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  • Ame al prójimo no al mundo
    La Atalaya 1961 | 15 de diciembre
    • montaña y a la orilla del mar. Y para añadir peso a su mensaje él efectuó toda clase de milagros, sanando a los enfermos, alimentando a las multitudes y hasta resucitando a los muertos. Seguramente ningún hombre que vivió sobre la Tierra antes o después mostró tal amor al prójimo durante su vida. Y la expresión más grande de todas la hizo por medio de dar su vida por la vida del mundo. ¿Amó Jesús al mundo o sistema inicuo de su día? ¡No! ¿Amó él a sus prójimos? ¡Ciertamente que sí!

      ¿AMAR AL MUNDO?—¡NO!

      El mundo no ha cambiado desde el día de Jesús aunque para la mayoría de los lectores de estas líneas la cristiandad ha reemplazado al judaísmo del día de Jesús. Satanás es todavía el dios de este mundo; los elementos gobernantes son todavía la política, el mercantilismo y la religión falsa. El mero hecho de que una gran parte de este mundo se llame cristiandad no hace que sea cristiana. ¿Cómo puede ser cristiana cuando no reconoce las leyes y principios de Dios, su voluntad y reino? Jesús dijo: “El que no está de parte mía está en mi contra, y el que no recoge conmigo desparrama.”—Mat. 12:30.

      ¿Cómo puede un cristiano ser parte de los gobiernos municipales, estatales y nacionales cuando la política de éstos humea de corrupción? Casi no pasa día sin que se exponga parte de ella; un ejemplo particularmente bien documentado fue “Dinero sucio en Boston,” artículo que apareció en la revista Atlantic de marzo de 1961. En una ciudad que está orgullosa de su religiosidad, la indiferencia a la corrupción ha alcanzado una nueva cumbre. Seguramente ningún cristiano sincero podría tener cosa alguna que ver con semejante política falta de honradez. “Las malas asociaciones corrompen las costumbres provechosas.”—1 Cor. 15:33.

      ¿Qué hay de cristiano en el despiadado y básicamente ímprobo mercantilismo de hoy? Recientemente oficiales de algunas de las principales corporaciones de los Estados Unidos fueron encarcelados debido a defraudar al gobierno y a otros por millones de dólares. Para conseguir ganancia el comercio grande no repara en cosa alguna: corrompe a la juventud mediante entretenimiento pornográfico y violencia; corrompe a los políticos mediante sobornos, directos e indirectos; corrompe al hombre de familia mediante el emplear a prostitutas. Bien amonesta el apóstol: “Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y esforzándose para lograr este amor algunos han sido desviados de la fe y se han acribillado con muchos dolores.”—1 Tim. 6:10.

      Y ¿qué hay de las religiones populares de la cristiandad? Su hacer causa común con políticos corruptos y mercantilismo despiadado e ímprobo es suficiente para condenarlas; también lo es el hecho de que, mientras que las religiones están aumentando grandemente en cuanto a números, la moral de la sociedad se deteriora paulatinamente, y también lo es su confusión de credos contradictorios. Según la Palabra de Dios Cristo no está dividido, pero la religión de la cristiandad lo está, y eso no solamente en muchas sectas sino que algunas de las sectas mismas individuales están, a su vez, divididas en hasta una veintena de denominaciones, lo que testifica estridentemente de su inhabilidad de llevarse armoniosamente los unos con los otros.—1 Cor. 1:13.

      Claramente, entonces, el cristiano sincero, uno que está dedicado a hacer la voluntad de Dios, como tal no puede ser parte del mundo de Satanás. Él usa al mundo en el sentido de aprovecharse de las facilidades de éste, pagando por los beneficios que recibe. Pero no llega a ser parte de él, no queda absorbido por su codicia, ambiciones, seducciones, tentaciones, del modo que lo fue uno de los colaboradores del apóstol Pablo: “Demas me ha abandonado porque amó el presente sistema de cosas.” No, el cristiano hace caso de la amonestación del discípulo amado: “No estén amando al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo en el mundo—el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno—no se origina del Padre, sino que se origina del mundo. Además, el mundo está desapareciendo y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”—2 Tim. 4:10; 1 Juan 2:15-17.

      ¿AMAR AL PROJIMO?—¡SÍ!

      Pero el no amar al mundo no significa que el cristiano hoy día no puede amar a su prójimo o que no lo hace. Él distingue entre el sistema de cosas que está bajo el control de Satanás y los individuos retenidos cautivos por Satanás sus congéneres humanos. Él ama a su prójimo como a sí mismo en que trata a su prójimo como quisiera que su prójimo le tratara a él. Está siempre listo a auxiliar a su prójimo si las circunstancias lo requiriesen, como lo hizo el camionero cristiano mencionado al principio de esta discusión. Semejante al samaritano de la ilustración de Jesús, aprovecha las oportunidades de ser útil a alguien que esté en angustia. Hace caso al mandato de hacer bien a todos los hombres a medida que tenga oportunidad, pero especialmente a compañeros cristianos.—Luc. 10:30-37; Gál. 6:10.

      Sin embargo, en su deseo de evitar la amistad con el mundo, cristianos dedicados quizás fallen en cuanto a esto. Debido a que se han dedicado para hacer la voluntad de Dios como ministros cristianos quizás se inclinen a pensar que la única clase de ayuda que pueden dar a otro es espiritual, pero no es así. Esa es la clase más importante, pero hay ocasiones en que un prójimo necesita ayuda material o física, y entonces ésta se le debe dar si uno está en posición para hacerlo, aunque no dejándose llevar por el sentimentalismo, yendo así a un extremo.

      Sí, aunque está siempre listo a dar ayuda material según los medios suyos y la necesidad del otro, el cristiano nunca puede olvidarse de que todos los que aman la justicia en el mundo hoy están en gran necesidad en sentido espiritual; carecen de conocimiento y entendimiento en cuanto a Jehová Dios, su nombre, Palabra y propósitos, así como de su voluntad para con ellos. El ser diligentes en satisfacer esta necesidad espiritual es la mejor manera en que los cristianos pueden mostrar amor, porque mientras que “la sabiduría es para una protección igual que el dinero es para una protección;. . .la ventaja del conocimiento es que la sabiduría misma conserva vivos a sus dueños.”—Ecl. 7:12.

      Requiere una gran cantidad de amor al prójimo de parte de los cristianos el que vayan regularmente de casa en casa, pasando por alto insultos, indiferencia y lo que fuere, y haciéndolo en toda clase de tiempo, instando a otros a que aprendan de las provisiones de Dios para vida eterna. Al mismo tiempo ellos no harían todo esto si amasen al mundo. De modo que ¿deberíamos amar al mundo? ¡No! ¿Deberíamos amar a nuestro prójimo? ¡Sí!

  • El comunismo y la cristiandad
    La Atalaya 1961 | 15 de diciembre
    • El comunismo y la cristiandad

      “Ahora viene el comunismo marxista, quemando y degollando tal como hicieron el protestantismo y el catolicismo en el pasado. Pero no en el nombre de Cristo. En este respecto tiene algo nuevo.”—Harper’s Magazine de agosto de 1960.

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