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¿Inmortalidad inherente, o resurrección?... ¿cuál?La Atalaya 1982 | 1 de octubre
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después de la muerte. Muchos filósofos griegos de la antigüedad adoptaron este concepto oriental de un alma inmortal, concepto que finalmente definió Platón en el cuarto siglo a. de la E.C.
Lo sorprendente es que el judaísmo y las religiones de la cristiandad hayan adoptado la idea de que la vida futura depende de tener un alma inmortal. Esta simplemente no es una enseñanza bíblica, como lo revela The Concise Jewish Encyclopedia (1980): “La Biblia no presenta doctrina alguna de la inmortalidad del alma, ni surge ésta de manera clara en la literatura rabínica [judía] primitiva. ... Con el tiempo la creencia de que alguna parte de la personalidad humana es eterna e indestructible llegó a ser parte del credo rabínico y se aceptó casi universalmente en el judaísmo de años posteriores.”
Los teólogos de la cristiandad siguieron el ejemplo de los rabinos judíos al adoptar el concepto babilonio, egipcio, persa y griego de que el hombre posee un alma inmortal. No obstante, debido a que las iglesias de la cristiandad afirman aceptar la Biblia, ellas se crearon un dilema al adoptar esta enseñanza no cristiana. El dilema es éste: ¿Cómo pueden las iglesias adherirse a la enseñanza bíblica de la resurrección y, a la misma vez, enseñar que la persona sobrevive a la muerte por medio de tener un alma inmortal?
¿Cómo se escapan mañosamente de este dilema las iglesias de la cristiandad? La Catholic Encyclopedia nos dice cómo: “El Cuarto Concilio de Letrán enseña que todos los seres humanos, ya sean elegidos o réprobos, ‘se levantarán de nuevo con sus propios cuerpos que actualmente llevan consigo.’ En el lenguaje de los credos y profesiones de fe este regreso a la vida se llama resurrección del cuerpo.” (Las cursivas son nuestras.) En otras palabras, se afirma de esta manera que la resurrección de los muertos es meramente el proceso de volver a vestir de un cuerpo carnal a un alma que no muere. Pero, eso no es lo que enseña la Biblia.
La verdadera esperanza de la resurrección
Muchos eruditos de la Biblia admiten que las doctrinas de la inmortalidad inherente y la “resurrección del cuerpo” no se enseñan en la Biblia. Georges Auzou, profesor católico francés de la Sagrada Escritura, escribe: “El concepto de que hay un ‘alma,’ que es una realidad puramente espiritual e inmaterial que existe separada del ‘cuerpo,’ ... no se encuentra en la Biblia.” “El Nuevo Testamento nunca habla de la ‘resurrección de la carne,’ sino de la ‘resurrección de los muertos.’”
De igual manera, el profesor protestante francés Oscar Cullmann, en su libro Immortality of the Soul or Resurrection of the Dead?, escribe: “Hay una diferencia radical entre la expectativa cristiana de la resurrección de los muertos y la creencia griega en la inmortalidad del alma. ... Aunque en años posteriores el cristianismo estableció una relación entre estas dos creencias, y hoy el cristiano de término medio las confunde por completo, no veo razón alguna para ocultar lo que yo y la mayor parte de los eruditos consideramos que es la verdad. ... la fe en la resurrección domina enteramente la vida y el pensamiento de las personas sobre quienes se habla en el Nuevo Testamento. ... el hombre entero, que realmente está muerto, vuelve a la vida por medio de un nuevo acto creativo de Dios.”—(Según se tradujo al inglés de la edición original en francés.)
Sí, la verdadera esperanza bíblica para una vida futura depende de la resurrección, o del “levantarse de nuevo de entre los muertos,” no de la supervivencia automática de un alma inmortal. La Biblia declara con claridad: “Va a haber resurrección así de justos como de injustos.” (Hechos 24:15) En el siguiente artículo se considera exactamente cómo llegó a haber tanta confusión religiosa en cuanto a la vida después de la muerte.
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La resurrección, el Día del Juicio y la apostasíaLa Atalaya 1982 | 1 de octubre
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La resurrección, el Día del Juicio y la apostasía
LAS iglesias Católica Romana, Ortodoxa y Protestante han dado la espalda a las verdades claras de la Biblia con respecto a la condición de los muertos y la esperanza para vida después de la muerte. Prefieren la antigua creencia en un alma inmortal, que no tiene base en las Escrituras. Como acabamos de ver, esta creencia se originó en Babilonia y la simplificó el filósofo griego Platón en el cuarto siglo a. de la E.C.
Los teólogos de la cristiandad afirman que todo hombre, mujer y niño que ha vivido tiene un alma que sale del cuerpo cuando la persona muere. Para acomodar esta enseñanza, han inventado lugares tales como el limbo, el purgatorio y un infierno ardiente. Se supone que ahí van a parar las almas separadas del cuerpo que no son dignas del “paraíso,” que según dicen ellos está en el cielo.
Las iglesias también dicen que los muertos no están realmente muertos. Más bien, afirman ellas, el alma sigue viviendo. Ellas no pueden por lo tanto enseñar la verdadera doctrina bíblica de la resurrección, que se define como “un regreso a la vida.” De modo que sus teólogos inventaron la llamada resurrección del cuerpo, y afirmaron que en el Día del Juicio los cuerpos de los justos y de los inicuos se volverán a unir con
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