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  • Apreciando lo sagrado de la vida y la sangre
    La Atalaya 1978 | 1 de noviembre
    • entre la muerte de Jesús y tanto su vida como su triunfo en su resurrección y ensalzamiento.” Este libro añade que la expresión “Sangre de Cristo”

      “adopta el concepto judío del Antiguo Testamento sobre el poder expiatorio de la sangre, que es la base para el modo en que se consideran los sacrificios y para la idea de que la muerte del justo tiene poder expiatorio. . . . Por una parte este término nos recuerda que se nos compró por un precio alto, quién pagó el rescate y en qué consistió. Por otra parte, se nos libra del pecado y de la muerte para siempre por fe en el pacto que se celebra con su sangre como base. La Sangre de Cristo abarca el efecto de su muerte y resurrección.”c

      22 ¡Cuán significativos para nosotros, pues, cuán llenos de benditos pensamientos implicados, son muchos de los pasajes bíblicos que mencionan la sangre de Jesús! Por medio de ella se nos pueden perdonar los pecados. (Rev. 1:5; Heb. 10:29) Se nos hace posible librarnos de conducta infructífera. (1 Ped. 1:18, 19) Podemos estar entre una congregación de personas a quienes Dios aprueba y guía. (Hech. 20:28) Y hay la esperanza de alcanzar perfección y vida eterna bajo el mando de un reino en el cual se incorpora a personas que fueron compradas con esa sangre.—Rev. 5:9, 10; 12:10, 11; Col. 1:20.

      23. ¿Cómo debemos considerar la sangre?

      23 Es necesario, pues, que todos los que aprecian el valor de su propia vida aprecien lo que Dios dice acerca de la sangre. Él la considera sagrada. Él determinó su exclusiva utilidad y aceptabilidad para sacrificio sobre el altar. Y mostró claramente en su Palabra que todas nuestras esperanzas de un futuro duradero se fundan en la sangre sacrificatoria de su Hijo. Pero ¿cómo podemos nosotros personalmente manifestar nuestro aprecio y reconocimiento de lo sagrado de la sangre? Estos son asuntos importantes que consideraremos en el artículo siguiente.

  • Firme resolución respecto a la vida y la sangre
    La Atalaya 1978 | 1 de noviembre
    • Firme resolución respecto a la vida y la sangre

      1, 2. ¿De qué manera reciben prominencia a veces preguntas acerca de la sangre?

      ‘JUEZ autoriza transfusiones de sangre,’ declaró recientemente un encabezamiento de periódico en Virginia, E.U.A. El artículo empezaba así:

      “El jueves por la mañana un juez federal autorizó al Hospital Naval de Portsmouth a administrar transfusiones de sangre a una enferma en condición crítica que por cuatro días había rehusado aceptarlas, según se alega al riesgo de la vida, . . .”

      2 Informes como éste aparecen esporádicamente y enfocan mucha atención en el valor de la vida y la sangre. Antes de averiguar en qué resultó este caso, pudiéramos pensar en algunas preguntas fundamentales: ¿Qué creencias profundas hacen que personas como ésta se nieguen a aceptar transfusiones de sangre? ¿Realmente exige esto de todos los cristianos la Palabra de Dios? Si así es, ¿cuánta firmeza mostraríamos tener en nuestras convicciones religiosas si un médico nos dijera que necesitábamos una transfusión? Además, ¿pudiera haber aspectos, aparte del uso médico de la sangre, en los cuales nuestro punto de vista acerca de la vida y la sangre fuera importante y hasta pudiera afectar nuestro futuro?

      VIDA PROCEDENTE DE LA SANGRE

      3. Basándonos en Revelación 7:14, ¿qué razón tenemos para tener en alta estima la sangre?

      3 El libro de Revelación ilustra un aprecio para la sangre que es el que tienen hoy centenares de miles de personas. El apóstol Juan, después de ver en visión a los 144.000 herederos en perspectiva del reino mesiánico, vio “una grande muchedumbre, . . . de todas las naciones,” personas que tienen la expectativa de vivir para siempre en un paraíso terrestre restaurado. Pero ¿cómo pueden vivir para siempre seres humanos, y eso mientras están libres del pecado y la imperfección? Con aprecio la “grande muchedumbre” clama: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, . . . y al Cordero,” Jesucristo. Ellos reconocen que esta salvación es posible solo porque “han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero,” Jesús.—Rev. 7:9, 10, 14.

      4, 5. (a) ¿Por qué envuelve más que creencia la actitud apropiada respecto a la vida y la sangre? (b) ¿Cómo muestra esto la Biblia?

      4 Como se ha indicado en el artículo anterior, desde el mismo primer libro de la Biblia Dios señaló hacia el hecho de que Jesús derramaría su sangre en sacrificio para que criaturas humanas pudieran obtener vida eterna. (Gén. 3:15; 22:2-10; Isa. 53:10-12) Mientras todavía ese sacrificio estaba en el futuro, Jehová indicó claramente que sus adoradores deberían considerar sagradas la vida y la sangre. Pero también requirió que sus acciones estuvieran en armonía con ese punto de vista divino. ¿No estaba envuelta la conducta en lo que Dios dijo a Noé y su familia al permitirles por primera vez comer carne de animales? Dios dijo: “Todo animal moviente que está vivo puede servirles a ustedes de alimento. Como en el caso de la vegetación verde, de veras se lo doy todo a ustedes. Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer.” (Gén. 9:3, 4) Por eso, si mataban a un animal para usarlo como alimento, tendrían que dar pasos, deliberadamente, para hacer que la sangre escurriera del animal de modo que no se comiera sangre.

      5 Esto no era un simple reglamento dietético ni un rito religioso sin sentido. Aquella conducta envolvía un principio moral de gran importancia: La sangre representaba vida que procedía de Dios. Y debe notarse que él pasó a decir que, aunque se podía matar a un animal para usarlo como alimento, no se podía hacer esto con el hombre. Por eso, si la sangre animal que representaba la vida había de ser considerada sagrada y no se debía ingerir para sustentar la vida, obviamente la vida y sangre humanas habían de verse y tratarse como más sagradas aún.—Compare con Mateo 6:26.

      6, 7. (a) ¿A quiénes aplica Génesis 9:3, 4? (b) ¿Cómo fue apoyado el requisito de Génesis 9 por el pacto de la Ley?

      6 Puesto que Noé era el antepasado de todos los seres humanos, de todos los seres humanos se esperaba conducta que estuviera en consistencia con la santidad de la vida y la sangre. Muchos doctos bíblicos se han dado cuenta de la conexión entre una cosa y la otra. Por ejemplo:

      “Se reconocía que la sangre era el asiento de la vida, y por lo tanto cosa sagrada. . . . La prohibición de la sangre llegó a ser una de las leyes dietéticas del código mosaico, pero debido a que se incluyó dentro de las estipulaciones de este pacto con Noé los judíos posteriores consideraban que aplicaba a toda la humanidad.”—A New Catholic Commentary on Holy Scripture, pág. 187.

      7 Como mostró este comentario, cuando Dios posteriormente suministró un código de ley para Israel también les prohibió consumir sangre. Mandó: “Simplemente queda firmemente resuelto a no comer la sangre, porque la sangre es el alma y no debes comer el alma con la carne. . . . Debes derramarla sobre el suelo.” (Deu. 12:23, 24; Lev. 17:10, 13) En aquel tiempo Dios no obligó al resto de la humanidad a cumplir con su ley contra la ingestión de sangre, tal como no hizo esto con relación a su ley contra la idolatría. (Hech. 17:30, 31; 14:16) Por eso, podía ser que un gentil comprara y optara por comer carne que tuviera sangre en ella. (Deu. 14:21) Pero un adorador del Creador no podía hacer eso. De hecho, si un israelita comía carne que contuviera sangre, evidentemente sin darse cuenta, en aquella ocasión, de que la sangre no había sido escurrida de la carne, tenía que dar pasos para limpiarse de su error involuntario.—Lev. 17:15, 16.

      8. ¿Es sangre animal lo que se prohíbe, o humana? (2 Sam. 23:14-17)

      8 Si no se había de ingerir como sustento la sangre animal que representaba vida, eso de seguro sería más cierto aún con relación a la sangre humana. Podemos ver esto fácilmente por lo que ocurrió cuando en cierta ocasión Jesús habló figurativamente acerca de que se comiera su carne y se bebiera su sangre. Algunos discípulos judíos que no discernieron que él solamente estaba usando símbolos se escandalizaron y lo abandonaron. (Juan 6:60-66) Sí, el pensamiento de ingerir sangre, fuera animal o humana, les era aborrecible a los que se preocupaban por el punto de vista de Dios.

      UN REQUISITO CRISTIANO

      9. ¿Cómo se pudiera mostrar que esto aplica a los cristianos también?

      9 Pero quizás usted haya oído la alegación de que la prohibición de la sangre por la Biblia no aplica a cristianos. ¿Cuál es la realidad? En el año 49 E.C. se tomó una decisión en cuanto a este asunto durante una conferencia de los apóstoles y otros ancianos cristianos en Jerusalén. Con la guía asegurada del espíritu santo de Dios aquel concilio llegó a la conclusión de que los cristianos no tenían que observar la ley mosaica. Pero ¿qué había de cosas de las cuales se hubiera mostrado que eran incorrectas aun antes de que se diera a Israel el código de la Ley? El concilio escribió lo siguiente a las congregaciones cristianas:

      “Al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias: que sigan absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos y de sangre y de cosas estranguladas [de modo que se dejara sangre en ellas] y de fornicación.”—Hech. 15:19, 20, 28, 29.

      10-12. ¿Qué evidencia muestra que Hechos 15:28, 29 no se dio solo para observación temporera?

      10 En “Origen y comienzos del cristianismo,”a el profesor Eduard Meyer dijo que el significado de “sangre” en Hechos 15:29 era “el participar de sangre que se prohibía por medio de la ley (Gén. 9:4) impuesta a Noé y por eso a la humanidad en conjunto.” Y, aunque muchos clérigos dicen que el requisito de Hechos 15:28, 29 era solo un paso temporáneo para evitar ofender a los judíos, el profesor Meyer informa que más de siglo y cuarto después la ‘prohibición sobre participar de sangre tenía observación general’ entre los cristianos. Como prueba de esto, cita lo que sucedió en 177 E.C., cuando enemigos religiosos levantaron contra los cristianos de Europa la acusación de que éstos devoraban a niños de tierna edad. Una joven respondió: “¿Cómo puede ser que nosotros devoremos a niños de tierna edad... nosotros, a quienes no nos es lícito comer la sangre de bestias?”

      11 Muchos escritos del siglo segundo y tercero prueban que los cristianos de aquel tiempo se daban cuenta de que la prohibición no era una cosa del pasado; aplicaba a ellos. De hecho, The Works of the Rev. Joseph Bingham (Las obras del Revdo. Joseph Bingham) dice esto:

      “Era la costumbre de la Iglesia Católica, casi hasta el tiempo de San A[gustín], abstenerse de comer sangre, en cumplimiento de la regla dada por los Apóstoles a los conversos gentiles: por lo tanto, por las leyes más antiguas de la Iglesia todos los clérigos estaban obligados a abstenerse de ella bajo pena de degradación [remoción del puesto].”

      Entonces, ¿por qué no se apegan hoy a esta “regla” las iglesias de la cristiandad? Los comentarios hechos por Martín Lutero señalan a la respuesta. Aunque Lutero se inclinaba personalmente a rechazar todos los concilios, dijo esto acerca de Hechos 15:

      “Ahora bien, si deseamos tener una iglesia que se amolde a este concilio (como es

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