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  • La Navidad... muchos ven encanto, y no peligro
    La Atalaya 1984 | 15 de diciembre
    • La Navidad... muchos ven encanto, y no peligro

      “PARECE haber cierta magia en el nombre mismo de Navidad”, escribió el joven Charles Dickens. “Los celos y disensiones mezquinos se olvidan [...] ¡Si la Navidad durara todo el año!” Al parecer, Dickens hallaba gran encanto en la Navidad, y lo comunicó a millones de personas mediante novelas como A Christmas Carol (Cántico de Navidad). En algunos países, en nochebuena, este libro todavía se lee en voz alta en círculos familiares (se informa que Franklin Roosevelt, ex presidente de los Estados Unidos, seguía tal costumbre). Cuando Charles Dickens murió, cierto jovencito exclamó: “¿Ha muerto Dickens? Entonces, ¿morirá también el Papá Navidad?”. Pero Papá Navidad (Papá Noel, Santa Claus o San Nicolás) todavía está muy vivo en la mente y el corazón de muchos niños.

      Los niños no son los únicos que ven la celebración como un encanto, y no un peligro. Cierto australiano influyente se sintió conmovido por lo que vio a través de una ventana abierta en nochebuena, en 1937. De un radio procedían sonidos suaves, y había una ancianita sentada, con una vela en la mano, escuchando villancicos. Para la siguiente Navidad, él organizó una reunión en masa al aire libre llamada “Villancicos a la luz de las velas”. Esto se adaptaba bien a las noches de verano en Australia, y su popularidad se extendió pronto. Hoy día, por todo ese país, la gente se reúne, enciende una vela y canta villancicos.

      Francisco de Asís fue un verdadero defensor de la causa de la Navidad. En 1224 condujo un servicio de Navidad alrededor de un verdadero pesebre, con un buey y un asno vivos, para el deleite de mucha gente de ciudad. Pronto la escena del nacimiento (belén) se hizo popular, y todavía se exhibe durante la Navidad en muchos hogares e iglesias católicos. La Aracoeli, iglesia de Roma, tiene un belén con un bebé adornado de oro y joyas. Las madres llevan a sus hijos para que veneren a ese “Niño Jesús”. Al lado de la imagen se acumulan cartas de todas partes del mundo en las que se pide ayuda y milagros.

      En Inglaterra, el príncipe Alberto (quien era alemán) y su esposa, la reina Victoria, popularizaron el árbol de Navidad al utilizar uno en su celebración de Navidad de 1841. Pronto el Weihnachtsbaum alemán se hizo muy popular entre los británicos. Después, dos clérigos anglicanos sugirieron que se colocaran un árbol de Navidad y un belén en la catedral de San Pablo, en Londres. Hubo oposición a esta idea, de modo que al rey Jorge V se le pidió que diera a la catedral dos árboles, lo cual hizo. Desde entonces, el belén y los árboles han formado parte de la escena de diciembre allí, y otras iglesias protestantes usan estos símbolos también.

      Las prácticas navideñas tal vez varíen en diferentes países; no obstante, el hechizo de la Navidad, como el que se crea con la iluminación y los árboles de hoja perenne, los belenes y los villancicos, las fiestas y los regalos, es algo que muchos encuentran irresistible. “¿Cuál es el niño para quien el día de Navidad no sea el mejor de todo el año?”, preguntó el historiador Pimlott. Pero si la Navidad parece tan encantadora para muchos, ¿por qué se saca a colación la idea de peligro en esta consideración? El hecho es que el verdadero origen de la Navidad es perturbador, y sus efectos pueden ser perjudiciales. ¿En qué sentido?

  • La Navidad... ¿por qué es peligrosa?
    La Atalaya 1984 | 15 de diciembre
    • La Navidad... ¿por qué es peligrosa?

      “LA NAVIDAD —escribió George Bernard Shaw en 1897— la imponen a una nación renuente y hastiada los comerciantes y la prensa.” ¿Era ése el caso en aquel entonces? Más importante aún, ¿lo es hoy día?

      En su mensaje navideño de 1983, The Star, de Johannesburgo, África del Sur, se lamentó así: “Ante las exhortaciones a gastar, gastar y gastar que con gran ruido hacen la radio, la televisión y los supermercados, y que publican los periódicos y las revistas, mucha gente ha perdido el mensaje de amor en la fiebre por comprar”.

      Frente a esas cosas, las personas religiosas instan: Vuelvan a poner a Cristo en la Navidad. Pero los cristianos tienen razón para preguntar: ¿Formó parte de la Navidad alguna vez Cristo? Esto es de importancia crucial, pues los cristianos verdaderos entienden el peligro. Si participan en actividades religiosas que Dios no aprueba, no tendrán Su bendición. Así que, ¿qué origen tuvo la Navidad?

      Sus antecedentes

      Los antiguos pueblos nórdicos temían que la larga oscuridad de diciembre venciera al Sol. Como parte de un rito mágico, decoraban sus casas con acebo, hiedra, muérdago, laureles y otras plantas de hoja perenne porque éstas parecían tener la capacidad sobrenatural de sobrevivir. Encendían velas y fogatas en un esfuerzo por revivir al Sol moribundo. En ciertas partes de Europa todavía se practica la quema ceremonial de un tronco. ¿Qué hay tras esta práctica que ahora es una costumbre navideña? “Aparentemente fue la fusión de dos viejas costumbres —luces y árboles de hoja perenne— lo que nos dio nuestro moderno árbol de Navidad”, concluye Michael Harrison en The Story of Christmas (La historia de la Navidad).

      Los antiguos romanos celebraban unas fiestas invernales llamadas las saturnales, que comenzaban el 17 de diciembre y duraban hasta el 24. En su libro Ancient Italy and Modern Religion, el doctor Conway da esta descripción de aquellas fiestas: “De mutuo acuerdo, la vida cotidiana se hacía desordenada; la gente desistía de efectuar trabajos serios, y cuando no estaban festejando en las casas de unos y otros, deambulaban por las calles diciéndose unos a otros ‘Io Saturnalia’, tal como nosotros decimos ‘Feliz Navidad’ [...] En estas fiestas se esperaba que uno hiciera regalos a todos sus amigos; [...] ¡se creía que uno no era persona sociable si estaba sobrio durante todas las saturnales!”.

      Más o menos para el año 85 E.C., el poeta Marcial publicó Xenia y Apophoreta, dos libros compuestos de 350 composiciones breves en verso. Estos poemas se habían concebido para que la gente los copiara y los enviara con regalos durante las saturnales para añadir, como explica el doctor Conway, “un agradable sabor literario”. ¿No se parece eso a lo que se hace hoy día mediante tarjetas durante las Navidades? Y como algunas tarjetas de Navidad modernas, varios de los versos de Marcial eran crasamente inmorales.

      Las Saturnales apenas habían terminado cuando los romanos celebraban la fiesta de las calendas de Año Nuevo. “En medio de este período de diversión general —explica The Story of Christmas—, había un día apartado para dar reverencia especial al Sol, cuyo aparente renacimiento en el solsticio de invierno había provisto originalmente el pretexto para todos estos extendidos jolgorios paganos. Este día se conocía como Dies Solis Invicti Nati, el Día del Nacimiento del Sol Invicto, y caía en lo que corresponde al 25 de diciembre de nuestro calendario.” Esta celebración recibió más tarde la etiqueta de Navidad para poder atraer a la población romana a un “cristianismo” decadente.

      Sí, la Navidad tiene su origen en la adoración del Sol, que no es cristiana. La celebración se puede hacer remontar más allá, hasta la antigua Babilonia, donde la gente adoraba al dios Sol, Shamash. “Hay extraños paralelos entre las costumbres de Navidad y las celebraciones de Año Nuevo de Babilonia”, reconoce el historiador Pimlott en The Englishman’s Christmas (La Navidad del inglés).

      ¿Puede ver usted, pues, por qué debe estar vinculada con la Navidad la palabra “peligro”? La Biblia da una advertencia clara a los cristianos con relación a Babilonia la Grande (relacionada con la religión basada en antiguas enseñanzas babilónicas). La Palabra de Dios advierte: “Sálganse de ella, pueblo mío, si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas” (Revelación 18:4). Algunas personas tal vez crean que es algo exagerado considerar la Navidad como peligro espiritual. Pero tomemos nota de los datos históricos acerca del punto de vista de los cristianos primitivos respecto a la celebración de un día de fiesta que supuestamente giraba en torno al nacimiento de Jesús, pero que en realidad estaba relacionado con una celebración pagana.

      ¿Celebraban la Navidad los cristianos primitivos?

      “Los cristianos primitivos —declara el profesor Ferguson en su libro The Religions of the Roman Empire— no celebraban el

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