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  • El fascinante chimpancé
    ¡Despertad! 1985 | 8 de enero
    • Sin embargo, al chimpancé se le conoce mejor por su dinamismo y disposición. Los chimpancés jóvenes que viven en cautiverio son sociables, sensibles y muy despiertos. Son animales extrovertidos a quienes les encanta jugar ante un auditorio, por lo cual algunos se han convertido en “superestrellas” en el campo del entretenimiento. Un chimpancé llamado Chita llenó de entusiasmo a millones de personas a medida que viajaba por la selva, columpiándose de árbol en árbol, con su amigo Tarzán. Los chimpancés continúan deleitando a las muchedumbres en espectáculos de circo y compañías ambulantes. Y, ¡oh, qué modales despliegan cuando tienen sus reuniones para tomar té en los parques zoológicos!

      También se ha entrenado a chimpancés para que trabajen en bares, donde sirven bebidas a los clientes. Pueden comer y beber sentados a la mesa, ponerse ropa, barrer, y lavar platos. Hasta se han vendido cuadros rústicos pintados por chimpancés que son “artistas”. También montan bicicletas y motocicletas.

      No obstante, nadie debe llegar a la conclusión de que el chimpancé es casi un ser humano. Como muchos otros animales, el chimpancé responde de acuerdo con el ambiente que lo rodea. Puede observar que ciertas acciones producen ciertos resultados. Mediante la repetición se le puede enseñar que al hacer ciertas cosas puede obtener con regularidad ciertos resultados. Así puede aprender a ejecutar muchas acciones rutinarias. Pero no puede razonar como un ser humano. No puede discernir los principios de operación y entonces aplicar esto en otras esferas de actividad. Y ciertamente no puede aplicar principios morales.

      Los sorprendentes actos de destreza son ejecutados por los jóvenes... generalmente los que tienen menos de diez años de edad. Pero a medida que van alcanzando la madurez, los chimpancés en cautiverio pueden volverse malos, introvertidos... y peligrosos. ¿Qué se hace con ellos durante los restantes 30 años o más que les quedan de vida? Los parques zoológicos tienen espacio limitado. El rehabilitarlos para que vuelvan a vivir en la selva presenta muchos problemas. De modo que a veces los expertos dan una sugerencia triste: “Mátenlos”.

      El hombre en el mundo de los chimpancés

      Estudios detallados de cómo los chimpancés reaccionan al mundo del hombre han revelado mucha información respecto a la disposición y adaptabilidad de ellos. Pero el chimpancé se halla fuera de su ambiente en el mundo del hombre, tal como el hombre lo estaría si viviera en el mundo de los chimpancés. Por eso los investigadores se dan cuenta de que, para entender plenamente al chimpancé, es necesario estudiarlos en la selva.

      Probablemente esto se trató de hacer por primera vez hacia fines del siglo XIX. El zoólogo R. L. Garner fue al campo equipado con una jaula grande. Solo que la jaula no era para los simios a quienes pensaba estudiar; ¡era para él! Encerrado y a salvo dentro de la jaula, observó a los animales mientras pasaban. Aunque sus hallazgos fueron limitados, no obstante, fue un esfuerzo genuino para estudiar a los simios en su hábitat natural.

      Aunque en 1930 se llevó a cabo otro estudio breve, no fue sino hasta la década de los años sesenta que se emprendieron otros estudios en el campo. La doctora Jane Goodall, investigadora que trabajaba en Tanzania occidental, no se sentó en una jaula. Su idea fue la de acercarse a los chimpancés, observarlos de cerca y ser aceptada por ellos. Sin embargo, no fue fácil hacerlo. Al principio huían cuando la veían, pero la paciencia y la perseverancia de ella fueron recompensadas, y en espacio de un año la investigadora se sentaba entre los simios.

      Durante las siguientes dos décadas la doctora Goodall aprendió mucho acerca del comportamiento de los chimpancés y de su estructura social y familiar. Los chimpancés también tienen maneras intrigantes de tratarse unos a otros. Después de haber estado separados unos de otros por algún tiempo, tal vez se saluden mediante un apretón de manos y se besen. También se acicalan mutuamente, removiendo las garrapatas y los abrojos. Pero, lamentablemente, ¡la interacción entre los chimpancés no es siempre tan altruista! A veces se matan y devoran unos a otros.

      La doctora Goodall fue entrevistada recientemente por WWF News (Fondo Mundial para la Vida Silvestre) y dijo que el estudiar a los chimpancés [...] ‘me ha ayudado a comprender, tal vez más que ninguna otra cosa, lo diferentes que somos de ellos’. Cuando se le pidió que fuera específica, ella dijo: “Los seres humanos son más compasivos. En el caso del chimpancé se puede ver la compasión entre la madre y su cría, pero rara vez se halla en algún otro aspecto. La compasión es una característica muy humana”. Después de estar viviendo con los chimpancés durante 22 años, tanto ella como sus colegas todavía están aprendiendo cosas nuevas acerca de estos simios.

      No hay duda al respecto, dondequiera que vivan, sea en el mundo de los hombres o en el suyo propio, los chimpancés son ciertamente animales extraordinarios... ¡algo de lo cual usted no necesitaría un recordatorio si alguna vez un chimpancé fuera a parar a la falda de usted!

  • ¿Por qué hacen chocar las copas?
    ¡Despertad! 1985 | 8 de enero
    • ¿Por qué hacen chocar las copas?

      ¿Ha notado usted alguna vez cómo ciertas personas, en fiestas o en restaurantes, hacen chocar las copas o los vasos de bebida antes de tomar un trago? Si usted les preguntara por qué lo hacen, la mayoría de ellas no sabría decirle por qué. O tal vez les parezca que es un gesto inofensivo entre amigos.

      Sin embargo, quizás les sorprenda saber que se trata de una antigua costumbre supersticiosa. De acuerdo con la Asociación Estadounidense de Bibliotecas, hace miles de años la gente tenía la idea ridícula de que, cuando bebían algo, el Diablo podía entrar en su cuerpo cuando abrían la boca. Y en realidad creían que podían asustar a este espíritu maligno mediante hacer ruido. Por eso, para evitar dicho peligro, hacían chocar sus copas para producir ruido. En Europa, los bebedores todavía hacen chocar sus jarras de cerveza o hacen la señal de la cruz. Y ciertos pueblos primitivos, incluso algunos pueblos africanos, hacen sonar campanillas antes de tomar una bebida.

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