Dios es tan general que sangre íntegra, plasma de sangre y componentes de sangre se usan libremente en numerosos productos que se venden para comer. Por ejemplo, se informa que algunos empacadores de carne incluyen sangre como parte de su receta regular para salchichas, embutidos y otras preparaciones de carne molida. Quizás no todos lo llamen sangre; pero, sin importar lo que lo llamen, si es sangre o parte de la sangre es incorrecto. No todos los empacadores de carne hacen esto, por supuesto, pero algunos sí. Se sabe también que en ciertas localidades la “hamburguesa” se hace en gran parte de grasa con sangre añadida. Hace años se pusieron en funcionamiento en Rusia panaderías de sangre en que siete partes de harina de centeno se mezclan con tres partes de sangre de buey desfibrinada en el pan. En otros países algunos pasteleros usan polvo de plasma seco como sustituto de clara de huevos en la pastelería. Y varios tónicos y tabletas que los boticarios venden muestran en sus etiquetas que contienen componentes de sangre tales como hemoglobina. Por lo tanto es necesario que uno se mantenga alerta, que esté familiarizado con las prácticas de su comunidad, que investigue razonablemente en los lugares en que compra carne y que lea y entienda las etiquetas de los artículos empaquetados. A medida que el viejo mundo se hace más descuidado en su actitud hacia la ley de Dios sobre la sangre es importante que los cristianos ejerzan más cuidado si han de mantenerse “sin mancha del mundo.”—Sant. 1:27.
TRANSFUSIÓN DE SANGRE
15. ¿Cuáles han sido los desenvolvimientos en el uso de sangre en el tratamiento médico?
15 A través de los siglos los abusos de la sangre por el hombre han asumido diferentes formas. Antiguos príncipes egipcios usaron sangre humana para rejuvenecer; otros bebían la sangre de sus enemigos. Pero no fue sino hasta después que Guillermo Harvey hizo su investigación de la circulación de la sangre, en el siglo diecisiete, que se hicieron esfuerzos difundidos por transfundir sangre en el sistema circulatorio de otra criatura. Después de haber sufrido severos retrocesos debido a muertes, la transfusión de sangre finalmente vino a ser considerada con más favor al comienzo de este siglo veinte, cuando la investigación hizo posible el identificar ciertos tipos de sangre. Las dos guerras mundiales y la guerra de Corea proporcionaron amplia oportunidad a los doctores para experimentar con el uso terapéutico de la sangre, y ahora el proceso se ha desarrollado hasta el grado en que los doctores no solo usan sangre íntegra y plasma sanguíneo, el cual es el líquido casi incoloro en que se transportan los glóbulos de la sangre, sino también glóbulos rojos separados del plasma, y las varias proteínas del plasma según lo creen necesario.
16. ¿Es una violación de la ley de Dios el uso de la sangre en el tratamiento médico para sostener la vida?
16 ¿Viola la ley de Dios tal uso médico de la sangre? ¿Es incorrecto el sostener la vida por medio de infusiones de sangre o plasma o glóbulos rojos o los varios componentes de la sangre? ¡Sí! La ley que Dios le dio a Noé y que aplica a todos sus descendientes hace incorrecto el que cualquier persona coma sangre, es decir, que use la sangre de otra criatura para alimentar o para sostener la vida de alguno. Así como Tertuliano mostró en su Apologético cómo los cristianos primitivos razonaban sobre el asunto, así hoy se reconoce que si esta prohibición aplica a la sangre de animales, aplica con aun más fuerza a la sangre humana. Incluye “sangre alguna.”—Lev. 3:17.
17. ¿Cómo prueban los hechos de la historia que se abusaba de la sangre humana en tiempos antiguos y que por eso se incluyó en la prohibición manifestada por el cuerpo gobernante cristiano primitivo?
17 Los argumentos en el sentido de que la prohibición sobre el uso de la sangre expedida por el cuerpo gobernante cristiano primitivo no tenía que ver con sangre humana, sino solo con sangre animal, revelan ignorancia de los hechos de la historia. En la antigua Roma, que dominaba al mundo del Mediterráneo en el primer siglo, los espectadores de los torneos gladiatorios corrían a la arena después de la lucha y chupaban la sangre que fluía del cuello del gladiador vencido. Se informa que algunos de entre los escitas se comían a sus parientes muertos. Entre algunos pueblos se hacían tratados por medio de beber mutuamente una porción de la sangre de unos y otros; y sangre humana cogida con la mano y comida se usaba para sellar la iniciación en los ritos de la diosa pagana Belona. Por eso cuando los apóstoles dijeron, bajo dirección del espíritu santo, que los cristianos habían de abstenerse de sangre, tenían presente también sangre humana.
18. ¿Qué muestra que el transfundir sangre es “alimentarse” de sangre?
18 No importa que la sangre se introduzca al cuerpo por medio de las venas en vez de por la boca. Tampoco tiene valor la afirmación de algunos de que no es lo mismo que alimentación intravenosa. El hecho es que alimenta o sostiene la vida del cuerpo. En armonía con esto se halla una declaración en el libro Hemorrhage and Transfusion, por Jorge W. Crile, A.M., M.D., quien cita una carta procedente de Denys, médico francés e investigador primitivo en el campo de las transfusiones. Dice: “Al ejecutar transfusión no es otra cosa sino nutrir por camino más corto que el usual—es decir, colocar en las venas sangre que está toda hecha en vez de ingerir alimento que solo se convierte en sangre después de varios cambios.”
19, 20. (a) En vista de los desarrollos constantes de la terapia médica, ¿cómo puede uno determinar sí el tratamiento que envuelve el uso de la sangre ha de aceptarse o rechazarse? (b) ¿Qué excelente ejemplo puso David en este respecto, mostrando respeto a la santidad de la sangre?
19 En vista del énfasis puesto sobre el uso de la sangre en el mundo médico, constantemente están siendo recomendados nuevos tratamientos en que está envuelto su uso. Pero prescindiendo de que sea sangre íntegra o un componente de la sangre, de que sea sangre tomada del propio cuerpo de uno o tomada de alguna otra persona, de que se administre como una transfusión o como una inyección, aplica la ley divina. Dios no ha dado al hombre la sangre para que la use como pudiera usar otras sustancias; él requiere respeto a la santidad de la sangre.
20 ¡Cuán excelente ejemplo de respeto a esta ley fue puesto por el rey David que temía a Dios! Antes de que los enemigos del pueblo de Dios hubiesen sido arrojados del país, los filisteos tenían un baluarte en Belén cerca de Jerusalén, y en una ocasión “David mostró su deseo intenso y dijo: ‘¡Ay si yo tuviera un trago del agua de la cisterna de Belén, que está a la puerta!’ ” Sí, deseaba que los filisteos se hubieran ido y que él pudiera estar libre para ir a esa cisterna y refrescarse con su agua. Pero al oírlo expresarse así, “tres [hombres valientes] se abrieron paso a fuerza dentro del campamento de los filisteos y sacaron agua de la cisterna de Belén, que está a la puerta, y vinieron cargándola y llevándosela a David.” Lo que trajeron no fue otra cosa que agua, pero hicieron esto arriesgando su vida, y David lo sabía. “Y David no consintió en beberla, sino que la derramó a Jehová. Y pasó a decir: ‘¡Ni se piense, de parte mía, con relación a mi Dios, el que yo haga esto! ¿Es la sangre de estos hombres lo que debería beber a riesgo de sus almas? Porque fue a riesgo de sus almas que la trajeron.’ Y no consintió en beberla.” (1 Cró. 11:16-19; 2 Sam. 23:15-17) David respetaba la ley de Dios. No solo se abstuvo de sangre de animales; evitó el agravio mucho más craso de consumir sangre humana. Sí, él evitó hacer cosa alguna que aun pareciera ser una violación de esa ley. Era un hombre conforme al corazón de Dios. Es un derrotero semejante de obediencia desde el corazón lo que hoy impele a los cristianos maduros a abstenerse absolutamente de cualquier práctica en que esté envuelto el abuso de la sangre. Por amor a Dios ellos respetan la santidad de la sangre.
-
-
Todos debieran testificarLa Atalaya 1962 | 15 de marzo
-
-
Todos debieran testificar
“El programa de evangelismo de una congregación está fuera de su centro cuando se deja toda la testificación al pastor. También está fuera de su centro cuando el pastor espera que su gente testifique y no los equipa, entrena y organiza para esta obra básica. Él debe ser un testigo para testigos y un entrenador y organizador de testigos.”—The Lutheran Witness del 20 de octubre de 1959.
-
-
Usando la vida en armonía con la voluntad de DiosLa Atalaya 1962 | 15 de marzo
-
-
Usando la vida en armonía con la voluntad de Dios
1. (a) ¿La voluntad de quién debe gobernar nuestro uso de la sangre, y qué prácticas prohíbe él? (b) ¿Qué sucedió en los días de Caín y Abel que indicó el uso apropiado que pudiera darse a la sangre derramada?
LA ÚNICA manera en que puede usarse apropiadamente la sangre vital de cualquier criatura es en armonía con la voluntad de Dios. Se prohíbe como alimento. No está autorizada por Dios para ser administrada a otra persona bajo el disfraz de tratamiento médico para sostener la vida. Además de su papel sostenedor de la vida en el cuerpo de la criatura a la cual pertenezca, solo un uso de la sangre está autorizado por Dios. Esto se dio a conocer en los días de Caín y Abel, los hijos de Adán. “Abel llegó a ser reunidor de ovejas, pero Caín se hizo cultivador de la tierra. Y sucedió al vencimiento de algún tiempo que Caín procedió a traer algunos frutos de la tierra como ofrenda a Jehová. Pero en cuanto a Abel, él también trajo algunos primogénitos de su rebaño, aun sus trozos grasosos. Ahora bien, aunque Jehová miraba con favor a Abel y su ofrenda, no miró con favor alguno a Caín ni a su ofrenda.” (Gén. 4:2-5) La ofrenda de Caín fue de la vegetación sin alma. El sacrificio de Abel representó una vida y requirió el derramamiento de sangre. Al aceptar el sacrificio de Abel Jehová dio la primera indicación de que el derramamiento de sangre se requería en sacrificio. Pero Caín no aceptó la dirección de Dios en el asunto; en vez de eso, asesinó violentamente a su hermano Abel, el único hombre en la Tierra que estaba usando la vida, tanto la suya como la de su rebaño, en armonía con la voluntad de Dios.
2. ¿Qué único uso apropiado de la sangre derramada permitió Dios, a quiénes les fue dado a saber esto, y cómo?
2 Fieles siervos de Dios reconocieron que el derramar la sangre vital de animales en sacrificio a Jehová era la voluntad de Dios, y Noé, Abrahán y otros se mencionan en la Biblia como habiendo procedido así. (Gén. 8:20; 22:13) Cuando su prole, los israelitas, fueron congregados al pie del monte Sinaí, donde fueron organizados como nación, Jehová Dios les dijo en lenguaje inequívoco que solo hay un uso correcto al cual se puede aplicar la sangre derramada de alguna criatura. Él dijo: “Yo mismo la he puesto sobre el altar para que ustedes hagan expiación por sus almas, porque la sangre es lo que hace expiación debido al alma en ella.” (Lev. 17:11) Dado que la sangre está tan íntimamente envuelta en los procesos de la vida, y dado que el pecado resulta en la pérdida de la vida, Dios requiere como un sacrificio en expiación del pecado lo que representa la vida, a saber, la sangre. “A menos que se derrame sangre, ningún perdón se efectúa.”—Heb. 9:22.
3. ¿Qué mayor sacrificio prefiguraron aquellos sacrificios animales, y cómo beneficia su sangre a la humanidad?
3 Todos estos sacrificios de animales prefiguraron uno mucho más grandioso, un sacrificio que pudiera quitar para siempre el pecado y que hiciera accesibles las oportunidades de vida eterna a los siervos de Dios. Este sacrificio no se escogió de entre los rebaños o los hatos de Israel; fue Jesucristo el Hijo de Dios, aquel a quien Juan el Bautista identificó cuando exclamó: “¡Vean, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29) Esta fue la propia provisión de Jehová a favor del género humano; fue su Cordero, su Hijo, cuya vida fue dada en sacrificio. Por medio de este arreglo amoroso ha sido posible que a hombres y mujeres sobre la Tierra se les haya abierto el privilegio de servicio en las cortes celestiales con Cristo el Rey, porque éstos han “sido declarados justos ahora por su sangre.” (Rom. 5:9) Además de esta “manada pequeña” de ciento cuarenta y cuatro mil miembros, una “grande muchedumbre” de otros individuos que sirven a Dios delante del trono sobre su banco para sus pies, la Tierra, se han aprovechado de este sacrificio rescatador, lavando sus mantos y emblanqueciéndolos en la sangre del Cordero, y como resultado gozan del perdón de sus pecados y son personas justas a la vista de Dios.—Apo. Rev. 7:14, 15.
4. ¿De aceptar qué depende nuestra vida, y por qué?
4 El sacrificio perfecto de Jesucristo ha satisfecho completamente la necesidad de un sacrificio a Dios a favor del género humano pecaminoso. No tiene que repetirse. Ya no se requieren sacrificios de animales; en realidad, ahora son detestables para Dios porque muestran desprecio al sacrificio que él mismo ha provisto. Por lo tanto, el sacrificio rescatador de Jesucristo es absolutamente el único arreglo que Dios ha autorizado entre sus testigos cristianos por medio del cual la sangre de una sola criatura puede usarse a favor de otra para salvar la vida. “Por medio de él tenemos la liberación mediante rescate por la sangre de ése, si, el perdón de nuestras transgresiones, conforme a las riquezas de su bondad inmerecida.” (Efe. 1:7) Nuestra vida depende de aceptar nosotros esta provisión, por consiguiente depende de aceptar el arreglo divino en cuanto al uso apropiado de la sangre. Sabiamente, los que quieren recibir la vida a manos de Dios se abstienen de usar la sangre de cualquier manera que no haya sido autorizada por él como el Dador de vida.
AMANDO A DIOS CON TODA EL ALMA DE UNO
5. (a) En respuesta a un inquiridor, ¿qué dijo Jesús que uno tiene que hacer para heredar la vida eterna? (b) ¿Qué está envuelto en amar a Dios con toda el alma de uno, y por qué?
5 En una ocasión cierto hombre versado en la Ley le preguntó a Jesús: “Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?” En su respuesta Jesús manifestó un principio director que nos ayuda a determinar qué hacer con nuestra vida presente para conseguir la recompensa de vida eterna. Él dijo: “ ‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente,’ y, ‘a tu prójimo como a ti mismo.’ ” (Luc. 10:25-27) Ahora, ¿qué se incluye exactamente en este asunto de amar a Dios con toda nuestra alma? Significa dar nuestra vida a Dios en dedicación, sí, dedicar nuestra vida al desempeño de cualquier trabajo que Dios nos dé para hacerlo. Puesto que hemos dado nuestra vida a Dios en dedicación, debemos comprender lo que la Biblia usa para representar la vida. Es sangre, la cual es el asiento de la vida o alma. Por eso cuando se ha tomado una vida, se dice que se ha derramado sangre. Tan fundamentalmente está envuelta la sangre en los procesos de la vida que la Biblia dice que el alma o la vida de una persona está en su sangre. Cuando Dios habló a Noé, puso en paralelo las expresiones alma, o vida, y sangre, diciendo: “Solo carne con su alma—su sangre—no deben comer.” (Gén. 9:4) Y a los israelitas él dijo simplemente: “La sangre es el alma,” o, “La sangre es la vida.” (Deu. 12:23, margen, edición de 1953) En consecuencia, cuando dedicamos nuestra vida a Dios ciertamente debemos cuidar de usar lo que representa la vida, nuestra sangre, en armonía con su ley.
6, 7. ¿Está libre el cristiano para donar su sangre vital para otra persona, y no hay peligro desde un punto de vista médico?
6 Por lo tanto, éste, el mayor de los mandamientos, indica que un cristiano dedicado no tiene la libertad de donar su sangre vital para que alguna otra persona la use. La vida pertenece a Dios, y estamos libres para darla solo a él en su servicio. Tampoco sería correcto presentar el argumento de que el amor al prójimo exige que uno dé sangre. No es amor al prójimo el colaborar con él en violación de la ley de Dios. Y puesto que la Palabra de Dios indica que es incorrecto aceptar una transfusión de sangre, también es incorrecto dar uno su sangre para transfusión.
7 La obediencia a Dios se requiere de sus siervos; también es una bendición para ellos, porque los protege de daño. Es interesante notar que, aunque la impresión general dada por organizaciones que están ansiosas de que se done sangre es que el procedimiento es perfectamente innocuo, la opinión no es unánime. Pues en el libro Physiology and Clinic of Blood Transfusion,a entre otras, se hace la declaración: “Como muestra la investigación más reciente, considerables desórdenes de la salud pueden surgir en el donante de sangre.” A los fieles cristianos se les evitan tales riesgos que pudieran perjudicar su servicio a Dios.
PELIGROS EVITADOS MEDIANTE OBEDIENCIA
8. ¿En qué basan los testigos de Jehová su actitud hacia la transfusión de sangre, por eso por qué considerar la evidencia médica sobre el asunto?
8 La posición de los testigos de Jehová tocante a la transfusión de sangre no se basa en la aprobación o desaprobación que encuentre la práctica en los círculos médicos. No es la seguridad ni el peligro del proceder lo que rige su decisión, sino la Palabra de Dios. Sin embargo, el conocimiento de algunos de los efectos de los cuales uno es protegido por obedecer la ley de Dios sobre la sangre sí realza el aprecio de uno por lo justo de los caminos de Jehová.
9. ¿Cuál es el punto de vista general en el mundo en cuanto a la transfusión de sangre, pero es esto médicamente razonable?
9 La práctica general entre los médicos en los años recientes ha sido el dar sangre con la creencia de que puede efectuar algún bien. A veces se da debido a la insistencia de los pacientes o Para satisfacer a los parientes que quieren estar seguros de que “se ha hecho todo lo posible.” Tocante a esto dijo el director del Banco de Sangre del Centro Médico Bellevue de la Universidad de Nueva York: “Las transfusiones de sangre se han administrado según la teoría de que nunca pueden causar daño y que quizás sean provechosas al paciente. Esta idea es incorrecta porque hay peligros inherentes en la transfusión de la sangre.” Dice la revista de la Academia Americana de Práctica General: “Es lamentable que muchos hayan perdido el temor a las transfusiones y ahora pidan una transfusión tan alegremente como si estuviesen pidiendo una botella de solución salina.” Hace más de cuatro mil años Jehová Dios le dijo al hombre que no debería introducir en su cuerpo sangre de otras criaturas; y la práctica médica moderna confirma el hecho de que el violar esa ley está lleno de graves peligros.
10, 11. (a) ¿Cuáles son algunos de los peligros a los que se enfrenta la persona que recibe una transfusión de sangre, y pueden los doctores eliminar estos peligros? (b) En vista de estos hechos, ¿diría usted que las transfusiones de sangre son verdaderamente salvavidas?
10 Uno de los peligros inmediatos a que se enfrenta cualquiera que recibe una transfusión de sangre es la posibilidad de una reacción hemolítica, es decir, la destrucción rápida de los glóbulos rojos de la sangre que llevan el oxígeno. Esto puede resultar en terribles dolores de cabeza, dolores en el pecho y en la espalda, y en que los venenos sean devueltos al sistema debido a mal funcionamiento de los riñones. La muerte puede sobrevenir en cosa de horas o de unos días. El conocimiento médico no ha removido este peligro. “No importa cómo tratemos, solo podemos reducir el número de casos de reacciones. No podemos eliminarlos, y los pacientes seguirán siendo perjudicados como resultado de transfusiones de sangre.” Así dice W. H. Crosby, jefe del Departamento de Hematología del Instituto de Investigación Walter Reed del Ejército. Aun cuando tal reacción hemolítica no acontece como resultado de los anticuerpos que aparecen naturalmente en la corriente sanguínea del paciente, los antígenos de la sangre transfundida en el cuerpo pueden estimular la producción de anticuerpos de modo que acontecerá una reacción grave si se administra otra vez sangre que contenga esos factores. Con las combinaciones que se dice que son posibles de los factores sanguíneos conocidos que ahora ascienden a 15,000,000, la probabilidad de recibir sangre que case con la de una persona y que no tenga algún efecto adverso es remota casi al grado de ser imposible.
11 Hay otros peligros. Dado que es difícil que un doctor sepa exactamente cuánta sangre se ha perdido, tal vez trate de transfundir más sangre de la que quepa, lo cual, como se informó por la revista Medical Science (julio 25 de 1959), sucede frecuente y desastrosamente. También, durante la transfusión puede introducirse aire en la corriente sanguínea, otra vez con efectos mortíferos. Luego, también, la sangre removida del cuerpo rápidamente se contamina, y ciertas bacterias que se hallan en el aire son de tal naturaleza que se reproducen en la sangre almacenada aun a temperaturas de refrigerador, las cuales hacen aun a pequeñas cantidades de tal sangre mortíferas para el que las recibe. ¿Cómo puede considerarse tal tratamiento como verdaderamente salvavidas?
12. Nombre los peligros de enfermedades que pudieran surgir de una transfusión de sangre, y muestre en qué pudieran resultar éstos para el paciente.
12 Siniestro como es el cuadro, no es el grado completo de los riesgos a que está sujeto el paciente cuando se le administra sangre. El doctor que administra la transfusión tal vez nunca sepa cuánto daño se produce, porque las enfermedades transmitidas por la transfusión quizás no ataquen inmediatamente. Pero todas las autoridades médicas reconocen que sífilis, paludismo y hepatitis pueden ser transmitidas por la transfusión de sangre. No solo pueden ser transmitidas; con regularidad se informa de casos en los cuales se transmiten. Con el incremento mundial de la inmoralidad y la resultante enfermedad venérea, aumenta el peligro de la sífilis—una enfermedad que puede resultar en parto prematuro, ceguera, sordera, parálisis, enfermedad del corazón, locura y muerte. La prueba que se usa para descubrir sangre sifilítica no revela el peligro en sus primeras etapas, y el paciente paga el precio. En febrero de este año el Times del Japón informó el caso de una señora que había ganado un pleito contra el Hospital de la Universidad de Tokio dirigido por el Gobierno, sobre la base de habérsele transfundido sangre sifilítica que resultó en la pérdida de la vista y en que su esposo se divorciara de ella. La indemnización financiera que el tribunal ordenó fue consuelo pequeño para el daño hecho. ¿Y qué hay del riesgo de contraer el paludismo? Los portadores de paludismo no siempre saben que lo tienen en su organismo; las pruebas sanguíneas rara vez lo revelan; pero cualquiera que recibe sangre puede ser la víctima. El peligro no está disminuyendo; al contrario, cualquiera que haya vivido en o visitado una región palúdica es un posible portador del paludismo, y los viajes internacionales aseguran que el número aumenta cada día. No siendo de ninguna manera el último entre los peligros de contraer enfermedad, sino exigiendo atención debido a su frecuencia, está la hepatitis de suero. Tan real es el peligro de quedar lisiado y de morir a causa de la hepatitis que el Dr. Álvarez, consultante emérito de medicina de la Clínica Mayo, ha dicho que él jamás permitiría que alguien le administrara una transfusión a menos que creyera que fuese absolutamente necesaria.
13. ¿Qué precio adicional pudiera pagar una mujer a quien se le administre sangre en lo que toca a dar a luz hijos?
13 Como si el daño al paciente mismo no bastara, no se detiene el asunto allí. En el caso de una mujer, el daño puede envolver aun a sus hijos no nacidos aún. Debido a factores, algunos de los cuales se saben y otros todavía no se entienden, la mujer que recibe una transfusión de sangre incompatible puede averiguar que su oportunidad de dar a luz hijos normales, saludables, le ha sido quitada.
14. ¿Cómo protege Dios a su pueblo de tales calamidades?
14 ¡Cuánto mejor es escuchar la Palabra de Dios cuando nos dice que nos abstengamos de la sangre! ¡Cuánto más felices somos si, como los hijos escuchan a su padre, nosotros prestamos atención al consejo de Dios y vivimos en armonía con él! “Hijo mío, pon atención a mis palabras, sí. A mis dichos inclina tu oído. No se aparten de tus ojos. Guárdalos en medio de tu corazón. Porque son vida a los que los hallan y salud a toda su carne.”—Pro. 4:20-22.
PERSONALIDAD INFLUIDA
15. ¿Cómo razonan algunos hombres sabios según el mundo sobre estos peligros de la transfusión, pero cuáles hechos en cuanto a las fuentes de las cuales se obtiene la sangre hacen surgir preguntas serias?
15 Los que tienden más a cifrar su confianza en la erudición de los hombres que en la sabiduría de Dios tal vez crean que el cuidado que se ejerce en la selección de los donantes de sangre hace posible evitar todos estos peligros. Pero considere los hechos. Probablemente usted se horrorizará al saber que la sangre de cadáveres se está transfundiendo en los cuerpos de pacientes de hospitales, pero informes procedentes de Rusia y de España muestran que eso es exactamente lo que se hace allí; y aun en los Estados Unidos de América ¡se han conducido experimentos con transfusión de sangre de cadáveres!b Por supuesto, es probable que ésa no sea lo que se practica en su comunidad. Pero la revista Time del 26 de mayo de 1961 informa el caso de una mujer de 49 años en el Hospital General de Pontiac a quien le administraron cerca de un litro de sangre del cadáver de un muchacho de 12 años que se había ahogado en un lago cercano y el cual había estado muerto de dos horas y media a tres horas. También, que hace tanto tiempo como en 1935 un doctor de un suburbio de Chicago había usado una técnica semejante a la de los rusos, y que este doctor norteamericano daba razón de unas treinta y cinco transfusiones con sangre de cadáveres en dos años. Quizás el donante sea un pariente vivo de uno, un individuo respetable, de modo de vivir limpio. ¿Asegura eso la ausencia de todo daño? No; no elimina el peligro de una reacción debido a incompatibilidad; ni garantiza que el individuo no sea portador de alguna enfermedad, quizás hasta sin que él lo sepa. Sin embargo, en casi todos los casos el que recibe la sangre no tiene idea de quién sea el donante. Alguna de ella puede provenir de personas saludables; alguna de alcohólicos y degenerados. A los criminales que están en prisión se les da la oportunidad de donar su sangre. Por ejemplo, el Times de Nueva York del 6 de abril de 1961 informó: “Reclusos de la prisión de Sing Sing en Ossining darán sangre hoy a la Cruz Roja.” ¿Un acto digno de encomio? Quizás no tan provechoso para su prójimo como se le hace creer a la comunidad.
16. (a) ¿Qué observación interesante sobre la sangre se hace en una nota al pie de una página de la Biblia sobre Deuteronomio 12:25? (b) ¿Qué dicen los doctores del día moderno sobre este mismo asunto, y por qué es esto interesante para los cristianos?
16 Cuando los israelitas se preparaban para entrar en la Tierra Prometida, Jehová impulsó a Moisés a repetirles su ley que prohibía el consumo de sangre. Según se registra en Deuteronomio 12:25, él dijo: “No debes comerla, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, porque tú harás lo que es correcto a la vista de Jehová.” Una edición del Pentateuco editada por J. H. Hertz tiene una nota al pie de la página sobre esa expresión “que te vaya bien,” la cual dice: “Ibn Ezra sugiere que el uso de la sangre tendría un efecto desmoralizador en la naturaleza moral y física, y que pasaría una mancha hereditaria a las generaciones futuras.” Es interesante este punto, y que puede aplicar al asunto de las transfusiones de sangre lo testifican algunos doctores. Por ejemplo, en su libro Who Is Your Doctor and Why?, el doctor Alonzo Jay Shadman dice: “La sangre de cualquier persona es en realidad la persona misma. Contiene todas las peculiaridades del individuo del cual proviene. Esto incluye manchas hereditarias, susceptibilidades a enfermedades, venenos debido al modo de vivir personal, hábitos de comer y de beber. . . .Los venenos que producen el impulso para suicidarse, asesinar, o robar se encuentran en la sangre.” Y el Dr. Américo Valério, doctor y cirujano brasileño por más de cuarenta años, está de acuerdo. “Locura moral, perversiones sexuales, represión, complejos de inferioridad, crímenes de menor cuantía—a menudo éstos siguen tras la transfusión de sangre,”c dice él. No obstante, en la prensa pública se reconoce que las organizaciones cuyo abastecimiento de sangre se considera confiable obtienen sangre para transfusiones de parte de criminales que se sabe tienen tales características. Ciertamente nadie que está tratando de apartarse de las obras de la carne y de usar su vida de la manera que Dios dirige por medio de su Palabra va a exponerse a tal futuro desastroso.—Rom. 12:2; Efe. 4:22-24.
DEMOSTRANDO FE EN EL DADOR DE VIDA
17. (a) ¿Ponen objeción los testigos de Jehová sobre base religiosa a todo tratamiento médico? (b) ¿Hay algo que pueda hacerse a favor del cristiano si sufre grave pérdida de sangre?
17 ¿Qué significan estos hechos en el caso de un cristiano que haya sufrido grave pérdida de sangre y necesita tratamiento? ¿No hay nada que se pueda hacer? ¿Simplemente debe esperar morir? ¡De ninguna manera! Los testigos de Jehová no tienen objeciones religiosas a cualquier tratamiento que no esté en pugna con la ley de Dios, y la realidad es que hay disponibles otros tratamientos. Los doctores que reconocen al hombre como una creación de Dios, en vez de un producto de la evolución, generalmente están más dispuestos a comprender que el cuerpo humano ha sido dotado por Dios de maravillosas facultades recuperativas, y co-operan con éstas en vez de creer que la prohibición sobre el uso de la sangre es un obstáculo para el restablecimiento. Nuestro propio cuerpo está maravillosamente equipado para enfrentarse a las emergencias, aun las ocasionadas por pérdida de sangre. (Sal. 139:14) Según The Encyclopædia Britannica: “Además de la sangre que circula en realidad en las arterias, venas y vasos capilares, el cuerpo posee reservas que pueden ser movilizadas. Se sabe que una de ellas está situada en el bazo. Al comienzo de hemorragia el bazo se encoge, exprimiendo sangre como de una esponja y poniéndola en la circulación.”d En vista de esto, muchos doctores reconocen que es mucho más seguro cooperar con el propio sistema fabricador de sangre del cuerpo que tratar de sustituirlo por medio de transfundir sangre ajena. Aun la publicación médica de gran reputación The Surgical Clinics of North America (febrero de 1959) ha dicho: No se debe olvidar que, no la transfusión de sangre, sino “la terapia con hierro es el tratamiento selecto para anemia por pérdida de sangre.” En los casos de emergencia, donde ha sido excesiva la pérdida de fluido del cuerpo, hay “ensanchadoras del volumen del plasma” que pueden usarse sin violar la prohibición de Dios sobre la sangre, y, según el testimonio de muchos doctores, éstas han resultado ser mucho más innocuas que las transfusiones de sangre. Aunque es verdad que no pueden hacer para el cuerpo lo que la propia sangre de uno hace, no obstante ayudan a mantener en circulación los restantes glóbulos rojos de modo que el oxígeno llegue a los varios órganos durante el tiempo que el cuerpo necesite para reemplazar la pérdida de sangre. Por eso los pacientes cristianos, en vez de ser apremiados a aceptar sangre por la súplica de que es la única esperanza, buscan un doctor que tenga suficiente habilidad, paciencia y respeto a la conciencia religiosa de ellos que esté dispuesto a tratarlos sin sangre.
18. ¿Por qué es insensatez procurar salvar la vida violando la ley de Dios?
18 Los esfuerzos salvavidas por medios no bíblicos jamás pueden producir resultados de bien duradero. ¡Cuán insensato es pensar que uno puede salvar la vida violando las leyes del Dador de la vida! Aunque puede producir resultados aparentemente provechosos al instante, al fin puede costar caro en enfermedad y niños que nazcan muertos como resultado directo de tal derrotero desacertado. Aun si no resulta perjuicio físico al paciente ni a la prole de una persona, la violación de la ley de Dios pone en peligro seriamente la oportunidad de uno de conseguir vida eterna en el nuevo mundo de Dios.
19. (a) ¿Quién fue el que presentó el argumento de que el hombre haría cualquier cosa, aun abandonar a Dios, para salvar su vida presente? (b) ¿Cómo podemos beneficiarnos de la reprensión que Jesús dio a Pedro sobre este asunto? (c) ¿Qué recompensa dará Dios a los que lo obedecen aun en tiempos de dificultad?
19 En el caso de Job, Satanás afirmó que el hombre haría cualquier cosa, aun volverse contra su Dios, para salvar su vida presente. “Todo lo que el hombre tenga lo dará a favor de su vida,” fue su argumento. (Job 2:4, margen, edición de 1957) Pero se equivocó. Job probó que Satanás es mentiroso, y Jesucristo también lo probó de manera sobresaliente. En una ocasión Jesús había estado hablando en cuanto a seguir un derrotero que significaría su muerte en el servicio de Dios. “Al oír esto Pedro le llevó aparte y comenzó a levantarle fuertes objeciones.” Más Jesús lo reprendió. “ ‘¡Ponte detrás de mí, Satanás! Me eres un tropiezo, porque tú piensas, no los pensamientos de Dios, sino los de los hombres.’ Luego Jesús dijo a sus discípulos: ‘Si alguien quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo y levante su madero de tormento y me siga continuamente. Porque cualquiera que desee salvar su alma la perderá; pero cualquiera que pierda su alma por mi causa la hallará.’ ” (Mat. 16:21-25; Mar. 8:31-35) ¡Ninguno de nosotros llegue a ser jamás como Satanás para con nuestros hermanos cristianos, instándolos a que traicionen su confianza en Dios a favor de la sabiduría del mundo! Hay una sola manera de conseguir la vida y ésa es por medio de vivir en armonía con la voluntad de Dios. La confianza en Dios jamás es confianza mal colocada. Siendo el Médico Divino él puede hacer lo que ningún doctor humano jamás pudiera hacer: él puede extender la vida de sus siervos, no solo por unos cuantos años llenos de dificultades, sino por toda la eternidad—si es necesario, mediante una resurrección de entre los muertos-en su glorioso nuevo mundo que ahora se ha acercado tanto.—Sal. 23:4; Hech. 24:15.
20. ¿Qué deberíamos hacer ahora para estar usando nuestra vida en armonía con la voluntad de Dios?
20 Con tales perspectivas maravillosas delante de nosotros, ejerzamos cuidado para vivir en armonía con la voluntad de Dios. No nos hagamos descuidados, como el mundo, en nuestra actitud hacia la sangre de nuestro prójimo. Ahora es el tiempo de mostrar el mayor interés en su sangre vital instándolo a ejercer fe en la sangre de Jesucristo, la única sangre que tiene algún valor verdadero a los ojos de Dios para la salvación de la vida. Señálele a Su reino; ayúdelo a aprender sus leyes; anímelo pacientemente a medida que avance en el camino que conduce a la vida. Haga usted determinación suya el poder decir, como dijo Pablo: “Yo estoy limpio de la sangre de todo hombre, porque no me he retraído de decirles a ustedes todo el consejo de Dios.”—Hech. 20:26, 27.
-