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La fe vence al mundoLa Atalaya 1957 | 1 de diciembre
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Lo que el apóstol Pablo esperaba con anhelo en su día ahora ha sucedido. La cristiandad no puede percibirlo porque ella está cegada por sus tradiciones antiguas fusionadas con filosofías paganas, y ella no tiene fe. ¡Cristo está aquí! Estamos viviendo en el tiempo de su presencia, o parusía, y es un tiempo de juicio de las naciones. Jehová Dios ha tomado su “gran poder y” ha “comenzado a gobernar como rey” mediante Aquel que ha sido delegado para “pastorear a todas las naciones con una vara de hierro.” Las naciones han llegado a estar sumamente airadas, y la propia ira de Jehová ha venido sobre las naciones. Es el debido tiempo para traer a la ruina a los que están arruinando la tierra.—Apo. 11:15-18; 12:5.
Satanás, por medio de su elemento religioso, tratará de quebrantar nuestra fe usando diversos argumentos y clasificándonos como herejía. Empleando su elemento comercial él tratará de debilitar nuestra fe con el lazo sutil del materialismo, y empleando la facción política de su organización él tratará de agujerear nuestra armadura de fe con toda clase de acusación malévola en contra de nosotros, hasta acusándonos de sedición como acusó a Jesús, y alborotará a las masas en contra de nosotros con la acusación falsa de que somos agentes de este o de aquel poder político con el fin de “consolidar su poder” sobre la gente.
Nos es preciso recordar las palabras del apóstol que están registradas en 2 Corintios 13:5: “Sigan examinándose para ver si están en la fe, sigan probando lo que ustedes mismos son.” Es menester que estemos muy alerta, no sea que el adversario, el Diablo, quien anda al acecho como un león rugiente “tratando de devorar a alguien,” encuentre un punto débil en nuestra armadura de fe y logre hacer pasar uno de sus “dardos encendidos,” ocasionándonos daño o hasta la destrucción. Podemos vencer a este enemigo por medio de ‘no perder nuestro juicio,’ estar “firmes en la fe,” tener “el escudo grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los dardos encendidos del inicuo.”—1 Ped. 5:8, 9; Efe. 6:16.
Este ‘último período de tiempo’ es uno especialmente peligroso. Se ha predicho que han de ser especialmente numerosos los que ridiculicen la Palabra de Dios y ridiculicen a los que la proclaman diligentemente. Sólo por medio de fe basada en un entendimiento intelectual de la Palabra de Dios podrá alguien sobrevivir, y la fe tiene que ser respaldada por obras correctas. “En cuanto a ustedes, amados, acuérdense de los dichos que han hablado previamente los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, que ellos solían decirles: ‘En el último tiempo habrá ridiculizadores, procediendo conforme a sus propios deseos de cosas impías.’ Estos son los que hacen separaciones, hombres animales que no tienen espiritualidad. Mas ustedes, amados, edificándose sobre su santísima fe, y orando con espíritu santo, manténganse en el amor de Dios, mientras esperan la misericordia de nuestro Señor Jesucristo con vida eterna en mira.”—Judas 17-21.
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El obispo no fué ayudaLa Atalaya 1957 | 1 de diciembre
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El obispo no fué ayuda
● Un informe noticiero de la Prensa Unida, procedente de St. Edmundsbury, Inglaterra, revela: “El hijo del obispo A. H. Morris pensará las cosas con cuidado antes de pedirle a su padre más ayuda en sus estudios. Falló en el examen bíblico para el cual su padre le ayudó a prepararse.”
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