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  • El papel de la religión en guerras pasadas
    ¡Despertad! 1972 | 8 de octubre
    • El terrible guerrear que esto produjo casi desafía toda descripción. “Se dio rienda suelta a todas las viles pasiones bélicas de la época bajo la sanción de la religión y la justicia retributiva,” declara un historiador.44 Los hechos de los cruzados incluyen algunas de las más horribles matanzas, pillaje disparatado, y malignas atrocidades que se pueden leer en las páginas de la historia... ¡todos perpetrados en el nombre de Cristo! El profesor Roland H. Bainton escribe:

      “Era una guerra inaugurada por la Iglesia. . . . Crucifixiones, el destripar a los que habían tragado monedas, mutilaciones —Bohemundo de Antioquía envió al Emperador griego todo un cargamento de narices y pulgares cortados de los sarracenos— las crónicas de las cruzadas relatan estos hechos sin mostrar el más mínimo escrúpulo moral. . . . El ánimo estaba compuesto de una rara mezcla de un bárbaro y ciego deseo por combatir y de celo cristiano por la fe.”45

      ¡Qué gran responsabilidad debe cargar la religión por unir el nombre de Cristo a tan terribles hechos!... ¡hechos que no podrían estar más opuestos a sus enseñanzas! ¿Qué ha de pensar Dios de los que así lo difaman?

      Pasadas guerras internas de la cristiandad

      En la edad media, los cristianos profesos también lucharon entre sí mismos, ¡y a menudo con la bendición papal! Con relación a estas guerras internas de la cristiandad, el historiador J. C. Ridpath dijo: “La aprobación papal era un factor importante en todos los conflictos de la edad media, y para obtenerla, los príncipes seglares solían pujar uno en contra del otro como en un mercado.”46

      Más tarde, a principios de 1517, la revuelta religiosa que produjo el protestantismo aumentó la lucha y la matanza entre la gente que profesaba ser cristiana. G. M. Trevelyan, profesor de historia de Cambridge, escribió:

      “En esa época la religión fue casi la única influencia intelectual y moral, [sin embargo] . . . el humaniso no era parte de su enseñanza especial. Por cierto hay que admitir que la religión en ese entonces estaba asociada con el potro de tormento, la pira ardiente, la quema de pueblos, la matanza de mujeres y niños, el odio que nunca muere, los agravios que no podían ser vengados. La mayor cantidad de sufrimiento mental y dolor físico por el cual Europa había pasado desde la edad de los bárbaros, fue ocasionado por la victoria parcial de la reacción católica en su lucha para recobrar a la cristiandad insurgente.”47

      La Iglesia Católica Romana luchó salvajemente para traer de vuelta al redil a los que protestaban o ‘protestantes.’ Los protestantes resistieron tenazmente. Por ejemplo, Amberes fue sitiada en 1576, y una historia relata: “Aquellos nobles mensajeros de la Santa Madre Iglesia, los soldados españoles, fueron a combatir con estas palabras en sus labios: ‘¡San Santiago, España, sangre, carne, fuego, saqueo!’ Ocho mil hombres, mujeres y niños fueron asesinados.”48

      La Guerra de los Treinta Años (1618 a 1648) entre católicos y protestantes fue particularmente terrible. Durante ésta Alemania perdió tres cuartas partes de su población. Augsburgo, que contaba con 80.000 habitantes disminuyó a 18.000. Y solo una cuarta parte de la gente de Bohemia sobrevivió. La caída de la ciudad protestante de Magdeburgo ilustra el salvajismo de la lucha. El historiador alemán Frederick Schiller escribe:

      “Aquí comenzó una escena de horrores para la cual la historia no tiene palabras... ni la poesía pluma. Ni la infancia inocente, ni la vejez indefensa; ni tampoco la juventud, el sexo, el rango o la belleza pudieron desarmar la furia de los conquistadores. Las esposas eran ultrajadas en brazos de sus esposos, las hijas a los pies de sus padres; y el sexo indefenso se vio expuesto al doble sacrificio de la virtud y de la vida.”49

      Es muy cierto que la historia de la humanidad casi “no es otra cosa sino peleas matanzas.” Pero también es cierto que la religión ha sido ‘una fuerza poderosa en la historia,’ la principal responsable por el terrible derramamiento de sangre. ¿Es esto aún cierto?

  • Religión y guerra en tiempos recientes
    ¡Despertad! 1972 | 8 de octubre
    • Religión y guerra en tiempos recientes

      LAS guerras religiosas desafortunadamente no son solo cosa del pasado distante. Han ocurrido en tiempos modernos. Por ejemplo, uno puede leer informes noticiosos sobre “batallas entre católicos y protestantes” en Irlanda.50

      Desde agosto de 1969, más de 200 han muerto allí en la lucha, y muchos centenares más han sido heridos. Un informe reciente dice: “Negocios saqueados, vidrieras destrozadas, mercaderías dañadas por las bombas, maniquís de madera rotos en la entrada de negocios cerrados... son todos recordatorios tristes y grotescos de la guerra urbana que continúa empeorando entre protestantes y católicos romanos.”51

      Pero, ¿qué hay de las cruzadas o “guerras santas”? Es posible que el lector piense que seguramente la religión hoy día no ha apoyado guerras como lo hizo durante las Cruzadas. Pero sí lo ha hecho. Los mismos líderes de la Iglesia lo reconocen.

      Por ejemplo, en julio de 1969 estalló una terrible guerra entre El Salvador y Honduras. Según el anuario de una enciclopedia: “El conflicto rápidamente produjo muerte y tragedia humana en una escala pocas veces vista en la historia salvadoreña.”52 ¿Quién fue responsable por esa guerra?

      José Carranza, obispo de Honduras, acusó al clero católico de El Salvador de fomentar esta guerra mediante sus escritos, sus discursos y su actitud. Dijo que ellos la llamaron una “guerra santa,” e instaron a los católicos a pelear.53

      Es un hecho que la religión en tiempos recientes ha diferido muy poco de la religión de la edad media cuando los clérigos instaban a sus congregaciones a ‘ir y matar a los infieles.’ Por ejemplo, el respetado historiador eclesiástico, Roland H. Bainton, hizo el siguiente comentario: “Las iglesias en los Estados Unidos en particular adoptaron hacia la Primera Guerra Mundial la actitud de los cruzados.”54

      I Guerra Mundial... ¿una “guerra santa”?

      Obviamente la primera guerra mundial tuvo causas completamente diferentes de las “guerras santas” de hace siglos. La iglesia patrocinaba directamente las cruzadas para recobrar la “tierra santa.” Por otra parte, las causas principales de la I Guerra Mundial fueron políticas. Sin embargo el papel de la religión en esta guerra moderna fue marcadamente similar al papel que desempeñó la religión en las anteriores “guerras santas.”

      Comentando acerca de esto, el presidente de la Facultad de Religión de la Escuela de Graduados de Claremont, Joseph C. Hough, llamó la atención al ejemplo del obispo de Londres, A. F. Winnington-Ingram. Este obispo instó al pueblo inglés:

      “Maten a los alemanes... sí, mátenlos; no por el simple hecho de matar, sino para salvar el mundo, hay que matar tanto al bueno como al malo, al joven como al anciano, al que mostró bondad hacia nuestros heridos y al enemigo . . . Como lo he dicho una y mil veces, veo esta guerra como una guerra a favor de la pureza, veo a todo el que muere en esta guerra como a un mártir.”55

      ¿Y qué estaban haciendo en el otro lado? El arzobispo de Colonia, Alemania, dijo lo siguiente a los soldados alemanes:

      “Amado pueblo de nuestra patria, Dios está de parte de nosotros en esta lucha por la justicia, a la cual nos han arrastrado en contra de nuestra voluntad. Les ordenamos en el nombre de Dios que luchen hasta la última gota de su sangre por el honor y gloria de la nación. En su sabiduría y justicia, Dios sabe que nosotros estamos del lado de la justicia y él nos dará la victoria.”56

      Tales palabras recuerdan la apelación hecha por el papa Urbano: “Id y pelead en contra de los bárbaros,” la cual inició las Cruzadas. Sin embargo las palabras del obispo de Londres y del arzobispo de Colonia no fueron raras. Más bien, fueron manifestaciones típicas del espíritu que prevaleció en las iglesias de ambos bandos durante la I Guerra Mundial.

      El profesor Bainton dijo de las iglesias en Estados Unidos:

      “Los clérigos estadounidenses de todas las fes nunca han estado tan unidos entre sí y con la opinión del país. Esta era una guerra santa. A Jesús se le dibujaba vestido de color caqui apuntando con un cañón de fusil. Los alemanes eran hunos. El matarlos era limpiar la Tierra de monstruos.”57

      Esta no es una descripción exagerada de la actitud del clero. Un editorial en la revista Fortune declaró: “Ni siquiera el odio por el enemigo en el frente de batalla pudo producir una oratoria comparable a las invectivas que los hombres de Cristo arrojaron en contra de Alemania.”58 Ray H. Abrams escribió un libro, Preachers Present Arms, en el cual hay todo un capítulo intitulado, “La Guerra Santa,” dedicado al apoyo de todo corazón que el clero le prestó a la guerra. Por ejemplo, Randolph H. McKim exclamó lo siguiente desde su púlpito en Washington:

      “Es Dios quien nos ha llamado a esta guerra. Es su guerra la que estamos peleando. . . . Este conflicto ciertamente es una cruzada. La más grande de la historia... la más santa. Es en el sentido más profundo y verdadero una Guerra Santa. . . . Sí, es Cristo, el Rey de Justicia, el que nos llama a pelear una lucha a muerte con este poder impío y blasfemo [Alemania].”59

      También, Albert C. Dieffenbach, redactor del The Christian Register, escribió en un editorial:

      “Por supuesto, como cristianos decimos que Cristo aprueba [la guerra]. Pero, ¿pelearía él y mataría? . . . ¡Él no se evadiría o demoraría en aprovecharse de ninguna oportunidad de dar muerte al enemigo! Él tomaría bayoneta y granada y bomba y rifle y haría un trabajo mortífero en contra de lo que en mil años es el peor enemigo del reino de su Padre.”60

      ¿Le asombran estas expresiones? Sin embargo, eso fue lo que muchos clérigos y publicaciones eclesiásticas dijeron durante la I Guerra Mundial. Pocos líderes religiosos en ambos bandos se opusieron a la lucha y a la matanza. R. H. Abrams dijo que no había podido encontrar ni un solo sacerdote que estuviera en contra de la guerra.

      Por lo tanto, se puede entender por qué el general de brigada inglés Frank P. Crozier dijo: “Los mejores creadores de la sed de sangre que tenemos son las iglesias cristianas, e hicimos libre uso de ellas.”61

      ¿Qué hubiera sucedido?

      Sin embargo, ¿qué hubiera sucedido si las iglesias de las naciones en conflicto hubieran enseñado con buen éxito a sus miembros que era incorrecto matar a su prójimo, especialmente a compañeros cristianos? Dado que casi toda la gente de esas naciones profesaban ser cristianos, ¡hubiera sido imposible llevar a cabo la guerra!

      Comentando acerca de este asunto, un prominente rabino de la época, Stephen S. Wise, dijo: “El fracaso de las iglesias y sinagogas en mantener dirección sobre la gente fue la causa de la actual guerra.”62 Las iglesias, como es típico de ellas, no le dieron a la gente la guía que les hubiera apartado de participar en la guerra.

      Las iglesias y la II Guerra Mundial

      ¿Fue diferente durante la II Guerra Mundial? Se dice del eminente teólogo protestante Reinhold Niebuhr que: “Guió a muchos cristianos norteamericanos del pacifismo a aceptar la necesidad moral de luchar contra Hitler en la Segunda Guerra Mundial.”63

      El historiador moderno A. P. Stokes dijo: “Las iglesias en conjunto no solo se entregaron vigorosamente a los asuntos de socorros de guerra . . . sino al más vigoroso apoyo de la Guerra. Algunos hasta llegaron a llamarla una guerra religiosa.”64

      En Francia e Inglaterra, también, las iglesias se organizaron para apoyar la causa nacional. Por ejemplo, el arzobispo católico romano de Cambrai, llamó a la lucha de Francia una “guerra en defensa de la civilización, de la ley de las naciones, de la moralidad humana, de la libertad, en fin, en defensa de la humanidad.”65 Es claro que las iglesias estaban guiando a sus pueblos al campo de batalla en contra de Alemania.

      Pero, ¿qué hicieron las iglesias en Alemania? ¿Apoyaron a Adolfo Hitler? ¿Apoyaron sus miras bélicas?

      Apoyando a Hitler

      En 1933 se firmó un concordato entre Alemania y el Vaticano. El Artículo 16 del concordato estipulaba que cada obispo de la Iglesia Católica, antes de tomar posesión de su cargo, tenía que hacer un “juramento de lealtad” al régimen nazi. Y el Artículo 30 requería que después de cada misa mayor se hiciera una oración “por el bienestar del Reich alemán y su pueblo.”66

      En 1936, cuando se circularon informes de que los católicos se oponían al régimen de Hitler, el cardenal Faulhaber dijo en un sermón el 7 de junio: “Todos ustedes son testigos del hecho de que todos los domingos y días festivos rezamos en todas las iglesias por el Führer, durante el servicio principal, tal como prometimos en el Concordato. . . . Nos ofende el que se ponga en duda nuestra lealtad al Estado.”67

      De modo que, ¿adónde estaban las iglesias guiando al pueblo alemán? El profesor católico romano de historia de la Universidad de Viena, Friedrich Heer, explica: “A la luz de los hechos desnudos de la historia alemana, la cruz y la svástica llegaron a unirse hasta el grado que la svástica proclamó el mensaje de victoria desde las torres de las catedrales alemanas, las banderas svásticas se desplegaban alrededor de los altares y los teólogos católicos y protestantes, pastores, clérigos y estadistas daban una buena acogida a la alianza con Hitler.”68

      El 17 de septiembre de 1939, dos semanas después de la invasión de Polonia por Alemania, los obispos alemanes publicaron una carta pastoral colectiva en la que dijeron: “En esta hora decisiva, amonestamos a nuestros soldados católicos a cumplir con su deber en obediencia al Führer y a estar dispuestos a sacrificar toda su individualidad. Apelamos a los fieles a unirse en ferviente oración para que la Divina Providencia del Dios Todopoderoso guíe esta guerra a un éxito bendito y a la paz para nuestra patria y nación.”69

      En el verano de 1940 el obispo católico Franz Josef Rarkowski dijo: “La conciencia del Volk [pueblo] alemán . . . está tranquila . . . Sabe que está luchando una guerra justa, una que ha nacido de la necesidad de la autopreservación del pueblo.”70

      El Times de Nueva York en 1939 hizo notar: “Actualmente las revistas de las iglesias católicas y protestantes alemanas están publicando muchos artículos exhortativos explicando los deberes de los soldados que combaten en defensa de su país y amonestando a los soldados alemanes a luchar con el espíritu de San Miguel por una victoria alemana y una paz justa.”71

      ¿No es evidente hacia dónde estaban las iglesias guiando al pueblo alemán? El profesor Gordon Zahn escribió: “El alemán católico que acudía a sus superiores religiosos en busca de guía espiritual y dirección en cuanto a servir en las guerras de Hitler recibía virtualmente las mismas respuestas que hubiera recibido del mismo gobernante nazi.”72

      Se evidencia la guía religiosa dada por el apoyo total que los miembros de la iglesia le prestaron a la guerra. Explicó el profesor Heer: “De alrededor de treinta y dos millones de alemanes católicos —de los cuales quince millones y medio eran hombres— solo siete rehusaron abiertamente el servicio militar. De éstos, seis eran austriacos.”73 La situación era la misma con respecto a los alemanes protestantes.

      Por lo tanto en cada país las iglesias guiaron a sus miembros a la guerra. Los católicos mataron a católicos en el campo de batalla. Los protestantes mataron a protestantes. ¡Y los guías religiosos de ambos bandos oraban a Dios por la victoria!

      ¡Cuán deshonroso era para Dios tener su nombre ligado a tales hechos horribles! Ciertamente las palabras de la Biblia aplican bien a las iglesias: “Declaran públicamente que conocen a Dios, pero por sus obras lo repudian, porque son detestables y desobedientes y no aprobados para obra buena de clase alguna.”—Tito 1:16.

      Religión y revolución

      Los guías religiosos no solo apoyan las guerras entre las naciones, sino también las revoluciones dentro de las naciones. En 1937 los católicos españoles fueron instados por muchos de sus clérigos a apoyar el movimiento del general Franco en contra de la Segunda República Española. Sin embargo, ahora obispos y sacerdotes, en desacuerdo con el régimen de Franco, recientemente pidieron “perdón” por el hecho de que la Iglesia respaldó su movimiento.74

      Con referencia a los conceptos actuales, el teólogo luterano Karoly Pröhle resumió: “Por lo tanto, encontramos una notable unanimidad entre los teólogos sobre el hecho de que los cristianos pueden participar en una revolución.”75 Los obispos católicos romanos en Gran Bretaña recientemente dijeron: “No es suficiente el meramente condenar el uso de la violencia en contra de la autoridad dado que evidentemente los que están en autoridad pueden ser culpables de peor violencia.”76

      ¿Sorprende, entonces, el que actualmente los miembros de la iglesia tomen parte en revoluciones políticas? George Celestin, instructor de teología en la Universidad de St. Edward en Austin, Texas, comentó: “Los cristianos están determinados a cambiar las estructuras injustas tan rápidamente como sea posible. En algunos casos esto puede significar que las iglesias tendrán que predicar la violencia.”77

      Por lo tanto, el registro de la religión mundial, en lo que se refiere a la guerra y a la violencia, está claro y es bastante horrible. La religión mundial está condenada por llevar la principal culpa, como declara Revelación 18:24, de “la sangre . . . de todos los que han sido muertos atrozmente en la tierra.”

      Además, ¿qué hay de su culpa por la inmoralidad que está extendiéndose por todo el mundo? ¿Qué papel desempeña ella en esto?

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