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  • ¿Qué diría Jesús?
    La Atalaya 1956 | 15 de diciembre
    • gente se ocupa tan profundamente en ellas, especialmente al tiempo de la Navidad, comiendo, bebiendo y comprando, que no tiene lugar en su vida el conocimiento de los propósitos de Dios mediante su Hijo. Así que el no saber acerca de la guerra venidera del Armagedón y del nuevo mundo entrante sigue como cosa general.

      De modo que, ¿qué diría Cristo acerca de la Navidad? Que la Navidad es un engaño religioso, una trampa comercial, un día de fiesta pagano, una deshonra para él y una degradación del cristianismo. Nunca pudiera aprobarla; nunca pudiera reconocerla como una verdadera práctica cristiana. Eso quiere decir que los que la celebran son desaprobados por Cristo. Siendo ése el caso, ¿por qué celebrar la Navidad? ¿Por qué no librarse de este colosal lazo comercial? ¡No hay por qué celebrar simplemente porque otros que dicen ser cristianos lo hacen! En realidad, no hay por qué estar entre esa numerosa muchedumbre de personas que dicen ser cristianas y a quienes, a pesar de protestar que han hecho obras en el nombre de Cristo, el Rey rehusa reconocer:

      “Muchos me dirán en ese día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y echamos fuera demonios en tu nombre, y ejecutamos muchas obras poderosas en tu nombre?’ Y sin embargo entonces les confesaré: Nunca los conocí. Apártense de mí, obradores de lo que es contrario a ley.” Para que usted nunca tenga que apartarse de Cristo en ese entonces, apártese de la Navidad ahora.—Mat. 7:22, 23, NM.

  • Visita del presidente a Birmania, Las Filipinas y Hong Kong
    La Atalaya 1956 | 15 de diciembre
    • Visita del presidente a Birmania, Las Filipinas y Hong Kong

      AL LLEGAR a Birmania, el hermano Knorr fué recibido en el aeropuerto de Rangún por cincuenta hermanos. Fué un gozo ver a los misioneros allí y asistir junto con ellos a su asamblea. Habían organizado la asamblea en su propio Salón del Reino. El sábado, 7 de abril, cinco personas se bautizaron. Para el domingo por la noche el número de asistentes había aumentado hasta 115. Hubo en Rangún misioneros y otros de Mandalay que vinieron por tren. Era un viaje peligroso y había sido necesario que un tren militar viajara delante del tren de pasajeros para protegerlos de bandoleros y revolucionarios. No es cosa rara que los bandoleros vuelen los puentes o coloquen bombas en los rieles. A veces los trenes se retardan por un día entero mientras se reparan los puentes. El gobierno está empeñado en establecer la paz en el país, pero la violencia ha durado muchos años en el norte de Birmania. En las ciudades grandes hay paz y prosperidad general y el movimiento comercial sigue sin estorbo. Es en medio de estas condiciones que los misioneros y publicadores del reino de Jehová se hallan predicando las buenas nuevas.

      La reunión pública se celebró en la casa del ayuntamiento. Siete sacerdotes budistas se sentaron en la primera fila, ataviados con sus mantos amarillos, mientras otros estuvieron esparcidos a través del auditorio, un total de 268 personas. El auditorio estaba muy interesado en lo que se decía sobre el tópico “Haciendo a todo el género humano uno bajo su Creador”; y 165 personas se quedaron para oír las palabras concluyentes del presidente y los discursos finales de la asamblea, que continuó allí en la casa del ayuntamiento.

      Tan pronto como se terminó la reunión el hermano Knorr fué llevado apresuradamente en automóvil a la Radio Birmania, donde pronunció un discurso de quince minutos por las ondas de la única radioemisora que sirve a Rangún. Dió verdadero placer hablar con los hombres de la radioemisora y presentarles las publicaciones de la Sociedad. Se pasó el lunes (9 de abril) en la oficina de sucursal y se habló con los misioneros acerca de la obra. Se hizo hincapié en que es absolutamente esencial que los misioneros tomen mayor interés en el idioma. En los lugares donde los misioneros aprenden el idioma del país se hace mayor progreso. Sin embargo, durante los últimos dos años Birmania se ha quedado inmóvil en lo que se refiere a un aumento en el número de publicadores; y se cree que una de las causas principales es que los misioneros no han hecho suficiente esfuerzo para hablar la lengua del país. Si bien pueden argüir que la mayoría de la gente habla inglés, entonces, si eso fuera cierto, ¿por qué publicar La Atalaya en birmano? La primera edición de ella fué puesta en circulación en la asamblea, y si hay que tener revistas en birmano eso ciertamente indica que los que trabajan en ese país tienen que hablar el idioma. El mismísimo hecho de que el que habla en una asamblea tiene que hablar por medio de un intérprete demuestra que el uso del birmano es esencial para comunicarse con la gente, y por consiguiente los que representan a la Sociedad deben hablar ese idioma con facundia. Los misioneros se quedaron impresionados con estos puntos y se cree que ahora estudiarán con diligencia. Probablemente si ellos hacen mayor esfuerzo para hablar a la gente en su propio idioma se podrá progresar en ese país. Nada más podemos hacer que orar y esperar que Jehová bendiga las instrucciones que se dieron y que si hay otras personas de buena voluntad en esa nación sean halladas y recogidas y lleguen a formar parte de la sociedad del Nuevo Mundo. Birmania es un campo extenso y hay mucho trabajo que hacer, pero para llevarlo a cabo es preciso que los misioneros y publicadores de congregación hagan mayor esfuerzo. Estas buenas nuevas acerca del reino establecido tienen que ser predicadas. Es la responsabilidad de ellos hacerlo.

      El hermano Knorr salió a las 2:45 a.m. del martes 10 de abril. Su avión hizo escala en Bangkok, Tailandia (o Siam), donde algunos de los publicadores lo recibieron a las cuatro de la mañana. Aquí el hermano Adams volvió a acompañarlo para seguir viaje a Manila. El avión hizo escala en Hong Kong por unas cuantas horas, pero esa noche a las siete los hermanos Knorr y Adams llegaron al aeropuerto de Manila, donde los recibió una multitud feliz.

      ASAMBLEA DEL REINO TRIUNFANTE EN MANILA

      Durante meses los hermanos en las Filipinas habían estado haciendo los preparativos para una asamblea nacional. Muchos de los testigos de Jehová tuvieron que viajar largas distancias hasta Manila. A fin de poder hacer el viaje algunos de ellos tuvieron que hacer arreglos especiales—criando cerdos y otros productos de cultivo, los cuales vendieron para costear los gastos de transporte. En Manila 1,800 hermanos habían asistido a una reunión especial para considerar el problema de alojamiento. Se calculó que 12,000 hermanos viajarían a Manila; de manera que sería preciso conseguir mucho espacio. Durante seis semanas los hermanos trabajaron en el territorio alrededor del estadio de fútbol del Memorial Rizal, y se obtuvieron habitaciones para 8,338 personas. La mayoría de estas habitaciones había sido ofrecida gratuitamente, lo que demuestra la calurosa hospitalidad de la gente filipina con los testigos de Jehová que venían a esta asamblea. Había sido necesario trabajar durante semanas para preparar una cafetería y puesto de refrescos, pero todas estas cosas ya estaban listas para la gran reunión.

      Al comienzo de la semana de la asamblea la temporada que generalmente es seca en las Islas Filipinas fué cortada violentamente por un tifón caprichudo, que causó lluvia continua en Manila, pero esto no apagó el celo de los hermanos que hacían los preparativos para la asamblea de tres días, el viernes, sábado y domingo. Doscientos hermanos llegaron por vapor del lejano Davao, una ciudad de la isla de Mindanao. Viajaron por seis días, desafiando el tiempo tempestuoso, y ahora los recibió en Manila una multitud de hermanos felices. A medida que desembarcaron los delegados de Davao cada uno recibió un plano de Manila y sus cercanías nítidamente impreso en el cual se indicaba el lugar de la asamblea, la central de la asamblea, la oficina de sucursal de la Sociedad y las direcciones de los 26 Salones del Reino en el área de Manila.

      El miércoles por la mañana muchos fueron testigos de una escena espectacular: Alineados por ambos lados de la carretera que pasa junto al Estadio había cuarenta y cinco autobuses fletados, algunos trayendo 200 hermanos cada uno, del lejano Cagayán, Luzón del Norte. Los hermanos entraron como ríos en la ciudad de la asamblea en grupos grandes y pequeños. También, ya había pasado la tormenta y volvió el tiempo estacional, caluroso y resolano, haciendo más fácil el trabajo preparativo para la asamblea. Para la mañana del viernes todo estaba listo, aunque un grupo de 200 hermanos tuvo que trabajar toda la noche para instalar el equipo sonoro en el estadio de fútbol y poner en orden la

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