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  • ¿Debería hallarse a la religión activa en la política?
    ¡Despertad! 1981 | 8 de agosto
    • Parte 1

      ¿Debería hallarse a la religión activa en la política?

      MUCHAS personas están diciendo que la religión debe entrar en la política y “limpiarla.” ¿Ha oído usted decir eso?

      Realmente parece que la religión se está envolviendo más activamente en la política por todo el mundo. He aquí unos ejemplos:

      En ALEMANIA, un reportero que fue a confesarse en 12 diferentes ciudades alemanas durante una reciente campaña electoral recibió consejo político en 11 de las 12 ocasiones.

      En ITALIA, los esfuerzos del papa por anular la ley italiana sobre el aborto han creado un furor. Un miembro del parlamento italiano calificó las actividades del papa como “un desafío a la soberanía de nuestra nación.”

      En JAPÓN, organizaciones religiosas como la Soka-Gakkai y la Rissho Koseikai han dado su patrocinio a candidatos para puestos nacionales y han estado celebrando reuniones políticas.

      En los ESTADOS UNIDOS, fundamentalistas bien organizados contribuyeron a causar la derrota de numerosos políticos liberales en noviembre del año pasado.

      Toda esta actividad ha hecho que muchas personas se pregunten...

      ¿PUEDE LA RELIGIÓN REALMENTE CAMBIAR LA POLÍTICA?

      La historia muestra que la religión y la política no siempre mezclan bien. Considere la mezcla de la religión y la política durante la Inquisición, las Cruzadas, la Guerra De Los Treinta Años, y el guerrear que se está efectuando actualmente en Irlanda, sin contar el reciente conflicto en el Oriente Medio, llamado por ambos lados una ‘guerra santa.’

      Pero de seguro Dios está interesado en los problemas que amenazan envolver en sí a toda la tierra. ¿No quiere Dios que estos problemas queden resueltos? Por supuesto que sí. Pero...

      ¿ACASO HA DE RESOLVER DIOS LOS PROBLEMAS DE LA TIERRA MEDIANTE LA POLÍTICA?

      Si se hubiera podido usar el poder político para resolver los problemas de la Tierra, ¿por qué no aceptó Jesucristo esa clase de poder cuando estuvo en la Tierra? Jesús era el Hijo de Dios. Los registros indican que él pudiera haber sido mucho mejor gobernante mundial que cualquiera de los emperadores romanos de su día. No obstante, cuando a Jesús se le ofreció la gobernación del mundo, la rechazó. ¿Por qué? Esto es lo que dice el registro bíblico:

      “El Diablo lo llevó consigo a una montaña excepcionalmente alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: ‘Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración.’ Entonces Jesús le dijo: ‘¡Vete, Satanás! Porque está escrito: “Es a Jehová tu Dios que tienes que adorar, y es a él solo que tienes que rendir servicio sagrado.”’”—Mat. 4:8-10.

      Jesús rechazó la oferta de Satanás, pero no dijo que Satanás no tenía autoridad para ofrecerle poder político. De hecho, en varias ocasiones Jesús llamó a Satanás “el gobernante de este mundo.” (Juan 12:31; 14:30; 16:11) Por eso, el poder político en este mundo no depende de Dios; ¡depende del Diablo! ¿Sabía usted eso?

      Jesucristo no estuvo interesado en mezclar la religión con la política. No quiso tener nada que ver con el sistema político de Satanás, sin importar lo encumbrados y aparentemente nobles que fueran los fines para los cuales se pudiera utilizar. Los siervos de Dios de la actualidad deben pensar de la misma manera acerca de los asuntos políticos, al reconocer que ‘el fin no justifica los medios.’ Como lo expresa la Biblia: “¿Qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad?”—2 Cor. 6:14.

      ‘¡Pero el mundo está en una condición terrible!’ dicen personas sinceras. ‘Si Dios está en contra de la política,’ preguntan,

      ¿CÓMO ARREGLARÁ DIOS AL MUNDO?

      Esa es una pregunta muy importante. ¡Irónicamente, la mayoría de los que afirman que son cristianos mencionan la respuesta a esta pregunta vital en una oración que hacen, pero no se dan cuenta de ello! La respuesta se halla en la bien conocida oración que Jesús enseñó a sus seguidores:

      “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”—Mat. 6:10, Versión Reina-Valera Revisada (1960).

      En otras palabras, Dios no está empleando a ningún reino terrestre para hacer Su voluntad, porque Dios prefiere utilizar su propio reino.

      Aunque los políticos sean sinceros, ¿cree usted realmente que puedan resolver los problemas de este mundo? La mayoría de la gente de pensamiento práctico o realista cree que no. Por eso las noticias de que el reino de Dios pronto hará esto deberían ser buenas noticias para usted, tal como fueron buenas noticias para la gente de los días de Jesús.—Mat. 9:35.

      La gente se pregunta: ‘Pero, ¿quién sabe cuándo vendrá el reino de Dios? ¿Es práctico que acudamos a éste para que solucione los problemas de nuestra generación?’

      Sí. El reino de Dios es la única respuesta práctica a los problemas de nuestra generación. Jesús mostró claramente que nuestra generación vería la venida del reino de Dios. Si usted lee cuidadosamente las palabras de Jesús en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21, usted mismo verá que Jesús estaba pensando en nuestra generación.

      Al negarse a hacer una mezcla de política y religión, usted puede seguir el ejemplo de Jesús y puede mostrar su fe en el reino de Dios, la única solución a todos los problemas que los políticos no pueden resolver.

  • Se enciende la iglesia eléctrica
    ¡Despertad! 1981 | 8 de agosto
    • Parte 2

      Se enciende la iglesia eléctrica

      EL PREDICADOR no viste de negro. Más bien, resplandece en un traje blanco de tres piezas hecho de poliéster. No preside sobre un altar, sino que anda de acá para allá sobre un escenario de muchos niveles en su “catedral” hecha para la televisión, bañado por la luz de muchas lámparas. La plataforma misma parece ser la estrella del espectáculo, pues ha sido pulida hasta quedar como un espejo, y tiene luces que centellean sobre cada detalle y numerosos telones que constantemente cambian el escenario.

      Es tiempo para la oración, pero no se trata de una oración común. El predicador se sitúa ante una mesa llena de cartas procedentes de su “familia de la oración-llave” y dobla la rodilla ante la mesa, mientras se agarra las manos reverentemente. Su coro reluciente toma su lugar, en semicírculo detrás del predicador. A medida que el predicador ora, el coro acompaña la oración de éste con un canturreo; cada cantante “acaricia” el micrófono con su voz, al estilo de los cantantes de un club nocturno.

      Al terminar la oración, la imagen se desvanece gradualmente y surge un anuncio en cinta de video que patrocina a la “familia de la oración-llave” del predicador. Este anuncio está hecho de manera muy profesional. Se ve a una anciana, que obviamente es muy devota y se siente sola, escribiendo una carta al predicador. Mientras se ve esta escena se oye la voz de ella, como si se pudiera oír lo que ella piensa, relatando cómo su soledad y la mayoría de sus otros problemas han desaparecido desde que se unió a la “familia de la oración-llave.”

      Ahora la escena regresa al predicador, precisamente a tiempo para que oigamos su sermón. No se le ve agitando una Biblia. El predicador está hablando como lo haría si estuviera en su propia sala. Vez tras vez recalca el mismo punto. Si usted desea que sus oraciones sean contestadas, tiene que unirse a su “familia de la oración-llave.” ¿Por qué la mención de una llave? “La oración es la llave,” dice con intensidad el predicador, “que abre el banco celestial.”

      Este es un ejemplo del fenómeno cautivante de la religión estadounidense... la Iglesia Eléctrica. Su recién adquirida refinación de métodos y su popularidad están causando conmociones religiosas y políticas a través de los Estados Unidos. Las estrellas más relumbrantes de esta iglesia están obteniendo más dinero que la mayoría de las grandes confesiones estadounidenses. ¿Quiénes son? ¿De dónde vinieron? ¿A quiénes representan?

      La Iglesia Eléctrica está compuesta de predicadores que hablan por televisión y que compran su propio espacio o tiempo en el aire y lo utilizan para obtener contribuciones con las cuales compran más tiempo, y así sucesivamente. Por supuesto, la mayoría de las estaciones de televisión vacilan en cuanto a vender tiempo en el aire a un predicador que solo va a importunar a los televidentes, y por eso los predicadores tienen maneras rebuscadas de evitar el dar la impresión de que están solicitando fondos por el aire.

      ¿Cuáles son algunas de las maneras en que piden? Animan a los televidentes a escribir pidiendo un broche gratis o una “llave de la oración,” y de esa manera el nombre del televidente se agrega a la lista de correos de un ordenador o computadora y entonces comienza el solicitar agresivo. O quizás ofrezcan un “servicio de consejo” televisado, y luego escriban a las personas que piden ayuda. El sistema de correo por computadora ha hecho de la Iglesia Eléctrica un negocio muy lucrativo. ¿Cuán lucrativo? He aquí unas cifras típicas:

      Oral Roberts, anterior sanador por fe pentecostés, que ahora se ha moderado como metodista, recibe 60.000.000 de dólares al año.

      Jerry Falwell, de Lynchburg, Virginia, bautista con un fuerte mensaje político, recibe más de 50.000.000 de dólares al año.

      Pat Robertson, quien comenzó el primer programa popular de entrevistas a invitados religiosos y que ahora tiene su propia cadena televisora que transmite desde su nueva oficina central de 20.000.000 de dólares. Su Cadena Cristiana de Emisoras recibió 70.000.000 de dólares el año pasado.

      Jim Bakker, que anteriormente era socio de Robertson, ha comenzado su propio espectáculo de invitados y su cadena televisora le produce 53.000.000 de dólares al año.

      Rex Humbard, con su “Catedral del Mañana” y su escenario espectacular, recibe unos 25.000.000 de dólares.

      Y la lista sigue y sigue. En resumen, las estrellas máximas de la Iglesia Eléctrica pueden gastar centenares de millones de dólares en comprar tiempo en el aire todos los años. ¿De dónde obtienen el dinero?

      La mayoría de la gente que enciende la televisión para ver la Iglesia Eléctrica no es rica. Benjamin L. Armstrong, quien creó el término “Iglesia Eléctrica,” explica: “Como parte del concepto de la Iglesia Eléctrica, se condiciona al televidente para que contribuya.” La mayor parte de esos millones de dólares llega a las manos de los predicadores eléctricos en cantidades de 25 ó 50 dólares a la vez. Por ejemplo, Jerry Falwell pudiera recibir 10.000 cartas en un día típico, y más de la mitad de ellas contienen contribuciones.

      Un prisionero de Pontiac, Michigan, quedó sorprendido cuando recibió una petición escrita por computadora en la que le pedían 35 dólares. ¿Por qué? Dice él: “La nota hecha por la computadora explicaba que un amigo mío, que prefería permanecer anónimo, había . . . pedido que se hiciera por el aire una oración especial a favor mío . . . La oración se había hecho, pero mi amigo no había dado respuesta a la ‘tarjeta de donación’ que se le había enviado posteriormente. ¿Sería yo tan amable como para enviarles un cheque?”

      A veces se pide dinero de manera más sutil. Un observador dijo: “El otro día vi un espectáculo de televisión que resumió mis temores acerca de las transmisiones religiosas pagadas. Durante el programa, el predicador hizo que en la pantalla de televisión aparecieran dos números telefónicos. Los televidentes podían llamar gratuitamente a un número para dar contribuciones, pero había que pagar por la llamada al otro número, que era para las personas que querían consejo.”

      ¿Por qué se solicita dinero constantemente?

      Una razón para esto es que la Iglesia Eléctrica debe su existencia a mucha tecnología muy costosa. La mayoría de las personas que transmiten programas religiosos jamás podrían competir con la programación regular de otras cadenas de televisión que transmiten para el grueso de la población estadounidense. Francamente, cuando se transmite un programa religioso la mayoría de las personas apagan el televisor. El problema que afronta la Iglesia Eléctrica es: ¿Cómo pueden llegar a la dedicada minoría de televidentes que desean ver programas religiosos?

      ¿La respuesta? “Revoluciones en la tecnología del satélite, adelantos en el modo de emplear computadoras y el advenimiento del servicio de ‘cablevisión’ y nuevos arreglos de transmisión están convirtiendo a los Estados Unidos en una aldea global y están haciendo económico el limitado transmitir a un grupo relativamente pequeño de partidarios,” declara la revista Forbes. “¿Qué importa que no todo el mundo quiera ver un programa religioso? . . . La televisión, al igual que las revistas, ahora puede complacer a auditorios especializados.”

      El resultado es un arreglo económico diferente para la Iglesia Eléctrica. Los televidentes no apoyan estos programas indirectamente por medio de comprar algún jabón en escamas que se haya anunciado en el programa. Más bien, tienen que apoyar los programas directamente con sus contribuciones. La tarea de solicitar fondos y asegurarse de que estas contribuciones sigan llegando se ha convertido en una operación masiva por computadoras para la mayoría de las estrellas de la Iglesia Eléctrica. El ordenador es tan vital para la Iglesia Eléctrica como lo es la pantalla de televisión.

      La constante necesidad de obtener dinero atrapa a los predicadores eléctricos en un ciclo de desarrollo rápido o quiebra. Se comienzan grandes proyectos de construcción como “catedrales” o universidades u hospitales y luego se hacen súplicas desesperadas a los fieles para que contribuyan más dinero para “terminar la obra de Dios.” Como dijo un banquero de la localidad acerca de una de las superestrellas de la Iglesia Eléctrica: “Solamente hay un problema con un ministerio como el de Jerry. No puede dejar de recoger dinero; si lo hace, todo se desploma.”

      Este aspecto de la Iglesia Eléctrica pudiera recordar a cristianos concienzudos las palabras de Jesús que se encuentran en el Sermón del Monte. Jesús declaró enfáticamente: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro. No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas.”—Mat. 6:24.

      Puesto que los predicadores de la Iglesia Eléctrica necesitan constantemente una vasta cantidad de contribuciones de sus televidentes, ¿se tomarían ellos el riesgo de ofender a estos televidentes? Difícilmente. No sorprende que la teología de la Iglesia Eléctrica sea simplista y busque su propia satisfacción. Como lo dijo la revista Forbes: “No pregunte qué pueda hacer usted por su religión; pregunte, más bien, qué puede hacer su religión por usted.”

      Hasta algunos simpatizantes de la Iglesia Eléctrica admiten que es de poco contenido. Como declaró el teólogo evangélico Carl F. Henry: “Mucha de la religión televisada gira demasiado en torno a experiencias, es demasiado escasa en sentido doctrinal como para que suministre una alternativa apropiada a la actual confusión religiosa y moral.” En otras palabras, la religión de la televisión no puede realmente ayudar a resolver los problemas de la vida.

      Harvey Cox, profesor en divinidad de Harvard, declaró que, en vez de eso, los predicadores de la Iglesia Eléctrica “están simplemente perpetuando y profundizando los valores de una cultura consumidora materialista. Están ayudando a la gente a aceptar valores muy superficiales, mientras prometen salvación fácil dentro del marco más comercial que pudiera haber.”

      ¿Cómo armoniza este mensaje con la advertencia de Jesús de que el camino a la vida no es fácil, sino difícil... “angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan”? (Mat. 7:14) ¿Dan a entender esas palabras que usted puede obtener la vida eterna por medio de sencillamente sintonizar el Canal 21?

      Considere esta otra advertencia de Jesucristo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz [madero de tormento, Traducción del Nuevo Mundo] cada día, y sígame.” (Luc. 9:23, Versión Moderna) ¿Se niega uno a sí mismo y toma su “cruz” por plantarse diariamente ante un televisor? ¿Puede Jesucristo realmente aprobar una religión que promete a las personas una salvación fácil —sin madero de tormento, sin negarse a sí mismo— sencillamente a cambio de un cheque mensual al “ministerio mundial televisivo” de alguien?

      Más bien, parece como si la Iglesia Eléctrica fuera un ejemplo del siglo veinte de lo que el apóstol Pablo advirtió a Timoteo cuando le dijo: “Porque habrá un período de tiempo en que no soportarán la enseñanza sana, sino que, de acuerdo con sus propios deseos, acumularán para sí mismos maestros para que les regalen los oídos; y apartarán sus oídos de la verdad, siendo que serán desviados a cuentos falsos.”—2 Tim. 4:3, 4.

      ¿Por qué están dispuestas ciertas personas a dar millones de dólares para apoyar la Iglesia Eléctrica? Porque se les está diciendo lo que desean oír. Tienen la seguridad de que Dios les va a contestar sus oraciones. No tienen que repudiarse a sí mismas ni ‘llevar una cruz’ ni hacer el trabajo que Cristo hizo, pero están “salvas” y Dios las ama... siempre y cuando sigan enviando esos cheques.

      Sin embargo, aun si la teología de la Iglesia Eléctrica es vaga e inexacta, su política es clara y específica. Ese es el tema del artículo siguiente.

      [Comentario en la página 5]

      LA TEOLOGÍA de la iglesia eléctrica es simplista y busca su propia satisfacción

      [Comentario en la página 6]

      HASTA algunos simpatizantes de la iglesia eléctrica admiten que es de poco contenido

      [Comentario en la página 7]

      “ESTÁN ayudando a la gente a aceptar valores muy superficiales, mientras prometen salvación fácil dentro del marco más comercial que pudiera haber”

  • La iglesia eléctrica sacude la política estadounidense
    ¡Despertad! 1981 | 8 de agosto
    • Parte 3

      La iglesia eléctrica sacude la política estadounidense

      EL ORADOR era apasionado y dinámico. Sacudiendo su Biblia ante un grupo de 1.000 esposas de ministros, declaró: “Tenemos la solución para el caos político que existe en el país, para la ruina económica, para el vergonzoso estado de la moralidad y para la debilidad que hay en la familia.”

      ¿Qué era esa solución? “Tenemos que poner en unión corazones y manos para componer a esta nación . . . Tenemos que exigir una vuelta completa,” dijo el predicador tejano James Robison.

      Usando un lenguaje que pudiera agradar a muchos cristianos sinceros, mordazmente denunció el aborto. “Si la matanza por mutilación del feto en la matriz no es un acto inicuo, nunca se podrá hallar al hombre culpable de pecado alguno.”

      Mientras tanto, al otro lado del país, otro orador, igualmente elocuente, aconsejaba a un grupo de sus colegas que llenaba todo un cuarto. “¿Qué pueden hacer ustedes desde el púlpito?,” preguntó. “Pueden inscribir a las personas para que voten. Pueden explicarles los asuntos que están en cuestión. Y pueden apoyar a ciertos candidatos, en la iglesia misma el domingo por la mañana.” Al igual que Robison, Jerry Falwell —superestrella de la Iglesia Eléctrica— estaba llevando a cabo una campaña enérgica con relación a asuntos políticos.

      Muchas personas escuchan lo que dicen estos predicadores. El programa televisivo semanal de James Robison se transmite por 100 emisoras. El programa de Falwell es más popular todavía. Cada semana se transmite por casi 400 canales de televisión y por 400 radioemisoras y lo sintonizan entre 6 y 18 millones de personas.

      Aquellos predicadores del conservadurismo político de la Iglesia Eléctrica estaban deseosos de ejercer influencia sobre los votantes estadounidenses durante las elecciones del otoño pasado. Poco antes de las elecciones algunos de ellos participaron en la presentación de un informe sobre asuntos nacionales en Dallas, Tejas, durante una sesión a la cual asistieron unos 15.000 fundamentalistas religiosos, la mayor parte de ellos ministros. El candidato republicano para la presidencia, Ronald Reagan, también se dirigió al grupo y lo elogió, diciendo: “La gente religiosa de los Estados Unidos está despertando. Tal vez exactamente a tiempo para el bien de nuestro país.”

      Claro, después de eso Reagan ganó lo que se ha llamado un “triunfo electoral aplastante a favor de los conservadores.” El grupo para acción religioso-política llamado la Mayoría Moral se atribuyó en parte la victoria, pues dijo que había inscrito a unos 4 millones de votantes en el transcurso de la campaña, de los cuales la mayoría votó por Reagan. Es significativo el hecho de que muchos senadores a quienes la Mayoría Moral y grupos parecidos se opusieron perdieron sus puestos, que fueron ocupados por políticos relativamente desconocidos.

      En un análisis de la competencia por asientos senatoriales el Times de Nueva York comentó que “la Mayoría Moral, la Voz Cristiana, y otros grupos conservadores de orientación eclesiástica desempeñaron un papel activo al utilizar ‘índices de moralidad’ por los cuales medir a los liberales. Sin importar a cuántos miembros del Congreso estos grupos hayan ayudado a elegir, se espera que el efecto de esos grupos siga sintiéndose debido a la cantidad de funcionarios a quienes dieron un terrible susto.”

      Un predicador estaba jubiloso, y, refiriéndose al día en que se anunciaron los resultados de las elecciones, dijo: “Para la causa del conservadurismo y la moralidad norteamericana, éste es el día más grandioso que he visto en mi vida de adulto.” Otras personas no estuvieron tan contentas. Los Obispos Episcopales de América emitieron una carta pastoral en la cual condenaron el que los predicadores apoyaran a candidatos políticos. Los obispos afirmaron que tal apoyo dado “en el nombre de Dios tuerce la verdad cristiana y amenaza la libertad religiosa de los Estados Unidos.”

      Otros predicadores también están preocupados por la política de la Iglesia Eléctrica. Un ministro de la ciudad de Fort Worth presentó la objeción de que aunque reuniones como la de Información Sobre Asuntos Nacionales se anuncian como no partidistas, “siempre parecen convertirse en reuniones a favor del Partido Republicano.” Hasta políticos conservadores han expresado preocupación, pues un asistente de Reagan dijo que “este matrimonio de religión y política es la cosa más peligrosa, la más insidiosa, que jamás he visto.”

      Ninguno de estos críticos causa preocupación a los activistas, uno de los cuales admite que “hace quince años yo estaba opuesto a lo que estoy haciendo hoy, pero ahora estoy convencido de que este país está enfermo en sentido moral y de que no se corregirá a menos que hagamos nuestra parte.”

      Estos predicadores están prestos a señalar lo que parece hipocresía por parte de los clérigos liberales que estuvieron envueltos en actividad política en contra de la guerra de Vietnam o en contra de la energía nuclear, pero que denuncian un activismo parecido por los conservadores. “Nadie ha acusado jamás al Concilio Nacional de Iglesias de mezclar la religión con la política,” se queja uno de ellos, y agrega que cuando él se envuelve en estas cuestiones se dice que “eso es violar la separación de iglesia y estado.”

      Para fines de la campaña electoral estaba claro que había una pronunciada división entre los líderes religiosos estadounidenses. Los líderes religiosos liberales afirmaban que los predicadores conservadores insinuaban erróneamente que los que no estaban de acuerdo con ellos no eran cristianos. El Concilio Nacional de Iglesias, uno de los blancos de la ira de estos conservadores, emitió una declaración en la que decía que “no es posible discernir que haya algún voto exclusivamente ‘cristiano.’ ”

      Por otro lado, los conservadores estaban convencidos de que estaban cumpliendo con una misión divina de cambiar el rumbo del país con relación a la moralidad, y de que sus compañeros los clérigos liberales eran parte del problema al respecto. De hecho, cuando la Mayoría Moral decidió que un ministro bautista que había servido en el Congreso por 16 años era demasiado liberal, los conservadores ayudaron a organizar a unos 2.000 voluntarios para que éstos fueran de casa en casa y hablaran a favor del rival de este ministro. “El movimiento de la Mayoría Moral fue lo que muy discretamente, pero de manera muy eficaz, cubrió mi distrito como una tienda de campaña,” admitió el predicador, quien perdió la elección primaria.

      No cabe duda de que muchos de los predicadores de la Iglesia Eléctrica que se mantienen activos en el terreno político están profundamente preocupados por la creciente ola de inmoralidad en los Estados Unidos y en el mundo. La mayor parte de ellos creen firmemente que una nación que tolera el aborto no puede tener la aprobación de Dios, y cualquier cristiano sincero tendría que concordar con ese parecer. Opinan que una falta de interés de alcance nacional en la Biblia ha contribuido al deterioro que vemos hoy en día en la moralidad. En un sermón que pronunció por televisión, uno de sus líderes dijo: “Todos debemos estudiar la Biblia y aprender a creer en Dios. Es vital que sigamos Sus enseñanzas a fin de tener las fuerzas que necesitamos para rebatir a los poderes inmorales y blasfemos que están apoderándose de la política y de los medios de comunicación en masa.”

      ¿Qué persona cristiana podría negar que debemos estudiar la Biblia y creer en Dios? Lo que se tiene que preguntar es: ¿Nos enseña Dios en la Biblia que tenemos que “rebatir” en un esfuerzo por ganar control de la política y de los medios de comunicación en masa? ¿Es ése el mensaje que contiene la Palabra de Dios para nuestra generación?

      Tal vez usted recuerde que en más de una ocasión Jesucristo tuvo la oportunidad de ejercer poder político, pero nunca optó por hacerlo. Cuando las multitudes vieron que él podía alimentarlas milagrosamente procuraron hacerlo rey, pues sin duda pensaron que así quedarían resueltos sus problemas económicos. El registro bíblico relata que “cuando los hombres vieron las señales que él ejecutó [alimentó a unos 5.000 hombres con solo cinco panes y dos pescados], empezaron a decir: ‘Con certeza éste es el profeta que había de venir al mundo.’ Por lo tanto Jesús, conociendo que estaban a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.”—Juan 6:14, 15.

      Jesús no buscó poder político; ¡huyó de él! ¿Por qué habría de querer él verse envuelto en la política sucia de Judea y Galilea? Más tarde Jesús hizo notar lo siguiente a Poncio Pilato: “Mi reino no es parte de este mundo.” (Juan 18:36) Si el reino de Jesús no era parte de este mundo cuando él estaba sobre la Tierra, ¿es ahora parte de este mundo simplemente debido a que Jesús está en los cielos? Eso no sería lógico, ¿verdad?

      Jesús sabía que no podía reformar la política corrupta de su tiempo, y no trató de hacerlo. Él sabía que si se hubiera hecho un mesías político que prometiera libertad de la opresión romana solo habría sido el instrumento de varios grupos que representaban ciertos intereses, como el partido judío nacionalista de los zelotes, y después habría sido descartado. Nada de esto hubiera traído gloria a Dios.

      ¿Parece probable que Jesús esté interesado en reformar la política igualmente corrupta de nuestro tiempo? ¿No será más probable que a los predicadores que se envuelven en la política esta experiencia los convierta en simples instrumentos de otros y los corrompa? Es significativo el hecho de que la formación de la Mayoría Moral no fue idea de ningún predicador. La idea, y hasta el nombre Mayoría Moral, empezó entre un grupo de cabilderos políticos conservadores que persuadieron al Sr. Falwell a que apoyara a la organización debido a que su popularidad era de alcance nacional, él tenía una enorme lista de nombres y direcciones procesados en computadoras, y había probado que sabía conseguir dinero. Hasta Pat Robertson, estrella de la Iglesia Eléctrica, admite que “el evangelista está en peligro de que se le use y manipule.”

      ¿No fue precisamente esta clase de manipulación la que Jesús procuró evitar cuando rehusó la oferta de Satanás de “todos los reinos del mundo y su gloria”? Aquella oferta original estuvo acompañada de una condición, y así sigue sucediendo hoy día. Satanás pidió a Jesús que ‘cayera y le rindiera un acto de adoración.’ (Mat. 4:8, 9) El poder político está disponible a los ministros de la Iglesia Eléctrica. Todo lo que tienen que hacer para tenerlo es consentir como parte del sistema político de este mundo bajo Satanás.—Juan 14:30; 15:19; 2 Cor. 4:4.

      Indudablemente los cristianos apóstatas del cuarto siglo se regocijaron cuando, después de mucha persecución, consiguieron poder político bajo el emperador Constantino. Pero, ¿cómo les afectó aquel poder? “Casi inmediatamente después que los cristianos del imperio recibieron reconocimiento legal los principales eclesiásticos empezaron a dar consejo a los magistrados sobre cómo debían comportarse en su puesto,” comenta el teólogo Robert Culver. Dentro de poco la Iglesia se vio completamente envuelta en la política romana, llevando a cabo las guerras y torturando a sus enemigos. ¿Valió la pena el poder político, o fue éste algo que usó Satanás para inducir a la Iglesia a abandonar los preceptos de Cristo?

      Suponga que los predicadores de la Iglesia Eléctrica, por buenas que fueran sus intenciones, llegaran a tener el mismo grado de poder político que alcanzaron aquellos eclesiásticos de tiempos primitivos. ¿Podrían resistir las influencias corruptoras del sistema político de Satanás? La historia no indica que podrían hacer tal cosa. De hecho, uno de esos predicadores, en el transcurso de la actividad política en la que se ha visto envuelto a un grado limitado hasta la fecha, ha admitido públicamente que recurrió a una táctica antigua del Diablo... el engaño. Se vio obligado a admitir que había inventado una conversación con el presidente de los Estados Unidos acerca de personas de entre el personal de éste que, según se alegaba, eran homosexuales. “No debí haber dicho eso,” admitió él. “Obviamente fue una declaración imprudente.”

      A fin de cuentas los que confían en la política están confiando en que los políticos, hombres imperfectos, resuelvan los problemas. La Biblia sencillamente no indica que los hombres puedan hacer tal cosa. Jeremías, quien estaba bastante familiarizado con la política corrupta que existía en Jerusalén antes del exilio, hizo el siguiente comentario: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No le pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso.”—Jer. 10:23.

      Lo irónico de confiar en los políticos —de esperar que algunos sean más morales que otros debido a la posición que toman en ciertos asuntos políticos— se destacó por las calificaciones que presentó el “informe de moralidad” que se publicó en The Christian Voice. ¡Un congresista que había sido acusado de soborno y otro que había admitido tener problemas con el alcohol y tendencias homosexuales obtuvieron impresionantes calificaciones de 94 puntos, de un posible logro de 100!

      La Biblia da consejo sano y práctico al decir: “Lo que se hace torcido no se puede hacer derecho.” (Ecl. 1:15) Los sistemas políticos de este mundo son inherentemente torcidos. Su agente principal del poder, Satanás, es “mentiroso y el padre de la mentira.” (Juan 8:44) Ni la historia ni las Escrituras indican que la humanidad jamás haya de resolver sus problemas mediante la política.

      ¿Significa eso que no hay esperanza alguna para la humanidad? ¿Tenemos que resignarnos a la muerte en sentido espiritual debido a la cantidad abrumadora de inmundicia y de inmoralidad? ¿No hay nada que se pueda hacer en cuanto a los abortos, la homosexualidad, la promiscuidad sexual entre los adolescentes, el uso de los niños en la pornografía, y el aumento en la cantidad de divorcios?

      Hay algo que se puede hacer en cuanto a todos estos problemas, y que se hará... ¡pronto! Sírvase leer acerca de esto en el próximo artículo.

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