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¿Se desprendería usted de su hijo?La Atalaya 1971 | 1 de junio
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desarraigadas, que sufren de frustración y una sensación de que a nadie les tiene cariño. Agregue a eso la posibilidad de que en el hogar adoptivo el recién llegado no sea aceptado cabalmente como miembro de la familia, que quizás haya discriminación contra él, y se muestre favoritismo hacia los otros niños del hogar.
También, es posible que no todos los hijos estén equipados mental o emocionalmente para alcanzar las metas que les fijan padres ambiciosos. Quizás no puedan aprovecharse suficientemente de las oportunidades educativas que se les hacen disponibles. Y luego, ¿qué hay de la posibilidad de que no reciban disciplina adecuada en el hogar adoptivo? No son pocos los padres que han tenido la triste experiencia de que sus hijos regresen a ellos faltos de todo respeto a la verdad o a la bondad o siquiera a su propia madre o propio padre.
Alejados del ojo vigilante de sus propios padres, muchas veces esos hijos adoptivos desarrollan pensamientos y hábitos contrarios a los que los padres consideran correctos. Puede ser que, después que se haga demasiado tarde, se descubra finalmente que los hijos se han hecho delincuentes. Quizás hayan estado expuestos a malas asociaciones sin tener a nadie a quien acudir por buen consejo. Por lo general no se puede esperar que los padres adoptivos den a los niños “prestados” el mismo grado de atención que proporcionarían a sus propios hijos.
LA CONSIDERACIÓN VITAL
Lo que es mucho más importante que todas las consideraciones ya mencionadas es ver este asunto de “prestar” los hijos desde el punto de vista de Dios. El Gran Padre de todos sus hijos terrestres sabe qué es lo mejor. Su consejo sobre una cuestión como ésta ciertamente ha de ser el mejor, y se puede hallar en las páginas de las Santas Escrituras.
Los padres que alegan que sirven al Dios verdadero deben tener presente que Jehová los considera responsables del bienestar de sus hijos hasta el tiempo en que éstos llegan a la edad de la responsabilidad personal. En cuanto a los padres y las madres que no hacen provisión material apropiada para los hijos que dependen de ellos, lo mismo que los adultos que no hacen provisión para los padres necesitados, se les pudiera describir correctamente como ‘peores que una persona sin fe.’ (1 Tim. 5:8) Pero eso no es todo. El padre o la madre que verdaderamente ama a Dios también estará deseoso de aplicar el consejo excelente que se encuentra en Deuteronomio 6:6, 7:
“Estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; y tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes.”
Sí, las necesidades espirituales de los niños son tan importantes como su bienestar físico. De hecho, son más importantes. Es por eso que la palabra de instrucción que Dios da a los padres es: “Ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová.” (Efe. 6:4, New World Translation) Si, durante sus años más impresionables, los hijos son “prestados” a otros de modo que son separados voluntariamente de sus padres y madres por meses o años a la vez, ¿cómo pueden los padres cumplir concienzudamente con estos requisitos de Dios?
Y la instrucción de Dios a los hijos es importante también. Su Palabra dice: “Hijos, sean obedientes a sus padres en todo.” (Col. 3:20) “Observa, oh hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no abandones la ley de tu madre.” (Pro. 6:20) ¿Cómo pueden hacer lo que dice la Palabra de Dios si sus propios padres ni siquiera están con ellos? ¿Y cómo pueden honrar y respetar a los padres y madres que, por su proceder, evidentemente evaden una porción considerable de sus propias obligaciones paternales y maternales, echándolas sobre otras personas?
EL PUNTO DE VISTA EQUILIBRADO
Para obtener un punto de vista equilibrado de todo este asunto de “prestar” hijitos, uno pudiera preguntar: ¿Hay educación mundana o ventaja económica que valga el sacrificio envuelto en esto? Quizás lo que se sacrifique sea la tranquilidad de ánimo de un hijo, el desarrollo ordenado de un hijo bajo la estrecha superintendencia de padres amorosos. Aunque superficialmente pareciera que a un niño le iría mejor física y materialmente en un hogar adoptivo, ¿qué hay del consejo bíblico, en 1 Timoteo 6:17-19, de no cifrar uno su esperanza “en las riquezas inseguras, sino en Dios,” y de “asirse firmemente de la vida que lo es realmente”? No hay garantía de que la posición económica mejorada del niño resulte en que obtenga la aprobación de Dios.
Cuando los padres afrontan la cuestión en cuanto a si deben “prestar” sus hijos o no por un mes o dos o por más tiempo, que examinen cuidadosamente sus motivos y se pregunten: ¿Es esto lo que Dios quisiera que yo hiciera? Se reconoce que el niño quizás esté dispuesto, sí, ansioso de dejar a sus padres por un tiempo, pero ¿es eso razón válida para concordar en tal arreglo? No es raro que los niños quieran cosas que no son provechosas.
Quizás los padres y las madres opinen que están cabalmente justificados al desprenderse de sus hijos cuando las oportunidades de educación elemental están muy alejadas de su hogar. Pero, ¿no sería mejor pensar en mudar a la entera familia más cerca de la escuela en vez de ceder a otras personas el privilegio y responsabilidad que Dios le ha dado a uno de supervisar el desarrollo de sus propios hijos?
También, en países donde se conducen con regularidad clases de alfabetización en las congregaciones de los testigos de Jehová, muchos padres se han aprovechado de éstas, y allí han aprendido gratis a leer y escribir y a inculcar en sus hijos las verdades valiosas de la Palabra de Dios, la Biblia, la más excelente fuente de educación que hay. Así, padres, madres e hijos, habiendo sido unidos más estrechamente por la verdad bíblica, están disfrutando de una vida de familia más abundante, más feliz. ¡Y ahora estos padres simplemente no querrían desprenderse de sus hijos por nada del mundo!
Si usted vive en Europa, América del Norte o en algún otro lugar donde no se lleva a cabo el “prestar,” ¿reconoce usted otras prácticas a las cuales deben aplicarse los mismos principios? Algunos padres envían a sus hijos a escuelas de internos o a campos de verano por muchos meses, aunque así los hijos quedan privados del amor, protección y guía espiritual y moral que tan vitalmente necesitan. Los peligros y desventajas de estas prácticas frecuentemente pueden ser tan grandes como las que están envueltas en “prestar” uno su hijo. Por consiguiente, hay buena razón para que los padres amorosos de todas partes de la Tierra ejerzan gran cuidado cuando afrontan alguna costumbre o arreglo que significaría desprenderse de sus hijos. La recompensa por ejercer precaución y por tomar una decisión basada en la Palabra de Dios puede ser felicidad duradera para todos, puesto que “las órdenes de Jehová son rectas, hacen regocijar el corazón.”—Sal. 19:8.
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Una asamblea a que es preciso asistirLa Atalaya 1971 | 1 de junio
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Una asamblea a que es preciso asistir
¿HA ORADO usted pidiendo que venga el reino de Dios? ¿Desea usted vivamente el tiempo en que ese reino cumpla la Palabra del Creador del hombre destruyendo a los que practican la iniquidad y entonces haciendo de esta Tierra un Paraíso? Si así es, hará todo lo posible para estar presente para oír el discurso intitulado “Cuando todas las naciones chocan, de frente, con Dios.” Esta será la conferencia principal en cada una de las asambleas alistadas más abajo.
Vez tras vez la Biblia declara: ‘Las naciones
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