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    ¡Despertad! 1979 | 8 de junio
    • cuerdas de un piano. Las ondas sonoras producen movimientos en el interior del caracol, y de ellos estas “cuerdas” reproducen los diferentes tonos. Por medio de nervios fijados a estos vellos se envían impulsos eléctricos al cerebro. Una obra de consulta dice: “Puesto que el caracol en el oído de un pianista es aproximadamente un millón de veces más pequeño que el piano que él toca, es preciso imaginar el teclado y las cuerdas de un piano de concierto reducidos aproximadamente 100 millones de veces a fin de llegar a las dimensiones del ‘piano’ auditivo en el oído.” ¡Nuestro “piano” reproduce perfectamente cada sonido —desde el más tenue murmullo hasta el crescendo de una gran orquesta— y todo esto en el interior de una parte que tiene el tamaño de un guisante! ¿Diseño o casualidad? ¿Ha oído usted que un gran piano haya llegado a existir por pura casualidad?

      La mano humana: “Instrumento de instrumentos”

      Eso es lo que dijo un médico de la antigüedad acerca de lo que ha hecho posible tantos logros humanos. El bioquímico Isaac Asimov hizo eco de ese sentir al referirse a la mano como:

      “ . . . un órgano de manipulación superlativo, incomparablemente la cosa mejor de su índole en todo el campo de la vida... cuenta con cuatro dedos diestros y un pulgar opuesto a fin de que el conjunto pueda usarse como pinza delicada o para dar un firme apretón, torcer, doblar, tirar, empujar, y manipular teclas de piano y de máquina de escribir.”

      De hecho, la mano no solo es poderosa, sino impresionantemente ágil. Con ella podemos golpear con un martillo y, no obstante, recoger un alfiler pequeño.

      ¿Dónde están los poderosos músculos que controlan nuestros dedos? Pues bien, si usted fuera a diseñar una mano, ¿dónde pondría los músculos? ¿Tal vez en los dedos mismos? ¡Qué espantoso sería eso! Porque aunque tendrían fuerza, lucirían como salchichas gruesas. ¿Ha tratado usted alguna vez de recoger un alfiler con una salchicha gruesa? Pero, en su mayor parte, los músculos que se usan para doblar los dedos se encuentran en el antebrazo. Haga una flexión con los dedos y sienta su antebrazo. ¿Siente los músculos moverse? Están conectados por medio de “cuerdas” o tendones a las yemas de sus dedos, lo cual suministra gran fuerza y flexibilidad genuina. ¡Qué sobresaliente diseño! ¿Por mera casualidad?

      El cerebro: “La creación más milagrosa del mundo”

      Así le llamó al cerebro allá en 1955 Loren C. Eiseley, un prominente antropólogo, evolucionista. Hoy día el hombre, con todo su incremento en tecnología, se siente atónito ante lo que nuestro cerebro puede hacer. Tiene “10 mil millones de células nerviosas, cualquiera de las cuales puede estar conectada con hasta otras 25.000 células nerviosas. La cantidad de interconexiones a la que esto equivale atolondraría hasta a un astrónomo... y los astrónomos están acostumbrados a tratar con cifras astronómicas,” informa una obra de consulta, y añade: “Una computadora lo suficientemente refinada como para tratar con esta cantidad de interconexiones sería lo suficientemente grande como para cubrir la Tierra.”

      No obstante todo esto está reducido en una masa que pesa aproximadamente 1.360 gramos, lo suficientemente pequeña como para caber en sus dos manos. Es apropiado que se le llame “el trozo de materia más organizado del universo.”

      Nuestro cerebro es capaz de lo que ninguna computadora hecha por el hombre es capaz: imaginación creadora. Esto se manifestó especialmente en la experiencia del compositor Ludwig van Beethoven. En el estreno de una de sus más grandes obras, la Novena Sinfonía, el público estalló en aplausos, debido a lo mucho que les gustó. Beethoven no pudo oír los aplausos; ¡estaba totalmente sordo! Piense, él “oyó” la riqueza plena de la composición primero en su propia imaginación y entonces escribió las notas, y en realidad nunca oyó ni un solo tono. ¡Qué poder de imaginación creadora posee nuestro cerebro!

      ¿No es obvio que en nuestro cuerpo hay ejemplos de sobresaliente diseño? ¿No deberíamos llegar a la misma conclusión lógica a la que llegó un sobresaliente ingeniero consultor que durante dos años se afanó en diseñar un “cerebro electrónico”? Dijo: “Después de encararme a los muchos problemas de diseño que me presentó [la computadora] y resolverlos, me parece completamente irracional pensar que tal artefacto pudiera llegar a existir de cualquier otra manera que por medio de un . . . diseñador inteligente. . . . Si mi computadora exigió un diseñador, cuánto más lo exigió esa compleja . . . máquina, mi cuerpo humano.”

      ¿Pudieran todos estos ejemplos de diseño sencillamente haber “sucedido por casualidad”? George Gallup, un conocido experto en estadística, alguien que cuidadosamente compila cifras y hechos sobre ciertos temas, dijo en una ocasión: “Puedo probar que Dios existe por medio de las estadísticas. Sencillamente considere el cuerpo humano... la probabilidad de que todas las funciones del individuo sencillamente surgieran por casualidad es una monstruosidad estadística.” En otras palabras, la probabilidad de que todo esto “sucediera por casualidad” sin algún poder director es, en realidad, imposible, “una monstruosidad estadística.”

      El gran físico Lord Kelvin, quien para el tiempo de su muerte “sin disputa alguna era el mayor genio científico del mundo,” llegó a la misma conclusión: “La ciencia nos obliga absolutamente a creer con perfecta confianza en un Poder Directivo... en una influencia aparte de las fuerzas físicas, dinámicas o eléctricas . . . La ciencia nos obliga a creer en Dios.” (Las bastardillas han sido añadidas.)

      Podemos ver prueba convincente de la existencia de Dios por medio de (1) la lógica científica sólida y (2) la existencia de diseño en el mundo que nos rodea. Aun así una pregunta viene a nuestra mente: ¿Cómo es este Dios? Para hallar una respuesta satisfaciente, tenga la bondad de leer el siguiente artículo.

  • ¡Dios existe! ¿pero cómo es?
    ¡Despertad! 1979 | 8 de junio
    • ¡Dios existe! ¿pero cómo es?

      ¿QUÉ se puede decir acerca de su personalidad? ¿Es él el tipo de individuo que llegaríamos a amar si lo conociéramos íntimamente? ¿No le parece que éstas son preguntas importantes?

      ¿Cómo podemos llegar a conocer algunas de las cualidades de Dios? En Romanos 1:20, la Biblia sugiere: “Porque sus cualidades invisibles [las de Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas [“se entienden por medio de las obras de Sus manos”—New Berkeley Version], hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo que son inexcusables.”

      Por medio de echar una ojeada a fondo a las cosas que Dios ha hecho, “las obras de Sus manos,” podemos aprender cuáles son algunas de sus cualidades. Pues bien, ¿qué vemos?

      Amor y bondad

      Esas cualidades son muy evidentes en la manera en que estamos diseñados. Nuestros cuerpos fueron hechos para hacer más que meramente vivir; más bien, fueron

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