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  • ¿Por qué deberían los cristianos aceptar y cumplir responsabilidad?
    La Atalaya 1962 | 15 de octubre
    • ¿Nosotros, como cristianos, nos aplicamos este consejo?

      “LAS COSAS DESEABLES DE TODAS LAS NACIONES”

      15. En este tiempo del fin, ¿qué se propone hacer Jehová en cuanto a su casa, y cómo están en armonía con ello las palabras de Jesús?

      15 Como se demostró previamente en esta revista, el templo, casa o palacio de Jehová se compone de 144,000 y Una “piedras vivas.” En este tiempo del fin casi todas ellas han sido colocadas en los cielos al ser resucitadas de entre los muertos, y solo un resto de ellas todavía está en la Tierra aguardando su cambio. (1 Tes. 4:15-17) Ahora el Autor de esta casa gloriosa, en su infinita bondad amorosa, quiere llenar esta casa de personas que aprecian su amor y bondad. En otras palabras, a él le agrada extender a centenares de miles de la raza humana el privilegio de asociarse con las “piedras vivas” del templo, para que ellos también reciban vida eterna en el nuevo mundo por medio de conocer a Jehová y a su Hijo y por medio de llegar a ser coadoradores con las “piedras vivas.” Estos asociados son aquellos a quienes Jesús tenía en mientes cuando dijo: “Y tengo otras ovejas, que no son de este redil; a ésas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser una sola manada, un solo pastor.”—Juan 10:16; 17:3.

      16. (a) ¿Cuándo y después de qué suceso comenzaron a entrar estas “cosas deseables de todas las naciones”? (b) ¿De dónde vienen, y con qué propósito?

      16 ¿Cuándo tiene lugar el recogimiento de estas “otras ovejas”? Isaías, bajo inspiración, nos dice: “En la parte final de los días,” cuando ‘la montaña de la casa de Jehová llegue a estar firmemente establecida por encima de la cumbre de las montañas.’ (Isa. 2:2) ¿Y cómo las recoge? Él dice: “‘Aún una vez—es un poco de tiempo—y estoy meciendo los cielos y la tierra y el mar y la tierra seca. Y meceré a todas las naciones, y las cosas deseables de todas las naciones deben entrar; y llenaré de gloria esta casa,’ ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Agg. 2:6, 7) La casa regia comenzó a ser llenada de esas “cosas deseables de todas las naciones” después de nacer el reino de Dios en los cielos en 1914 (d. de J.C.) y después de comenzar la gran tribulación sobre Satanás y su muchedumbre inicua en el cielo. Como una de las personas de edad avanzada informó a Juan con respecto a la “grande muchedumbre” de “otras ovejas”: “Estos son los que salen de la grande tribulación, y han lavado sus mantos y los han emblanquecido en la sangre del Cordero.” (Apo. Rev. 7:9-14) Estas personas mansas, de disposición de ovejas, que, según la visión de Juan, son una grande muchedumbre innumerable, comenzaron a venir a la casa regia o templo después que oyeron que el reino les fue predicado a ellas desde 1919 d. de J.C. Ahora vienen de unos 188 países e islas del mar, para ser instruidas en los caminos de Jehová y andar en sus senderos.—Isa. 2:3.

      17. (a) ¿Qué, entonces, es la responsabilidad de los pastores verdaderos? (b) ¿Qué amonestación da el Inspector Principal a los que están satisfechos de sí mismos?

      17 ¿Quiénes van a instruir a éstas? Jehová nos asegura que en este tiempo del fin él ‘levantaría sobre ellas pastores que verdaderamente las pastorearán.’ (Jer. 23:4) ¿Es usted uno de estos pastores? ¿Ha aceptado usted esta responsabilidad y está usted cumpliéndola? Se informa que en las congregaciones de los testigos de Jehová hay algunos hermanos competentes, maduros, que tienen la capacidad para dar ayuda y entrenar a estas personas enseñables de disposición de ovejas pero que no lo hacen. ¿Por qué no? Porque no quieren estar atados. Se olvidan de que ahora, un corto tiempo antes del Armagedón, el Inspector invisible, Jesucristo, dice a tales individuos de las congregaciones que piensan que ‘están vivos, pero están muertos’: “Hazte vigilante, y fortalece las cosas que quedan que estaban a punto de morir.” (Apo. Rev. 3:1-3) Tal espíritu de complacencia en sí mismos existe entre algunos en varias congregaciones del pueblo de Dios y a menos que se arrepientan y despierten a sus responsabilidades por medio de ayudar a los ‘que quedan que estaban a punto de morir,’ perderán su visión espiritual y no conocerán el tiempo de la venida de Cristo para pedirles un rendimiento de cuentas.

      18. (a) ¿Qué, en realidad, dicen los indiferentes a Jehová y a su organización como mujer casada? (b) ¿Cómo deberían obrar los hermanos maduros y los conductores de estudios para con estos bebés espirituales?

      18 Ahora Jehová introduce en su templo a decenas de millares de individuos mansos y enseñables de todas las naciones cada año. Los que evaden sus responsabilidades, le dicen en realidad: ‘Padre, cesa, por favor, de introducirlos,’ y a Su organización como mujer casada: ‘Deja de producirlos; son demasiados para nosotros; no tenemos tiempo para alimentarlos.’ ¿No comprende usted que con su proceder indiferente, ocioso, en realidad le está usted dictando a Dios cómo debería dirigir sus propios negocios? ¿Quiénes, entonces, han de alimentar a estas ovejas, instruirlas y entrenarlas? ¿Espera usted que estos bebés se alimenten solos? ¿Se alimentaba usted solo cuando fue bebé? Los trabajadores leales deben imitar a Pablo que ‘se hizo afable entre los hermanos, como cuando una madre que cría acaricia a sus propios hijos.’ (1 Tes. 2:7) Eso significa que cuando los conductores de estudios bíblicos y los publicadores maduros del Reino ven que las “ovejas” de Dios tienen dificultad en contestar las preguntas en su estudio bíblico, deben proponerse visitarlas y enseñarles cómo estudiar por medio de desmembrar el alimento para ellas hasta que crezcan a la madurez.

      19. (a) ¿Por qué, hoy día, algunos se han aflojado con respecto a su responsabilidad? (b) ¿Qué ejemplos, antiguos y modernos, prueban que su argumento es infundado?

      19 Se ha observado que algunos de las congregaciones se han aflojado y han estado renuentes a cumplir su responsabilidad por medio de poner su trabajo seglar por encima de los intereses del Reino y que hasta trabajan horas extras para conseguir las comodidades y lujos de este mundo. Pierden reuniones y a menudo el servicio del campo. Se privan del compañerismo y de la asociación con sus hermanos fieles, cosas que son tan esenciales y alentadoras en este tiempo del fin. Ellos presentan el argumento: “Somos casados, tenemos hijos, debemos trabajar para proveer para nuestras familias.” Muy cierto. Según Pablo, uno debe ‘proveer para los que son suyos, de lo contrario ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe.’ (1 Tim. 5:8) Pero, ¿qué hay con respecto a los profetas Isaías, Ezequiel y Oseas y el apóstol Pedro? ¿Qué hay con respecto a millares de otros hoy día que son casados y tienen muchos hijos y no obstante son trabajadores arduos en el servicio de Jehová? ¿Cómo se las arreglan para efectuar el servicio? ¿Dónde está la fe de los hermanos que se han aflojado? Sin duda tratan a la ligera las palabras de Jesús, el Obrero Maestro: “Sigan, pues, buscando primero el reino y su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.” (Mat. 6:33; Sal. 37:25) Estos hermanos empiezan la casa por el tejado, y por eso no tienen el gozo de su Amo.

      20. (a) ¿Qué privilegio tenemos hoy día, y qué debemos hacer para estar en el gozo de nuestro Amo? (b) ¿Qué ejemplo moderno incansable deberían imitar los que dicen: ‘Estoy cansado’?

      20 Es un privilegio para uno ser obrero en el servicio de Jehová y especialmente ahora en el recogimiento final de “las cosas deseables de todas las naciones.” Si deseamos oír sonar en nuestros oídos las palabras: “¡Muy bien, esclavo bueno y fiel!. . .Entra en el gozo de tu amo,” debemos aceptar y cumplir nuestra responsabilidad. Si nos representamos mentalmente al Rey mesiánico venciendo en medio de sus enemigos y si estamos en armonía con la guerra justa que está librando contra Satanás y sus inicuas fuerzas, debemos ofrecernos voluntariamente en este día de su fuerza militar. De lo contrario, perderemos. ¿Qué pensará el Rey victorioso con respecto a la persona que ni siquiera viene al estudio bíblico, adonde las “ovejas” débiles vienen para el estudio de la Palabra de Dios, para darles su ayuda, y que se excusa, diciendo que su casa está a bastantes metros de distancia? ¿Qué dirá este hermano acerca de los Testigos africanos de Nyasaland que, para asistir a las reuniones de congregación, tienen que ‘andar de once a veinticuatro kilómetros bajo la lluvia y nadar a través de un río o dos infestados de cocodrilos’? El argumento baladí: ‘Estoy cansado,’ no le ayudará. El Obrero Maestro no quiere a gente perezosa en su ejército. El lo vomitará de su boca como un soldado y trabajador indigno.−Apo. Rev. 3:16.

      21. (a) ¿Es correcto buscar el puesto de cualquier clase de siervo en la congregación? (b) ¿Por cuáles dos razones deberían aceptar y cumplir la responsabilidad todos los testigos de Jehová?

      21 Hay una necesidad apremiante de siervos de congregación y de conductores de estudios bíblicos para encargarse del gran recogimiento de “otras ovejas.” El apóstol Pablo anima a los hermanos capaces a esforzarse con anhelo por estos puestos aconsejando a Timoteo: “Si algún hombre se está esforzando por tener un puesto de superintendente, está deseoso de un trabajo excelente.” (1 Tim. 3:1) El palacio glorioso del sabio Soberano muy pronto se completará cuando los últimos miembros que ahora están en la Tierra se habrán unido a aquellas “piedras vivas” que ya están en los cielos. La afluencia de “las cosas deseables de todas las naciones” está en marcha y es acelerada. ¿Qué haremos? Como cristianos maduros, seamos de los ungidos, de los que compondrán el palacio de Jehová en los cielos, o de las “otras ovejas” terrestres, hemos aceptado la responsabilidad de trabajar en el recogimiento de otras personas mansas y hacer de ellas adoradores leales de Jehová y maestros. Debemos cumplir amorosamente esta responsabilidad. ¿Por qué? Primero, porque el ser colaboradores del Dios Altísimo en este magnífico trabajo es un privilegio y honor inestimables; y, segundo, porque hay vida para el maestro así como para los que son enseñados. Esto lo aclara muy bien el inspirado apóstol Pablo cuando escribe a Timoteo: “Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza. Persiste en estas cosas.” ¿Por qué? “Pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.”—1 Tim. 4:16.

  • Libro sorprendente
    La Atalaya 1962 | 15 de octubre
    • Libro sorprendente

      LA BIBLIA es un libro sorprendente. Esta fue también la opinión del famoso crítico italiano Francisco de Santics, quien ocupó el puesto de Ministro de Educación Pública para el gobierno de Cavour y quien escribió: “Yo nunca había leído la Biblia, ni lo habían hecho los estudiantes. Con una actitud de indiferencia mezclada con desprecio, que entonces prevalecía en cuanto a asuntos religiosos, la Biblia, como la Palabra de Dios, creaba sarcasmo. Leí aquí y allí las maravillas de este libro, como evidencia de su poderosa elocuencia, y, atraído por el tema de mis lecciones, di una ojeada al libro de Job. Quedé estupefacto. En mis estudios clásicos no hallé nada comparable a su grandeza. Inmediatamente traje mis impresiones a la escuela. Ya había presentado una lección sobre el origen del mal y el significado de este libro, y esto había atraído extasiada atención. Pero cuando leí el libro completo, mis sentimientos y mi admiración asombraron a todos. Con este entusiasmo, nos dimos de lleno a estos estudios. Mucho disfrutamos de los Cantares, un Salmo de David, en que la contemplación de la creación sostiene el poder y la grandeza del Creador, y algunas de las Lamentaciones de Jeremías. Para nosotros fue como un viaje por tierras desconocidas y lejanas, extrañas a nosotros. Con el entusiasmo de novatos, nos olvidamos de nuestros clásicos, aun de Homero, y por varios meses no se oyó de otra cosa que de la Biblia. . . . Me maravillo de que en nuestras escuelas, donde se leen tantas cosas frívolas, no haya penetrado la antología bíblica.”—La Bibbia nel giudizio di illustri Italiani (La Biblia según italianos ilustres), por Augusto Jahier, página 34.

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