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  • “Alimenta a mis corderitos”
    La Atalaya 1952 | 15 de octubre
    • que escribiera que ya no era necesario enviárselas, porque se había puesto en contacto con los testigos de Jehová en su propia comunidad. Pronto el sacerdote se desprendió de su indumentaria clerical y se hizo agricultor y testigo de Jehová.

      Escribió a las monjas acerca de esto y les extendió la invitación de venir y trabajar con él en su granja. Dos de ellas aceptaron la invitación; las demás prefirieron permanecer en el retiro por el momento. Cuando los sobreveedores preguntaron si la superiora deseaba sustitutas por las dos que habían salido, ella contestó: “No, realmente no había bastante trabajo para tantas.” No quería correr el riesgo de dejar que algo interrumpiera su estudio bíblico.

      Poco después de esto un pastor protestante y su esposa vinieron a este retiro buscando alojamiento. La superiora trató de desanimarlos para que no se quedaran y casi había logrado buen éxito en esto cuando el pastor la sorprendió preguntándole si ella conocía a algunos testigos de Jehová en el pueblo. “Naturalmente,” ella contestó, “de hecho una testigo viene aquí muy a menudo.” Curioso y sorprendido, el pastor preguntó, “¿Qué? y ¿trabaja con usted?” “No, no exactamente,” ella contestó, “esta testigo viene aquí a enseñarnos acerca de la Palabra de Dios, la Biblia.”

      Al oír esto, el semblante del pastor se iluminó y dijo: “Entonces, éste es el lugar correcto para que mi esposa y yo nos quedemos. Sucede que conocimos algunos de los testigos de Jehová en Inglaterra, y estamos muy interesados en aprender más acerca de Jehová y su Palabra, también.” De modo que ellos también participaron en el estudio durante el tiempo de su permanencia en el retiro.

      Sí, el volver a visitar a las personas que han manifestado interés en la Palabra de Dios es uno de los medios eficaces que los testigos de Jehová usan para alimentar a los corderitos de su Pastor Propio, Cristo Jesús.

  • ¿Por qué están abandonando las iglesias?
    La Atalaya 1952 | 15 de octubre
    • ¿Por qué están abandonando las iglesias?

      “¿POR qué será que las iglesias antiguas con hermosos edificios están perdiendo posibles miembros a las sectas menos respetables?” pregunta Presbyterian Life del 20 de enero de 1951. El escritor, Alton Trueblood, sigue diciendo: “Si la tradición y la riqueza y un comienzo temprano logran diferencia alguna, [los católicos], los presbiterianos y los episcopales deberían estar teniendo muy buen éxito, mientras que los que adoran en el otro extremo de la calle deberían tener relativamente menos éxito. Pero lo contrario es la verdad.” Adicionalmente hace la observación:

      “Si nos importa la empresa cristiana debemos considerar de un modo realista el hecho de que, en esta comparación particular, la organización cristiana que disfruta de la menor posición social, que tiene la historia más corta, que ocupa el barrio menos elegante, y que es dirigida por el ministerio menos educado está adelante de otras, no sólo en cuanto a números, sino también en cuanto a celo, logro, y en lo que proporcionalmente dan. Esto debería incomodarnos poderosamente.” Debería hacer más. ¿No debería exigir un examen para ver si las así llamadas iglesias “elegantes” sostienen en común “la fe que una vez para todo tiempo fué entregada a los santos”? (Judas 3, NW) ¿No debería estimularnos a averiguar si existe semejanza alguna entre la iglesia cristiana primitiva y las religiones “respetables” de este mundo?

      LA IGLESIA PRIMITIVA

      El cristianismo no nació en una esquina “respetable” de una catedral magnífica en medio de ejecución lenta de música de órgano, sino en un pesebre. Su semilla no echó raíces en el corazón de las religiones altas, poderosas, y así llamadas “estimables” del día, sino que halló un hogar en el corazón de los pobres, despreciados y bajos—hombres llamados “sin letras y del vulgo” y de ninguna reputación. (Hech. 4:13) Eran predicadores, todos ellos. Ninguno recibía sueldo. “Recibieron gratis, den gratis,” es lo que se les enseñó. (Mat. 10:8, NW) Las reuniones se celebraban en diferentes clases de lugares, bajo techo o al aire libre. Sus sermones eran espontáneos, del corazón. Así también sus oraciones. Cada sermón estaba lleno de verdad e instrucción respecto a la conducta y ministerio cristianos.—2 Tim. 4:3-5.

      Los cristianos no habían de buscar especialmente riqueza o fama, y no habían de mostrar preferencia a los que las poseían. (1 Tim. 6:9, 10; Sant. 2:1-4) No tenían autoridad política ni prestigio intelectual. Tenían el espíritu del Señor, el cual no venderían o cambiarían por toda la fama y fortuna del mundo. No parecían “estimables” a los ojos de los estoicos o platónicos, ni a los ojos de las religiones judías “elegantes” del día, a saber, los escribas, los fariseos y los saduceos. El cristianismo, aun cuando impopular, era vivo y progresista. No necesitaba ningún despertamiento entonces, ¡ni lo necesita ahora!

      LAS LLAMADAS “IGLESIAS CRISTIANAS” DE LA ACTUALIDAD

      De dos cosas podemos estar seguros. Primero: las iglesias que hoy se consideran “estimables” y “cristianas” no siguen el modelo de la iglesia cristiana primitiva, sino que hallan su duplicado perfecto en el modelo puesto por las sociedades “estimables” que se desvanecieron en el olvido. Y, segundo: existe un hambre de instrucción bíblica adecuada dentro de estas instituciones religiosas. Millones de personas asisten regularmente a las iglesias todos los domingos y escuchan a sus pastores, pero después del sermón de diez o quince minutos y las ceremonias religiosas del día las personas salen sin nada de buenas nuevas que predicar al mundo. Han oído acerca de un libro popular, o acerca de la situación política que existe en el mundo, o quizás un resumen de la crisis económica. Tal vez se hizo mención de la Biblia o se usó un texto bíblico, pero el pastor pronto se desvió a alguna filosofía de fácil aceptación. Mas ¿dónde está el mensaje vigorizador para estimular a la congregación a actividad cristiana? ¿Dónde está la única esperanza? ¿Dónde está el conocimiento acertado de la Palabra de Dios? ¿De Dios? ¿De su Hijo? ¿Dónde está el alimento espiritual para ayudar la congregación a crecer a la madurez plena? ¿Dónde está su interés en el reino por el cual Jesús enseñó a todos los cristianos a orar? ¿Dónde está la enérgica organización cristiana edificada sobre el amor? Es muy evidente que hay gran escasez de todo esto.

      S. Parkes Cadman, ministro de una iglesia por treinta y cinco años, al final de su ministerio dijo esto: “Mi iglesia está perdiendo terreno, y mis hombres no quieren hacer nada para salvar la situación. ¿Saben ustedes lo que le pasa a mi iglesia? A mi gente les gusto, pero ellos no aman a Dios.”a Después de treinta y cinco años el veredicto fué, ¡“Ellos no aman a Dios”!

      El Dr. Federico K. Stamm, quien sirvió como clérigo desde 1910, y por algún tiempo dirigió la más grande Iglesia Congregacional del país, dijo esto de la cualidad espiritual de una de las iglesias llamadas “elegantes” y “respetables” donde sirvió por muchos años:

      “Busqué gente con un sueño, y no hallé ninguna. Aparte del presidente de la Junta, que murió dos meses después, no hallé a ningún hombre de estatura espiritual que me pareciera ayudaría a ‘llenar la necesidad mortal’ de esa comunidad . . . Si acaso alguien tuvo alguna vez un sueño, había desaparecido en el olvido. Tenían el rostro vuelto hacia el pasado, no dirigido hacia el futuro. Me había imaginado que encontraría a hombres de gran estatura espiritual. En vez de eso encontré pigmeos, hombres que jamás habían crecido más allá de su infantilismo. . . . Esta fué la más excelente institución de hacer dinero que he visto bajo el nombre de iglesia. Se dijo en la reunión de la junta, ‘Lo que necesitamos en esta iglesia es alguien que pueda dejarnos más dinero para nuestro dote.’”b

      Si a estas iglesias llamadas “cristianas” se les estuviera enseñando la Palabra de Dios y las verdades presentadas en la Biblia esta condición mórbida no existiría hoy. Todos los miembros de la congregación serían especímenes de gran estatura espiritual, llenos de amor hacia Dios y hacia su prójimo. No serían “enanos” espirituales todavía dependiendo de la leche de la Palabra de Dios, la cual hasta se les niega. Cada uno sería un ministro educado; porque ¿no es ésa la razón por la cual se dieron maestros, “teniendo como mira el entrenamiento de los santos para la obra ministerial”? Sí. El participar en la adoración pura de Dios significa que uno tiene que ser predicador, ministro, siervo del Altísimo Dios, Jehová. (Sant. 1:22-25, NW) La cristiandad ha fracasado miserablemente en este respecto. Sus pastores religiosos falsos se han alimentado a sí mismos pero no han alimentado a las ovejas. Por lo tanto, “Así dice Jehová el Señor: He aquí que yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de la mano de ellos, y haré que cesen de apacentar mis ovejas; ni tampoco se apacentarán más los pastores a sí mismos; pues que libraré mis ovejas de su boca, y no servirán más de comida para ellos.”—Eze. 34:10.

      SEMBRANDO CONFORME AL ESPÍRITU

      En contraste con el modo apático adoptado por estas religiones “respetables” de la cristiandad, los testigos de Jehová diligentemente trabajan para lograr que todos los que manifiestan interés en la verdad sean ministros competentes del reino de Dios. Tratan de ayudar a todos los inmaturos a recibir un conocimiento maduro de la Palabra de Dios. Trabajan unidamente, manifestando el espíritu de Dios. Tienen “un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre”, y todo el pueblo del Señor está asociado en una sola organización visible edificada en amor. Esto explica el celo y desarrollo extraordinario que goza la organización de los testigos de Jehová. Los testigos de Jehová tienen esperanza en el reino de Dios y lo proclaman hasta los fines de la tierra como testimonio a todas las naciones. No sólo están interesados en hacer esto ellos mismos, sino que tienen interés en educar a otros para la obra ministerial. Saben que esto significa la salvación de otros.—1 Tim. 4:16.

      En su obra ellos copian a Cristo y a los apóstoles muy estrechamente. Esto es bien conocido en círculos religiosos. Guillermo Carlos Wálzer, cuyo artículo sobre “La iglesia primitiva” apareció en el número de julio de 1951 del Adult Student, dijo:

      “Los apóstoles predicaron con convicción y entusiasmo. El propósito de los apóstoles no era principalmente el de estimular a sus oyentes a pensar sino convencer a sus conciudadanos judíos de que el Señor crucificado verdaderamente era el Mesías esperado por largo tiempo y ganarlos al compañerismo cristiano. La predicación de los apóstoles era sencilla, íntima y espontánea. Sin premeditarlo, Pedro usó la curación del cojo como trampolín para un discurso íntimo a los circunstantes. (Hech. 3:12-26) La predicación apostólica era bíblica. . . . En este respecto adoradores como los testigos de Jehová se asemejan más estrechamente a los cristianos primitivos que los miembros de las denominaciones más regulares.”

      Sobre este mismo punto Alton Trueblood, en el artículo de Presbyterian Life, observa:

      “En muchas localidades la iniciativa se ha cambiado de lugares señalados con asientos acojinados, órganos hermosos y cantantes profesionales, a las pobres iglesitas que se reúnen en tiendas abandonadas. Pequeños grupos de testigos de Jehová, grupos pequeños pero vigorosos, se reúnen en sus modestos salones llamados Salones del Reino, y los clubes de Alcohólicos Anónimos se reúnen donde pueden; pero el no tener locales lujosos no parece serles obstáculo alguno. Tampoco les sirve de estorbo la falta de líderes doctos. Aparentemente el poder de la sociedad cristiana no puede medirse por el número de sus miembros que están anotados en Who’s Who.

      “No puede haber duda de que estas sectas vigorosas y menospreciadas que ahora florecen tan poderosamente en nuestro país están, en muchos respectos, mucho más cerca del cristianismo original que lo que estamos nosotros que representamos los movimientos convencionales de la cristiandad. Nosotros llamamos a la nuestra la tradición más antigua, pero en esto quizás seamos inexactos. Quizás ellos representan lo que verdaderamente es antiguo en lo que toca al testimonio cristiano. Los cristianos primitivos sin duda fueron despreciados y frecuentemente se reunían en el extremo malo de la calle.”

      Todo esto es muy cierto. ¿No es ésa la razón por la que no sólo miembros eclesiásticos en perspectiva sino también miembros de larga duración, monjes, sacerdotes católicos, monjas y clérigos protestantes están saliendo, abandonando completamente sus antiguas organizaciones tradicionales y se están uniendo a la proclamación de “estas buenas nuevas del reino” con los testigos de Jehová?—Mat. 24:14, NW.

      Las personas de buena voluntad están huyendo de las iglesias de la cristiandad que han sido azotadas por el hambre. Ya no pueden ser detenidas en esas prisiones religiosas falsas mediante cómodos asientos, cantantes profesionales, música de órgano, o mediante una pretensión de respetabilidad. Las personas se están muriendo de inanición espiritual. Tienen hambre. Quieren ser alimentadas. No quieren morir de inanición lenta. “He aquí que vienen días, dice Jehová el Señor, en que enviaré hambre sobre la tierra; no hambre de pan, ni escasez de agua, sino de oír las palabras de Jehová.” (Amós 8:11) ¡De modo que están saliendo! Están viniendo “al monte de Jehová” para ser alimentadas.—Miq. 4:1, 2; Isa. 58:11; 65:13-16.

      “Enfrentémonos al hecho,” dijo el Sr. Trueblood, “de que en cuanto a estar representada nuestra religión exclusivamente o aun principalmente por la asistencia de personas bien vestidas, de las clases alta y media, en una iglesia grandiosa por una hora los domingos por la mañana, ya estamos en decadencia. Como ésta es una ceremonia tradicional, desasociada de la vida común que la mayoría de la gente ahora vive, con el tiempo perderá la vitalidad que todavía tiene.” La verdad honrada es que no queda nada de vida en las iglesias de la cristiandad. Ella se ha marchitado. ¿Cuál es la única esperanza para la gente de buena voluntad? “Salgan de ella,” Dios contesta, “si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas. Porque sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia.”—Apo. 18:4, 5, NW.

      Ahora es el tiempo para que las personas de corazón honrado respondan al mandato de Jehová de que “salgan de ella” antes de que él la destruya completamente en la batalla del Armagedón. Jehová Dios ahora está invitando a todos los pueblos de todas las naciones a que coman a su mesa y vivan. “¡Todos los sedientos,” dice él, “venid a las aguas! aquel también que no tiene dinero; ¡venid, comprad y comed! ¡sí, venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche! ¿Por qué gastáis dinero por lo que no es pan, y os afanáis por lo que no os puede satisfacer? ¡Escuchadme con atención y comed lo que es bueno, y deléitense vuestras almas en grosura! ¡Inclinad vuestro oído, y venid a mí! ¡escuchad, y vivirá vuestra alma!”—Isa. 55:1-3.

      [Notas]

      a If This Be Religion, por F. K. Stamm.

      b If This Be Religion, por F. K. Stamm.

  • Purificando la adoración en Nigeria
    La Atalaya 1952 | 15 de octubre
    • Purificando la adoración en Nigeria

      Derribando los ídolos

      UN SIERVO de distrito de Nigeria escribió lo siguiente: “Viajamos a nuestra próxima asamblea a través de la vegetación, pasando por muchas pequeñas aldeas. No muchas aldeas del mundo occidental podrían mostrar una religiosidad como la de éstas. A la entrada de cada aldea tienen colgado el yuyu, para que no entre el mal; pero eso es sólo el principio. ¿Ve ese palo con una cadena alrededor? Ese es Awosi, el dios de la vida. Y eso que se ve a la entrada de esa choza, ¿qué es? Un montículo de tierra con una olla encima. Ese es Umumogo, el yuyu de la familia. El pájaro de barro es Ugo, el yuyu de las predicciones. La imagen a tamaño natural de un hombre y su esposa es el Ovugure, y el pequeño tallado en madera de un hombre desde la cintura para arriba es Obo, el dios de la prosperidad. Y sería imposible pasar por alto a Oghene, un palo de cuarenta pies de altura que tiene un pedazo de tela blanca en la punta. Además hay pequeñas casas montadas en elevados zócalos, en las cuales se hacen sacrificios. Dentro de ellas podemos ver caracoles, huesos, plátanos, ñames, cocos, botellas, etc.

      “Después que terminó la asamblea, un muchacho corrió hacia nosotros y dijo: ‘Mi papá acaba de morir y me dejó su caserío. Allí hay muchos yuyus. ¿Quieren venir ustedes y destruirlos?’ La tarea se llevó a cabo con eficiencia.”

      Otro siervo de distrito escribió: “Para las 9 p.m. ya la reunión pública se había disuelto, y aunque la religión falsa había sido fuertemente atacada con la espada del espíritu, pronto iba a sentir el hacha y el fuego literales. Cierto hombre que anteriormente estaba embarrancado en la adoración de demonios deseaba ser libre. No atreviéndose a destruir sus ídolos, vino a los testigos al obscurecer para que ellos le hicieran el trabajo. Un ejército de 100 testigos salió por la noche en una misión de destrucción. A medianoche ¡la muerte sobrecogió a los dioses-ídolos! Se le pegó fuego a una enorme casa yuyu y a las crujientes llamas se tiró un sinnúmero de ídolos, amuletos, conchas, tambores, vasijas, ollas, vestiduras especiales, plumas ‘santas’ y cosas por el estilo. Muchos de los vecinos se unieron a los testigos de Jehová y daban aclamaciones mientras se hacía el trabajo. Los dioses demoníacos sucumbieron ante la acción de las fieras y crujientes llamas y se elevaron en humo. Mientras rugía el fuego los testigos bailaban alrededor entonando cánticos del Reino. El árbol yuyu y su cerca fueron derribados y quemados. Hasta los amuletos que llevaba en el pelo la esposa del hombre que pidió la destrucción fueron cortados y quemados. Estos yuyus, a través de oráculos, constantemente les estaban prohibiendo que comieran esto o aquello, les ordenaban abstenerse de hacer esto o aquello, y siempre estaban haciendo demanda de más sacrificios de pollos y cabras. El hombre había gastado todo su dinero en satisfacer a sus dioses-ídolos, sin obtener a cambio ningún beneficio.”

      Un mahometano se impresiona ante conducta cristiana

      En Oshogbo se consiguió por arrendamiento un nuevo cine para la celebración de la asamblea de circuito. El dueño del local, un mahometano, cobró 2 libras esterlinas ($5.60). Después de la asamblea este hombre nos dijo que él había pensado que nosotros éramos como la gente en general en comportamiento y que romperíamos algunas sillas, afearíamos los alrededores y continuaríamos en sesión hasta las primeras horas de la mañana. Pero, ¡ah, qué diferencia! ¿Consideraríamos nosotros una ofensa el que él nos devolviera el dinero? ‘Déjenme saber cuándo querrán el cine de nuevo. Lo arreglaré especialmente para ustedes. Será un honor para mí.’

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