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  • ¿Puede usted esperar?
    La Atalaya 1958 | 15 de mayo
    • Lamentaciones 3:26 (Mod)? ¿Puede usted hacer lo que nos aconseja Salmo 37:7 (Mod), a saber: “Confía calladamente en Jehová, y espérale con paciencia”? O ¿tiene usted la marca de los inmaturos al no poder esperar lo que Dios ha prometido? El apóstol Pablo recomienda el aguante al aguardar estas cosas que esperamos. (Rom. 8:25) ¿Puede usted mostrar ese aguante? No ha habido otro tiempo en la historia en que el poder esperar haya significado más que lo que significa hoy. La misma vida de usted depende de ello.

  • Identificando al Mesías
    La Atalaya 1958 | 15 de mayo
    • Identificando al Mesías

      ¿Ha venido el Mesías? Si ha venido, ¿quién es, y a qué se debe que tantos que afirman aceptar las Escrituras Hebreas no lo hayan identificado?

      “Papá, preguntó un niño judío en la noche de la pascua, “¿para quién es esa otra copa de vino en la mesa y por qué abriste la puerta?” “Esa copa de vino es para el profeta Elías,” respondió su padre. “Pues esperamos que él vuelva alguna noche de pascua y nos traiga la buena nueva de que el Mesías ha llegado. Es por eso también que abrí la puerta.”

      Sí, cada año millones de judíos a través del mundo incluyen preparativos para Elías en su celebración de la pascua, pues todavía esperan la llegada del Mesías. Especialmente son los judíos ortodoxos quienes esperan un Mesías personal. Algunos de éstos hasta rehúsan tener cosa alguna que ver con el sionismo, convencidos de que al llegar el Mesías él no precisará la ayuda ni de las Naciones Unidas ni de los judíos ricos que residen en los Estados Unidos.

      Sin embargo, entre los judíos va disminuyendo la creencia en que vendrá un Mesías personal. Algunos creen que su nación, y el sionismo en particular, será el Mesías del mundo, mientras que otros meramente esperan una era mesiánica, “la cual ha de lograrse mediante los esfuerzos cooperativos de hombres buenos de todas las naciones, razas y religiones.”—What the Jews Believe, por Bernstein.

      En la mente de los que esperan a un Mesías personal, su venida está vinculada con la era mesiánica, el tiempo en que él gobernará todo el mundo en justicia. Pero, ¿están necesariamente vinculados estos dos eventos, o podría ser que el Mesías viniera en un tiempo y que la era mesiánica viniera en un tiempo posterior, tal vez en un tiempo muy posterior? Esto no sólo es posible, sino que es exactamente lo que las Escrituras y los hechos de la historia indican que acontece: que en realidad vino el Mesías hace unos diecinueve siglos, mientras que su dominio mundial que establece la justicia está todavía en lo futuro.

      EL MESÍAS EN LA PROFECÍA

      The Jewish Encyclopedia sostiene: “No fué sino hasta la caída de la dinastía de los Macabeos, cuando el gobierno despótico de Herodes el Grande y de su familia, y la tiranía creciente del imperio romano habían hecho la situación de ellos cada vez más insoportable, que los judíos buscaron refugio en la esperanza de un Mesías personal.” Los hechos y las Escrituras, no obstante, prueban algo diferente. Hasta allá en el jardín de Edén Dios dió base para que se pusiera esperanza en un Mesías personal cuando dijo a la Serpiente: “Yo pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu simiente y la simiente de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón.”—Gén. 3:15.

      La esperanza de un Mesías personal se hizo más brillante cuando Dios le prometió a Abrahán que, debido a su obediencia, “por medio de tu simiente todas las naciones de la tierra ciertamente se bendecirán.” Llegando a ser todavía más específica, la profecía que Jacob hizo estando en su lecho de muerte declaró: “El cetro no se apartará de Judá, ni el báculo de comandante de entre sus pies, hasta que venga Shiloh, y a él le pertenecerá la obediencia de la gente.” Palabras que proporcionan más ayuda en cuanto a identificar al Mesías son las de Dios a David: “Ciertamente levantaré tu simiente después de ti, . . . y ciertamente estableceré el trono de su reino firmemente para siempre.”—Gén. 22:17, 18; 49:10; 2 Sam. 7:12, 13, 16.

      El lugar mismo donde este Prometido había de nacer también fué predicho: “Mas tú, Bet-lehem . . . , de ti saldrá para mí aquel que ha de ser Caudillo en Israel, cuya procedencia es de antiguo tiempo.” Seguramente tales promesas proféticas daban esperanzas de que un Mesías personal había de venir y no pueden de ninguna manera hacerse aplicar a una nación, mucho menos a un esfuerzo cooperativo entre muchas naciones.—Miq. 5:2, Mod.

      Y no sólo fueron predichos así claramente el linaje y lugar de nacimiento del Mesías, sino que se declaró con acierto el año mismo de su aparecimiento. ¿Dónde? En Daniel 9:25 (Mod): “Desde que salga la orden para restaurar y reedificar a Jerusalem, hasta el Mesías, el Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas.” Por medio de la regla bíblica que se halla en Ezequiel 4:6 de contar un día como un año se ve que esto llega a un total de 483 años. La Palabra de Dios muestra que el mandato de restaurar y edificar a Jerusalén salió en el año vigésimo de Artajerjes (III), el cual según la historia seglar fué el año 455 a. de J.C. Contando 483 años a partir de ese tiempo llegamos a 29 d. de J.C., el año décimoquinto del reinado de Tiberio César. Este fué el mismísimo año en que Jesús apareció como el Mesías prometido.—Neh. 2:1; Luc. 3:l.

      CUMPLIENDO LAS PROFECÍAS

      Se hace patente, pues, que desde el tiempo del primer mártir, Abel, hombres de fe han tenido esperanza de que venga el Mesías, un libertador personal, y particularmente desde que Dios le dió a David una promesa mesiánica, unos mil años antes de los días de Herodes el Grande. Eso explica por qué los judíos declararon vez tras vez que el Mesías

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