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Vida y supervivencia en las tierras semiáridas del Brasil¡Despertad! 1978 | 8 de diciembre
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Reunión del ganado
Alrededor de diciembre la estación de las lluvias vuelve y con ella un grato alivio del espectro de la sequía. Es maravilloso el reavivamiento que experimentan el terreno y los árboles. Este es el tiempo en que hay que coger los animales más viejos en los matorrales llenos de brotes y traerlos a la estancia. Algunos estarán listos para el matadero. Otros se dejarán para que vaguen libres por más o menos otro año.
El vaqueiro vestido en su armadura de cuero, que le da una apariencia de caballero medieval más bien que de vaquero, avanza cuidadosamente a caballo, alerto y atento. De su experiencia previa sabe que la mayoría de los animales ha sobrevivido. Sin duda esto se debe en parte al robusto cruzado indio.
Realmente es un espectáculo ver coger a un animal. ¡Mire! Allí está un toro. Sí, el caballo lo ha visto también. El vaquero sabe lo que hará enseguida su caballo entrenado y se prepara para ello metiendo la cabeza en la crin del caballo. ¡Entonces empieza la frenética carrera!
El toro, acostumbrado a su estado silvestre, no va a ceder fácilmente. El caballo sigue directamente en sus huellas, adentrándose más y más en los matorrales, sin fijarse en su jinete que se aprieta todavía más contra su caballo y trata de esquivar el aluvión de ramas que azotan su armadura de cuero. El caballo está poseído de una sola obsesión: ¡Coger ese toro!
¡Aparece un descampado... la oportunidad de prender el animal que huye! En un repentino arranque de velocidad, el vaquero y su caballo están lado a lado con el toro huidero. Con el pie derecho en el estribo, y agarrado de la crin del caballo con una mano, el vaquero se inclina hacia la derecha y agarra el toro por la cola. Un tirón rápido y bien calculado hacia el lado hace tropezar al toro y cae al suelo con un ¡pum!
Al caer el toro, el vaquero salta encima de él. Le vuelve la cabeza al costado y le clava los cuernos en el suelo. Inexplicablemente, este movimiento hace saber al bovino que ha perdido la batalla. Ya no hay resistencia. El vaquero saca de su bolsa una máscara de cuero con la cual vendarle los ojos al animal, así como unas trabas (dos pedazos pequeños de madera ahuecados) en las cuales meter las patas delanteras del animal. Con los ojos vendados y las patas atadas, el toro permanecerá inmóvil hasta que lo lleven al corral.
Entonces el vaquero mete la mano en la bolsa y saca un pedazo de azúcar moreno en forma de bloque. El comer esto satisface su hambre y sed, a la vez que mantiene el ojo en la caatinga. El vaqueiro se queda en los matorrales hasta que haya reunido una manada de ganado. Solo entonces volverá a su familia en su sencilla choza con techumbre de paja.
Rodeo y música folklórica
Cuando terminan las lluvias, se celebra el rodeo típico del nordeste. Aunque es de origen español, ha adquirido un sabor local. Es una fiesta en la que se reproduce el trabajo del vaqueiro, pero con alegría y los aplausos del público.
Muchos ganaderos y vaqueros vienen en sus cabalgaduras de todas partes de la región. Con sillas lustrosas, arneses limpios y chaquetas de cuero cepilladas, repiten las hazañas que normalmente solo ejecutan en el desierto.
Con los vaqueros vienen los “cantantes,” graciosos versificadores de regiones remotas y silvestres que se acompañan con la guitarra. Comparten la alegría de la gente y son una atracción popular en las ferias y rodeos. Y también está presente el feuilletonist, un novelista de las regiones silvestres que alaba su obra más reciente escrita en el lenguaje de su región y que relata un sinnúmero de cuentos imposibles. Por un rato todos han olvidado los rigores de su tierra.
El vaquero y la religión
Aunque la forma de adoración que domina en esta región es el catolicismo romano, en práctica la religión popular es una mezcla de misticismo y superstición. ¿Ve usted aquella figura extraña en el camino, el individuo vestido de ropa de penitente, una clase de hábito religioso burdo? Es una vista común en estas partes. Aunque viste de monje, sus votos solo son temporáneos. A menudo se ve a un hombre en camino a la iglesia a unos varios kilómetros de distancia cargando una cruz pesada. O, quizás ande como peregrino, cantando himnos religiosos y oraciones. Algunos simulan el acto de “crucificarse” haciendo que se les ate a una cruz de madera grande enfrente de la iglesia o capilla.
Una vez al año, centenares de vaqueros se reúnen para celebrar la “misa cantada del vaquero” en memoria de un colaborador asesinado. Enfrente de un altar improvisado en el campo, primero escuchan a un sacerdote vaquero. Entonces, montados en sus caballos, pasan junto al altar uno por uno y depositan sus ofrendas. Para la comunión, todos se sientan en el suelo y comparten su comida usual: carne seca, azúcar en forma de bloque y harina de mandioca.
Manantiales de aguas espirituales
La vida no ha sido fácil para la gente en el nordeste del Brasil azotado por sequías. Sin embargo, poco a poco el aspecto económico de esta región poco desarrollada está cambiando. En los pueblos, las condiciones de los trabajadores están mejorando. En años recientes se han construido centenares de depósitos para el agua de lluvia, como por ejemplo, el de Oros que tiene una capacidad de más de dos mil millones de metros cúbicos. Una represa en el río São Francisco creó un lago de 34 mil millones de metros cúbicos.
De más importancia aún, la Palabra de Dios está logrando gran progreso en la región. En las mismísimas zonas más afectadas por las sequías periódicas, suficientes aguas espirituales de verdad divina brotan y burbujean para satisfacer la sed de conocimiento de Dios. Muchos testigos de Jehová han podido llegar a los pueblos lejanos y granjas aisladas con las consoladoras buenas nuevas del reino de Dios.—Mat. 24:14; Rev. 22:17.
A pesar del analfabetismo y la superstición, son muchos los que quieren satisfacer su sed espiritual. Varias congregaciones cristianas están muy ocupadas diciendo a otros que se acerca el tiempo en que “manantiales de agua” literales brotarán en el desierto. (Isa. 35:6, 7) En ese tiempo las caatingas fascinantes pero afligidas del nordeste del Brasil llegarán a ser una parte hermosa del paraíso que abarcará toda la Tierra, y ya no habrá la lucha para sobrevivir.
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Útil de arriba abajo¡Despertad! 1978 | 8 de diciembre
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Útil de arriba abajo
● Es asombroso los diferentes modos en que se usa la palmera carnauba o carandaí que los indígenas del nordeste del Brasil llaman “el árbol de la vida.” Recogen las hojas en las “plantaciones” y extraen de ellas cera de carnauba. Esta se emplea en las mejores ceras para los pisos, preservativos para el cuero, papel carbón, discos fonográficos, filme y en muchos productos de caucho y materiales aisladores.
Mientras que el mundo usa la cera, los indígenas usan a cabalidad el resto de la planta. Además de los modos obvios en que usan las hojas para tejer esteras y hacer sus chozas, se valen de los troncos para toda clase de construcción, especialmente para las duraderas jangadas, balsas veleras. Hasta usan los troncos ahuecados para conducir agua.
También hay porciones comestibles. Se comen los brotes como col de palmera y se saca fécula de los tallos tiernos. La pequeña fruta redonda es muy usada para cebar los puercos, ¡y hasta se hace una bebida fermentada de la savia! ¡De veras que esta palmera es una “fábrica” económica con productos de arriba abajo!
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