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Colosenses... consejo sano sobre creencia y conductaLa Atalaya 1983 | 1 de marzo
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el cual encierra la esperanza de que los gentiles habían de participar en la gloria celestial con Jesús. Pero, esa reconciliación depende de que los cristianos sean constantes e inmovibles tocante a la esperanza de las buenas nuevas. Pablo trabajaba duro como ministro de las buenas nuevas que se concentran en Cristo, aquel que ocupa la posición preeminente en el arreglo de Dios. (Colosenses 1:19-29.)
Se refutan las enseñanzas falsas
Para disfrutar del glorioso privilegio de participar con Jesús en la vida celestial, los cristianos colosenses tenían que recordar que ‘todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento están ocultados en Cristo’. Por eso, debían guardarse de cualquiera que pudiera ‘llevarlos como presa suya por medio de la filosofía y del engaño vano según la tradición de los hombres y no según Cristo’. Tenían que rechazar los conceptos antibíblicos de los griegos y las enseñanzas no bíblicas de los judíos. Hoy día, es igualmente vital que los testigos de Jehová descarten las enseñanzas falsas y continúen firmes a favor de la verdad. (Colosenses 2:1-12.)
A continuación, Pablo fortaleció a los colosenses contra los judaizantes. Él señaló que Dios había quitado la Ley mosaica, clavándola al madero de tormento de Jesús. De modo que no debían permitir que nadie juzgara su fe y justicia sobre la base del comer, el beber y de ciertas observancias. ¿Por qué? Porque tales cosas eran tan solo una sombra de las cosas por venir, “mas la realidad pertenece al Cristo”. (Colosenses 2:13-17.)
A fin de contrarrestar otras ideas erróneas, Pablo advirtió contra los que se deleitan en manifestar humildad fingida e hipócrita y disfrutan de “una forma de adoración de los ángeles”. Parece que algunos cristianos de Colosas creían estar llevando a cabo la forma de adoración que los ángeles supuestamente practicaban, o en realidad adoraban directamente a los ángeles. Pero se señaló que esta práctica y las demás, como la de “la humildad ficticia” y el ascetismo, es decir, el “tratamiento severo del cuerpo”, no eran “de valor alguno en combatir contra la satisfacción de la carne”. De modo similar hoy día, prácticas como el ascetismo y la humildad fingida no harán que seamos más espirituales. (Colosenses 2:18-23.)
Para conservar la espiritualidad genuina y combatir los deseos incorrectos de la carne, los discípulos ungidos de Jesús tienen que ‘mantener la mente fija en las cosas de arriba, no en las cosas sobre la tierra’. Solo así pueden esperar que se les ponga de manifiesto con Cristo en la gloria celestial. Igualmente, los cristianos que tienen la esperanza de vivir en la Tierra deben fijar sus intereses en las cosas espirituales. (Colosenses 3:1-4; Mateo 6:19-21.)
Consejo sano sobre la conducta
En realidad, ¿qué nos ayudará a acercarnos más a Jehová y a ser más espirituales? ‘Amortigüen su cuerpo en lo que toca a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia’, dijo Pablo. También tenemos que evitar el uso impropio de la facultad del habla, como la que se relaciona con la ira, el habla obscena y la mentira. Conforme a lo que el apóstol dijo a los colosenses, tenemos que ‘desnudarnos de la vieja personalidad y vestirnos de la nueva personalidad’. Debemos vestirnos de compasión, bondad, humildad de mente, apacibilidad, gran paciencia, y amor... el “vínculo perfecto de unión”. Todo esto contribuirá no solo a nuestra tranquilidad personal, sino también a la de la entera congregación. (Colosenses 3:5-17.)
Como los cristianos colosenses, los testigos de Jehová de hoy pueden beneficiarse del consejo de Pablo con respecto a las obligaciones de familia y otras responsabilidades. A las esposas se les amonesta que estén sujetas a sus esposos. A los esposos se les dice que sigan amando a sus esposas y que “no se encolericen amargamente con ellas”. Los niños deben obedecer a sus padres, y los padres no deben estar exasperando a sus hijos, “para que ellos no se descorazonen”. (Colosenses 3:18-21.)
Los esclavos cristianos debían ser obedientes, y, en cambio, los amos debían tratarlos con justicia e imparcialidad. Filemón y su esclavo Onésimo vivían en Colosas, y sin duda ambos aceptaron este consejo con profundo aprecio. (Vea la página 26.) Los cristianos del día moderno deben aplicar estos mismos principios en sus tratos con patrones y empleados. De hecho, sea lo que sea que estemos haciendo, debemos ‘trabajar en ello de toda alma como para Jehová’. (Colosenses 3:18–4:1.)
Pablo instó a sus compañeros de creencia a que persistieran en la oración, junto con acción de gracias. También, debían orar para que Dios abriera una puerta de expresión a Pablo y a los compañeros de él para que pudieran “hablar el secreto sagrado acerca del Cristo”. ¡Cuánto debería movernos esto a dar gracias a Jehová y a orar porque favorezca la obra de predicar el Reino! Y, de acuerdo con el consejo de Pablo, que nuestra propia habla siempre sea agradable, “sazonada con sal”. Lo que decimos siempre debe ser de buen gusto, que atraiga a nuestros oyentes, y debe contribuir a la salvación de la gente que nos escuche. (Colosenses 4:2-6.)
Esta carta sumamente provechosa concluye con saludos personales y exhortación. Tíquico y Onésimo (quienes evidentemente la entregaron) darían un informe detallado acerca de Pablo a los colosenses. Se les dijo que Epafras, quien probablemente haya ayudado a fundar la congregación de Colosas, estaba ‘esforzándose a favor de ellos en sus oraciones’. Pablo mismo concluyó la carta con un saludo personal y oró para que disfrutaran de bondad inmerecida. (Colosenses 4:7-18.)
El consejo de Pablo a los cristianos de Colosas nos ayuda a comprender la posición preeminente que Jesucristo ocupa en el arreglo de Dios. Esta carta nos muestra lo que debemos hacer —y lo que debemos evitar— si queremos acercarnos a Jehová y conseguir la salvación. Expone los requisitos de Dios para los esposos, las esposas, los hijos y otras personas que desean tener el favor divino. Ciertamente, la carta de Pablo a los colosenses provee consejo sano sobre creencia y conducta.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1983 | 1 de marzo
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Preguntas de los lectores
◼ ¿Cómo podemos ayudar a los hermanos y hermanas de nuestra congregación que tienen algún pariente expulsado?
Es excelente que los ancianos y otros hermanos desplieguen consideración afectuosa y amorosa para con los cristianos que se hallan en esa situación, pues el mostrarles bondad y comprensión puede ayudarles a contrarrestar la tensión emocional y espiritual que la situación tal vez cause. No obstante, es preciso que tanto los cristianos que tengan un pariente expulsado como los que quieran ayudar tengan un punto de vista claro y apropiado de la expulsión.
La Palabra de Dios manda que la congregación expulse a los que practican el pecado y no se arrepienten (1 Corintios 5:11-13). Esto protege de contaminación a la congregación en general y sostiene el buen nombre de ésta. Pero, personalmente, también todo miembro cristiano leal de la familia, así como cualquier otra persona que desee ayudar, necesita protección. Podemos comprender la razón de ello al considerar lo que revela en cuanto a la condición del corazón de alguien el que a tal individuo se le expulse. Considere las dos siguientes situaciones relacionadas con la expulsión:
En primer lugar, cuando una persona ha cometido un pecado grave por el cual pudiera perder el favor de Dios y ser expulsada, un comité de ancianos espirituales se reúne con ella. La persona quizás ya se haya dado cuenta de lo erróneo de su proceder, se haya arrepentido en el corazón y haya comenzado a efectuar “obras propias del arrepentimiento” (Hechos 26:20). Cuando ése es el caso, los ancianos la censuran con la Palabra de Dios, le dan consejo bíblico tocante a ‘hacer sendas rectas para sus pies’ y oran con ella y a favor de ella.
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