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Lo sagrado de nuestra guerraLa Atalaya 1955 | 1 de mayo
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Lo sagrado de nuestra guerra
“Porque Jehová tu Dios está andando en medio de tu campamento para libertarte y para abandonar tus enemigos en manos tuyas, y tu campamento debe resultar santo, para que no vea él cosa indecente en ti y de seguro se aparte de acompañarte.”—Deu. 23:14, NM.
1. Para los testigos de Jehová, ¿qué clase de guerra ha sido la suya, cuánto ha durado, y por qué no la abandonarán?
SI HAY quien esté en guerra son los testigos de Jehová. (Isa. 43:10-12; 44:8) Durante los pasados seis mil años pocos han sido los siglos, si acaso los ha habido, que no hayan sido perturbados por guerras entre combatientes carnales y enrojecidos por la sangre de los muertos. Pero para estos testigos del Dios Altísimo ha sido una guerra continua, un conflicto de toda la vida, una batalla diaria, sin que se les haya concedido licencia alguna por Aquel para quien han peleado, sin tregua alguna, ni armisticio, a través de todos los sesenta siglos. Con ayuda celestial han podido persistir hasta ahora, de modo que los testigos de Jehová todavía están en la escena de acción hoy día, y la lucha sigue. Ellos no la abandonarán, puesto que la suya es una guerra santa, un conflicto sagrado, en medio de un mundo impío.
2. ¿Cómo han tratado las naciones de este mundo de hacer que sus guerras parezcan sagradas, y por qué?
2 Hasta la misma actualidad las guerras de este mundo han sido una manera violenta de arreglar las disputas de este mundo con violencia y sangre. Siempre han tratado los hombres de impregnar de religiosidad las guerras de este mundo. Así tratan de justificar su proceder de violencia y hacer que el participante en los conflictos sienta su conciencia libre, que sienta que es su obligación a su dios prestarse a la lucha, que crea que su futuro será favorecido y feliz por haber tomado parte violenta en las crueldades de la guerra. Siempre ha sido la práctica humana achacarle a Dios la responsabilidad por la guerra y declarar que es la voluntad de él y enseñar que el guerrero está sirviendo a Dios y su causa. Entre las naciones de este mundo, se ha hecho de la guerra una cosa sagrada, un deber santo.
3. ¿Qué testifica al hecho de que la guerra se consideraba asunto santo entre los pueblos paganos, tales como los griegos, romanos, filisteos y babilonios?
3 Algo que testifica que la guerra se consideraba asunto santo es el hecho de que en tiempos antiguos las naciones tenían sus dioses de guerra. Los belicosos griegos tenían su dios Ares y los romanos su dios Marte, con templos dedicados a estos dioses. Cuando los filisteos vencieron a los israelitas y mataron al rey Saúl y a tres de sus hijos, “le despojaron, y quitando su cabeza y sus armas, las enviaron en derredor por el país de los Filisteos, para que se publicara la nueva a sus ídolos y a su pueblo. Y colocaron las armas de él en la casa de sus dioses, y clavaron su cabeza en la casa de Dagón.” (1 Cró. 10:9, 10) Las naciones paganas no sólo atribuían a sus dioses las victorias que ganaban y llevaban sus trofeos de guerra a sus templos, sino que también consultaban a sus dioses o a los poderes ocultos para recibir dirección e instrucción antes de una campaña militar. Hacia el fin del siglo siete antes de Cristo el emperador babilonio Nabucodonosor se halló obligado a hacer una decisión. Se hallaba en Palestina en un lugar donde se dividía el camino, una de sus bifurcaciones yendo al sudeste en dirección a la ciudad amonita de Rabbá y la otra hacia el sudoeste a Jerusalén. Para decidir cuál camino escoger acudió a fuentes más altas que las humanas. “Porque el rey de Babilonia se ha detenido donde se divide el camino en dos, al principio de los dos caminos, para usar de adivinación: sacude las flechas; pregunta a sus ídolos domésticos; inspecciona el hígado de las víctimas. En su mano derecha está la adivinación que sale contra Jerusalem, para colocar los arietes, para abrir la boca incitando a la matanza, para alzar la voz con algazara, para colocar los arietes contra las puertas, para levantar terraplenes, para edificar torres.” (Eze. 21:20-22) Habiendo sido guiado así a una decisión que no era la suya propia, Nabucodonosor se movió confiadamente contra Jerusalén, seguro de que estaba llevando a cabo la voluntad de su dios Marduk y tendría buen éxito. Jerusalén cayó ante su asalto en el verano de 607 a. de J.C., no debido a Marduk, sino verdaderamente porque Jehová, el Dios a quien había abandonado esa ciudad infiel, ya había dado el decreto de destrucción contra ella con cuarenta años de anticipación.—Jer. 1:1-3, 13-16.
4. En conformidad con esto, ¿cómo se preparaba a los guerreros, y cómo se portaban ellos para con sus dioses?
4 En conformidad con la índole sagrada que tenían ante sus ojos las guerras, se santificaba a los guerreros de las naciones paganas para sus expediciones militares. Salían a guerrear en el nombre de sus dioses, juraban por sus dioses, a ellos oraban para salir triunfantes, consideraban santos los estandartes y banderas del ejército, sí, hasta los reverenciaban y adoraban.
5. Según la Encyclopædia Brittanica, ¿cómo se daba a entender que consideraban sagrados los estandartes militares las naciones mundanas, antiguas y modernas?
5 Dice la Encyclopædia Britannica: “Parece que varias compañías del ejército egipcio tenían estandartes que les pertenecían a ellas en particular. Estos eran formados de tales objetos como los que, hay motivo para creer, se asociaban en la mente de los hombres con sentimientos de reverencia y devoción. Animales sagrados, barcos, emblemas o figuras, una tablilla que llevaba el nombre de un rey, símbolos en forma de abanico o pluma, se elevaban en la punta de un asta como estandartes, y el puesto de llevarlos se consideraba como uno de privilegio y honor singular. Aparentemente las costumbres de los asirios eran algo parecidas a éstas. . . . Los persas llevaban un águila fijada en la punta de una lanza, y el sol, como su divinidad, también estaba representado en sus estandartes, que aparentemente eran formados de alguna clase de material textil, y eran vigilados con el mayor celo por los hombres más valientes del ejército. . . . Las formas de los estandartes de tiempos posteriores variaban mucho; a veces se colocaba un pedazo de madera atravesado en la extremidad de una lanza y sobre éste se ponía la figura de una mano en plata, debajo de discos redondos u ovalados, con figuras de Marte o Minerva, o en tiempos posteriores retratos de emperadores o de generales eminentes. . . . A los estandartes romanos se les vigilaba con veneración religiosa en los templos de Roma; y la reverencia que este pueblo daba a sus estandartes estaba en proporción a su superioridad a las otras naciones en todo lo que lleva a feliz éxito en la guerra. No era cosa rara el que un general diera la orden de que se lanzara el estandarte en las filas del enemigo, para agregar celo al ataque de sus soldados por medio de excitarlos a recobrar lo que para ellos era quizás la cosa más sagrada que la tierra poseía. El soldado romano juraba por su estandarte. [Cuando Jerusalén fué destruída por segunda vez por los romanos en el verano de 70 d. de J.C., ellos llevaron sus estandartes al atrio del templo que estaba dedicado a Jehová Dios y adoraron sus estandartes coronados de victoria como ídolos.] . . . Las banderas primitivas eran casi netamente de carácter religioso. . . . en realidad parece que siempre se buscaba la ayuda de la religión para prestar un aire de santidad a las banderas nacionales, y si se investiga se hallará que muchas de ellas tienen su origen en una bandera sagrada, como sucede notablemente en el caso de la oriflama de Francia y el danebrog de Dinamarca. . . . La bandera de Guillermo el Conquistador le fué enviada por el papa.”—Tomo 10, edición undécima (1910), páginas 454, 455.
6. ¿Cómo muestra la Encyclopedia Americana que dichos sentimientos religiosos persisten aun en conexión con los estandartes nacionales de hoy día?
6 Como prueba de que dichos sentimientos religiosos persisten aun en este día tardío se cita una declaración que aparece en la Encyclopedia Americana bajo el subtítulo “Respeto o Reverencia a la Bandera.” La declaración dice: “La bandera, igual que la cruz, es sagrada. Muchas personas usan las palabras o el término ‘Etiqueta de la Bandera.’ Esta expresión es demasiado débil, demasiado superficial y sabe a la cortesía de la sala. Las reglas y regulaciones relacionadas con la actitud humana hacia estandartes nacionales usan palabras vigorosas, expresivas, tales como: ‘Servicio a la Bandera,’ ‘Respeto a la Bandera,’ ‘Reverencia a la Bandera,’ ‘Devoción a la Bandera,’ ‘Comportamiento hacia la Bandera.’ . . . El brindar juramentos de lealtad a la bandera proviene de la antigüedad. . . .” (Tomo 11, edición de 1942, página 316) Entre otras razones, los cristianos primitivos rehusaban unirse al ejército de César debido a la idolatría que había en conexión con el mismo.
7. Ante tal proceder de vestirlas de una apariencia santa, ¿qué hacían las naciones respecto a sus guerras de agresión, y cómo ponen este hecho de manifiesto Jeremías, Isaías y Joel?
7 Ante tal proceder de vestir las guerras de una apariencia santa, las naciones paganas literalmente santificaban esta forma de violencia, y con propiedad la Biblia usa esta expresión respecto a la preparación de las naciones paganas para sus guerras de agresión. Aquí están las palabras de la propia profecía de Jehová contra la ciudad condenada de Babilonia, donde la agresión militar había originado bajo Nemrod después del diluvio global del día de Noé: “Santificad para la guerra contra ella a las gentes, convocad contra ella los reinos de Ararat, de Menni y de Ascenez. Instituíd contra ella sátrapas, lanzad contra ella los caballos, como espesa nube de langostas. Santificad para la guerra contra ella a las naciones, a los reyes de Media, a sus jefes, a todos sus gobernantes y a todo el pueblo de su jurisdicción. . . . porque va a cumplirse el designio de [Jehová] contra Babel [Babilonia], para hacer de la tierra de Babel un desierto inhabitable.” (Jer. 51:27-29, NC) Habiéndoseles santificado por una ceremonia religiosa preliminar para participar en la guerra contra Babilonia, se decía que los soldados eran personas consagradas o santificadas. Dice Jehová por medio de su profeta Isaías: “Carga de Babilonia, . . . Yo he comisionado mis huestes consagradas [hebreo, mis santificados, mar.]; sí, he llamado mis héroes para ejecutar mi ira, los que se regocijan orgullosamente para hacer mi obra. ¡Se oye estruendo de una multitud sobre las montañas, como de gente numerosa! estruendo de tumulto de los reinos de las naciones, que se juntan. ¡Jehová de los Ejércitos pasa revista a sus tropas para la guerra!” (Isa. 13:1-4) Y cuando desafía a todas las naciones de nuestro propio día a venir contra él y su sociedad del Nuevo Mundo en la tierra en la guerra universal del Armagedón, Jehová vuelve a usar esta palabra especial y dice: “Proclamad pues esto entre las naciones: ¡Santificad guerra; animad a los valientes! ¡acérquense y suban todos los hombres de guerra!” (Joel 3:9, lectura marginal) La acción de santificar guerra contra Jehová prosigue de acuerdo con el “dios de este mundo,” el “dios de este sistema de cosas,” que es Satanás el Diablo. (2 Cor. 4:4, NC; NM) De modo que es santificar para una causa indebida. El invocar la ayuda de la religión en este impío movimiento contra Jehová no le será garantía de buen éxito ni lo coronará de victoria.
LA VERDADERA SANTIDAD DE LA GUERRA TEOCRÁTICA
8. ¿Quién es el único que puede hacer de una manera de proceder un deber sagrado, y cómo se enteró el rey Saúl de Israel de que esto también era verdad respecto a guerras?
8 El Dios vivo y verdadero, el Único “cuyo nombre es Jehová,” es el Único que puede santificar una manera de proceder y hacer de ella un deber y privilegio sagrado. (Sal. 83:18; Lev. 20:8; 21:8, 15, 23) El que él simplemente autorice cierta manera de proceder o que mande que se emprenda hace de ésta algo sagrado que no se debe violar por medio de desobedecer las instrucciones. ¿Es esto verdad con respecto a guerras? Sí. Y el rey Saúl, el primer rey humano de la nación de Israel, pronto se enteró de que estaba profanando su tarea santa cuando Jehová Dios le mandó que destruyera a los amalecitas enemigos pero él, Saúl, no cumplió plenamente con las órdenes divinas debido a sus propias razones egoístas. Su desobediencia era en realidad rebeldía y adelantarse presuntuosamente; era como si él estuviera sirviendo a los dioses falsos de este mundo y santificándose para servir a ellos por medio de adivinación y algún poder misterioso y terafim (imágenes). Dijo el profeta Samuel al rey Saúl: “He aquí, el obedecer es mejor que el sacrificio, y el poner atención que el sebo de los carneros. Porque la rebelión es como el pecado de adivinación, y la contumacia es como idolatría y terafim. Porque tú has rechazado la palabra de Jehová, él también te ha rechazado a ti para que no seas rey.” (1 Sam. 15:1-23, AN, margen) Jehová nunca ha santificado la guerra de alguna nación mundana o nación gentil la cual él no haya usado en la ejecución de sus juicios. A Nemrod, el fundador de Babilonia y el primero de quien se informó que era un “cazador poderoso” o fomentador de campañas militares contra presa humana, se le ha tildado en el Libro de Dios como un “cazador poderoso en oposición a Jehová”; por lo tanto nunca fué santificado por Jehová Dios para sus cazas militares de agresión, y tampoco ha sido santificado para eso ninguno de sus imitadores.—Gén. 10:8-11, NM; Antigüedades judaicas de Josefo, Libro 1, capítulo 4, párrafo 2; también el Tárgum jerosolimitano.
9. ¿Describe la Biblia a Jehová como pacifista o como algo diferente?, y las guerras que su pueblo está autorizado para pelear ¿de qué clase son?
9 Jehová no es pacifista, sino que, de acuerdo con su propio propósito, en justicia él ha recurrido a guerra contra los enemigos que guerrearon contra él y su pueblo. Nunca ha perdido él una batalla, porque su guerra es santa y justa. Después de su victoria contra las huestes militares de Egipto al sumirlas en el mar Rojo, inspiró a su profeta Moisés a cantar: “Jehová es persona varonil de guerra. Jehová es su nombre.” (Éxo. 15:3, NM) Él es el Gobernante Dios universal o Teócrata, y por eso sus guerras o las guerras que él autoriza que su pueblo pelee son guerras teocráticas. Son verdaderamente santificadas, sagradas.
10. En conformidad con esto, ¿qué libro militar ya había en existencia en el día de Moisés, y con qué suceso puede que haya empezado, y por qué con ése?
10 Ya en el día de Moisés, en el siglo quince antes de Cristo, había en existencia lo que se llamaba “el libro de las Guerras de Jehová.” (Núm. 21:14, NM) Este libro puede haber tenido su principio con la guerra de Abrahán contra los cuatro reyes aliados que efectuaron una invasión y capturaron a su sobrino Lot junto con su familia. No se dice que Dios haya ordenado a Abrahán que fuera en pos de ellos y recobrara estos cautivos, pero la victoria que Abrahán consiguió con sus 318 esclavos y tres confederados contra las poderosas huestes del enemigo únicamente pudo habérsele concedido por Dios. Melquisedec, el sacerdote real de Jehová, declaró que tal era el caso. Al bendecir a Abrahán cuando éste volvía de la matanza de esos reyes, Melquisedec dijo: “¡Bendito sea Abram del Dios Altísimo, Productor del cielo y la tierra, y bendito sea el Dios Altísimo, que ha entregado a tus opresores en tu mano!” (Gén. 14:17-20, NM; Heb. 7:1-10) La guerra que Abrahán peleó era teocrática; la de los cuatro reyes agresores no era teocrática, aunque había sido santificada por sus ritos religiosos paganos. Muy apropiadamente, entonces, Abrahán dió la décima parte de todos los despojos a Melquisedec como representante de Jehová, el Dios Altísimo, que había peleado por su amigo Abrahán.
11. ¿Con qué pueblo se hizo especialmente prominente la guerra teocrática y desde cuándo en adelante, y qué expresión clásica se desarrolló en conexión con esto?
11 La guerra teocrática se hizo especialmente prominente en el caso de los biznietos de Abrahán, las doce tribus de Israel. Para librar del poder opresivo de Egipto a estos descendientes de su amigo Abrahán, Jehová no sólo peleó en una guerra contra Faraón y su máquina de guerra de primera clase de ese día sino también en una guerra de los dioses, una guerra contra los dioses demoníacos que los egipcios adoraban. Dijo él: “En todos los dioses de Egipto ejecutaré juicios. Yo soy Jehová.” Después que todos los primogénitos de los egipcios, los cuales estaban dedicados a sus dioses, habían muerto a manos del ángel destructor que Jehová envió en aquella primera noche de pascua en 1513 a. de J.C., Faraón admitió la derrota y los israelitas salieron de allí. En cuanto a esto está escrito: “Durante todo ese tiempo los egipcios estaban enterrando a los que Jehová había herido de entre ellos, es decir, a todos los primogénitos, y en sus dioses Jehová había ejecutado juicios.” (Éxo. 12:12; Núm. 33:4, NM) Entonces durante los cuarenta años que su pueblo escogido viajó en el desierto hasta llegar a la Tierra Prometida él peleó por ellos. Después que los hubo introducido en la Tierra Prometida, y durante todos los días de sus jueces, a quienes Jehová levantó como libertadores, y durante los reinados de Israel y de Judá, el único Dios verdadero peleó por su nación santa, de modo que se desarrolló la expresión clásica: “Jehová era quien estaba peleando por Israel.”—Jos. 10:14, 42; 23:3, 10, NM; Éxo. 14:14; Deu. 1:30; Neh. 4:20.
12. (a) ¿Por qué puede justificarse la participación en tales guerras, y cómo podía pecarse en conexión con ellas? (b) ¿Cómo respaldaba Jehová esas guerras?
12 El Dios Altísimo estaba plenamente justificado al pelear todas estas batallas por su pueblo, porque él es justo en toda su actividad. La derrota y la destrucción que él efectuó de sus enemigos y de los enemigos de su pueblo fueron una ejecución de juicio contra opositores merecedores de muerte. Él mandó que su pueblo tomara parte en esta destrucción de los pecadores condenados, y él hizo teocrática su guerra y los usó como ejecutores de él. No había ningún pecado ni mal moral en participar en tal guerra, porque se hacía en obediencia a la voluntad y mandato de su Dios. Como en el caso del rey Saúl, el pecado yacería en no llevar a cabo las órdenes de la manera que agradara a Dios; como está escrito en Jeremías 48:10: “¡Maldito aquel que hace la obra de Jehová negligentemente, y maldito aquel que retrae su espada de derramar sangre!” Jehová no autorizó a su pueblo escogido a emprender una obra de agresión mundial y establecer una potencia mundial, pero sí le mandó que destruyera a los paganos inmorales, adoradores de demonios, de la tierra que él había prometido darle. Muchos fueron los milagros que él ejecutó para ellos mientras cumplían obedientemente estas órdenes acerca de guerra teocrática. Él los respaldó en la lucha.
13. ¿Por qué motivo militar sufrieron los israelitas de diferentes maneras, y cómo era persona favorecida el que participaba obedientemente en estas guerras?
13 Los israelitas sufrieron tanto física como religiosa, espiritual y nacionalmente porque les faltó obediencia amorosa y denodada al dar impulso a esta guerra teocrática hasta que la tierra quedara completamente depurada de los adoradores de demonios que la contaminaban y la voluntad de Dios se hubiera hecho. Se decía del israelita que obedientemente participaba en la lucha que él estaba peleando las batallas de Jehová. No se trató simplemente de palabras lisonjeras, sino de una verdad real, cuando el rey Saúl le dijo a David el matador del gigante: “Con tal que me seas valiente, y pelees las batallas de Jehová.” (1 Sam. 18:17) Fué con buen entendimiento que Abigail, la mujer de la ciudad de Carmel, habló al mismo David, diciendo: “A buen seguro va a hacer Jehová para mi señor una casa duradera; porque las batallas de Jehová las pelea mi señor.” (1 Sam. 25:28) El ser luchador por Jehová es un alto honor y una bendición, y Jehová está con cada luchador teocrático. La bendición divina está sobre él. Hoy día hay luchadores cristianos por Jehová, y en cierto sentido ellos despliegan mayor valor que el de los israelitas que luchaban por Jehová, porque estos testigos cristianos de Jehová no usan o recurren a armas carnales asestadoras de muerte como hacían los guerreros israelitas y ellos no usarán ni recurrirán a tales armas violentas ni levantarán escuadrones militares particulares ni siquiera en la batalla del Armagedón, “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” ¿Por qué es cierto esto respecto a los batalladores cristianos por Jehová Dios? Veremos.
GUERREROS SANTIFICADOS
14. A causa de ser cosa sagrada, ¿cómo se preparaban para ello los que en ella participaban, y qué intercambio de palabras entre David y Ahimelec arroja luz sobre este asunto?
14 La guerra teocrática es cosa sagrada, y los que tienen el privilegio de participar en ella son santificados para ello debido a que ésta es santa. Hay que acercarse a la guerra y participar en ella en una condición santificada como servicio santo. Esto se da a entender claramente en la conversación que David tuvo con el sumo sacerdote Ahimelec en la ciudad de Nob, adonde había sido trasladada el arca sagrada de Jehová Dios. El rey Saúl había llegado a tenerle celos a David porque la bendición de Jehová descansaba sobre este joven como luchador por Jehová. Por fin David tuvo que huir del alcance de Saúl para escaparse de la muerte. Acompañado durante parte del camino por jóvenes fieles, llegó a Nob, hambriento y sin armas. Quería alimento para él mismo y para los jóvenes que había dejado en cierto lugar. David pasó a decir al sumo sacerdote Ahimelec: “‘Ahora bien, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que haya.’ Y el sacerdote contestó a David: ‘No tengo a mano pan común, pero hay pan santo; con tal que los jóvenes se hayan guardado de las mujeres.’ Y David contestó al sacerdote: ‘En verdad las mujeres se nos han prohibido como siempre es el caso cuando salgo en expedición; los vasos de los jóvenes están santos, aun cuando sea un viaje común; ¿cuánto más hoy estarán santos sus vasos?’ Así que el sacerdote le dió el pan santo; porque no había allí otro pan aparte del pan de la Presencia, el cual se quita de delante del SEÑOR [Jehová], para reemplazarlo con pan caliente en el día que es quitado.”—1 Sam. 21:1-6, Norm. Rev.
15. ¿Cómo mostró Jesús que la santidad era algo que debería considerarse en conexión con esto?
15 El Señor Jesús mostró que la santidad era algo que había de tomarse en cuenta aquí cuando dió testimonio a la veracidad de este incidente histórico y dijo: “¿No han leído lo que David hizo cuando él y los hombres que iban con él tuvieron hambre? ¿Como entró en la casa de Dios y comieron los panes de la presentación, alimento que no era lícito que él comiera, ni los que con él iban, sino sólo los sacerdotes?” (Mat. 12:3, 4, NM) Por eso fué que Ahimelec primero preguntó si David y los jóvenes que lo acompañaban se habían guardado de las mujeres por lo menos por un día y David contestó que sí. ¿Pero cómo estaba implicado en esto la santidad? ¿Y qué se daba a entender por la respuesta de David respecto a una expedición de guerra?
16. ¿Por qué hubiera descalificado a David y sus hombres el contacto con las mujeres de modo que no pudieran comer el pan de la proposición, y por qué dió David énfasis a su condición limpia al hacer una comparación con una expedición militar?
16 El guardarse de las mujeres significaba el guardarse del ayuntamiento con sus esposas o concubinas. En tiempos usuales no había nada malo o que descalificara en ese ayuntamiento correcto. Pero cuando una ocasión o servicio exigía limpieza ceremonial, entonces tales relaciones entre un israelita y su esposa estaban fuera de orden. ¿Por qué? Porque después de tales relaciones tanto el hombre como su esposa estaban ceremonialmente inmundos hasta la próxima tarde. En la ley teocrática que se dió a los israelitas por medio de Moisés estaba escrito: “Ahora bien, en caso de que saliera del hombre una emisión de semen, entonces él debe bañar toda su carne en agua y estar inmundo hasta la tarde. Y cualquier prenda de vestir y cualquier piel sobre la cual llegue a estar la emisión de semen debe ser lavada con agua y estar inmunda hasta la tarde. En cuanto a la mujer con quien el hombre cohabite con una emisión de semen, deben bañarse en agua y estar inmundos hasta la tarde.” (Lev. 15:16-18, NM) Por consiguiente, el ayuntamiento ese día hubiese hecho ineptos a David y sus hombres de modo que no se les pudiera dar a comer el pan de la proposición que no se había usado. Ahora bien, David decía que era una misión ordinaria la que él estaba llevando a cabo en el servicio del rey; sin embargo David dijo que él y sus hombres estaban ceremonialmente limpios de contacto sexual con sus esposas y concubinas tal como si estuvieran saliendo a una “expedición,” es decir, una expedición militar. El emprender una expedición militar o una guerra exigía la santificación mediante una limpieza ceremonial de sus “vasos” u organismos físicos. La índole teocrática de la guerra exigía santidad de esta clase, si la bendición divina había de estar sobre el ejército y la victoria iba a concederse a los que luchaban por Jehová. Era un servicio sagrado.
17. ¿Cómo había de mantenerse limpio un campamento militar de los israelitas, y por qué?
17 Se exigía la limpieza ceremonial, moral y física del campamento israelita cuando participaba en guerra teocrática. Decía la ley de Jehová a los israelitas: “En caso de que salieras a campaña contra tus enemigos, entonces debes guardarte de toda cosa mala. En caso de que sucediera que haya en ti un hombre que no continúe limpio, debido a una contaminación que ocurra de noche, entonces debe salir fuera del campamento. No puede entrar en medio del campamento. Y debe suceder que al declinar la tarde él debería lavarse con agua y al ponerse el sol él puede entrar en medio del campamento. Y debería estar a tu servicio un lugar privado fuera del campamento, y debes salir allá. Y deberías tener a tu servicio una estaquilla junto con tus instrumentos, y debe suceder que cuando te agaches afuera, entonces debes cavar un hoyo con ella y volverte y cubrir tu excremento. Porque Jehová tu Dios está andando en medio de tu campamento para libertarte y para abandonar tus enemigos en manos tuyas, y tu campamento debe resultar santo, para que no vea él cosa indecente en ti y de seguro se aparte de acompañarte.” (Deu. 23:9-14, NM) Si la presencia divina representada por el ángel de Jehová había de acompañar al ejército hasta la misma victoria final, el campamento tenía que ser mantenido limpio de acuerdo con las normas teocráticas.
18. ¿Cómo diferían de esto los paganos en cuanto a campamento y en conquista, y cómo se ilustró esta diferencia por el proceder de Urías el heteo, guerrero del rey David?
18 El campamento de la nación teocrática de Jehová difería, por lo tanto, del campamento de los ejércitos paganos. Los paganos llevaban mujeres con ellos para que los guerreros se entregaran a relaciones con ellas, o al capturar un lugar a los soldados se les daba rienda suelta para agarrar las mujeres y violarlas. (Isa. 13:16; Lam. 5:11; Zac. 14:2) Hoy día existe algo parecido a esto, puesto que leemos u oímos de prostitutas que van siguiendo a los campamentos militares y de oficiales militares que deliberadamente proveen lugares de prostitución en la vecindad para la satisfacción sexual de sus soldados. Esto estaba prohibido en el campamento teocrático de Israel porque la guerra a la que ellos habían salido era teocrática, por lo tanto sagrada, y exigía la santificación de los luchadores. Por eso el contacto sexual con mujeres, aun sus propias esposas y concubinas, les estaba prohibido y ellos voluntariamente se abstenían de ello. Por eso fué que Urías, un heteo de buena voluntad, cuando fué llamado del campamento por el rey David, no fué de noche a su hogar en Jerusalén para estar con su esposa. Cuando el rey David, pasando por alto los requisitos sagrados de la campaña militar, le preguntó a Urías por qué no se había ido a casa esa noche, ese fiel soldado contestó teocráticamente: “El Arca, e Israel y Judá están debajo de enramadas; y mi señor Joab, con los siervos de mi señor, están acampados al raso; ¿y por ventura había yo de irme a mi casa, para comer, y beber, y acostarme con mi mujer? ¡Por tu vida, y por la vida de tu alma, que no haré tal cosa!” (2 Sam. 11:6-11) Urías quería permanecer santificado para la lucha. De modo que durante ese tiempo estaría él como si no tuviera esposa. Nos recuerda esto de lo que el apóstol Pablo dijo a los cristianos: “Además, esto digo, hermanos, el tiempo que queda está reducido. De ahora en adelante que los que tengan esposa sean como si no tuvieran ninguna.” (1 Cor. 7:29, NM) A veces los deberes teocráticos exigirán que el cristiano deje el lado de su esposa y él tiene que cumplir.
19. En el interés de la santidad del ejército israelita, ¿qué proceder se exigía en cuanto a las doncellas cautivas a quienes se deseaba por esposas, y cómo y por qué estaba libre de servicio militar el hombre comprometido a casarse con una muchacha?
19 Si a los israelitas se les mandaba capturar cierto lugar y matar a todos los hombres y a las mujeres que no fueran vírgenes, no estaban libres para violar las muchachas que fueran conservadas con vida. Eso hubiese sido corromper el ejército, porque hubiera sido cometer fornicación, inmoralidad. Si algún israelita quería alguna doncella cautiva no podía tener relaciones con ella inmediatamente después de cautivarla. No, sino que tenía que mantenerse santificado para la guerra teocrática por medio de cumplir con la ley que decía: “En caso de que salieras a la guerra contra tus enemigos y Jehová tu Dios los haya entregado en tu mano y te los hayas llevado cautivos, y hayas visto entre los cautivos a una mujer de forma bella y hayas llegado a prenderte mucho de ella y la hayas tomado por esposa tuya, entonces debes traerla en medio de tu casa. Ahora ella debe rasurarse la cabeza y atender a sus uñas, y quitarse la prenda de vestir de su cautiverio y morar en tu casa y lamentar por su padre y su madre por un mes entero, y después de eso deberías tener relaciones con ella y debes tomar posesión de ella como tu novia y ella debe llegar a ser esposa tuya.” (Deu. 21:10-13, NM) Hasta que la campaña militar hubiese terminado y su santidad se hubiese mantenido, este contacto sexual no podría tomar lugar con aprobación divina. Si un hombre llamado al ejército estaba comprometido a casarse con una muchacha, se le dejaba libre de sus obligaciones al ejército por un año para que se fuera a casa y se casara con su prometida y tuviera un hijo por ella para que tuviera descendencia y mantuviera vivo su nombre, para que así no fuera muerto en batalla sin tener un hijo.—Deu. 20:7; 24:5.
20. ¿Qué cosa consideraba el campamento de mucha más importancia que la inmundicia ceremonial o moral?
20 La vindicación de Jehová, el Dios de victoria, estaba comprometida. El mantener el campamento irreprensible a los ojos de Dios y digno de conseguir la victoria por seguir disfrutando del favor de Jehová era de mucha más importancia que el cometer algún acto ceremonial o moralmente inmundo y violar la santidad de la expedición militar. Esto también es cierto hoy en día en cuanto a la guerra sagrada de los luchadores cristianos de Jehová. Por supuesto, el pacto legal que Jehová Dios hizo con los antiguos israelitas por medio de Moisés no aplica hoy día a los cristianos y por eso no se requiere de los luchadores cristianos que se abstengan de ayuntamiento con sus esposas debido a que están en una guerra sagrada. Sin embargo, su comportamiento tiene que ser limpio moral y espiritualmente. El que se guarden de la inmoralidad y también del adulterio espiritual que resulta de ser parte de este mundo tiene que estar en conformidad con lo sagrado de esta guerra cristiana. (Sant. 4:4) Su parte en la vindicación de Jehová está envuelta en ello, y les suministra una influencia limpiadora, un impulso a pureza, moral y espiritualmente.
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Sacerdotes con el ejército teocráticoLa Atalaya 1955 | 1 de mayo
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Sacerdotes con el ejército teocrático
1. ¿Por la presencia de quiénes era santificado el campamento israelita, y por qué se requería su presencia?
LO SAGRADO de la guerra teocrática exigía que se santificara a los hombres israelitas para este servicio de Dios como sostenedores de su soberanía universal y como ejecutores de su justa indignación contra los adoradores de dioses falsos. Por consiguiente era necesario que los sacerdote de la tribu de Leví acompañaran al ejército israelita. Su presencia añadía santidad al ejército de Jehová. En los días cuando el arca sagrada del pacto se abrigaba bajo el tabernáculo o tienda era la costumbre llevar el arca dentro del campamento del ejército, puesto que simbolizaba la presencia de Jehová Dios con sus fuerzas luchadoras. (1 Sam. 4:4-6; 14:18, 19; 2 Sam. 11:11) Esto de necesidad requería la presencia de los sacerdotes levitas en el campamento, porque ellos eran los únicos que estaban autorizados para cargar el arca de Jehová Dios. En una ocasión un israelita que no era sacerdote quedó muerto por haber tocado el arca, pensando que iba a evitar que ésta se cayera de la carreta. Si los sacerdotes levitas hubiesen estado cargando el arca, esto no habría sucedido. (Deu. 31:9; Jos. 3:17; 6:4-11; 1 Sam. 4:4; 2 Sam. 6:6, 7; 1 Cró. 15:2-15, 26) Además, cuando el ejército israelita estaba frente a un compromiso de lucha, era la costumbre ofrecer un sacrificio a Jehová Dios, y esto requería que estuviera presente el profeta de Jehová o sus sacerdotes levitas. (1 Sam. 7:9; 13:9) Además, antes de tomar parte en cierta estrategia de batalla el comandante militar temeroso de Dios consultaba a Jehová por medio del arca del pacto o por un efod sacerdotal o por los sagrados Urim y Tumim que llevaba el sumo sacerdote. Los paganos, como el rey Nabucodonosor de Babilonia, acudían a varias formas de adivinación, pero el pueblo de Jehová se dirigía a él, el Dios verdadero, pidiendo la dirección de él en la batalla. (Jue. 1:1; 20:27, 28; 1 Sam. 14:37; 23:2, 6, 9-14; 28:6; 30:8; 2 Sam. 5:19, 23; Eze. 21:21) Esto, también, exigía que estuviera presente en el campamento teocrático el profeta o el sacerdote de Jehová.
2. ¿Con qué propósito se ordenaba a los sacerdotes estar directamente en el frente antes de las batallas?, aun así, ¿se requería de ellos que tomaran armas y pelearan?
2 Jehová específicamente ordenó a sacerdotes suyos ir al frente cuando dió el siguiente mandamiento para los israelitas en sus batallas en la Tierra Santa, la Tierra Prometida: “En caso de que salieras a la guerra contra tus enemigos y hayas visto caballos y carros de guerra, un pueblo más numeroso que tú, no debes temerlos, porque Jehová tu Dios contigo está, quien te sacó de la tierra de Egipto. Y debe suceder que cuando te hayas acercado a la batalla, entonces el sacerdote debe acercarse y hablar al pueblo. Y debe decirles: ‘Oye, oh Israel, ustedes están acercándose hoy a la batalla contra sus enemigos. No se les desmaye el corazón. No se atemoricen y corran en pánico ni tiemblen a causa de ellos, porque Jehová su Dios está marchando con ustedes para pelear por ustedes contra sus enemigos a fin de salvarlos.’” (Deu. 20:1-4, NM) Era lo más adecuado que a los luchadores de las guerras de Jehová los animara su representante directo, su sacerdote consagrado, allí mismo en el frente de batalla. Sin embargo, no se requería de los sacerdotes mismos que ellos tomaran armas y lucharan de manera alguna.
3. ¿Por qué requería la señal de batalla que los sacerdotes estuvieran presentes en el ejército, y qué, de hecho, era esta señal de batalla?
3 El hacer que se sonara la señal de batalla también exigía la presencia de los sacerdotes en el centro del campamento. Ellos eran los únicos que podían dar la señal de batalla para que se llevara a cabo un ataque victorioso contra el enemigo. Las instrucciones que Jehová dió por medio de Moisés fueron: “Hazte dos trompetas de plata. Las harás de labor a martillo, y deben estar a tu servicio para convocar la asamblea y para disolver los campamentos. Y en caso de que ustedes trabaran guerra en su país contra el opresor que los esté acosando, entonces cuando ustedes hayan tocado una llamada de guerra con las trompetas de seguro que serán recordados ante Jehová su Dios y serán salvados de sus enemigos. . . . y el uso de ellas debe servirles de memorial ante su Dios. Yo soy Jehová el Dios de ustedes.” (Núm. 10:2, 8-10, NM) El registro bíblico que trata del uso de estas dos trompetas de plata revela a quiénes les pertenecía tocarlas. Era a los sacerdotes levitas. Cuando ellos daban la señal de batalla, los toques de trompeta animaban a todo el ejército, y las tropas entraban en acción. El toque de trompeta era una petición de ayuda a las alturas. Era como una señal de alarma dirigida a Dios para que entrara en acción junto con ellos y diera la victoria, puesto que era un sonido sacerdotal.
4. ¿Qué factor sirvió para que los israelitas resultaran victoriosos en su guerra contra los madianitas?
4 Hacia el fin de los cuarenta años de vagar en el desierto los israelitas llegaron a las llanuras del desierto de Moab al otro lado del río Jordán frente a Jericó, una ciudad en la Tierra Prometida, y allí establecieron su campamento. De allí Moisés envió una fuerza militar de doce mil hombres a pelear contra los madianitas adoradores de demonios. Dice el Registro: “Entonces los envió Moisés, mil de cada tribu, al ejército, a ellos y a Finees el hijo de Eleazar el sacerdote para el ejército, y los utensilios santos y las trompetas para tocar llamadas estaban en manos de él. Y fueron peleando una guerra contra Madián, así como Jehová le había mandado a Moisés.” (Núm. 31:1-7; 22:1, NM) ¡Las llamadas de trompeta dirigidas a Jehová fueron contestadas con victoria!
5. ¿Con qué desventaja militar se enfrentó el rey Abías, de Judá, al rey Jeroboam, de Israel, pero que ayuda vital adicional tuvo Abías?
5 Siglos después de esa guerra teocrática contra los enemigos de Jehová, el reino de Israel de doce tribus establecido en la Tierra Prometida fué dividido en dos reinos, el reino de Judá y el reino de Israel. En una ocasión los ejércitos de sus dos reyes se hallaron cara a cara en el campo de batalla. El rey Abías del reino de Judá, fiel a Dios, contaba con cuatrocientos mil hombres en el campo contra dos veces ese número, ochocientos mil adoradores de ídolos que estaban bajo el rey Jeroboam del reino de Israel. Pero el rey Abías de Judá tenía más de cuatrocientos mil guerreros con él, y él hizo mención de esta otra ayuda vital en la súplica que dirigió al ejército contrario, diciendo: “Pero en cuanto a nosotros, Jehová es nuestro Dios; pues nosotros no le hemos dejado; y los sacerdotes que ministran delante de Jehová son los hijos de Aarón; y los levitas asisten en su obra apropiada. . . . Y he aquí que al frente de nosotros, está el mismo Dios, y sus sacerdotes con las trompetas resonantes, para tocar alarma contra vosotros. ¡Oh hijos de Israel, no queráis pelear contra Jehová, el Dios de vuestros padres, porque no podréis salir con bien!”
6. En la peligrosa situación que se desarrolló, ¿cómo mostraron las fuerzas del rey Abías la confianza que depositaban en Jehová, y cómo la vindicó él?
6 Esta súplica nada logró con el enemigo. Se libró batalla, y el ejército del rey Abías se halló en una emboscada. La situación era peligrosa. Pero vino ayuda divina en respuesta a las trompetas. Dice el Registro: “Y cuando Judá volvió la cara, he aquí que tenía la batalla de frente y por las espaldas; y clamaron a Jehová, y los sacerdotes tocaban las trompetas. En seguida los hombres de Judá alzaron el grito; y aconteció que cuando los hombres de Judá alzaron el grito, Dios desbarató a Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá. Y huyeron los hijos de Israel delante de Judá; y los entregó Dios en mano de ellos.” ¿Por qué, pues, vino esta victoria santa? Jehová contesta en el Registro, diciendo: “Así fueron humillados los hijos de Israel en aquel tiempo; y prevalecieron los hijos de Judá, por cuanto se habían apoyado en Jehová, el Dios de sus padres.” El toque sacerdotal en las santas trompetas de plata resonó como un memorial, un recordatorio de confiar en Jehová. Un grito unido de confianza en Él, un ¡Aleluya!, retronó de la boca de los guerreros, e, infundido de valor divino, el ejército de Judá atacó al enemigo al frente y atrás, y ¡Jehová vindicó con victoria la confianza que habían puesto en él!—2 Cró. 13:3, 10-18.
7. Cuando Jerusalén fué amenazada por el ejército de los moabitas, amonitas y hombres de monte Seir, ¿a quién usó Jehová para que entregara su mensaje, y qué decía éste?
7 Otra ilustración de la santidad de la guerra teocrática y de cómo Jehová usaba a su devota tribu de levitas en conexión con el ejército es un caso que ocurrió en un tiempo muy peligroso para el reino. Los ejércitos aliados de adoradores de demonios, los moabitas, los amonitas y los hombres del monte Seir, estaban atravesando el desierto de Judea para asaltar la santa ciudad de Jerusalén. El rey Josafat proclamó un ayuno por todo el reino e hizo que toda la gente se reuniera en el templo de Jerusalén. En una súplica solemne a favor de todos los hombres, mujeres y niños en su alrededor, el rey Josafat elevó una oración a Jehová. Entonces Jehová escogió su instrumento por medio del cual dar consolación e instrucciones para hacerle frente a la crisis. Escogió a un hombre santo, a un cantor levita llamado Jahaziel. Puso su espíritu santo sobre él, moviéndolo a decir: “Así os dice Jehová: No temáis vosotros, y no os acobardéis delante de esta tan grande muchedumbre de gentes; porque no es de vosotros la batalla, sino de Dios. Bajad contra ellos mañana; . . . No toca a vosotros pelear en este combate; ¡apostaos, estad quedos, y ved la salvación de Jehová, obrada por vosotros, oh Judá y Jerusalem! ¡No temáis, ni os acobardéis! Salid mañana al encuentro de ellos; y Jehová estará con vosotros.”
8. ¿Cómo se mostró la santidad del enfrentarse ellos a esta situación, y por qué no estuvo mal colocado el énfasis que se dió a la santidad?
8 A la mañana siguiente obedientemente salieron fuera de los muros protectivos de la ciudad y marcharon para encontrarse con el enemigo que se acercaba. Pero ¿cómo? Las dos trompetas de plata en manos de los sacerdotes no los acompañaban para sonar la alarma. No había de haber ninguna embestida de infantería con gritos contra Moab, Ammón y monte Seir. No les tocaba a ellos pelear en esta batalla; era una batalla santa; no era batalla de ellos, sino de Dios. Al tiempo que salían, el rey Josafat, como el principal jefe del ejército, se puso de pie y en obediencia a Deuteronomio 20:5-9 exhortó a los que iban marchando: “¡Creed en Jehová vuestro Dios, así estaréis firmes; creed en sus profetas [tal como Jahaziel], así prosperaréis!” Al mismo tiempo, para fortalecer su creencia y confianza en Jehová, el rey Josafat puso a Jahaziel y sus compañeros cantores levitas ataviados en su vestidura santa al mismo frente de la columna marchante. En vez de un grito después de una alarma de trompeta, estos santos levitas marcharon adelante cantando: “¡Alabad a Jehová, porque para siempre es su misericordia!” El rey Josafat y el ejército seguían tras ellos tomando una posición secundaria. Este énfasis que se le dió a la santidad de la guerra no estuvo mal colocado, porque leemos: “Y al tiempo que comenzaron a cantar y a tributar alabanzas, Jehová puso emboscadas contra los hijos de Ammón, y de Moab, y del monte Seir, los cuales venían contra Judá; y fueron batidos. Porque se levantaron los hijos de Ammón y Moab contra los habitantes del monte Seir, para destruirlos completamente y para asolarlos; y como acabasen con los habitantes de Seir, ellos mismos ayudaron a destruirse los unos a los otros.” Al llegar a la atalaya en el desierto la procesión teocrática pudo ver la matanza que había ocurrido.
9. ¿Cómo celebraron ellos la victoria de Jehová, y qué se le dió a conocer al mundo antiguo por medio de su victoria?
9 Lo único que tenían que hacer ellos ahora era despojar los cuerpos muertos. Después de tres días de hacer esto se reunieron en el valle de Beraca y bendijeron a Jehová, y entonces acompañados de música sagrada volvieron a Jerusalén y su templo, regocijándose, “porque Jehová los había hecho regocijar sobre sus enemigos.” ¿Cuál fué el resultado de la santa batalla de Jehová contra los agresores impíos? Contesta el Registro: “Y estuvo el pavor de Dios sobre todos los reinos de las tierras comarcanas, cuando supieron que Jehová había peleado contra los enemigos de Israel.” (2 Cró. 20:1-29) Al mundo antiguo se le hizo saber que Jehová no es pacifista sino un luchador, un luchador que siempre gana y a quien por lo tanto se le debe temer. ¡Ay de los que pelean contra Dios; no pueden menos que perder! Pero no así los que están peleando las batallas de Jehová. Esos son los que se entregan cabalmente a la guerra teocrática cristiana. Han sido santificados exclusivamente para esta guerra, porque es santa, dado que ha sido autorizada por el Santo del universo y él la apoya con victoria en mira.
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El guerrero cristianoLa Atalaya 1955 | 1 de mayo
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El guerrero cristiano
1. ¿Por qué es santa la guerra del cristiano hoy, y qué pregunta surge en cuanto al método de hacer la guerra?
LAS guerras de los fieles testigos de los días precristianos eran santas, porque eran teocráticas y se peleaban en el nombre de Jehová de los ejércitos y en obediencia a su dirección y mandato. La guerra de los verdaderos cristianos hoy día, los cuales también son testigos de Jehová, no es menos santa o sagrada, puesto que ésta también es teocrática. En muchos casos los valientes testigos de Jehová de aquellos días de la antigüedad peleaban con armas materiales con las cuales descargaban muerte corporal. ¿Pueden los testigos cristianos de hoy día también pelear con tales armas materiales, descargadoras de muerte? Le toca a Jehová contestar e instruir nuestra conciencia.
2. ¿Por qué están los cristianos envueltos en la más grande pelea de toda la historia, y por qué es éste el “día inicuo”?
2 En tiempos antiguos los fieles testigos de Jehová a menudo peleaban contra concentraciones muy numerosas del enemigo, pero ahora los testigos cristianos de Jehová están envueltos en la mayor pelea de la historia. Los testigos antiguos que peleaban por Jehová le hacían frente a enemigos humanos y se armaban con armas hechas por los hombres. Los testigos cristianos de Jehová en la actualidad le hacen frente a y pelean contra un enemigo sobrehumano. Es un enemigo invisible, pero, de todos modos, la guerra con él es muy real. Por lo tanto es un conflicto que requiere vigilancia constante y el estar alerta de continuo, una guerra perpetua, un conflicto que dura toda la vida de uno, del cual no se nos concede licencia, en el cual no hay ninguna tregua, ni armisticio. En él existe de continuo la necesidad de recibir exhortación divina para que uno pueda mantenerse en buenas condiciones para la pelea, siempre intrépido. El conflicto se pone más intenso en lo que se llama “el día inicuo.” Ya no existe duda alguna acerca de ello: está aquí ese “día inicuo,” porque Satanás el Diablo y sus demonios invisibles han sido arrojados del cielo a la tierra y el “gobernante de los demonios” tiene gran ira porque sabe que sólo tiene un corto período de tiempo antes de la mayor guerra de todo tiempo, la guerra universal del Armagedón.—Apo. 12:7-13, 17; 16:14-16; Mat. 12:24, NM.
3. ¿Por qué, entonces, necesitan los cristianos equipo bélico diferente, y de dónde proviene éste?
3 Por eso es que esta guerra es diferente a la de los ejércitos mundanos. Es contra un enemigo diferente. Los ejércitos mundanos pelean por el dios de este sistema de cosas, del cual sistema ellos son una parte componente; los testigos cristianos de Jehová pelean contra el “dios de este sistema de cosas.” (2 Cor. 4:4, NM) Por eso es que ellos necesitan armas diferentes, equipo bélico de una clase que ninguno de los fabricantes de pertrechos de este sistema de cosas puede producir. Ellos conocen a su enemigo, y conocen el único equipo bélico con el cual pueden pelear contra él y ganar. Es equipo para lucha que les proviene del mayor Luchador de todos los luchadores, Jehová Dios. En palabras que señalan este equipo necesario y revelan al enemigo, la Palabra de Dios dice: “Finalmente, sigan adquiriendo poder en el Señor y en la potencia de su fuerza. Pónganse la armadura completa que proviene de Dios para que puedan mantenerse firmes contra las maquinaciones del Diablo; porque tenemos un pleito, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos [no de sangre y carne], contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las inicuas huestes espirituales en los lugares celestiales. Por esta causa echen mano de la armadura completa que proviene de Dios, para que puedan resistir en el día inicuo y, después de haber hecho todas las cosas cabalmente, permanecer firmes.”—Efe. 6:10-13, NM.
4. A pesar de la clase de armas del antiguo Israel ¿qué hecho cambia los rasgos de la guerra cristiana?
4 El hecho de que nuestro enemigo es espiritual, sobrehumano, cambia por completo la naturaleza de nuestra guerra y la naturaleza de nuestras armas de guerra. Es verdad que los testigos en tiempos antiguos en muchos casos sí pelearon usando las diferentes armas de la guerra antigua, y esos testigos proporcionaron un cuadro profético o tipo de los testigos cristianos de Jehová hoy día, en su guerra teocrática contra Satanás el Diablo y sus huestes sobrehumanas, los demonios que son más altos y más poderosos que la sangre y la carne.
5. ¿Cuál era la estación de los sacerdotes y levitas, y a quiénes representaron todos los israelitas naturales juntos?
5 Otra cosa: Los sacerdotes de la familia de Aarón y también todos los demás hombres de la tribu de Leví estaban excluídos de los deberes seglares que les tocaban a los otros hombres israelitas. El mandato que el gran Teócrata dió a Moisés tocante a esto fué claro y definitivo: “Sólo a la tribu de Leví no debes inscribir y no debes incluir la suma de ellos entre los hijos de Israel. Y tú mismo nombra a los levitas sobre el tabernáculo del Testimonio y sobre todos sus utensilios y sobre todo lo que le pertenece. Ellos mismos cargarán el tabernáculo y todos sus utensilios y ellos mismos ministrarán allí, y alrededor del tabernáculo han de acampar.” El registro de la inscripción de los demás israelitas para actividades teocráticas contra los enemigos de Israel dice: “Estos fueron los inscritos de los hijos de Israel según la casa de sus padres; todos los inscritos de los campamentos de sus ejércitos fueron seiscientos tres mil quinientos cincuenta. Pero a los levitas no se les inscribió entre los hijos de Israel, así como Jehová le había mandado a Moisés.” (Núm.1:1-50; 2:32, 33, NM) Así que los que desempeñaban servicio sagrado en el tabernáculo o templo, a saber, los hombres de la tribu de Leví, incluyendo a los sacerdotes, fueron excluídos de esta inscripción general y sus obligaciones. Todos esos israelitas naturales, los hombres inscritos y los levitas y todas las demás tribus de la nación, representaban pictóricamente al Israel espiritual, la única y verdadera congregación cristiana de la cual Jesucristo es la Cabeza. Pero en este cuadro hay en la actualidad esta diferencia, a saber:
6, 7. (a) Pero en ese cuadro, ¿cuál es la gran diferencia, según declaró el apóstol Pedro? (b) Por consiguiente, ¿de qué han sido excluidos todos ellos, y por quién?
6 En el Israel espiritual no hay ninguna tal división de los miembros en inscritos seglares, sacerdotes y levitas y otros no inscritos. El Israel espiritual, la única iglesia verdadera edificada sobre Jesucristo la Roca, se compone todo él de sacerdotes, todos consagrados por Dios y para su servicio sagrado. (Mat. 16:18) El apóstol Pedro mismo puso este hecho más allá de disputa, cuando se dirigió a los cristianos que habían sido santificados por el espíritu de Dios y dijo: “Viniendo a él como a una piedra viva, desechada, es verdad, por los hombres, pero escogida, preciosa, para con Dios, ustedes mismos también como piedras vivas están siendo edificados en casa espiritual para servir el propósito de un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptos a Dios mediante Jesucristo. . . . ustedes son ‘una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para posesión especial, para que declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó fuera de la oscuridad a su luz maravillosa. Porque ustedes en un tiempo no eran pueblo, pero ahora son el pueblo de Dios; eran aquellos a quienes no se les había mostrado misericordia, pero ahora son aquellos a quienes se les ha mostrado misericordia.”—1 Ped. 1:1, 2; 2:4-10, NM.
7 Los 144,000 miembros de la verdadera iglesia o congregación cristiana son un sacerdocio, cada uno de ellos un sacerdote espiritual, y Jesucristo es su Sumo Sacerdote. En el servicio santo que le rinden a Dios y en sus actitudes hacia este mundo estos sacerdotes subalternos cristianos lo imitan a él. (Heb. 3:1; 1 Cor. 11:1, NM) Forman una casa espiritual para que more en ella Dios por su espíritu, y Jesús es la principal piedra angular de este templo espiritual, y ellos no han de ser profanados permitiéndose que el mundo los use para cosas indebidas. (Efe. 2:19-22; 1 Cor. 3:16, 17; Mat. 26:51-56) Es por esta razón poderosa que Jehová Dios ha excluído a TODOS ellos, a la entera iglesia o congregación, de participar con armas carnales en la venidera batalla del Armagedón. Por lo tanto, dado que no forman parte de este mundo que será destruído en el Armagedón, estos sacerdotes subalternos de Jesucristo tienen que mantener una neutralidad estricta en cuanto a los conflictos actuales de las naciones y tienen que dedicarse a sus deberes sacerdotales hacia la gente de todas las naciones igualmente, sin parcialidad o discriminación.
8. ¿Quién se opone a que ellos se mezclen en asuntos mundanos inmundos, y por qué es importante su objeción?
8 Puesto que toda la congregación cristiana bajo su Sumo Sacerdote Jesús es una “nación santa,” “un sacerdocio real,” es Jehová Dios mismo el que se opone a que se mezclen adulterinamente y tomen parte activa en los asuntos de este mundo. Él les manda: “¡Apartaos, apartaos! ¡salid de aquí! ¡no toquéis cosa inmunda! ¡salid de en medio de ella! ¡sed limpios, los que lleváis los vasos de Jehová!” (Isa. 52:11) Así Jehová declara su objeción para guía de la conciencia cristiana, y la objeción de Él es determinativa.
9. ¿Por qué razón valúan mal a los testigos de Jehová las autoridades de este mundo y qué advertencia da el apóstol Pablo en conexión con esto?
9 Los testigos cristianos de Jehová no andan vestidos con la ropa religiosa del clero de la cristiandad, sino que visten sencillamente en las prendas de vestir ordinarias que usan hombres y mujeres en general. Hasta estábamos trabajando parte del tiempo en empleos seglares, y lo estábamos haciendo mucho antes de que los “sacerdotes obreros” de Francia recibieran autorización para hacer algún trabajo honrado en los talleres con la mira de detener el progreso del comunismo. Casi todos los testigos cristianos de Jehová trabajan en empleos honrados parte de su tiempo como lo hizo el apóstol Pablo, para poder ser apostólicos y proveer para sus necesidades naturales de una manera decente y honrada y no ser una carga monetaria para las congregaciones con las cuales están asociados. Porque no nos diferenciamos de la demás gente por medio de llevar títulos altisonantes o prendas de vestir religiosas poco usuales o vivir una vida de comodidad a manera de los clérigos, puede ser que las autoridades de este mundo no nos consideren como sacerdotes consagrados de Dios, sino que nos consideren según nos ven o aparentemos ser en la carne. Debido a que no tienen el punto de vista bíblico podrán hacer como dijo el apóstol Pablo: “Nos valúan como si anduviésemos de acuerdo con lo que somos en la carne.” Pero como una advertencia contra tal manera errónea de estimarnos el apóstol inspirado añadió: “Porque aunque andamos en la carne, no hacemos la guerra de acuerdo con lo que somos en la carne. Porque las armas de nuestra guerra no son carnales, sino poderosas por parte de Dios para trastornar cosas fuertemente atrincheradas. Porque estamos trastornando razonamientos y toda cosa encumbrada que se ha levantado contra el conocimiento de Dios, y estamos trayendo todo pensamiento en cautiverio para hacerlo obediente al Cristo, y nos estamos manteniendo listos para descargar castigo por toda desobediencia [pero no con armas carnales que descarguen muerte], tan pronto como su propia obediencia haya sido plenamente llevada a cabo. Ustedes miran a las cosas de acuerdo con su valor aparente.” (2 Cor. 10:2-7, NM) De modo que tenemos que desengañar la mente de los que nos consideran según valor aparente y por eso no nos estiman como ministros de Jehová Dios, sacerdotes consagrados del Altísimo, miembros de una “nación santa,” no de este mundo.
10. ¿Para qué guerra están santificados tales sacerdotes cristianos, quién los ha inscrito, y cómo deben ellos mostrar que son soldados de la clase correcta?
10 Bajo inspiración el apóstol nos dice como seguidores de Cristo que nosotros no luchamos contra carne y sangre y que nuestras armas no son carnales. Somos sacerdotes consagrados que no pueden ser sometidos a militarización para tomar parte violenta en la batalla del Armagedón. Pero al llevar a cabo nuestros deberes sacerdotales aun en medio de la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso,” seremos observadores que no imparten daño, espectadores gozosos de cómo Jehová Dios y sus huestes angelicales bajo Jesucristo pelearán la batalla victoriosa contra la organización del Diablo, visible e invisible. La esencia de ese argumento es que estamos llevando a cabo una lucha espiritual. Es para una guerra espiritual que estamos santificados nosotros. Estamos inscritos en un ejército espiritual en una guerra teocrática, y nuestro Comandante es el Hijo de Dios, Jesucristo, y es a él que tenemos que agradar por nuestra obediencia e imitación. El mismo apóstol Pablo, escribiendo al joven Timoteo, hizo claro ese punto al decirle: “Como un soldado de Cristo Jesús de la clase correcta toma tu parte en el sufrimiento del mal. Ningún hombre que sirve como soldado se envuelve en los negocios comerciales de la vida, a fin de que pueda alcanzar la aprobación de aquel que lo alistó como soldado.” (2 Tim. 2:3, 4, NM) Es la a probación de Cristo Jesús lo que tenemos que conseguir, porque él nos ha alistado en el ejército teocrático y somos ‘soldados de Cristo Jesús’ y tenemos que mostrar que somos de la clase correcta al sufrir el mal por amor a él.
11. ¿Por qué no pueden ser esclavos a dos amos los seguidores de Cristo, y cómo choca contra la conciencia cristiana la religionización de los conflictos mundanos?
11 Jesucristo nuestro Comandante dijo: “Nadie puede ser esclavo a dos señores; porque u odiará al uno y amará al otro, o se adherirá al uno y despreciará al otro.” (Mat. 6:24, NM) Como soldados de Jesucristo estamos llevando a cabo una guerra sagrada “contra las inicuas huestes espirituales en los lugares celestiales” y tenemos que seguir predicando las buenas nuevas del reino de Dios para que la luz de las buenas nuevas ponga en fuga las fuerzas de las tinieblas. Los esfuerzos que hacen los gobernantes de la cristiandad por dar aspecto religioso a sus guerras, llamándolas “cruzadas” y dándoles otros nombres llamativos, en nada cambian el caso para el sacerdocio de Jehová. Al tratar de introducir la religión de tal modo en sus combates los gobernantes están levantando un establecimiento de religión. Están dictando religiosamente a los que deberían tener la libertad de conciencia para escoger su propia religión o la libertad para escoger seguir la Palabra de Jehová y dirigir su conciencia por su Palabra. Respecto al establecimiento de determinada religión y el prohibir la práctica de otra el apóstol Pedro y sus coapóstoles dijeron al Alto Tribunal judío: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.”—Hech. 5:29, NM.
HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD EN LA GUERRA
12. Además de los israelitas naturales, ¿quiénes más participaron en las guerras del Israel antiguo, y quiénes fueron algunos de ésos en el ejército de David?
12 Participando en las guerras del Israel antiguo no sólo estaban los israelitas naturales de la nación teocrática sino también valientes extranjeros de buena voluntad. Entre los que estaban inscritos en los ejércitos del rey David estaban tales extranjeros como Urías el heteo, que rehusó dormir en su casa mientras el arca de Dios y su ejército teocrático se hallaran en tiendas de campaña en el campo, porque él quería mantenerse constantemente santificado para la lucha y estar listo para el servicio al momento de notificársele, no estando descalificado. Tenemos también a Selec el amonita; Itma el moabita; Itai el geteo, un filisteo de Gat, junto con otros seiscientos geteos; y también los de la guardia de corps especial del rey David, a quienes se les llamaba los kereteos y los peleteos, que según se entiende eran extranjeros.—2 Sam. 11:6-17; 23:37-39; 1 Cró. 11:26, 46; 2 Sam. 15:18, 19; 8:18; 20:7, 23; 1 Rey. 1:38, 44; 1 Cró. 18:17.
13. ¿A quiénes representan esos guerreros extranjeros de David, y por qué ahora sólo la guerra espiritual es guerra de ellos?
13 ¿A quiénes representan pictóricamente estos coguerreros extranjeros de David en sus batallas por Jehová? Representan a los hombres de buena voluntad de todas las naciones hoy día, los compañeros leales del resto del “sacerdocio real” bajo Cristo Jesús el Sumo Sacerdote. Pero aunque no son sacerdotes espirituales, Jehová Dios no los ha autorizado para que tomen parte en los asuntos inmundos de este mundo, así como no ha autorizado al resto del Israel espiritual para hacerlo. Han venido a estar bajo el mismo Comandante que el resto de sacerdotes espirituales; la guerra que ellos pelean puede ser únicamente la guerra espiritual, guerra teocrática, de modo que no pueden blandir y no blandirán ninguna arma carnal en la batalla del Armagedón ni se dedicarán a la violencia en esa guerra. Puede que sean éstos las “otras ovejas” del Pastor Propio de Dios, pero han sido reunidos al un solo redil del Pastor en compañía con las ovejas espirituales de la “pequeña manada” y tienen que seguir al un solo Pastor junto con éstas. (Juan 10:14-16; Luc. 12:32) La guerra de ambos grupos en el un solo redil es la misma guerra, la guerra espiritual, la teocrática, la santa. Para esta guerra ambos han sido santificados, puesto que ambos han escuchado la voz del Pastor Propio Cristo Jesús, quien es el David Mayor, y entonces ambos se han dedicado a Jehová Dios para seguir fielmente en las pisadas del Pastor. Ellos no pueden seguir a ningún otro comandante, prestando atención a otras voces que puedan llamar.
14. ¿Dónde sirven sagradamente estas “otras ovejas” a Dios y en qué palabras describe Isaías su venida allí y las instrucciones que reciben?
14 Estas “otras ovejas” procedentes de todas las naciones ya forman una “grande muchedumbre” en compañía con el resto espiritual, pero siguen entrando en el redil y seguirán haciéndolo hasta el estallido del conflicto universal en el Armagedón. La profecía que predice su venida las describe de pie delante del trono de Dios y rindiéndole servicio sagrado día y noche en su templo. (Apo. 7:9-15, NM) ¿Cómo sería posible que estas “otras ovejas” de buena voluntad estuvieran haciendo eso y al mismo tiempo dejándose enredar en las “obras de la carne” de hombres no santificados? No podrían hacerlo y al mismo tiempo heredar bendiciones terrestres bajo el reino de Dios en el nuevo mundo. Las profecías de Isaías y de Miqueas describen que éstas suben a la casa de Jehová y nos dicen lo que él les enseña ·y requiere de ellas en estos postreros días de este viejo mundo. Leemos: “Y acontecerá que en los postreros días, el monte de la Casa de Jehová será establecido como cabeza de los demás montes, y será ensalzado sobre los collados; y, como ríos, fluirán a él todas las naciones. Pues caminarán muchos pueblos, diciendo: ¡Venid, y subamos al monte de Jehová, a la Casa del Dios de Jacob! y él nos enseñará en cuanto a sus caminos, y nosotros andaremos en sus senderos; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalem la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y ellos forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces: no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Isa. 2:2-4) La profecía de Miqueas (4:1-3) le da doble énfasis a esa profecía de Isaías.
15. ¿Cuándo es que el mundo ve cumplidas esas profecías, y por qué no pueden ser las ovejas elementos de disturbio en el lugar adonde han venido?
15 Dado que ambas profecías aplican ahora mismo cuando las “otras ovejas,” los hombres de buena voluntad de todas las naciones, están viniendo al templo de Jehová, es ahora que las naciones mundanas se maravillan porque no ven a estas “ovejas” en el templo de Jehová tomando las armas que Isaías y Miqueas mencionan ni aprendiendo más las artes de la guerra moderna no teocrática. Se portan como “ovejas” inofensivas del Pastor celestial. (Juan 10:16; Apo. 7:15-17) Estas han aprendido del juicio y la decisión de Jehová y han llegado a saber que su ley y palabra procedentes de la Sión celestial les prohiben llevar a cabo las “obras de la carne” como antes, y que ahora más bien tienen que dedicarse a las artes de la paz que ellas practicarán en el nuevo mundo justamente adelante. Estas “otras ovejas” son las cosas deseadas, las cosas de todas las naciones que le son preciosas a Dios, y han venido a su casa o templo, llenándola de gloria. Allí tienen que reconocer y obedecer la voluntad de Dios, la cual nos dice la profecía de Aggeo 2:9 es ésta: “Y en este lugar daré la paz, dice Jehová de los Ejércitos.” De modo que tienen que conservar la paz y no ser elementos perturbadores entre el sacerdocio espiritual, la clase del templo espiritual. Este sacerdocio espiritual no puede aprobar el que ellos participen en combates violentos entre ellos mismos en el templo de Jehová Dios ni que participen en combate violento con los de afuera en la batalla del Armagedón.—Agg. 2:7-9; Sant. 4:1-4.
16. Por consiguiente nuestra guerra unida tiene que ser ¿de qué clase?, y para participar en ésta ¿qué mandato tenemos que obedecer?
16 Nuestra guerra unida por consiguiente tiene que ser una guerra espiritual. Y para esto ambas manadas tienen que tomar la misma armadura que Dios les ha dado, esto en obediencia al mandato: “Manténganse firmes, por lo tanto, teniendo los lomos ceñidos con la verdad, y teniendo puesta la coraza de la justicia, y con sus pies calzados con el equipo de las buenas nuevas de la paz. Sobre todo, tomen el escudo grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los dardos encendidos del inicuo. Acepten además el yelmo de salvación, y la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios, mientras que con toda forma de oración y súplica hacen oración en toda ocasión en espíritu. Y con ese fin manténganse despiertos con toda constancia y con súplica a favor de todos los santos, también por mí, para que se me dé habilidad para hablar al abrir la boca, con toda libertad de palabra para dar a conocer el secreto sagrado de las buenas nuevas, por el cual estoy haciendo las veces de embajador en cadenas, para que hable en conexión con él con denuedo como debo hablar.”—Efe. 6:14-20, NM.
17. ¿Cómo podemos ser pacíficos y sin embargo estar participando en esta guerra, y por qué no debemos usar una espada inferior?
17 Con esta armadura uno ahora puede ser un residente pacífico de la tierra, no haciéndole daño a ninguna sangre y carne, y al mismo tiempo llevar a cabo una lucha espiritual teocrática contra las inicuas fuerzas espirituales en los lugares celestiales que usan a sus embaucados serviles de entre los humanos terrestres para tratar de poner fin al uso de libertad de palabra en la predicación de las buenas nuevas con todo denuedo. La “espada del espíritu,” o espada espiritual, es la Palabra de Dios. Con ella no se le puede hacer violencia corporal a nadie, sino, al contrario, tremendo bien espiritual. Un general de la guerra coreana dijo recientemente: “La pluma es más poderosa que la espada,” queriendo decir la espada literal. A su vez, la Palabra de Dios es más poderosa que la pluma de hombres mundanos, y por lo tanto es más poderosa que la espada literal. El apóstol Pablo también dijo que la Palabra viva de Dios “ejerce poder y es más aguda que cualquier espada de dos filos.” (Heb. 4:12, NM) Entonces, ¿por qué deberíamos nosotros que estamos santificados para la guerra sagrada teocrática levantar ya un arma menos poderosa, una inferior, los unos contra los otros? ¿Por qué no deberíamos usar la espada más poderosa, el arma superior, la espada espiritual, la Palabra de Dios, contra nuestro enemigo común, las “inicuas huestes espirituales en los lugares celestiales”? Nuestro poder en la guerra yace en las armas procedentes de Dios, y éstas son las únicas que podemos usar.
18. ¿Qué es una adición necesaria a nuestra guerra defensiva, y cómo fué esto vigorosamente ilustrado en el caso del rey Asa, de Judá?
18 No olvidemos, tampoco, que la oración es una parte esencial de nuestra guerra, una adición necesaria a nuestra armadura defensiva. La oración en lo más concentrado de la batalla teocrática es muy vital. Hace mucho le trajo la victoria al rey Asa de Judá. Dándose cuenta de que su ejército de quinientos ochenta mil guerreros santificados no podía igualar en fuerza física al ejército de un millón de etíopes con trescientos carros de guerra bajo Zera el etíope, Asa oró con fervor: “Jehová, no hay otro aparte de ti que pueda ayudar, entre el poderoso y el que no tiene fuerzas: ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque confiamos en ti, y en tu nombre hemos venido contra esta multitud. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no dejes que prevalezca contra ti el hombre.” En respuesta a esta súplica, el hombre no prevaleció, ni siquiera un millón de hombres. Como está escrito: “De modo que Jehová hirió a los etíopes delante de Asa, y delante de Judá; y los etíopes huyeron. Y . . . cayeron de los etíopes tantos que no pudieron recobrarse; porque fueron destruídos delante de Jehová y delante del ejército.” (2 Cró. 14:9-14, AN) Este registro fué escrito desde antemano para nuestra enseñanza, y ¡qué maravillosa ilustración es de cómo la oración ayuda en la consecución de la victoria! Ofrezcámosla ahora, siempre.
19. (a) ¿Por qué no podemos abandonar la armadura espiritual y tomar las armas carnales en el Armagedón? (b) ¿Cómo nos ha santificado Cristo Jesús para la guerra correcta, y por qué nos inscribimos con anhelo en ella?
19 Aquí, pues, estamos en el día inicuo, vestidos de armadura teocrática, santificados para la guerra sagrada en la causa de Jehová. Estamos frente a la guerra universal del Armagedón. Esa será la lucha más violenta y desastrosa de toda la experiencia humana. Pero no nos tocará participar en la violencia de ese tiempo. De los antiguos cuadros proféticos del Armagedón vienen estas palabras de Jehová dirigidas a nosotros: “No es de vosotros la batalla, sino de Dios.” “Manténganse firmes y vean la salvación de Jehová, la cual él ejecutará para ustedes hoy día. . . . Jehová mismo peleará por ustedes.” (2 Cró. 20:15; Éxo. 14:13, 14, NM) Esas palabras son una prohibición contra el que entonces abandonemos nuestra armadura espiritual y tomemos armas carnales y confiemos en su uso a favor o en contra de alguien en la tierra en la batalla del Armagedón. Tenemos que mantener nuestra santificación para nuestra guerra sagrada hasta el mismo tiempo en que Gog, el soberano príncipe de Magog, haga su ataque cabal en contra de nuestra sociedad del Nuevo Mundo y estalle el Armagedón por el movimiento contrario que Jehová dirigirá contra él en defensa nuestra. (Eze. 38:1 a 39:22) Nuestro Sumo Sacerdote Cristo Jesús ha ofrecido su sacrificio humano para nosotros por el cual conseguimos una condición santificada ante Dios para nuestro conflicto espiritual. Por medio de él hemos consultado la voluntad de Dios y nos hemos enterado de que tenemos que luchar “por la victoria en la correcta contienda de la fe.” (1 Tim. 6:12, NM) Sabemos que cada uno de nosotros tiene que probar que es “un soldado de Cristo Jesús de la clase correcta.” Él como Sumo Sacerdote nuestro nos acompaña en el campo para aconsejarnos y animarnos a no temer al enemigo sino a movernos adelante haciendo la voluntad de Dios como soldados teocráticos. Nuestra guerra para la gloria y vindicación de Jehová es una guerra santa, una obligación sagrada, un deber santificado, y nuestra conciencia cristiana no se opone de manera alguna a participar en esta guerra teocrática en armadura santa, sino que con verdadero anhelo nos inscribimos en este servicio como voluntarios leales.—Sal. 110:3, UTA.
20. (a) ¿En qué condición tenemos que mantener el campamento teocrático? (b) ¿Cómo, entonces, podemos comportarnos en medio de la guerra del gran día del Dios Todopoderoso, y con qué grandioso resultado?
20 Hay que mantener limpio nuestro campamento por medio de vivir en santidad, no cometiendo fornicación con este mundo enemigo, para que Jehová no vea cosa alguna indecente entre nosotros y se aparte de acompañarnos. Vestidos con la armadura espiritual procedente de Dios, de continuo tenemos que luchar ahora contra las “inicuas huestes espirituales en los lugares celestiales,” denodadamente esgrimiendo “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios,” por medio de predicar en toda la tierra habitada las buenas nuevas del reino establecido de Dios. Entonces, a medida que se aproxime la batalla decisiva, sí, aun al entrar en la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso,” nosotros como “nación santa” y “sacerdocio real,” junto con todos nuestros guerreros compañeros de buena voluntad procedentes de todas las naciones, seremos dignos de cantar las alabanzas de Jehová y de tocar las trompetas para un avance valiente contra el enemigo con plena confianza en que Jehová nos dará la victoria. Y al seguir nuestra lucha en apoyo de la predicación de las buenas nuevas, fervorosamente oraremos en fe los unos por los otros y por el buen éxito de la causa divina. Entonces nuestra guerra teocrática no será en vano. No, sino que ¡será coronada con la propia victoria de Dios mediante Cristo Jesús, y con vida eterna para nosotros en el justo nuevo mundo como partícipes en Su victoria! (1 Cor. 15:57, 58, NM) “No es de vosotros la batalla, sino de Dios.”—2 Cró. 20:15.
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Las verdaderas riquezasLa Atalaya 1955 | 1 de mayo
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Las verdaderas riquezas
Pablo dijo que él era ‘como pobre, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, y sin embargo poseyendo todas las cosas.’ (2 Cor. 6:10) ¿Cómo era posible esto? ¿Cómo podía un hombre que era pobre poseer todas las cosas y hacer ricos a muchos? Él podía hacer esto porque, aunque sus posesiones mundanas no eran muchas, tenía la mayor riqueza—la riqueza que este mundo frecuentemente pasa por alto. ¿Cuál es ésta? Un conocimiento de la verdad y las bendiciones de Jehová Dios. ¿Qué riquezas considera usted de valor?
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¿“Id, pues, y predicad” o “Sentaos, pues, y escuchad”?La Atalaya 1955 | 1 de mayo
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¿“Id, pues, y predicad” o “Sentaos, pues, y escuchad”?
Hoy lo que se llama cristianismo es muchas veces un asunto de “ir y sentarse,” más bien que un asunto de “salir y hacer.” ¿Es la religión suya una religión de personas que siempre están sentadas o de trabajadores? ¿Es su religión lo suficientemente fortalecedora para que usted tome algo de su propio tiempo para levantarse y salir regularmente a decirles a sus vecinos por qué es importante ésta? La Biblia dice mucho acerca de la fuerza y el celo y la fe. Jesús dijo en Mateo 10:7: “Id, pues, y predicad”; hoy los que van a las iglesias han cambiado esto a: “Sentaos, pues, y escuchad.” ¿Cuál de las dos cosas hace usted?
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