-
¿Es incorrecto cambiar de religión?La Atalaya 1960 | 1 de enero
-
-
a la adoración verdadera e incontaminada de Jehová.
En cuanto a la persona que permanece en una religión que ha llegado a ser contaminada a la vista de Dios y una persona que se ha dirigido a los dioses falsos, ambas tienen el disfavor de Dios. La persona que quiere aprobación divina primero tiene que cambiar de tal religión. Por lo tanto, fué con buena razón que Cristo y sus apóstoles dijeron a los seguidores del judaísmo que se arrepintieran. Los que se arrepintieron se volvieron o cambiaron del derrotero de adoración contaminada que estaban siguiendo como miembros del judaísmo.
POR QUÉ ES NECESARIO UN CAMBIO HOY
Debería ser evidente que todas las religiones que afirman ser cristianas hoy día no pueden ser la misma religión verdadera a la cual acudió la gente del primer siglo. Está escrito que “Dios es Dios, no del desorden, sino de la paz.” (1 Cor. 14:33) No obstante, el desorden es lo que prevalece en la cristiandad, donde centenares de diferentes religiones dicen ser cristianas pero enseñan doctrinas contradictorias. Todas estas enseñanzas contradictorias no pueden ser la verdad bíblica.
La cristiandad se halla en la misma posición en que estaba la nación de Israel. La adoración de los que afirman ser cristianos se ha hecho corrupta. Esto tuvo su principio hace siglos cuando todos los que profesaban el cristianismo todavía adoraban a Dios de una manera incontaminada. El apóstol Pablo predijo que se apostataría de la adoración verdadera cuando dijo: “Yo sé que después de mí partida entrarán entre ustedes lobos opresivos y no tratarán al rebaño con ternura, y de entre ustedes mismos se levantarán hombres que hablarán cosas torcidas para arrastrar a los discípulos tras sí.”—Hech. 20:29,30.
Con el transcurso del tiempo hubo gradualmente mayor desviación de la adoración incontaminada. Tradiciones, filosofías humanas, así como enseñanzas y prácticas adoptadas de las religiones paganas llegaron a entremezclarse con las verdades bíblicas. Esta forma contaminada de adoración que pretendía ser cristiana ya no pudo traer la aprobación de Dios así como no pudo hacerlo el sistema religioso judío contaminado del día de Jesús.
Ahora bien, ¿qué debe hacer la persona que ha heredado por nacimiento una de las religiones contaminadas de la cristiandad? Si asume la actitud de que es incorrecto cambiar y que dado que nació en esa religión en particular debe morir en ella, ¿en qué sentido es diferente ella de los miembros del judaísmo que rehusaron escuchar a Cristo y cambiar a la adoración incontaminada de Dios? No puede presuponer que su religión es la verdadera, la que Dios aprueba, así como no pudieron presuponerlo aquellas personas. Tiene que probar que lo es para sí misma por medio de estudiar las Escrituras.
Los que llegaron a ser cristianos en el primer siglo y llenaron los requisitos para ser de los que recibirán la dádiva divina de vida eterna fueron aquellas personas que estuvieron dispuestas a escuchar lo que Cristo y sus seguidores les decían. No les prestaron oído sordo. Semejantes a la gente de Berea, “recibieron la palabra con la más pronta disposición, examinando las Escrituras cuidadosamente cada día para ver si estas cosas eran así.” (Hech. 17:11) Tienen que hacer lo mismo hoy todos los que quieren la aprobación de Dios.
La persona que justiprecia su relación con el Altísimo está dispuesta a cambiar su religión cuando está convencida de que la religión a la que pertenece no se eleva a la altura de las Escrituras. Sólo es por medio de cambiar que puede escaparse del juicio desfavorable de Dios.
El que es correcto cambiar de las religiones contaminadas de la cristiandad y es lo que debe hacerse lo indica el mandato divino: “Salgan de ella, pueblo mío, si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas.” (Apo. 18:4) Por lo tanto, no cierre los oídos a los testigos de Jehová cuando llaman a su puerta. Escuche lo que ellos vienen a decirle y examine las Escrituras cuidadosamente para ver si esto es así. El bienestar eterno de usted depende de que haga una decisión sabia concerniente a la manera en que usted quiere adorar.
-
-
Siguiendo tras mi propósito en la vidaLa Atalaya 1960 | 1 de enero
-
-
Siguiendo tras mi propósito en la vida
Según lo relató Leslie R. Franks
NUEVA ZELANDIA fué el escenario de los primeros años de mi vida hogareña. Allí por primera vez tuve conocimiento de la verdad. En 1926, a la edad de dieciséis, mi trabajo me hizo partir del hogar. El interés en la verdad decayó. Catorce años más tarde (1940) volví a comenzar a leer la literatura de la Sociedad que mis padres me habían enviado. Ahora, también, mi compañero de trabajo resultó ser testigo de Jehová. Un día en la conversación él mencionó que sabía que mis padres también eran testigos de Jehová, y ¿me interesaría en asistir a un estudio de La Atalaya? Lo hice con placer el siguiente fin de semana. Luego en una reunión de servicio durante la visita del siervo de zona el estudio del Informador reveló cuánta falta hacían precursores, especialmente de entre quienes no tuvieran otras obligaciones. Cuando me di cuenta de que esta invitación se dirigía a mí, frente a muchos problemas que se me pusieron en el camino, me decidí a adelantar para seguir tras mi propósito en la vida. A mi patrón le presenté mi renuncia.
De modo que en septiembre de 1940 yo estaba libre para emprender de tiempo cabal la obra del Reino. Inmediatamente fuí enviado por la Sociedad como siervo de congregación a una congregación en la Isla Sur. Tenía yo poco conocimiento y experiencia, y personalmente me sentía del todo incapaz de llevar a cabo esta asignación. No obstante, la oración a Jehová y el apoyarme en él para que él me dirigiera me ayudó en esos meses a cumplir mis obligaciones. Un mes más tarde el siervo de zona escribió pidiendo la ayuda de la congregación para dar publicidad al discurso grabado en discos intitulado “Gobierno y paz” y tocarlo con equipo sonoro en un pueblo que distaba aproximadamente ciento setenta kilómetros hacia el norte. Allí surgió mucha oposición. Durante el discurso se puso en acción una turba. Mi compañero, que servía de acomodador conmigo, retrocedió con una herida de bala en el muslo. Más tarde fué necesario amputarle la pierna.
Para el fin de ese mes adeptos de las religiones falsas usaron este incidente para obligar la imposición de una proscripción contra la obra de la Sociedad en Nueva Zelandia. El segundo día de la proscripción tuve el privilegio de llevar a dos personas de buena voluntad en el servicio por la primera vez, pero el día siguiente fuí arrestado, junto con otro hermano, por tener en nuestra posesión la literatura de la Sociedad. En diciembre se nos sentenció a dos meses de encarcelación. Pronto se nos ofreció libertad inmediata si renunciábamos a Jehová mediante el rehusar llevar a cabo nuestra obra dedicada. Ahora éramos
-