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Se acerca el fin de 6.000 años de gobierno humano... ¿qué se ha logrado?La Atalaya 1976 | 15 de marzo
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Se acerca el fin de 6.000 años de gobierno humano... ¿qué se ha logrado?
DESDE el comienzo de un nuevo año lunar judío en septiembre de 1975 se alcanzó un punto significativo en la historia humana. ¿Cuál fue? Según la cuenta del tiempo suministrada por la Biblia, la humanidad completo entonces 6.000 años de existencia en la Tierra. Sí, el primer hombre Adán, si hubiese optado por permanecer obediente bajo la gobernación de Dios, todavía habría estado vivo y habría tenido 6.000 años de edad en septiembre del año pasado.
¿Significa esto, pues, que ya la humanidad ha alcanzado 6.000 años de estar dentro del período de 7.000 años que Dios ‘bendijo e hizo sagrado’ como su gran “día de descanso”? ¿Significa que el regir del Reino milenario de Cristo, como los 1.000 años finales de ese “día de descanso,” debe calcularse desde septiembre de 1975?—Gén. 1:27, 31; 2:2, 3; Rev. 20:1-6.
No, no significa eso. ¿Por qué no? Bueno, el registro bíblico muestra que las creaciones de Dios en el “día” que precedió inmediatamente a ese “día de descanso” de 7.000 años no terminó con la creación de Adán. Muestra que hubo un lapso entre la creación de Adán y la de su esposa, Eva. Durante ese tiempo, Dios hizo que Adán diera nombre a los animales. No se indica si ese período abarcó semanas o meses o años. De modo que no sabemos con exactitud cuándo comenzó el gran “día de descanso” de Jehová, ni sabemos con exactitud cuándo terminará. Lo mismo aplica al principio del reinado milenario de Cristo. La Biblia no nos suministra ninguna manera de fijar la fecha, y por eso no nos conviene especular cuándo pueda ser esa fecha.—Gén. 2:18-25; Mat. 24:42, 44.
Sin embargo, el reloj registrador de la Biblia se nos indica que en el año de 1975 terminaron 6.000 años de historia humana. A principios del “día de descanso” de Dios, Adán se rebeló contra el gobierno de Dios. Por consiguiente, en su mayor parte los primeros 6.000 años de la historia del hombre se han caracterizado por gobierno humano. ¿Qué logró la gobernación del hombre en independencia durante esos seis milenios de tiempo, o seis trechos de 1.000 años cada uno? Demos un vistazo panorámico a esos milenios, cada uno por turno.
Primeros mil años
La felicidad del hombre en el paraíso de Edén terminó cuando Adán y Eva se rebelaron contra la soberanía de su Creador, Jehová Dios. Con justicia, Dios expulsó al hombre y la esposa de éste del jardín a la tierra no cultivada, para que se atendieran a sí mismos bajo el gobierno independiente que escogieran. Probablemente eso llegó a ser una forma de gobierno patriarcal. Pero durante los 900 y más años de vida que le quedaron a Adán, la humanidad manchada de pecado se vio cada vez más envuelta en violencia, asesinato, religión falsa y un modo de vivir permisivo que solo terminaba en la muerte.—Rom. 5:12; Gén. 3:12, 16-19; 4:10, 11, 23, 26.
Segundos mil años
Bajo el gobierno humano, “la maldad del hombre” abundó a tal grado que Dios, después de dar debida advertencia, hizo que un diluvio global destruyera a los que habían ‘arruinado’ la Tierra y la habían llenado de violencia. Aunque Dios preservó con vida al fiel Noé y su familia debido a la justicia de ellos, los descendientes de éstos se envolvieron en política humana en desafío a Jehová Dios. Menos de 200 años después del Diluvio, Nemrod se hizo dictador y fue un rey despiadado. Se ensalzó contra el Dios Altísimo, de modo que llegó a existir este dicho: “Como Nemrod poderoso cazador en oposición a Jehová.” Sin duda sus hazañas de caza incluyeron matar a hombres, además de animales, de modo que estableció una tiranía sobre la humanidad. Cuando su derrotero de rebelión culminó en la construcción de una ciudad, Babel, y “una torre con su cúspide en los cielos,” Jehová ejecutó el milagro de confundir el lenguaje de la humanidad. Esto los obligó a abandonar su programa de construcción, y a dispersarse sobre la Tierra. ¡La primera dictadura humana se desintegró en derrota!—Gén. 6:4, 5, 11; 10:8-12; 11:1-9.
Terceros mil años
Hubo guerras entre la humanidad, tribu contra tribu, ciudad-estado contra ciudad-estado y reino contra reino. Egipto se convirtió en la potencia mundial dominante, pero fue castigado por Dios porque oprimió a su pueblo, Israel. La gente de las naciones se deslizó más profundamente en la idolatría pagana, hasta el grado de ofrecer niños en sacrificio. Surgieron dictaduras opresivas y la gente común sufrió al ser manejada como peones de ajedrez por los gobernantes.—Gén. 14:1-16; Éxo. 1:8-11; 6:1-6; 14:26-31; Deu. 18:9-12.
Cuartos mil años
Después de Egipto, surgió en sucesión una procesión de imperios mundiales, gobernados por reyes ambiciosos. Estos se hicieron prominentes en el cuarto milenio. Asiria, Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma... cada uno, a su vez, combatió con sus poderosos ejércitos y obtuvo dominación mundial. También se les permitió obtener y ejercer soberanía sobre la nación de Israel. Tanto las profecías de Daniel como las de Revelación comparan con “bestias” a esas potencias políticas poderosas. La religión falsa siempre sobresalió en su apoyo a estas dictaduras crueles.—Dan. 7:2-8, 17; 8:3-8, 20-22; Rev. 13:1, 2; 17:3-8, 11; Eze. 21:25-27.
Quintos mil años
Ahora la Roma imperial ejerció poder sobre muchos países. En el dominio de Roma, Juan el Bautista fue decapitado, Jesucristo fue fijado en un madero, los ejércitos imperiales destruyeron a Jerusalén y los cristianos fueron perseguidos... todo esto dentro del transcurso del primer siglo de nuestra era común. En el cuarto siglo E.C., el César Constantino, no bautizado, organizó a la cristiandad con sus clérigos y el arreglo religioso-político de Roma, y la Jerarquía Católica trajo la edad del oscurantismo, con toda su desdichada opresión para el hombre común, y en particular para los que se esforzaban por servir a Dios. La combinación de Iglesia y Estado fue glorificada en 800 E.C. cuando el papa romano coronó a Carlomagno como gobernante del Santo Imperio Romano.—Mar. 6:25, 27; 15:25, 37; Luc. 21:20-24; 2 Tes. 2:3.
Sextos mil años
El Imperio Romano se fragmentó en estados europeos rivales y opresivos. Estos enviaron sus buques de guerra al extranjero para apoderarse de las llamadas zonas “paganas” de la Tierra y colonizarlas. La Gran Bretaña llegó a ser la potencia mundial dominante. La América colonial en el norte declaró y obtuvo su independencia de la Gran Bretaña, pero ambas continuaron una estrecha alianza en un arreglo de potencia mundial británico-americana. El siglo dieciocho fue un tiempo de revolución industrial, y con el siglo veinte vino una era de guerras mundiales, en las cuales estuvieron envueltas casi todas las naciones políticas, apoyadas por las religiones predominantes. La dominación del “rey del sur” democrático fue desafiada por el “rey del norte” germánico, pero la Alemania dictatorial ha sido reemplazada ahora como “rey” por el gigante comunista. Ninguna de estas formas de gobierno político ha traído verdadera felicidad o seguridad a sus súbditos. Y ahora una carrera de armas nucleares amenaza con aniquilar a la humanidad. La revolución y la rebelión contra la autoridad, el desarrollo rápido de una sociedad permisiva y el rápido aumento en la delincuencia y el crimen y la contaminación han complicado los problemas del hombre.—Dan. 11:27-40; Rev. 11:18.
Examen panorámico
Este período de 6.000 años de la existencia del hombre fue señalado en sus principios por la pérdida del paraíso. Desde entonces, la humanidad frustrada ha probado muchas clases de gobierno en un esfuerzo por recobrar por lo menos alguna forma de paraíso material. Pero ¿qué se ha logrado? El resultado es confusión mundial. La humanidad se enfrenta a arruinamiento, tal como Jesús predijo respecto a nuestro día: “Sobre la tierra angustia de naciones, no conociendo la salida . . . mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada.” ¡Pero la Palabra de Dios presenta esperanza!—Luc. 21:25, 26.
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Casi 6.000 años de dar testimonio a favor de JehováLa Atalaya 1976 | 15 de marzo
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Casi 6.000 años de dar testimonio a favor de Jehová
LA REBELIÓN del hombre y la mujer en Edén planteó una gran cuestión. ¿Optarían las criaturas humanas por rendir servicio sagrado lealmente a su Creador y Dios Soberano por verdadero amor a Jehová? “La serpiente original, el que es llamado Diablo y Satanás,” se había propuesto extraviar a toda la tierra habitada. Al desafiar la soberanía de Jehová, dio a entender que ni siquiera un individuo de la humanidad resultaría fiel a Dios. Satanás alegó que el hombre era inherentemente egoísta... que el hombre solo serviría a Dios por lo que pudiera sacar de ello en sentido material.—Gén. 3:1-5; Rev. 12:9; Job 1:7-12.
En su gran sabiduría, Jehová se propuso probar de una vez por todas lo propio y lo justo de su soberanía. Previó que habría algunos de la humanidad, de la prole de Adán, que se regocijarían en apoyar Su soberanía bajo cualquier clase de prueba a que Satanás los sometiera. Una vez que esta cuestión hubiera sido zanjada sin lugar a dudas, la vindicación de la soberanía de Jehová quedaría demostrada así para toda la eternidad. Esto sería una piedra de toque contra la cual todo desafío futuro podría ser sometido a prueba inmediatamente y rechazado. Pero requeriría algún tiempo, unos 6.000 años, resolver esta cuestión. ¿Y qué han mostrado hasta ahora 6.000 años de historia humana? ¿Ha habido testigos de Jehová guardadores de integridad en la Tierra durante todo ese tiempo, en prueba de que Dios es veraz y de que Satanás es mentiroso?—Pro. 27:11.
Primer milenio
Abel fue el primer testigo de Jehová guardador de integridad, sostenedor de Su soberanía. (Heb. 11:4) Porque ofreció un sacrificio animal que le fue aceptable a Jehová, mientras que la ofrenda de Caín no le fue aceptable, Abel fue asesinado por su hermano Caín. “La fundación del mundo” tuvo lugar cuando Adán y Eva empezaron a tener hijos e hijas. Se informa que Abel fue el segundo hijo. Enoc, el séptimo hombre desde Adán, también ‘anduvo con Dios’ como testigo fiel, y profetizó que Jehová juzgaría a los hombres impíos. Debido a su fidelidad, después de 365 años “lo tomó Dios” de la tierra de los vivos de tal manera que no vio la muerte de la misma manera en que otros la ven.—Gén. 4:1-15; 5:1-4, 21-24; Luc. 11:49-51; Jud. 14, 15; Heb. 11:5.
Segundo milenio
Temprano en este milenio, Lamec el hijo de Matusalén expresó, inspirado por Dios, una profecía según la cual su propio hijo Noé traería consuelo a la humanidad. Nacido en A.M. (anno mundi) 1056, Noé vivió como hombre de fe sobresaliente 944 de sus 950 años dentro de este milenio. Aunque ciertos hijos angélicos de Dios emprendieron desobedientemente vida matrimonial en la Tierra en los días de Noé y la humanidad manifestó propensión a la violencia, Noé “andaba con el Dios verdadero” y resultó ser “exento de tacha entre sus contemporáneos.” Como evidencia de su fe, bajo la dirección de Dios construyó una enorme “arca para la salvación de su casa [consistente en otros siete fieles]; y por esta fe condenó al mundo” de hombres impíos. Fue “predicador de justicia,” y más tarde ofreció sacrificios a Dios en agradecimiento por la liberación recibida durante el Diluvio. Al servir fiel y obedientemente a Jehová, Noé y su familia suministraron prueba viva de que Satanás es mentiroso, para disgusto de ese inicuo.—Gén. 5:28-31; 6:9; Heb. 11:7; 2 Ped. 2:5.
Tercer milenio
Noé vivió seis años dentro de este milenio. Dos años después de su muerte, nació Abrahán. Porque Abrahán verdaderamente le creyó a Dios y puso la obediencia a su Creador por delante de la comodidad física y hasta demostró fe en que Dios podía restaurar la vida mediante una resurrección, Jehová lo bendijo abundantemente. Como “amigo de Jehová,” Abrahán recibió la promesa de Dios de que el Mesías vendría por medio de su linaje. Tanto Abrahán como su hijo Isaac y su nieto Jacob (más tarde llamado Israel) mostraron fe ejemplar, pues no se adhirieron a ningún reino humano, sino que moraron en tiendas de campaña en una tierra extranjera mientras esperaban la “ciudad” simbólica que Jehová edificaría. Los doce hijos de Jacob llegaron a ser los cabezas de las doce tribus de Israel. De estos hijos, José demostró gran lealtad a Dios al seguir elevados principios morales y al rescatar en un tiempo de hambre a la familia de su padre (en quien se centraba la promesa abrahámica). Más tarde, Moisés optó por defender la adoración del Dios verdadero y rechazó personalmente la gloria de Egipto. Resueltamente obedeció a Jehová al sacar al pueblo de Dios del cautiverio en Egipto para que fuera organizado en una típica “nación santa.” Un contemporáneo, Job, fue prominente en negarse a violar su integridad a Dios, aunque fue afligido con pérdidas materiales y deterioro de su salud. Josué, Caleb y los jueces de Israel también combatieron sobresalientemente a favor de la justicia. Al acercarse el fin de este milenio, David, el hijo de Jesé, resultó ser ‘un varón agradable al corazón de Dios,’ y debido a su lealtad inmutable Dios hizo con él un pacto para un reino eterno.—Gén. 9:28, 29; 11:26; 12:1-3; Sant. 2:23; Hech. 13:22; Heb. 11:8-32; Job 1:8; 27:5.
Cuarto milenio
Después de la muerte de Salomón el hijo de David, la nación de Israel se dividió en dos reinos. Los reyes fieles fueron una minoría. Sin embargo, hubo muchos guardadores de integridad entre los profetas de Jehová, como Elías, Eliseo, Isaías, Jeremías y muchos otros. En el tiempo de Elías se informó que en el reino israelita septentrional siete mil fieles “no se [habían] doblado a Baal.” En el reino meridional o del sur, en el templo de Jehová en Jerusalén, millares de individuos, incluso muchos sacerdotes leales, continuaron adorando al Dios verdadero. Cuando el reino del norte o septentrional fue llevado al exilio, muchos judíos temerosos de Dios que habían venido del norte continuaron adorando en Jerusalén; y cuando Jerusalén misma fue desolada, personas fieles en el exilio en Babilonia —Ezequiel, Daniel y otros— continuaron sosteniendo la adoración verdadera. Después de setenta años, casi 50.000 judíos devotos y otras personas asociadas con ellos regresaron para reedificar el templo en Jerusalén, y restaurar allí la adoración de Jehová. Los profetas Ageo y Zacarías los estimularon con relación a esto. También, Nehemías y otros judíos fieles se esforzaron vigorosamente por instruir al pueblo de Dios en la Ley, para que pudieran apreciar que “el gozo de Jehová” de veras es una “plaza fuerte.” Los escribas fieles, también, trabajaron esmeradamente en hacer copias manuscritas de las Escrituras, y la Palabra de Dios se multiplicó y se esparció.—1 Rey. 19:18; Neh. 8:9, 10; Ageo 1:12-14; Zac. 1:1-3; Heb. 11:32-38.
Quinto milenio
Este milenio se inicia con la mención, en la Biblia, de la bendición y favor de Jehová sobre Zacarías y su esposa Elisabet, José y María, Simeón, Ana y otros adoradores verdaderos. Juan el Bautista vino ‘a preparar el camino de Jehová,’ y su servicio denodado resultó en que muriera como mártir. Pero no transigió en temor por su propia seguridad. El prometido Mesías mismo apareció, y puso el ejemplo perfecto de integridad. ¡Oh, cómo se esforzó Satanás por hallar alguna mancha en la lealtad constante de Jesús a la soberanía de Jehová! Pero fracasó en esto, miserablemente. La fidelidad de Jesús bajo las pruebas más extremadas, hasta una muerte cruel, dio la respuesta completa y concluyente al desafiador. Los apóstoles y otros cristianos primitivos siguieron en los pasos de Jesús. Pero después del cierre del primer siglo, como se predijo, la clase de la “mala hierba” de cristianos falsos, sembrada por Satanás, empezó a perseguir a la clase del “trigo,” los cristianos verdaderos. Para el cuarto siglo, a algunos que rechazaban la doctrina pagana de la Trinidad se les llamó “arrianos.” A otros que se adherían fielmente a celebrar el Memorial de la muerte de Cristo el 14 de Nisán se les llamó “cuartodecimanos (o, catorcenos).” En el séptimo siglo a algunos que se adherían al “cristianismo apostólico genuino de la Biblia” se les llamó “paulicianos.” ¡Pero este insultar con epítetos ofensivos, junto con persecuciones, no disuadió a los cristianos ungidos fieles de mantener su integridad!—Lucas, capítulos 1 y 2; Mat. 13:24-30.
Sexto milenio
En medio del vasto dominio de la cristiandad de cristianos de imitación, los cristianos ungidos verdaderos continuaron permaneciendo leales ante tormentos sádicos y martirio a manos del sacerdocio católico. En Francia, desde el siglo doce E.C. los “valdenses” rechazaron las tradiciones católicas en un esfuerzo por adherirse estrechamente a la Biblia. Muchos de éstos murieron como mártires. Uno de ellos dijo: ‘No se le debe orar a la Cruz, sino que debe ser detestada como el instrumento de la muerte del Justo.’ Empezando en el siglo dieciséis E.C., la Reforma resultó en que muchos individuos y países se desprendieran de la autoridad de la Iglesia Católica. Dentro de la década que comenzó en 1870, los testigos cristianos modernos de Jehová empezaron a predicar vigorosamente como grupo organizado. A pesar de oposición del clero ‘semejante a mala hierba’ de la cristiandad, esta clase del “trigo” fue separada, y hasta el año de 1976 han dado testimonio en 210 países mediante su predicación. Particularmente durante las dos guerras mundiales estos cristianos fueron perseguidos enconadamente. Muchos de ellos prefirieron morir en campos de concentración nazis a renunciar a su fe en Jehová Dios, y los testigos de Jehová continúan enfrentándose a pruebas en países comunistas y de otros tipos. Pero a través de todo mantienen su integridad, y por toda la Tierra continúan proclamando de todo corazón las buenas nuevas del Reino. Desde 1935, a los pocos miles de ungidos se les han unido más de dos millones de otras personas para dar testimonio acerca del reino de Dios, ¡y éstos verdaderamente son una “grande muchedumbre” que acuden a Jehová como su Soberano Universal y a su Hijo como su Rey Mesiánico!—Rev. 2:10; 3:10; 20:4; 7:9, 10.
Jehová vindicado
A medida que los milenios han ido pasando a la historia, el lado de Jehová en la cuestión que se planteó en Edén ha sido demostrado de manera convincente. ¡En todas las edades, Jehová ha tenido sus testigos fieles en la Tierra, y hoy están aquí en la Tierra en cantidades que aumentan rápidamente! Al cierre de este sexto milenio, están agradecidos a Dios por todas Sus maravillosas provisiones, incluso el don de la vida misma y la expectativa gloriosa de tener vida eterna en su nuevo orden. Todo esto ha sido hecho posible por el sacrificio de su Hijo guardador de integridad, el Rey-Mesías, Jesucristo. Los testigos de Jehová creen que la soberanía de Jehová es la soberanía correcta. Su único deseo es seguir Sus caminos justos. Están determinados a no dejar que Satanás los desvíe jamás de la senda de integridad. Se regocijan de tener parte en demostrar que Satanás es mentiroso y con fe inmovible avanzan en dar a conocer las “cosas magníficas de Dios” en nuestro día. ¡Qué gozo les da el saber que Jehová mismo está por entrar en acción para sostener la justicia y para engrandecer Su propia soberanía por medio de remover a Satanás, sus adherentes y todas sus obras inicuas en el inminente gran “día de la cólera de Jehová”!—Hech. 2:11; Sof. 2:2, 3.
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6.000 años del magnífico desenvolvimiento del propósito de Jehová para con la humanidadLa Atalaya 1976 | 15 de marzo
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6.000 años del magnífico desenvolvimiento del propósito de Jehová para con la humanidad
CUANDO Adán rechazó abiertamente la soberanía propia y legítima de Jehová, Dios trató con la humanidad de manera misericordiosa, amorosa. No ejecutó inmediatamente a Adán y comenzó todo de nuevo creando un reemplazo para él aquí en la Tierra. Más bien, Dios optó por permitir que Adán continuara viviendo y comenzara a producir la familia humana. Esta familia que brotó de Adán fue “sujetada a futilidad” por Dios por el hecho de que, por medio de la herencia de Adán, la familia humana llegó a estar bajo condena de muerte. Por sí misma, la humanidad no podía hallar modo alguno de librarse de esta desdichada condición. Sin embargo, se les sujetó a la futilidad “sobre la base de la esperanza,” porque Dios, por su incomparable bondad inmerecida, se propuso suministrar una salida para los que fueran fieles de entre los descendientes de Adán. Así podrían ser ‘libertados de la esclavitud a la corrupción’ y ser puestos en “gloriosa libertad” como hijos restaurados de Dios. Esta magnífica esperanza se expresó en una profecía que Jehová mismo dio allá en Edén. Examine ahora el registro, milenio por milenio, en cuanto a si ha habido alguna lentitud por parte de Dios en cuanto a progresar en su propósito de traerle alivio a la humanidad.—Rom. 8:20, 21; Gén. 3:15; 2 Ped. 3:9.
DE 4026 A 3026 A. DE LA E.C.
Durante los milenios que precedieron a la creación del hombre, Dios había mostrado amor e interés intensos al preparar un hogar paradisíaco para la familia humana. Pero cuando el hombre se rebeló en Edén, Jehová, como el Gobernante Soberano, celebró audiencia, condenó a muerte a Adán y Eva, y los expulsó del jardín de placer. Jehová obró en armonía con su cualidad de justicia. Pero no ejecutó la sentencia de tal manera que borrara a la raza humana. Permitió que la primera pareja, aunque ahora eran pecadores, produjeran hijos. Cuando sentenció a Adán y Eva, Jehová también declaró que levantaría una “descendencia” o prole para magullar a Satanás y sus seguidores. Esto indicó que obraría con misericordia para con la prole de Adán, a fin de que pudieran tener esperanza de recobro y vida por medio de esta “descendencia” prometida.—Gén. 3:8-24.
Cuando Caín asesinó a su hermano Abel, Jehová aclaró que a la humanidad se le ha de pedir que rinda cuentas por el homicidio. Este Dios justo inspiró al fiel Enoc para que profetizara que Jehová vendría “con sus santas miríadas, para ejecutar juicio contra todos, y para probar la culpabilidad de todos los impíos respecto de todos sus hechos impíos.” De modo que Jehová aclaró que siempre obraría debidamente y con justicia contra los inicuos, pero en su misericordia extendió una gloriosa esperanza para los que quisieran honrarlo.—Gén. 4:9-11; Jud. 14, 15; Éxo. 34:6, 7.
DE 3026 A 2026 A. DE LA E.C.
Temprano en este milenio nació Noé. Jehová usó a Noé para representar un cuadro profético de la liberación que al fin le daría a la humanidad. ¿De qué manera? Jehová trajo el cataclismo del Diluvio como su ejecución de juicio en los impíos. Solo Noé y su familia sobrevivieron, en el arca, junto con especímenes de todos los géneros animales, y salieron al debido tiempo a la Tierra depurada. Más de dos milenios después, el Mesías, Jesús, explicó el significado profético del Diluvio. Dijo: “Porque así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre. Porque como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres dándose en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre.” De esta manera el “Hijo del hombre,” Jesús mismo, señaló hacia el “día y hora” propuestos en que Jehová Dios traería la “grande tribulación” sobre la Tierra, y la libraría de hombres impíos.—Gén. 6:13-22; Mat. 24:36-39.
Después del Diluvio, cuando Jehová le concedió permiso al hombre para comer carne de animales, declaró que la vida es sagrada y prohibió el comer toda sangre. Pero aun mientras Noé todavía vivía, la sociedad humana depurada se corrompió y mostró desatención a la ley de Dios, cuando Nemrod, un cazador desenfrenado, se constituyó en el primer rey de la Tierra. Jehová se había propuesto que la sociedad humana se dispersara por toda la Tierra. Cuando Nemrod se opuso desafiadoramente a este propósito tratando de centralizar al mundo de la humanidad bajo él mismo como dictador y “dios,” ¡Jehová entró en acción! Confundiendo el lenguaje de la humanidad, Jehová puso en vigor la dispersión de la humanidad “sobre toda la superficie de la tierra.” Así mostró que nadie que trata de estorbar su propósito declarado tendrá éxito.—Gén. 9:1-7; 10:9, 10; 11:1-9; Isa. 55:11.
DE 2026 A 1026 A. DE LA E.C.
Jehová había hecho saber que la “descendencia” prometida y Libertador de la humanidad vendría por medio del linaje de Sem el hijo de Noé. En esta línea apareció Abrahán, un hombre a quien se consideró justo debido a su fe firme. Dios hizo un pacto con Abrahán, declarando que por medio de la descendencia de Abrahán todas las naciones de la Tierra ‘ciertamente se bendecirían.’ Al hacer que Abrahán llegara al punto de intentar ofrecer en sacrificio a su hijo Isaac, Dios representó no solo el sacrificio futuro de su propio Hijo como rescate para la humanidad sino también la gloriosa esperanza de la resurrección. En Egipto Dios también usó a José el bisnieto de Abrahán para representar que se levantaría al Mesías como salvador de la humanidad. En el país cercano de Uz, el hecho de que Job ‘retuviera firmemente su integridad’ y demostrara que Satanás es mentiroso prefiguró que el Mesías, así como otros siervos fieles de Dios, aguantarían mucha persecución en vindicación de los propósitos de Jehová.—Gén. 22:3-18; Heb. 11:17-19; Gén. 47:21-27; Job 2:3.
A la mitad de este milenio, Jehová condujo a Israel, bajo Moisés, fuera de Egipto y les dijo: “Ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.” Dios le entregó una ley detallada a Moisés, junto con instrucciones para el tabernáculo, su servicio y el sacerdocio. Todo esto suministró vislumbres por adelantado de la manera en que Jehová administrará los asuntos para unir todas las cosas bajo el Mesías. Hacia el fin de este milenio, Dios hizo un pacto con el fiel rey David, al cual le prometió que el Mesías, como ‘descendencia de David,’ se sentaría en el trono del reino de Dios para siempre. Al fin de este milenio, Salomón el hijo de David completó la construcción del magnífico templo de Jehová en Jerusalén. ¡Ciertamente el propósito de Dios estaba desenvolviéndose de manera magnífica!—Éxo. 19:5, 6; Efe. 1:9, 10; 1 Cró. 17:11-14; 2 Cró. 5:1.
DE 1026 A 26 A. DE E.C.
La dedicación del glorioso templo de Jehová construido por Salomón se celebró en el año en que comenzó el cuarto milenio. Esto fue a mitad del tiempo entre la creación de Adán y nuestro día presente. Aptamente, Salomón oró que el templo de Jerusalén llegara a ser una casa de oración para todas las naciones. Pero Jehová había escogido especialmente a Israel para que fuera el instrumento por medio del cual Él revelaría Su propósito divino de restaurar a la humanidad, y por medio de ellos Jehová continuó haciendo modelos proféticos de acontecimientos futuros.—1 Rey. 8:1-66; Mar. 11:17.
Sin embargo, Israel cayó en la apostasía. En 740 a. de la E.C., Jehová usó a Asiria como ‘la vara de su cólera’ para castigar y enviar al reino septentrional de Israel al exilio. En 607 a. de la E.C., igualmente usó a Babilonia para desolar a Judá y Jerusalén. Después de setenta años un resto fiel de judíos regresó del destierro en Babilonia para reedificar el templo y restaurar la adoración verdadera en Jerusalén.—Isa. 10:5-11; Jer. 25:8-14.
Dios usó al profeta Daniel para profetizar que “Mesías el Caudillo” aparecería sesenta y nueve semanas de años después de que saliera el mandato de reedificar a Jerusalén misma, mandato que se expidió en 455 a. de la E.C. Por lo tanto, a Mesías, el Ungido de Dios, le correspondería aparecer en 29 E.C. Dios también indicó que la dominación de la Tierra por los gentiles, según permitida por Dios, una dominación que empezó en 607 a. de la E.C., duraría 2.520 años, lo cual, por lo tanto, haría que terminara en 1914 E.C.—Dan. 9:24-27; 4:16, 23, 25, 32.
El canon escrito de las Escrituras Hebreas se completó en este milenio, para fines del quinto siglo a. de la E.C. Pero las barreras del lenguaje no habrían de estorbar la diseminación de la información vital que contenían aquellos rollos sagrados. Durante el tercer siglo a. de la E.C. se empezó a hacer la versión griega de los Setenta de las Escrituras Hebreas en Egipto; ésta se preparó para provecho de los judíos de habla griega dispersos otros países.—Rom. 3:1, 2; 15:4.
DE 26 A. DE LA E.C. A 975 E.C.
Los acontecimientos del primer siglo E.C. son de tremendo significado para la humanidad. Desde la primavera de 29 E.C. se utilizó a Juan el Bautista para que ‘preparara el camino’ delante del Mesías. En el otoño de ese año, Juan bautizó a Jesús, y en ese tiempo Jehová ungió a Jesús “con espíritu santo y poder.” Así Jesús vino a ser el Mesías, el Designado para Rey y Sumo Sacerdote de Jehová, para que le viniera salvación eterna a la humanidad. Al predicar y ejecutar milagros durante un ministerio especial de tres años y medio, Jesús demostró cómo cumpliría el propósito de Jehová cuando obtuviera el prometido gobierno del Reino. Esto incluiría levantar a los muertos, y sanar y restaurar a la humanidad a la perfección en un paraíso terrestre. Jesús fue fijado en un madero de tormento, al ser condenado por los sacerdotes judíos y las autoridades romanas. Después de su muerte y entierro, Jehová lo declaró totalmente justo al resucitarlo de entre los muertos a la vida celestial. Entonces Jesús como Sumo Sacerdote presentó el valor de ese sacrificio humano perfecto a Dios en el cielo, para que sus beneficios se aplicaran a favor de la humanidad.—Mat. 3:3, 13-17; Hech. 10:37-43; 1 Tim. 3:16; Heb. 9:24-28.
En el día del Pentecostés de 33 E.C., Jehová derramó su espíritu sobre los discípulos de Jesús congregados y los introdujo como un Israel espiritual en el nuevo pacto, mediado por Cristo. Principiando con la conversión de Cornelio y su casa en 36 E.C., gentiles convertidos al cristianismo también fueron introducidos en este “Israel de Dios.” ¡Este “rebaño pequeño” de cristianos ungidos tenía ante sí la magnífica expectativa de participar con Cristo en su reino celestial!—Hech. 2:1-4; 10:24, 44-48; Heb. 9:15; Gál. 6:15, 16.
Durante el primer siglo E.C. la congregación cristiana quedó firmemente establecida. Varios apóstoles y otros discípulos de Jesús pusieron por escrito las Escrituras Griegas Cristianas. Para fines de ese siglo quedó completo el canon de la Biblia. El magnífico propósito de Jehová Dios había sido puesto por escrito ahora en su totalidad. Las Escrituras inspiradas mostraban cuántas profecías de Dios habían sido cumplidas o estaban cumpliéndose. Expresaban la esperanza segura de que todas las promesas de Jehová se cumplirían por medio del reino de su Hijo.—Hech. 9:31; 2 Tim. 3:16, 17; 2 Ped. 1:19-21.
Los cristianos ungidos predicaron las buenas nuevas en su pureza en ‘toda la creación bajo el cielo.’ Pero después de la muerte de los apóstoles empezó la gran apostasía que se había predicho, y la congregación cristiana fue contaminada por medio de la infiltración de “lobos” —“hombres impíos”— que menospreciaban la bondad inmerecida de Dios. En 325 E.C. los apóstatas establecieron la hipócrita cristiandad bajo el patrocinio de la Roma pagana, y esto trajo una profunda oscuridad espiritual. Al acercarse a su fin el quinto milenio, el entendimiento y aprecio de los gloriosos propósitos del Reino de Jehová estaba en un nivel muy bajo. ¡Pero las promesas de Dios permanecían seguras! Él no miente.—Col. 1:13, 23; Hech. 20:29, 30; Jud. 4; Tito 1:2.
DE 975 E.C. A 1975 E.C.
Durante el sexto milenio Jehová continuó probando a sus ungidos verdaderos mientras aguantaban persecuciones. Al fin, las cortinas de la oscuridad empezaron a levantarse a medida que la Biblia fue traducida a los lenguajes comunes de la gente y, especialmente desde el siglo dieciséis, empezó a circular por toda la cristiandad. En los años setenta del siglo pasado empezó a restaurarse conmovedoramente el aprecio a las verdades bíblicas fundamentales. Jehová empezó a recoger a sus ungidos. Estos, como clase del “esclavo fiel y discreto,” de nuevo se hicieron prominentes en efectuar un gran programa de alimentación espiritual. Cristianos devotos empezaron a esperar con gran anhelo el año de 1914 E.C., porque éste señalaría el fin de los Tiempos de los Gentiles. Sí, fue en 1914 que Jehová entronizó a Cristo Jesús en el reino celestial, en el monte Sión celestial, dándole posesión del “reino del mundo.” Todos los rasgos de la “señal” que, según profetizó Jesús, indicarían su presencia en gloria celestial y la “conclusión del sistema de cosas,” se hicieron claramente evidentes a medida que estos rasgos empezaron a cumplirse, y han continuado cumpliéndose. Esto les ha suministrado a los cristianos verdaderos gran razón para regocijarse, y ha resultado en que hayan proclamado vigorosamente el reino establecido de Dios.—Rev. 20:4; Mat. 24:3-14, 32-34, 45-47; 25:31-33.
Desde 1919 en adelante, para el resto ungido de Dios en la Tierra se restauró un paraíso espiritual bajo la jefatura de Cristo. Y comenzando con 1935 se manifestó una “grande muchedumbre” de otros adoradores humildes que se unieron al resto ungido de la clase del Reino de Jehová para cantar con ellos las alabanzas de Jehová por toda la Tierra. Durante cuarenta años ha proseguido el recogimiento de esta “grande muchedumbre.” ¡Ahora más de dos millones de estos siervos de Dios esperan pasar a través de la “grande tribulación” que se acerca rápidamente para entrar en una Tierra depurada, donde un paraíso literal será restaurado por todo este globo terráqueo, y para toda la eternidad! En unas 38.000 congregaciones cristianas, en 210 países de la Tierra, el pueblo celoso de Dios está siendo preparado para sobrevivir... preparado también para el trabajo unido que les espera en relación con el paraíso literal sobre la Tierra.—Juan 10:16; Rev. 7:9, 10, 14, 15; compare con Isaías 35:1-10; 65:17-23.
JEHOVÁ ACTÚA PROGRESIVAMENTE A FAVOR DE LA HUMANIDAD
Verdaderamente, Jehová es un Dios progresivo. No es lento en llevar a cabo su propósito majestuoso en todos sus aspectos para la bendición y bien de sus criaturas. Puede ser que hombres impíos se mofen de las buenas nuevas de que la prometida “presencia” del Mesías como Rey reinante ha tenido lugar en nuestro día. Pero sus palabras de mofa les serán devueltas en el “día y hora” que Jehová ha escogido para revelar al “Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles.” Eso significará destrucción ardiente y “venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús.” De esto podemos estar seguros... “No es lento Jehová respecto a su promesa.” Mientras aguardamos pacientemente “el día de Jehová” en el cual él entrará en acción, podemos alegrarnos de que la “grande muchedumbre” que ha de pasar con vida a través de la “grande tribulación” continúe aumentando rápidamente. Ciertamente podemos hacer vigorosos esfuerzos a favor de ellos.—2 Tes. 1:7-10; 2 Ped. 3:3, 4, 9; 1 Tim. 4:10.
El desfile de actos divinos que acaba de relatarse, y que conduce a la restauración del hombre, nos conmueve el corazón. Con plena confianza en que todo el magnífico propósito de Jehová se cumplirá para con los que le aman, seguiremos sus indicaciones y las de su Rey, Jesucristo, a través de toda la “grande tribulación” y al entrar en el todavía futuro gobierno milenario del Reino. Sí, Jehová Dios ha obrado, y continúa obrando, “de manera sobresaliente” a favor de la humanidad.—Isa. 12:2-5.
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Las ovejas responden a la voz del pastorLa Atalaya 1976 | 15 de marzo
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Las ovejas responden a la voz del pastor
◇ En una de sus ilustraciones, Jesucristo mostró que las ovejas aprenden a reconocer la voz del pastor y a responder solamente a la voz de él: “Las ovejas escuchan su voz, . . . las ovejas le siguen, porque conocen su voz.” (Juan 10:3, 4) Un viajero a la Tierra Santa recientemente experimentó la exactitud de esas palabras. Informa: “Queríamos filmar algunas ovejas y tratamos de hacer que se acercaran. Pero no nos siguieron porque no conocían nuestra voz. Entonces un muchachito pastor se presentó; apenas las había llamado cuando lo siguieron. Grabamos la voz del pastor en un magnetófono y después la reprodujimos. ¡Para gran sorpresa nuestra, ahora las ovejas nos seguían hasta a nosotros!”
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