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¡Las asambleas son para los niños también!La Atalaya 1969 | 15 de julio
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se conducía con su madre. Sin embargo, se le invitó a ir a una asamblea. Aceptó y se sorprendió tanto por lo que vio y oyó que inmediatamente se interesó en el estudio y en las reuniones del Salón del Reino. Después de solo seis meses se inició en el servicio de predicación de casa en casa. Ahora también da el testimonio eficazmente a sus condiscípulos.
TODOS TIENEN QUE HACER PLANES
Para que su familia disfrute junta de las bendiciones de la asamblea, hay que hacer planes. Hay que escoger el sitio de la asamblea, según las fechas de la asamblea y las vacaciones que tengan tanto los padres como los hijos. Se tienen que hacer arreglos con anticipación con los patronos. Pero, quizás más importante, hay que hacer un presupuesto de las finanzas de la familia para sufragar el costo del viaje. El apartar los fondos que se necesitarán ciertamente será una carga menos pesada si se comienza con bastante anticipación y uno se adhiere fielmente a ello, a pesar de las tentaciones de un mundo materialista.
Los niños, también, pueden ayudar en este asunto. En realidad demostrarían verdadero aprecio si se interesaran algo en cómo la familia puede arreglárselas financieramente. Los niños mundanos no tienen este aprecio y continuamente están pidiendo más y más a sus padres sin ninguna gratitud verdadera. Los jovencitos piadosos tienen una actitud diferente. Tienen un punto de vista equilibrado. Piensan en lo que está envuelto, y se esfuerzan por aligerar la carga que llevan los amorosos padres.
Entre los informes de Australia, por ejemplo, llegó el del jovencito de once años que se levantaba a las cinco de la mañana a recoger botellas antes de la escuela, y que vendía periódicos por las tardes, cortaba pastos y hacía otros trabajos sueltos para los vecinos a fin de poder pagar su pasaje a la ciudad de asamblea. No queriendo ir en zaga, su hermana, de nueve años, cultivó flores y las vendió y desempeñó diversos trabajos para los vecinos. Estos jovencitos sabían que les esperaban bendiciones en la asamblea y no dieron por sentado que sus padres podrían asumir la plena responsabilidad del costo del viaje.
También, en Panamá en 1966 un niñito de cinco años comenzó a cosechar habichuelas con meses de anticipación para poder aligerar a sus padres parte de la carga de su viaje a la ciudad de asamblea. ¡Ciertamente ésa es evidencia maravillosa de aprecio juvenil!
También hubo la experiencia de la joven de Surinam que estaba deseosa de ir a la asamblea. Pero, ¿cómo? Trabajaba para una señora, pero tenía que llevar a casa todo lo que ganaba para ayudar a sufragar los gastos corrientes de la familia. La señora le pidió que le consiguiera a alguien que le lavara el auto. La muchacha se ofreció a hacerlo, y debido a eso la señora le ofreció 25 centavos de dólar por el trabajo. Lo hizo tan cabalmente que la señora no solo le dio este trabajo regularmente, sino que también le aumentó al doble su salario acostumbrado. Y, cuando la patrona se enteró del motivo por el cual la muchacha deseaba el dinero extra, hasta accedió a guardar los fondos de la muchacha para que estuvieran seguros y disponibles cuando llegara el tiempo para pagar el pasaje a la asamblea.
Otro ejemplo del efecto que tiene en los jóvenes el asistir a las asambleas es el caso del estudiante de derecho que estaba en su tercer año en la Universidad de Tokio. Los Testigos lo encontraron cuando participaban en la distribución de revistas, y sucedió que él se enteró de que iba a celebrarse una asamblea. Puesto que estaba de vacaciones en ese tiempo, decidió asistir. Intensamente impresionado por esta experiencia, privadamente estudió varias publicaciones de la Sociedad, hizo arreglos para que se condujera un estudio bíblico con él y luego comenzó a asistir con regularidad a las reuniones. Dos meses después que se le testificó por primera vez, se bautizó. Al graduarse llegó a ser, no abogado, sino predicador de tiempo cabal de las “buenas nuevas.”
EL ESTAR JUNTA TODO LA FAMILIA
Cuando la asistencia a una asamblea está enlazada con las vacaciones para toda la familia, ¡qué ocasión inolvidable puede haber para todos! En medio de nuevas asociaciones y nuevos alrededores los miembros de la familia llegan a estar más unidos. ¡Cada día los miembros tienen tanto que decirse unos a otros en cuanto a los acontecimientos del día, la gente que conocieron, las experiencias que oyeron, y, sobre todo, las sesiones de la asamblea de las cuales han sacado provecho! Y esto sigue día tras día aun después de haber vuelto a su rutina de la vida en casa.
Además, tales vacaciones de familia podrían incluir otros gozos que se comparten juntos. Quizás haya la oportunidad de acampar unos cuantos días en el campo, explorando las bellezas de la creación de Dios. O puede haber la posibilidad de pasar algún tiempo junto al mar, si el hogar de la familia está en el interior del país. O la familia pudiera visitar sitios históricos donde las lecciones de historia se pueden grabar con facilidad en la mente. Hasta puede ser posible hacer arreglos para que la familia dé el testimonio en algún territorio que sea totalmente diferente del territorio local.
El asistir a la asamblea de distrito como grupo de familia puede tener muchos resultados excelentes. Los jóvenes y las personas de más edad descubren que el aprecio que le tienen a su lugar en la organización teocrática se ha profundizado. A cada uno se le ayuda a ver más claramente sus responsabilidades para con los otros... sea para con los padres de uno, para con los hijos de uno, para con la congregación de Dios o para con Jehová mismo. Los niños y los jóvenes, así como los adultos, pueden sacar provecho de la influencia que da ensanche de comprensión a la mente, la de llegar a conocer a personas de otros países y llegar a sentir el alcance verdaderamente global de la predicación de las “buenas nuevas” que se está efectuando ahora.
¿No es una realidad el que las asambleas son para los niños también?
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Siguiendo ‘tu luz y verdad’La Atalaya 1969 | 15 de julio
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Siguiendo ‘tu luz y verdad’
Según lo relató Calvin Prosser
“ENVIA tu luz y tu verdad. Que estas mismas me guíen.” Esas palabras del salmista han sido mi oración ya por unos sesenta años. No solo eso, sino que Jehová Dios en su bondad amorosa ha contestado mi oración todos estos años ‘guiándome por los senderos trillados de la justicia por causa de su nombre.’—Sal. 43:3; 23:3.
Mi abuelo era un geólogo de Gales y se radicó en una concesión de terreno cerca de Johnstown, Pensilvania. Esta ciudad está a unos 120 kilómetros de Allegheny, donde se publicó la revista Watch Tower [La Atalaya] durante treinta años, de 1879 a 1909. Mi abuelo fue de los primeros que comenzó a extraer carbón en esta zona. Fue en este terreno en una aldea
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