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¿Cree usted sólo lo que puede ver?La Atalaya 1956 | 15 de septiembre
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Así que, la declaración “Yo creo sólo lo que veo” es falsa y engañosa. Todo el mundo cree cosas que no puede ver. Las cree porque ve los efectos que estas cosas invisibles producen. La invisible corriente eléctrica produce calor y luz; las invisibles ondas de radio producen sonido y representaciones fotográficas; las menudas partículas que hay en el átomo pueden soltar poder tremendo.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con la creencia en Dios? Mucho tiene que ver con Dios, porque tal como los efectos producidos por la electricidad, ondas de radio y partículas atómicas invisibles prueban que estas cosas existen, de igual modo el hecho de que hay un Creador invisible, Uno Todopoderoso cuyo nombre es Jehová, se prueba por los efectos de su poder, los cuales se pueden ver con la misma claridad. ¿Qué efectos? El artículo siguiente contesta.
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Por qué creer en DiosLa Atalaya 1956 | 15 de septiembre
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Por qué creer en Dios
¿Es lógica esa creencia? ¿Qué evidencias hay a favor de ella? ¿Por qué debería usted aceptar la Biblia como la Palabra de Dios?
ALGUNAS personas dicen que creen sólo lo que ven. Contestamos enfáticamente: ¡Créanlo! Sí, ¡crea lo que usted puede ver! El apóstol Pablo dijo que la creación visible manifiesta el poder de Dios: “Porque sus cualidades invisibles se observan claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se entienden por las cosas hechas, hasta su poder eterno y Divinidad.” (Rom. 1:20, NM) La mayoría de la gente cree que las cosas que ella ve son prueba de la existencia de Dios. Un estudio por encuesta de tipo Gallup manifestó que aun en los Estados Unidos donde la gente es presumiblemente “materialista” el 96 por ciento de los que fueron entrevistados dijo que creía en Dios. Este grupo ha observado el orden y la majestad del mundo que lo rodea, la existencia del hombre y la Biblia misma y ha visto argumentos convincentes de que Dios existe.
Un escritor lo expresó de esta manera: “Si comenzamos con mente imparcial, dispuestos a creer o no creer según sea la evidencia, es muy probable que descubramos que es más fácil creer en Dios que decidir que las plantas, los animales y el hombre mismo, cuerpo y mente, se originaron como producto de la casualidad ciega y sin propósito. Tal vez sea apropiado añadir que muchas personas no quieren creer en Dios. Se dan cuenta de que el hacerlo censuraría su pasado y cambiaría su futuro hasta un grado desagradable.”a
¿Qué piensa usted acerca del origen del universo mismo? ¿Fué pura casualidad, sólo un accidente, una combinación de muchos eventos fortuitos? O ¿da testimonio de que existe otra mente que es superior, más inteligente, y que existió mucho antes que el hombre? Recuerde usted que no es caos el universo, como bien podría ser si fuera accidental. ¿Le indica su orden que el pensamiento consciente es responsable de él? ¿que fué diseñado por un creador inteligente?
¿Son sólo un accidente las leyes ordenadas que se extienden desde la expansión de los cielos estrellados de años luz hasta los menudos átomos que componen toda materia? ¿Son un accidente los movimientos exactos de los cuerpos celestiales que fijan la norma para nuestros relojes? ¿Fueron producidos la tierra y el hombre y toda la creación viviente por accidentes—no sólo una de estas ocurrencias accidentales, sino una serie entera de miles de millones de ellas las cuales se combinaron maravillosamente, sin que ocurriesen otros sucesos accidentales que destruyeran todo eso?
¿Está implicado en el origen del universo un poder mayor que la casualidad? Dijo el científico Arthur H. Compton acerca de las partes del pequeñísimo átomo: “Si la sencilla y no obstante prolífica combinación de empujones y tirones a los cuales están sujetos los electrones viene de la pura casualidad, entonces la casualidad es más ingeniosa que el más hábil de nuestros científicos.”b
No sólo el origen de la materia y el orden que hay en el universo presentan problemas para los que niegan la existencia de un Creador, sino que existe el problema mucho mayor aún del origen de la vida misma. Hubo un tiempo cuando se creía que la generación espontánea (llamada abiogénesis, que quiere decir origen procedente de la ausencia de vida) producía vida. Los gusanos se desarrollaban de la carne pútrida, los piojos de la suciedad, las ranas del lodo de los charcos, etc. Pero los experimentos de Pasteur de hace casi cien años demolieron esa teoría. Si se arguye que ahora no ocurre abiogénesis pero que sí ocurría en edades pasadas, ésa es mera especulación. No es un argumento científico, ya que no estaría basado en la observación y el experimento, sino más bien en aserciones ciegas que ni pueden ser observadas ni probadas. El Dr. J. Gray, sobresaliente zoólogo experimental, explicó: “El que la materia viva se origine espontáneamente de lo inanimado tiene que contemplarse como evento sumamente improbable, y como tal puede asumirse que no ocurrió.”c
La pregunta es sencilla: ¿Ocurrieron la materia, el orden, el maravilloso universo y el inexplicable milagro de la vida meramente por la obra de la casualidad, o fueron producidos por el diseño de un gran Creador? ¡Lo primero es tan inadmisible que requiere más fe creer en la teoría materialista de la evolución que creer en Dios! Permanece verídico el que “los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento manifiesta la obra de sus manos.”—Sal. 19:1; Job 9:8; Isa. 40:26; Jer. 10:12.
MARAVILLAS AUN MÁS GRANDES
Pero hay mucho más que considerar. El hombre, por medio del uso diligente de su inteligencia, ha logrado grandes cosas, pero aun en las cosas sencillas la sabiduría de la naturaleza precedió mucho a la del hombre. Muchísimo tiempo antes de que el hombre inventara palancas éstas existieron en los cuerpos de animales. Tiempo ignoto antes que el hombre hiciera su primera bomba impelente el corazón existió. Además, en el corazón y las venas existen válvulas que sirven para gobernar el movimiento de flúidos. En la tráquea hay cepillos para remover la secreción mucosa. Las baterías eléctricas han sido posesión de las anguilas desde tiempo inmemorial.
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