-
A la manera del hombre o a la manera de Dios... ¿Cuál?La Atalaya 1968 | 1 de junio
-
-
de la carne, ¿cuánto más la sangre del Cristo, que por un espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado al Dios vivo?”—Heb. 9:11-14.
33. (a) ¿Cómo dio Dios una santidad especial a la sangre de animales en Israel? (b) ¿Cómo ha dado Dios una santidad especial a la sangre humana, y qué significa el uso médico de ésta?
33 Dios especialmente santificó la sangre de criaturas animales haciendo que la sangre de ellas se aplicara a su altar en una expiación por los pecados del antiguo Israel. Igualmente, el que Dios acepte la sangre que derramó en sacrificio su Hijo como hombre perfecto da una santidad especial a la sangre humana, además del hecho de que la vida de la humanidad está en su sangre. (Lev. 17:11, 12, 14) Por esa razón el usar este fluido de la vida en transfusiones de sangre médicas bajo el pretexto de salvar vidas es profanar la sangre. Aparta la atención del hombre del hecho, sí, le quita importancia al hecho, de que Dios el Creador salvará al mundo de la humanidad por medio de la sangre sacrificatoria de su perfecto y fiel Sumo Sacerdote, Jesucristo.
34. El que sepamos estas verdades nos pone bajo ¿qué obligación? ¿Y en qué cifrarán esperanza los cristianos que tienen la expectativa de perfección humana en un paraíso terrenal?
34 Conociendo estas vitales verdades bíblicas, estamos bajo obligación de tratar la sangre de humanos, así como la de animales, como algo sagrado. La sangre humana transfundida nunca nos puede dar vida eterna perfecta en una Tierra paradisíaca. Hasta registros médicos prueban que tales transfusiones pueden matarnos y matar a nuestros hijos menores de edad. Para salvación eterna a perfección humana, los cristianos obedientes, que esperan un paraíso terrenal bajo el reino de Dios, cifrarán esperanza en la sangre derramada de Jesucristo, administrada de la manera sagrada de Dios.
-
-
La juventud no es obstáculoLa Atalaya 1968 | 1 de junio
-
-
La juventud no es obstáculo
● Aunque se reconoce que la Biblia es el más grande almacén de sabiduría y la personificación de la doctrina religiosa correcta, no necesariamente se requieren la vejez y la mucha experiencia para entender algunas de sus verdades fundamentales. Como dijo en una ocasión el joven Eliú: “No son aquellos que solo abundan en días quienes resultan sabios, ni los meramente ancianos quienes entienden el juicio.” (Job 32:9) Esto se ejemplificó por la experiencia que se contó en una reciente asamblea de circuito de los testigos de Jehová. Dijo una niña de once años:
“Siempre había deseado participar aunque fuera poco en hacer discípulos de gente de todas las naciones. Pero desde que me bauticé deseaba más que eso... deseaba conducir un estudio bíblico con alguien. Se me presentó la oportunidad el verano pasado. Había colocado una Biblia y el folleto ‘Estas buenas nuevas del reino’ con una señora a solo tres cuadras de casa. De modo que Kathy, mi hermana menor, y yo pudimos ir solas a hacer la revisita.
“Nos preparamos bien antes de salir a hacer la visita. La señora convino en dejarnos estudiar con ella. Debido a su trabajo a veces nuestros estudios se terminaban antes de la hora. Pero durante todo el verano dejábamos de jugar, nos aseábamos e íbamos a conducir este estudio con regularidad. Después de terminar varios folletos comenzamos el libro ‘Imposible que mienta.’ Para este tiempo su interés había aumentado tanto que las preguntas que hacía eran muy difíciles para que yo las contestara, de modo que mi madre nos acompañó para ayudarnos. ¿El resultado? La señora viene ahora al Salón del Reino con regularidad y da testimonio a sus parientes.
“La parte que me gusta más es que ella estaba perpleja en cuanto a por qué insistía en que ella estudiara sus lecciones con anticipación. Ahora comprende que esto es lo que ella había estado buscando toda su vida, y yo participé en ayudarla.”
-